Beato Manuel Domingo y Sol, presbítero
y fundador
fecha: 25 de enero
n.: 1836 - †: 1909 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 29 mar 1987
hagiografía: Congregación
n.: 1836 - †: 1909 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 29 mar 1987
hagiografía: Congregación
En
Tortosa, en España, beato Manuel Domingo y Sol, presbítero, que instituyó la
Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, para
fomentar las vocaciones sacerdotales.

El beato Manuel Domingo y Sol nació en Tortosa
(Tarragona, España) el día 1 de abril del año 1836. A la edad de 15 años
ingresó en el seminario diocesano. Fue ordenado sacerdote en Tortosa el día 2
de Junio de 1860 a la edad de 24 años. Durante los primeros 13 años de su
sacerdocio, fue misionero diocesano, párroco, confesor de Religiosas -levantó
tres conventos de religiosas de clausura- y profesor del Instituto de Tortosa.
Se dedicó, sobre todo, al apostolado con la juventud. Construyó de nueva planta
un Centro para jóvenes, y fundó la primera revista juvenil católica de España:
El Congregante.
Pero nada de esto colmaba sus aspiraciones. Necesitaba
un punto de apoyo definitivo para aunarlo todo, influir en todo, y restaurarlo
todo. Dios respondió a sus deseos: «El Señor, sin merecerlo, sin advertirlo
nosotros casi, sin pensarlo ni poderlo prever, descorrió la cortina, y nos
mostró un campo vastísimo, de facilísimo cultivo, de resultados indudables,
campo en el cual, y con una vida puramente sacerdotal, pudiéramos impulsar,
reunidos, todos los intereses de su máxima gloria, que nuestra piadosa
imaginación y nuestro ardiente celo pudiera soñar jamás». Un día del mes de
febrero del año 1873, se encontró con el seminarista Ramón Valero, pobre y
humilde, que vivía de limosna con otros seminaristas en una buhardilla. El
Seminario de Tortosa había sido destrozado por la Revolución del año 1868, y
los pocos seminaristas que aún quedaban vivían diseminados por la ciudad, con
hambre y sin formación. Ramón Valero contó a don Manuel las estrecheces en que
vivía, sin pan, sin luz para estudiar, sin orientación. Don Manuel vio muy
claro y para siempre: la clave de sus anhelos era dar pan y cariño, ilusión
sacerdotal y formación adecuada a los futuros sacerdotes. Desde entonces vivió
convencido de que «la formación del clero es lo que podríamos decir la llave de
la cosecha en todos los campos de la gloria de Dios. Nosotros más que apóstoles
parciales, hemos de ser moldeadores y formadores de apóstoles», decía a sus
operarios.
En el mes de septiembre de 1873 comenzó la tarea
ingente de su vida con la humilde «Casa de San José», donde reunió a 24
seminaristas pobres. Muy pronto hubo de adquirir una casa más amplia para los
98 alumnos que tenía el año 1876. El día 11 de abril de 1878 puso la primera
piedra del nuevo «Colegio de San José para Vocaciones Eclesiásticas», y lo
inauguró el 11 de abril de 1879 con 300 seminaristas. Educaba y mantenía,
además, gratuitamente a otros 100 seminaristas en el Palacio de San Rufo.
Durante los primeros años de funcionamiento del
Colegio de San José, D. Manuel fue madurando ideas y vio que los esfuerzos
individuales no tenían garantía de perennidad: el hombre pasa y los problemas
permanecen. Quería dar consistencia a su obra e irradiar su actividad a otras
diócesis. Así, e1 29 de enero de 1883, después de celebrar la Santa Misa,
recibió la luz de lo alto, y «estuvo dos días bajo la influencia de aquella
inspiración sobrenatural». Vio con claridad la fundación de una Hermandad de
Sacerdotes Operarios que, con acendrado espíritu de Reparación, se dedicaría a
la formación de futuros sacerdotes. La Hermandad será aprobada por el Obispo de
Tortosa el día 17 de mayo del año 1883. Con un puñado de sacerdotes buenos y entregados,
don Manuel se sintió capaz de llevar a cabo su empresa.
La situación de los Seminarios españoles era bastante
precaria: «No es posible comprender cómo estaba la formación de los jóvenes en
mi época, y algo anterior y bastante posteriormente, en estudios, en piedad y
disciplina y vigilancia y pruebas de vocación». Don Manuel supo elevar el nivel
espiritual, disciplinar e intelectual de tal manera que resaltaba la formación
dada en el Colegio de Vocaciones y comenzaron a llover sobre él peticiones de
los obispos para que los Sacerdotes Operarios fueran a sus diócesis: Valencia
(1884), Murcia (1888), Orihuela (1889), Plasencia (1893), Burgos (1894),
Almería (1896), Lisboa, Portugal (1896), Toledo (1898).
