Santos Agapio, Secundino, y compañeros, mártires
fecha: 4 de mayo
fecha en el calendario anterior: 29 de abril
†: 258/259 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
fecha en el calendario anterior: 29 de abril
†: 258/259 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
En Cirta, población de Numidia,
conmemoración de los santos mártires Agapio y Secundino, obispos, los cuales,
después de un prolongado destierro en dicha ciudad, llegaron a ser mártires
gloriosos a causa de su condición episcopal durante la persecución llevada a
cabo bajo el emperador Valeriano, en la que se pretendía suscitar el furor de
los gentiles para poner a prueba la fe de los justos. Fueron también
martirizados con ellos san Emiliano, soldado, santas Tertula y Antonia,
vírgenes consagradas a Dios, y una mujer con sus hijos gemelos.
refieren a este santo: Santos Agapio,
Secundino, y compañeros, Santos Mariano y
Jacobo
La presente noticia hagiográfica se
refiere al grupo de Agapio y
compañeros, celebrado el 4 de mayo, y al de Mariano y
compañeros, celebrado el 6 de mayo.
Se trata de un grupo de mártires
africanos, que la última edición de Martirologio Romano celebra en dos días
distintos: Agapio, Secundino, Tertula, Antonia y Emiliano el 4 de mayo, y
Jacobo y Mariano el 6 de mayo. En efecto, habiendo sufrido el martirio en días
y lugares diversos, fueron agrupados en los relatos de la antigua «Passio», y
así, todos juntos, han sido puestos en los sucesivos textos históricos, como
las «Actas de los Mártires» o la «Bibliotheca Sanctorum». La «Passio» de los
santos mártires llamados «de Lambesa», es decir, los del 6 de mayo, fue escrita
por otro cristiano arrestado junto con ellos, cuyo nombre permaneció desconocido;
por esta comunión en los sufrimientos, el texto, en quince capítulos, refleja
la real situación del martirio, llegando a detalles de máxima atendibilidad,
cosa bastante rara en las «Passio» de los antiguos mártires, compiladas en
tiempos posteriores e integradas por muchos elementos legendarios. En este caso
en cambio, en la clasificación de Ruinart, se las considera «acta sincera», es
decir, dignas de crédito.
El rol protagónico lo tienen el diácono
Jacobo (es decir, Santiago) y el lector Mariano, compañeros del cronista;
mientras los tres cristianos estaban de viaje por la Numidia (provincia romana
del siglo I), parece que volviendo del África proconsular, se detuvieron en
Mugnae, suburbio de Cirta (actual Constantina, en Argelia), alojándose en una
villa. En el mismo lugar encontraron dos obispos, Agapio y Secundino, que el
gobernador de la provincia reclamaba desde el exilio que se les había impuesto
luego del primer edicto de Valeriano (es decir, Valeriano Publio Licinio,
emperador romano del 253 al 260, sucesor de Emilio, que emitió dos edictos
contra los cristianos, en 257 y en 258).
A causa del segundo edicto, que condenaba
a muerte, rápidamente y sin proceso, a obispos, presbíteros y diáconos, los dos
obispos -que tuvieron la oportunidad de exhortar al martirio a los dos jóvenes
clérigos y a otros cristianos reunidos allí para ser interrogados- fueron
trasladados a Cirta para ser juzgados por los magistrados civiles. Despues de
la partida de los obispos la villa fue cercada y Mariano, Jacobo y el
desconocido escritor fueron arrestados junto con los otros; los dos clérigos
habían sido traicionados por haber exhortado a los demás a la firmeza de la fe.
Llevados delante de los magistrados de Cirta y puestos bajo interrogatorio,
Jacobo confesó su estado de diácono, mientras que Mariano fue puesto bajo
tortura especialmente cruel, porque no creían que fuese un simple lector, sino
que pensaban que se decía tal para salvar su vida.
Los dos jóvenes clérigos cristianos habían
ya sufrido por la persecución precedente, la séptima, ordenada en el 249 por el
emperador Decio (200-251); su temple noble y sereno en ocasión del arresto y de
los tormentos a los que fueron sometidos, transparentaba la grandeza de alma y
el deseo de martirio; en el capítulo V se cuenta que fueron colgados por los
dedos de las manos con pesas en los pies; en el capítulo XIII el autor delinea
el heroico comportamiento de la madre de Mariano, que más que angustiarse,
exultó cuando vio a su hijo acercarse al martirio. Durante le período de cárcel
el diácono Jacobo vio en sueños a Agapio, que ya había llegado al final, y que
se encontraba entre los convidados de un ágape fraterno donde participaban sus
ex compañeros de cárcel y de tormentos ya martirizados, mientras que en el
grupo sobresalía un niño que anunciaba a Mariano y Jacobo el testimonio que
habría de ofrecer al día siguiente.
Durante su permanencia en la cárcel,
muchos otros cristianos -aunque no fueran obispos, presbíteros o diáconos-
sufrían el martirio, hasta que el 6 de mayo del 259 también los dos clérigos,
Jacobo y Mariano, fueron ejecutados en un cauce seco, «donde los bancos de las
riberas formaban una especie de circo en el que se sentaban los espectadores».
Los mártires fueron tan numerosos en aquella ocasión, que los verdugos los
colocaban en fila «para que la espada del impío asesino decapitase a los fieles
uno tras otro, en un arranque de cólera». Antes de que llegase su turno,
Mariano habló, como un profeta, de las desgracias que caerían sobre los que
mataban a los cristianos. La madre de Mariano, «llamada con razón María,
bendita en su nombre y en su hijo", besó el cadáver del fruto de sus
entrañas.
