Beato Nuncio Sulprizio, laico
fecha: 5 de mayo
n.: 1817 - †: 1836 - país: Italia
canonización: B: Pablo VI 1 dic 1963
hagiografía: Santi e Beati
n.: 1817 - †: 1836 - país: Italia
canonización: B: Pablo VI 1 dic 1963
hagiografía: Santi e Beati
En Nápoles, en la región de Campania,
beato Nuncio Sulprizio, quien, después de haber quedado huérfano, con una
pierna infectada por la caries y el cuerpo exhausto, soportó sus sufrimientos
con ánimo sereno y alegre. Dispuesto siempre a ayudar a todos, y pobre entre
los pobres, consoló en gran manera a los demás enfermos y alivió sus miserias.

Sólo una vida de sufrimiento ha distinguido
la bella, pura, simple alma de este joven obrero, revestida con paciencia y
confianza en la voluntad de Dios. Nació en Pescosansonesco, en la provincia de
Pescara, el 13 de abril de 1817, y enseguida el sufrimiento asomó en su frágil
vida: sus padres murieron a poco tiempo uno del otro, dejándolo solo; la abuela
materna Ana Rosaria lo llevó consigo.
Cuando tenía nueve años, también la abuela
murió (es necesario recordar que la expectativa de vida en aquella época no era
muy larga); lo llevó consigo como aprendiz de taller su tío Domingo, hermano de
la madre. El taller de herrería representaba un trabajo excesivamente pesado
para el frágil jovencito, y se le declaró una dolorosa enfermedad en la tibia
de la pierna izquierda, que lo obligó en 1831 a permanecer tres meses en el
hospital de San Salvador en L'Aquila. Vuelto al taller no del todo recuperado,
no pudo continuar con el trabajo, por lo que otro tío, Francisco Sulprizio, en
1832, lo envió a Nápoles con ayuda del Coronel Félix Wochinger, que le tomó cariño
como a un hijo, y por su mediación Nuncio pudo ser recibido en el hospital de
Incurables.
En 1834 el coronel, para poder atenderlo
mejor, lo llevó consigo al Maschio Angioino, en la actualidad el más bello
castillo de Nápoles, que se usaba en aquel momento como cuartel. No le faltaron
en el nuevo traslado sufrimientos siempre soportados con paciencia. Preciso en
todo, escribió una Regla de vida que observó con fidelidad, buscando no caer ni
en el más pequeño defecto, y aferrándose con amor a la Madre Celestial.
En el otoño de 1835 los médicos decidieron
amputarle la pierna, pero debieron renunciar por el extremo avance en el que se
encontraba la enfermedad, que le procuraba dolores terribles, hasta que el 5 de
mayo de 1836 murió, con sólo 19 años. Fue sepultado en la iglesia de Santa
María Abogada, pero su cuerpo permaneció expuesto por cinco días al homenaje de
quienes sabían de su doloroso Vía Crucis, y de su increíble paciencia y
ofrecimiento del dolor.
El desconocido joven, venido de los Montes
Abruzzos, con la cualificación de obrero del hierro, reclamó con sus
sufrimientos la atención de la Iglesia: Pío IX en 1859 lo declaró venerable,
León XIII lo propuso como modelo a la juventud obrera, Juan XXIII aprobó el
decreto de sus milagros, y Pablo VI, el 1 de diciembre de 1963, lo declaró
beato delante de todos los obispos participantes del Concilio Vaticano II. Sus
restos fueron trasladados a su pueblo natal, Pescosansonesco, donde ahora son
venerados por el pueblo al que pertenecía.
Traducido para ETF de un artículo de
Antonio Borrelli.
fuente: Santi e Beati
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1508
Beata Catalina Cittadini, virgen y fundadora
fecha: 5 de mayo
n.: 1801 - †: 1857 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 29 abr 2001
hagiografía: Vaticano
n.: 1801 - †: 1857 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 29 abr 2001
hagiografía: Vaticano
En Somasca, cerca de Bérgamo, en Italia,
beata Catalina Cittadini, virgen, la cual, privada de sus padres desde la más
tierna edad, llegó a ser una paciente y competente maestra, cuidando con esmero
una institución dedicada a la educación cristiana de niñas pobres, y con esta
misma finalidad, fundó el Instituto de las Hermanas Ursulinas de Somasca.

