Beato Lorenzo de Ripafratta, religioso presbítero
fecha: 27 de septiembre
fecha en el calendario anterior: 28 de septiembre
n.: c. 1373 - †: 1456 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 4 abr 1851
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 28 de septiembre
n.: c. 1373 - †: 1456 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 4 abr 1851
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Pistoia, en la Toscana, beato Lorenzo de Ripafratta, presbítero de
la Orden de Predicadores, que vivió fielmente durante sesenta años la vida
regular, y fue asiduo en la escucha de los pecadores.
refieren a este santo: San Antonino de
Florencia, Beato Constancio
Sérvoli de Fabriano, Beato Pedro
Capucci

El llamado «Gran Cisma de Occidente»,
durante el cual los papas sufrieron un «cautiverio babilónico» en la ciudad de
Aviñón, fue indudablemente una época de grandes pruebas para todas las
instituciones católicas, y por supuesto que la Orden de Predicadores no se
salvó de las dificultades: en aquel período padeció de relajamientos y de un
enfriamiento en su antiguo fervor; en Italia y otros países vecinos, los
trastornos que sufría la Orden, se agravaron por los brotes de epidemias que
despoblaron los conventos. Pero Dios no abandonó a los hijos de santo Domingo y
les envió a un hombre como el beato Raimundo
de Capua para iniciar un movimiento de reforma. Entre los
que con mayor entusiasmo ayudaron al de Capua, se hallaba el beato Juan
Dominici, arzobispo de Ragusa, quien fue el descubridor de las
muy valiosas habilidades y virtudes de Fray Lorenzo de Ripafratta.
Lorenzo había ingresado a la orden en
Pisa, cuando ya era diácono y, al término de sus estudios y al cabo de algunos
años de predicación, fue nombrado maestro de novicios en el priorato de
Cortona. Aquel era un puesto para el cual Lorenzo estaba bien calificado. Era
el más decidido defensor de la observancia rigurosa, pero sabía perfectamente
cómo adaptar en las distintas circunstancias las constituciones de su orden y,
como estaba dotado de grandes conocimientos psicológicos, advertía el momento
en que el corazón de alguno de sus novicios estaba verdaderamente inflamado por
el amor de Dios y a ése le encaminaba por la ruta de la obediencia y la
docilidad. Entre los que hicieron el noviciado bajo su dirección, se
encontraban san Antonino,
el beato Angélico y
su supuesto hermano Benedicto de Mugello. Fue Lorenzo quien alentó a los dos
mencionados en último término a dedicarse a la pintura, puesto que la
predicación puede resultar tan eficaz por medio de las imágenes como por la
palabra y, en cierto aspecto, más ventajosa: «La lengua más elocuente enmudece
con la muerte -les decía-, en cambio, vuestras maravillosas pinturas
celestiales hablarán de los valores de la religión y de las virtudes a través
de los siglos».
En lo que respecta a sus conocimientos
bíblicos, a Lorenzo, como a san Antonio de Padua, se le llamaba «Arca de los
Testamentos» y, por cierto que empleaba su ciencia para predicar por toda la
región de Etruria con mucho éxito. Cuando se le nombró vicario general de los
prioratos que habían aceptado las reformas, estableció su residencia en Pistoia
donde, poco después, abandonó Lorenzo sus deberes administrativos para
dedicarse por entero a ayudar a los que sufrían y, como sucede tantas veces, la
mayoría de los que se mostraban sordos a la prédica, se sintieron impulsados a
la penitencia ante el ejemplo de abnegación y caridad de los sacerdotes que
atendían sin temor a los apestados, para aliviar sus sufrimientos corporales y
cuidar de sus almas. Al morir el beato Lorenzo, a una edad muy avanzada, san
Antonino escribió a los dominicos de Pistoia para condolerse con ellos por la
irreparable pérdida y para elogiar la memoria del desaparecido: «¡Cuántas almas
fueron arrebatadas al infierno por sus palabras y su ejemplo, que las llevaron
de la depravación a la más alta perfección! ¡Cuántos enemigos se reconciliaron
y cuántos desacuerdos se ajustaron! ¡A cuántos escándalos puso fin! También
lloro lo que he perdido yo mismo, hermanos, puesto que ya nunca volveré a
recibir aquellas tiernas cartas suyas que atizaban mi fervor en el cumplimiento
de mis deberes pastorales». La tumba del beato Lorenzo fue el escenario de
muchos milagros, y en 1851 el papa Pío IX confirmó su culto.
Véase a V. Marchese en Cenni Storici del
b. Lorenzo di Ripalratta (1851), una breve biografía escrita por M. de
Waresquiel (1907) y el Dominican Saints, de Procter, pp. 38-41.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3519
can.: pre-congregación
país: Italia - †: s. III
país: Italia - †: s. III
En Milán, en la Galia
Traspadana, san Cayo, obispo.
can.: pre-congregación
país: Francia - †: s. V
país: Francia - †: s. V
En la fortaleza de
Brémur, entre los eduos, en la Galia, san Florentino, que, según la tradición,
fue degollado por los vándalos juntamente con san Hilario.
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