A los dos obispos Agapio y Secundino,
según la «Passio» escrita por este cristiano que evidentemente escapó de la
muerte, le fueron asociados dos jóvenes, Tertula y Antonia, que Agapio tenía en
custodia. El obispo, a punto de dejarlas solas, pidió repetidamente al Señor
que les diese el don del martirio, y tuvo una revelación particular en la que
oyó una voz que le decía «¿Por qué pides con tanta insistencia los que ya has
obtenido con una sola de tus oraciones?» (Cap. XI).
En la misma «Passio» se recuerda también
al soldado Emiliano, de unos cincuenta años, que por toda su vida había
conservado una pura continencia; tenía un hermano pagano que solía burlarse de
él por su fe cristiana. Mientras estaba en la cárcel Emiliano soñó con el
hermano, que con voz burlona le preguntaba desde las tinieblas de la celda cómo
estaban él y los otros, a lo que una voz le contestaba que para los cristianos
brilla una clara luz aun en las tinieblas; insistió en preguntar si para todos
los cristianos habría la misma corona en el cielo o si entre los presentes
habría algunos que la tendrían mayor. A lo que se le respondió que las
estrellas son todas luminosas, pero diversas entre sí, y que entre los mártires
estaba destinado a brillar con más fuerza quien más fuerte y largamente hubiera
sufrido.
El Martirologio Romano lleva al día 4 de
mayo la conmemoración de los santos mártires Agapio, Secundino, Emiliano,
Tertula, Antonia, y otros que sufrieron el martirio en Cirta de Numidia; el año
está entre el 258 y el 259; la fecha de 4 de mayo debe haber elegido para que
se avecinase, precediéndola, a la fecha cierta del 6 de mayo del 259, cuando
fueron martirizados Jacobo y Mariano. En realidad, entre los dos grupos de
ejecuciones debieron haber pasado unos meses.
Al final la «Passio», en el capítulo X,
menciona a numerosos mártires laicos, caídos antes o después de estos que se
recuerdan, reportando algunos nombres, entre los cuales había incluso niños:
Floriano, Secundino, Gabro, Póstumo, Gaiano, Mommino, Quintiano, Casio, Fasilo,
Florencio, Demetrio, Gududo, dos Crispino, Donato, y Zeón. El culto de los
mártires de Lambase debió haberse difundido mucho, ya que san Agustín predica
un célebre sermón en su honor (Sermo 380); las vicisitudes políticas que en los
siglos siguientes atravesaron el norte de África, hicieron que las reliquias de
los mártires de Lambesa fueran transportadas por algunos prófugos a Italia,
donde se difundió su culto.
Traducido para ETF, pero omitiendo algunos
pocas frases referidas a cuestiones del culto local italiano, y agregando
algunas otras basadas en Butler, de un artículo de Antonio Borrelli.
fuente: Santi e Beati
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?ids=1487
Santa Antonina, mártir
fecha: 4 de mayo
fecha en el calendario anterior: 12 de junio
†: s. III/IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 12 de junio
†: s. III/IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Nicea, en Bitinia, santa Antonina,
mártir, que fue cruelmente torturada y atormentada con distintos suplicios,
luego estuvo tres días colgada y después encarcelada durante dos años. Por
último, bajo el gobernador Prisciliano y por la confesión de su fe en Cristo,
fue quemada viva.

La santa Antonina que conmemora en este
día el Martirologio Romano, era una mujer que posiblemente fue martirizada por
mandato del gobernador Prisciliano, durante la persecución de Diocleciano.
Parece indudable que fue cruelmente torturada, pero no es posible afirmar en
que forma murió. De acuerdo con uno de los relatos, permaneció colgada por un
brazo durante tres días con su noches, arrojada luego a la prisión y, por fin,
quemada en la hoguera. De acuerdo con otra versión, se la extendió en el potro
de hierro, le fueron desgarrados los costados con los garfios y ahí mismo fue
muerta por la espada; la tercera tradición relata que tras de sufrir muchos
tormentos, fue metida en una bolsa o en un cofre y arrojada a un estanque. Se
dice que su cabeza fue llevada a Praga en 1673.
En tanto que el Menaion griego asegura que
Antonina recibió el martirio en Nicaea (Cea), en Bitinia, los españoles la
veneran como una virgen y mártir de Ceja, en Galicia y, los isleños del Egeo
consideran que murió en la isla de Cea. Es muy posible que, en realidad,
Antonina sufriese el martirio en Nicomedia, puesto que esa es la ciudad
mencionada en el antiguo Breviarium de Siria, a pesar de que ahí se hace
mención de un hombre llamado Antonino. Los sinaxarios griegos están de acuerdo
en conservar el apelativo en femenino, a Nicaea como el lugar de su muerte y el
nombre de Prisciliano como el del gobernador que la mandó matar. Es curioso que
en el caso de una mártir de historia tan oscura y para la que no existe ninguna
«Pasión», el Hieronymianum proporcione abundancia de datos y detalles que no se
encuentran en otras fuentes de información.
Delehaye, en su Comentario al
Martyrologium Hieronymianum, p. 229, discute ampliamente la cuestión. Ver
asimismo Analecta Bollandiana, vol. XXX (1911), p. 165. El Sinaxario de
Constantinopla (editado por Delehaye), ce. 500 y 746.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
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