Caterina Cittadini nace en Bérgamo el 28
de septiembre de 1801, sus padres fueron Giovanni Bautista y Margherita
Lanzani. Es bautizada el 30 de septiembre en la iglesia parroquial de San
Alejandro en Columna. En e1 1808, queda huérfana de madre y es abandonada por
su padre, Caterina junto a su hermana Judit, nacida en e1 1803, es acogida en
un orfanato del Conventino de Bérgamo. Bajo la guia del prior padre Giuseppe
Brena, vive una intensa vida cristiana, que contribuye a formar en ella una fe
solida, una profunda confianza en el Señor, una caridad activa, una tierna
devocion a la Virgen María, un gran sentido de responsabilidad y de
laboriosidad en orden al desenvolvimiento del propio deber. Después de haber
conseguido el diploma de maestra elemental, en el 1823 deja el Conventino para
transladarse con su hermana a casa de sus primos sacerdotes Giovanni y Antonio
Cittadini que habitaban en Calolzio, parroquia de la Diócesis de Bérgamo.
Aqui las hermanas permanecen cerca a dos
años, encontrando en sus primos sacerdotes una segura guia espiritual en un
ambiente pastoralmente muy activo. Caterina se desempeña, como maestra
provisoria y en el 1824 como maestra estable, en la escuela comunal femenina de
Somasca, fracción de la Comuna de Vercurago cercano a Calolzio. Con su hermana
Judit madura el deseo de entrar en una congregación religiosa. Piden, por esta
razón, consejo al padre Giuseppe Brena, su director espiritual en el Conventino
de Bérgamo, el cual les indica que la voluntad de Dios consiste en quedarse en
Somasca: ellas mismas serán las piedras fundamentales de una nueva familia
religiosa en aquella pequeña región, ya custodiada por la santidad de san
Jerónimo Emiliano.
En el 1826, juntamente a su hermana Judit,
se translada definitivamente a Somasca en una casa que alquilan. En octubre del
mismo año compra un inmueble que, ampliado con ulteriores adquisiciones, será
sede de un colegio de niñas y seguidamente del Instituto Religioso de las
Hermanas Ursulinas. En Somasca Caterina encuentra una idónea guia a su vida
espiritual en los Clérigos Regulares Somascos, fundados por San Jerónimo
Emiliano, en quien ella admira e imita el ejemplo de caridad y pobreza.
La tarea de maestra la introduce en la
vida de la pequeña región de Somasca, donde Caterina participa activamente en
la vida parroquial: es maestra de la doctrina cristiana, se inscribe en
diversas confraternidades, participa con las compañeras y alumnas en las sacras
funciones, abre su casa para la acogida de la juventud femenina, para animarla
y recrearla, segùn el estilo oratoriano. Se distingue por la atención hacia los
más necesitados y los más pobres, la puerta abierta, no sin grandes sacrificios
de todo tipo, su obra benéfica a niñas huérfanas o imposibilitadas de
frecuentar la escuela comunal, o provenientes de lugares lejanos.
Nace en 1832 la escuela privada
«Cittadini» y en el 1836 el Colegio de Niñas, cuya dirección es confiada a la
hermana Judit. Las valoraciones positivas también sobre la escuela privada y
sobre la casa de educación se multiplican: en realidad la formación de las
educandas, inspirada en los valores de la vida cristiana, prepara a las
muchachas a realizar una elección sabia de vida, vivieron en un cristianismo
coherente, así que un excepcional testimonio contemporáneo puede escribir: «La
prueba más convincente y que basta de si sola a mostrar la óptima instrucción
que aquellas niñas recibían de las pías maestras, es el constante florecimiento
de aquel internado hasta ahora, consecuencia del buen resultado de sus alumnas,
las cuales no solo en Somasca se enriquecieron en toda virtud religiosa, moral
y civil, sino de aquellos artes que conviene a mujeres, y mas aún, llevaron
tales ventajas para a sus regiones, donde surgieron nuevas escuelas o
reedificaron las deterioradas, con tal progreso de la moralidad que aquellos
párrocos consideran todavía a las maestras Ursulinas de Somasca como las
principales benefactoras de los pueblos donde se establecieron».
Toda la vida de Caterina esta acompañada
de grandes pruebas: en 1840 Judit muere imprevistamente, con sólo 37 años; en
1841, con la muerte de el padre Giuseppe Brena y de su primo el padre Antonio
Cittadini, le llegan a faltar otros valiosísimos apoyos. En 1842 Caterina es
presa de un grave malestar, del cual sana prodigiosamente por intercesión de la
Virgen de Caravaggio y de san Jerònimo Emiliano.
En el 1845 debe dejar la actividad
educativa en la escuela comunal, para dedicarse enteramente al colegio de
niñas, al cuidado de las huérfanas y a la guia de las compañeras que estaban
muy unidas a ella, decididas a compartir no sólo la actividad educativa, sino
tambien la entera consagración al Señor en la vida religiosa. No fue fácil conseguir
la aprobación de las reglas del nuevo instituto, y de contratiempo en
contratiempo, muere el 5 de mayo de 1857, sin ver dicha aprobación, que llegará
recién en diciembre de ese mismo año. Sin embargo su obra perdura, y viene
coronada en 2001 con la beatificación de la fundadora por SS Juan Pablo II.
fuente: Vaticano
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