sábado, 26 de diciembre de 2015

San Eutimio de Sardes - Beatas Inés Phila, Lucía Khambang y compañeras - Beato Segundo Pollo 26122015

San Eutimio de Sardes

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San Eutimio de Sardes, obispo y mártir

En Sardes, de Lidia, san Eutimio, obispo y mártir, a quien el emperador Miguel el Iconoclasta desterró a causa del enfrentamiento motivado por el culto de las sagradas imágenes, y más tarde, durante el imperio de Teófilo, tras ser castigado inhumanamente con azotes, consumó el martirio.



Beata Inés Phila

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Beatas Inés Phila, Lucía Khambang y compañeras, mártires
En el pueblo de Song-Khon, en Tailandia, beatas mártires Inés Phila y Lucía Khambang, vírgenes de la Congregación de Hermanas Amantes de la Cruz, y también Agueda Phutta, Cecilia Butsi, Bibiana Hampai y María Phon, todas las cuales, al no querer negar la fe cristiana, fueron fusiladas en el cementerio del pueblo.
La siguiente información corresponde a los mártires de Tailandia de 1940, que se celebran en dos grupos: el 16 y el 26 de diciembre.
Felipe era un hombre felizmente casado. Padre de 5 hijos y maestro de escuela. Nació en la provincia de Nakhon Phanom, Tailandia, el 30 septiembre 1907 y allí fue bautizado. Este país asiático es casi totalmente budista y aunque a lo largo de los últimos siglos algunos misioneros intentaron llevar el Evangelio a estos lugares, fue recién en 1881 cuando se inició un apostolado más estable.

La Providencia quiso que Felipe sea uno de los primeros católicos tailandeses. Estudió en el colegio parroquial de Non Seng y terminados sus estudios secundarios había dado muestras de una adhesión tan fuerte a la fe que los misioneros lo enviaron a evangelizar Songkhon. En este pueblo se casó con María Thong y allí también le nacieron sus cinco hijos.

Para 1940 los católicos tailandeses eran ya unos 700 pero lamentablemente estalló la guerra entre Tailandia y la Indochina Francesa y los católicos fueron considerados como amenaza para la identidad nacional, pues eran dirigidos por misioneros franceses. Felipe se desempeñaba como maestro y catequista de la escuela parroquial y al ser obligados los misioneros a abandonar el país, él se quedó a cargo de esta pequeña comunidad de creyentes.
Los soldados llegaron a este pueblo en agosto de 1940 y comenzaron a presionar a los creyentes para que abandonaran esta fe “extranjera”. Animados por Felipe y las religiosas Agnese Phila y Lucía Khambang, todos permanecieron firmes en la fe. Los soldados llegaron a la conclusión de que eliminando a Felipe esta comunidad cedería finalmente a las presiones. Con una carta falsificada citaron a Felipe a la subprefectura y la tarde del 15 de diciembre él se trasladó en bicicleta al supuesto llamado que le hacían, pero fue interceptado por un par de soldados que le esperaban y que al día siguiente, 16 de diciembre, le dispararon sin que él les guardara ningún rencor. De esta forma su sangre fecundó la semilla del Evangelio que empezaba a germinar en este país del Asia.

A los pocos días los soldados mataron a dos religiosas y a cuatro laicas más. En 1959 los restos de Felipe fueron reunidos con los de estas mártires y en torno a ellas se ha construido un Santuario. Juan Pablo II los beatificó el 23 de abril de 1989. Hoy la Iglesia en Tailandia tiene una gran vitalidad, cuenta con 243 000 católicos y 10 diócesis. El grupo completo recuerda los siguientes mártires: Felipe Siphong Onphitak, martirizado hoy, e Inés Phila, Lucía Khambang, Agata Phutta, Cecilia Butsi, Bibiana Khampai y Maria Phon, el 26 de diciembre.
fuente: Prelatura de Ayaviri



Beato Segundo Pollo

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Beato Segundo Pollo, presbítero
En el lugar llamado Dragali, en Montenegro, beato Segundo Pollo, presbítero de Vercelli, que ejerciendo de capellán castrense durante la guerra, al asistir a un soldado moribundo fue herido, y poco después murió desangrado.
Secundo Pollo (pr. Pol.lo) nació el 2 de enero de 1908 en Caresanablot (Vercelli); fue alumno de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Vercelli. Obtiene la licenciatura en Filosofía en 1931, y ese mismo año es ordenado sacerdote en Vercelli. Fue profesor de filosofía y teología en el Seminario Mayor de Vercelli y asistente diocesano de los jóvenes de la Acción Católica. En 1940 fue nombrado Teniente Capellán de un batalló que marcha a la campaña militar en Montenegro donde, el 26 de diciembre, cuando se acercaba a asistir una herida, lo alcanzó una bala en la pierna, y murió por desangramiento ese mismo día, teniendo 33 años. Sirvan estos pocos datos biográficos, que tomamos de Santi e Beati como apertura a las palabras de SS. Juan Pablo II en la misa de beatificación, en la plaza de la Catedral de Vercelli el 23 de mayo de 1998. La homilía completa puede leerse, en castellano, en el sitio del Vaticano:

Don Secondo es un ejemplo de sacerdote valiente que, en el arco de una breve existencia, supo alcanzar la cumbre de la santidad. La víspera de su ordenación sacerdotal, el nuevo beato ya manifestaba con lúcida determinación su propósito de acoger sin reservas en su vida el exigente programa del Evangelio. «Llegar a ser santo»: este fue su ideal, y por él se esforzó a diario. Guiado por este propósito, vivió intensamente su ministerio sacerdotal, buscando y siguiendo asiduamente la voluntad de Dios.

La Providencia le encomendó numerosas y difíciles tareas en el ámbito de la Iglesia de Vercelli. Fue educador de fina intuición pedagógica en los seminarios diocesanos, donde desempeñó los cargos de profesor y padre espiritual. Primero se convirtió en discípulo y servidor diligente de la palabra de Dios a través del estudio asiduo de las disciplinas sagradas y la intensa actividad de predicador. Fue generoso dispensador de la misericordia divina en la administración del sacramento del perdón. Trabajó con entusiasmo entre los jóvenes como asistente de la Acción católica, hasta seguirlos en la tormenta de la guerra como capellán de los alpinos. Precisamente en el ejercicio heroico de la caridad, este joven sacerdote de Vercelli entregó su alma a Dios, dejando a los capellanes militares de todo el mundo un ejemplo de cómo se ama y sirve a sus hermanos bajo las armas, y a los alpinos un modelo y un protector en el cielo.

Dos fueron los secretos de la ascensión de don Secondo a las cumbres de la santidad: su unión constante con Dios a través de la oración, y su profunda devoción a la Madre celestial, María. Su diálogo asiduo con Dios y su amor filial a la Virgen fortalecieron su particular caridad pastoral, que se presenta como la síntesis más alta y característica de su ministerio sacerdotal. Vivió totalmente para sus hermanos, concluyendo su aventura terrena el día de san Esteban, casi imitando al ardiente testigo, «lleno del Espíritu Santo», del que habla el libro de los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch 7, 55).

fuente: Vaticano

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