lunes, 18 de abril de 2016

Hoy se celebra a San Francisco Solano, el taumaturgo del “Nuevo Mundo” (18 de abril)

Hoy se celebra a San Francisco Solano, el taumaturgo del “Nuevo Mundo”

Por Abel Camasca

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San Francisco Solano
San Francisco Solano








REDACCIÓN CENTRAL, 18 Abr. 16 / 12:23 am (ACI).- Cada 18 de abril se celebra la fiesta de San Francisco Solano, misionero franciscano en América que convirtió a muchos indígenas y españoles colonos. Hacía cantar y bailar a los monjes del convento con sus cantos y alegría. Se le conoce como taumaturgo del “Nuevo Mundo” por los numerosos prodigios y milagros que alcanzó de Dios.
Francisco Solano nació en 1549 en Montilla (Andalucía - España), en un hogar noble y cristiano. Estudió con los jesuitas, pero ingresó a la comunidad franciscana porque le atraía la vida de pobreza y sacrificio de los religiosos de esa orden.
En 1570 hizo su profesión religiosa. Al poco tiempo fue enviado al convento sevillano de Nuestra Señora de Loreto donde estudió filosofía y teología y tuvo la posibilidad de desarrollar sus cualidades para la música y el canto. Fue ordenado en 1576.
En una ocasión, cuentan que un pobre hombre tenía llagas en las piernas y que con las justas podía andar apoyado en muletas. El Santo besó las llagas y el enfermo se curó. Solía visitar a los que estaban delicados de salud y a los presos.
Recorrió el continente americano por 20 años evangelizando a los pueblos. Su viaje más largo fue el que hizo a pie desde Lima (Perú) hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo.
Mientras predicaba en La Rioja (Argentina) llegaron unos nativos salvajes a atacar a la población. San Francisco Solano salió con un crucifijo y habló a los atacantes en su propia lengua, obteniendo que se detenga el ataque. Poco después los atacantes se convirtieron.
Con su hermosa voz y sabiendo tocar bien el violín y la guitarra, transmitía alegría a sus oyentes mientras cantaba.
Cierto día llegó a un convento en el que los religiosos eran muy serios. Entonces, recordando la alegría interior y exterior de la que hablaba San Francisco de Asís, se puso a cantarles y a danzar tan jocosamente que todos terminaron cantando y bailando en honor a Dios.
San Francisco Solano recorrió a pie el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, convirtiendo a muchos.
Al llegar a Lima le encomendaron algunos cargos importantes, pero él en su celda sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, silla, mesa, candil, la Biblia y algunos libros. Posteriormente fue derivado a Trujillo (al norte del Perú) y se dedicó a visitar a los enfermos, en especial a una anciana leprosa a la que llevaba regalos.
Al retornar a Lima congregaba a muchas personas en la plaza mayor y les predicaba. Hacía lo mismo en las calles, talleres, monasterios y hasta en los corrales de teatro.
En su última enfermedad, San Francisco Solano era como un esqueleto viviente con grandes dolores de estómago y mucha fiebre. Partió a la Casa del Padre el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura, a quien tenía gran devoción.

San Francisco Solano
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Francisco Solano, llamado "el Taumaturgo del nuevo mundo", por la cantidad de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica, nació en 1549, en Montilla, Andalucía, España.
Estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de San Francisco.
Cuando llegó a Andalucía la peste del tifo negro, San Buenaventura se contagió y murió luego se contagió también Francisco y creyó que ya le había llegado la hora de partir para la eternidad, pero luego, de la manera más inesperada, quedó curado. Con eso se dio cuenta de que Dios lo tenía para obras apostólicas todavía más difíciles.
Pidió a sus superiores que lo enviaran de misionero al Africa, pero no fue aceptada su petición. Poco después, el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica. Finalmente y para alegría suya, Francisco fue el elegido para la misión de extender la religión en estas tierras.
Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años predicando, especialmente a los indios. Pero su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie, con incontables peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000 kilómetros y sin ninguna comodidad. Sólo confiando en Dios y movido por el deseo de salvar almas.
Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles.
Estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó la voz de que se acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El peligro era sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray Francisco salió con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros atacantes y de tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su propio idioma) que los indígenas desistieron del ataque y poco después aceptaron ser evangelizados y bautizados en la religión católica.
El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra. Y en los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones. Un día llegó a un convento donde los religiosos eran demasiado serios y recordando el espíritu de San Francisco de Asís que era vivir siempre interior y exteriormente alegres, se puso a cantarles y hasta a danzar tan jocosamente que aquellos frailes terminaron todos cantando, riendo y hasta bailando en honor del Señor Dios.
San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. Su paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso. Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. Y la gente vio con admiración que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral.
Por orden de sus superiores, Fray Francisco pasó sus últimos días en la ciudad de Lima predicando y convirtiendo pecadores.
Murió en su habitación el 14 de julio de 1610. Se dice que durante toda esa noche, la gente pudo ver una rara iluminación brotar de la habitación.

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