En el año 1892 funddó el Pontificio Colegio Español de
Roma que es, sin lugar a dudas, una de las más importantes realizaciones suyas.
Es indiscutible la influencia de este Centro en la renovación espiritual e
intelectual de los seminarios y del clero español. Desde entonces, allí se han
formado más de 3000 alumnos, ha dado más de 70 obispos a las diócesis
españolas, y son muchísimos los antiguos alumnos que han trabajado y trabajan
en cargos de dirección y de enseñanza en los centros de formación sacerdotal.
El nuevo estilo de los Colegios de San José se iba
imponiendo poco a poco. «Su método se determina por una selección delicada de
los alumnos, candidatos al sacerdocio, un ambiente de familia y de comprensión
entre educando y superior y una vida de piedad sincera y profunda, donde se
ponen de relieve las máximas cualidades del sacerdocio, unido todo ello a una
ferviente adhesión al Vicario de Cristo». Y por ello muchos obispos se
empeñaron en confiar Don Manuel y a su Hermandad de Sacerdotes Operarios
Diocesanos la dirección de sus respectivos Seminarios: en 1897 se hizo cargo
del Seminario de Astorga, en 1898, Toledo, y así hasta su muerte fue agragando
más y más seminarios a la carga de su hermandad: Zaragoza, Jaen, Baecelona,
entre muchos otros, en Espaaña, Chilapa, Cuernavaca y otros en México.
La espiritualidad del beato Manuel Domingo y Sol se
cifra en el espíritu de Reparación al Corazón de Jesús, principalmente en la
Santísima Eucaristía. Era un ardiente enamorado de la Eucaristía. Decía: «una
de las cosas que nos avergonzarían en el cielo, si pudiese haber confusión,
sería el pensar que le hemos tenido en la tierra, y no nos absorbió toda la
vida, todo nuestro corazón». Legó a la Hermandad ese espíritu como uno de sus
fines principales. Este amor a Jesús en la Eucaristía, este espíritu de Reparación,
es el manantial de su entrega para trabajar en la delicada y difícil misión de
formar a los futuros sacerdotes. Escribe: «si descendiéramos al fondo, al
manantial de los sentimientos de nuestra piedad, tal vez encontraríamos lo que
no habíamos reparado ni discurrido: que el origen de nuestro deseo por el bien
y fomento de las vocaciones eclesiásticas, de que Dios tenga muchos y buenos
sacerdotes, ha sido nuestro instintivo amor a Jesús Sacramentado».
Este amor a Jesucristo en la Eucaristía le hacía arder
en ansias de levantar Templos de Reparación. Pudo aceptar el Templo Nacional
Expiatorio de San Felipe de Jesús, en México, el año 1889. Pero su ilusión era
levantar uno en cada diócesis. El año 1903 pudo realizar el sueño de edificar
el nuevo Templo de Reparación de Tortosa, donde descansan sus restos mortales.
Dice su última misa el 18 de Enero de 1909. Muere el día 25 de Enero de 1909,
dejando a los 75 operarios que componían la Hermandad 10 colegios de
vocaciones, 17 seminarios, 2 templos de reparación y el Colegio Español de
Roma. Es declarado venerable por el Papa Pablo VI, el 4 de Mayo de 1970, con la
denominación de «Santo Apóstol de las Vocaciones», y el 29 de marzo de 1987 es
beatificado por el Papa Juan Pablo II. Su vida entera fue una pasión ardiente
por el sacerdocio, y lo vivió con toda intensidad.
Texto adaptado de la web de los Sacerdotes Operarios Diocesanos.
En el sitio del Vaticano puede leerse la homilía de la
misa de beatificación.
fuente: Congregación
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o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=320
Beata María Antonia Grillo, viuda
y fundadora
fecha: 25 de enero
n.: 1855 - †: 1944 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 24 may 1998
hagiografía: Congregación
n.: 1855 - †: 1944 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 24 may 1998
hagiografía: Congregación
En
Alessandria, en la región del Piamonte, en Italia, beata María Antonia (Teresa)
Grillo, religiosa, que, al quedar viuda, asumió con misericordia las necesidades
de los pobres y, después de vender todas sus posesiones, fundó la Congregación
de Hermanitas de la Divina Providencia.

Teresa Grillo nace en Spinetta Marengo, provincia de
Alessandria, el 25 de setiembre de 1855. Quinta y última hija de José Grillo,
médico jefe del Hospital de Alessandria y de María Antonieta Parvopassu,
descendiente de una antigua e ilustre familia de aquella región, fue bautizada
al día siguiente en la Iglesia parroquial de Spinetta, recibiendo además el
nombre de Magdalena. Dotada de un temperamento inclinado a la caridad,
alimentado además por un ambiente rico en espíritu cristiano, el 1 de octubre
de 1867 recibió el confirmación en la catedral de Alessandria y cinco años
después, mientras estaba aún en el colegio, la primera comunión. Después de terminada
la escuela elemental, a la que asistió en Turín, donde su madre se había
trasladado para acompañar los estudios universitarios de su hijo Francisco, en
1867, luego de la muerte de su padre, fue matriculada como alumna interna en el
colegio de las Damas Inglesas, en Lodi, donde se graduó a los 18 años.
Terminado el colegio, regresó a Alessandria, donde,
siempre bajo la guía materna, comenzó a frecuentar a las familias
aristocráticas de la ciudad. Fue precisamente en este ambiente que conoció a su
futuro esposo, el culto y brillante capitán de infantería, Juan Bautista
Michel. Celebrada la boda el 2 de agosto de 1877, se trasladó primero a
Caserta, luego a Acireale, a Catania, a Portici y finalmente a Nápoles, lugares
a los que fuera transferido su esposo. En esta última ciudad, una fulminante
insolación durante un desfile militar llevó a la muerte al capitán Michel, un
13 de junio de 1891. Teresa se sumergió en una profunda angustia que rozó la
desesperación.
La recuperación posterior, ocurrida casi de improviso,
debida, en parte a la lectura de la vida del Venerable Cottolengo y a la ayuda
de su primo sacerdote, Mons. Prelli, desembocó en la decisión de abrazar la
causa de los pobres y necesitados. Teresa comenzó así a abrir de par en par las
puertas de su propia casa señorial a los niños pobres y a las personas
abandonadas y necesitadas de ayuda. Hacia el fin del año 1893, dado que «los
pobres aumentan a más no poder y que quisiera poder alargar los brazos para
acoger a todos bajo las alas de la Divina Providencia», vendió la gran casa
Michel y adquirió un viejo edificio en la calle Faa de Bruno. Aquí dio inicio a
los trabajos de reestructuración y ampliación, construyendo un piso superior y
comprando algunas pequeñas casas vecinas. Surge así el «Pequeño Hogar de la
Divina Providencia».
La obra guiada por Teresa, no estuvo ciertamente libre
de adversidades, que aparecieron no sólo por el lado de las autoridades
civiles, sino sobretodo por parte de sus amigos y familiares. Especialmente
ante la incomprensión de aquellos se hizo evidente la solidaridad y el afecto
de los pobres, de las personas generosas y de sus colaboradoras. Siguiendo la
solicitud de la autoridad eclesiásticas, el 8 de enero de 1899, vistiendo el
hábito religioso en la capillita del Pequeño Hogar, Teresa Grillo, con ocho de
sus colaboradoras dio vida a la Congregación de las Pequeñas Hermanas de la
Divina Providencia.
En los siguientes 45 años, su responsabilidad
prioritaria fue la de difundir y consolidar el Instituto. Casi inmediatamente
después de realizada la fundación, la Obra comenzó a tener casas en diversos
lugares del Piamonte, desarrollándose rápidamente incluso en las regiones del
Véneto, Lombardía, Liguria, Puglia y Lucania. A partir del 13 de junio de 1900
el instituto se extendió al Brasil y desde 1927, por solicitud de san Luis
Orione, fundó casa en Argentina. Sin ahorrar esfuerzos, Teresa animaba y
alentaba a sus hermanas con su carismática y solícita presencia en las
comunidades. En seis oportunidades atravesó el océano para llegar hasta América
Latina, en donde como frutos de su solicitud surgieron numerosas fundaciones
con asilos, orfanatos, escuelas, hospitales y asilos para ancianas. El octavo
viaje, lo hizo el año 1928, a la edad de 73 años.
El 8 de junio de 1942, la Santa Sede concedía la
Aprobación apostólica a la congregación de la Pequeñas Hermanas de la Divina
Providencia. La Beata Teresa Grillo se apagó en Alessandria el 25 de enero de
1944 a la edad de 89 años. Su instituto contaba entonces con 25 casas en Italia,
19 en Brasil y 7 en Argentina. Fue beatificada en Turín el 24 de mayo de 1998.
La Congregación la celebra litúrgicamente el 23 de enero.
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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