jueves, 8 de septiembre de 2016

San Adriano de Nicomedia, mártir - San Isaac de los armenios, obispo y confesor (8 de septiembre)

San Adriano de Nicomedia, mártir

fecha: 8 de septiembre
†: s. inc. - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En Roma, conmemoración de san Adriano, mártir en Nicomedia, ciudad de Bitinia, en cuyo honor el papa Honorio I convirtió en iglesia la sala del Senado Romano.

El «Acta» de san Adriano, escrita en un tono romántico y un estilo preconcebido, nos relata que era un oficial pagano en la corte imperial de Nicomedia. Se hallaba presente cuando veintitrés cristianos fueron azotados y maltratados y, a la vista de su constancia en el sufrimiento, se adelantó lleno de entereza y declaró a los verdugos: «Contadme entre las víctimas; yo también soy cristiano». Al instante se le aprehendió y, antes de que le metieran en prisión, envió aviso a su joven esposa Natalia, que también era cristiana y con la que sólo había estado casado trece meses. Natalia corrió a la prisión y, al encontrar a su marido, se arrodilló para besar las cadenas que le sujetaban los brazos y las piernas, al tiempo que decía: «¡Bendito seas, Adriano! Has encontrado las riquezas que no te fueron heredadas por tus padres terrenales y de las que tienen necesidad los hombres más acaudalados del mundo para el día en que ni el padre ni la madre, ni los hijos, ni los amigos, ni los bienes sirven para nada». Después, Natalia habló con los otros cristianos prisioneros y les recomendó que cuidaran de su marido y le instruyeran en la religión, hasta que Adriano le pidió que regresara a casa y se quedara ahí en espera de noticias. Natalia obedeció y, cuando Adriano supo que se acercaba el momento de su martirio, sobornó a uno de los carceleros para que le dejase salir tan sólo para despedirse de su mujer. Natalia supo que su marido volvía a casa y creyó que había quedado en libertad por haber renegado de su fe y, llena de indignación, corrió a cerrarle la puerta en la cara. Adriano tuvo que explicarle lo que había sucedido y jurarle que los otros prisioneros se habían quedado voluntariamente como rehenes hasta su regreso, para que Natalia abriese la puerta. Pero a partir de aquel momento ya no quiso abandonarlo, regresó con él a la prisión y ahí se quedó. Durante su reclusión voluntaria, Natalia se dedicó a atender a los cristianos presos con gran solicitud, particularmente a los heridos en los tormentos. Una semana después de su llegada, Adriano debió comparecer ante el emperador y se negó a ofrecer sacrificios a los dioses. Fue azotado y devuelto a prisión.
Entretanto, otras mujeres habían acudido para atender a los cristianos en la cárcel y, en cuanto las autoridades se enteraron de aquella anomalía, les prohibieron estrictamente la entrada. Entonces, Natalia se cortó la cabellera, vistió ropas masculinas y sobornó a los carceleros para entrar en la prisión como podía haberlo hecho cualquier hombre. En sus frecuentes y prolongadas visitas a Adriano, le rogaba con una insistencia apasionada que al llegar a la gloria del cielo, orase por ella a fin de que pudiera vivir aún en el mundo sin pecado, y seguirlo pronto hacia la felicidad eterna. Los mártires fueron condenados a morir con los miembros destrozados por el mazo. Natalia obtuvo la gracia de que su esposo fuera uno de los primeros y así le evitó presenciar el sufrimiento de los demás. Cuando Adriano era arrastrado al tajo, la propia Natalia le acomodó los brazos y las piernas sobre el trozo de madera para que los huesos fueran triturados a golpes de mazo. A Adriano le cortaron las manos y los pies y murió pronto. Durante su tormento, Natalia permaneció arrodillada en muda oración; recogió una de las manos cortadas y la guardó entre sus ropas; más tarde, cuando el cadáver de su esposo y de otros mártires fueron arrojados a la hoguera, hubo necesidad de sujetarla porque se empeñaba en saltar a las llamas para morir también.
Una tormenta repentina apagó las llamas en la hoguera, antes de que los cuerpos quedasen completamente consumidos y, así, los cristianos pudieron recoger muchas reliquias que fueron llevadas, posteriormente, a Argirópolis, cerca de Bizancio, sobre el Bósforo, donde se les dio honrosa sepultura. Algunos meses después, Natalia, acosada por la persecución de un oficial imperial de Nicomedia que se había enamorado de ella, decidió partir y, sin llevarse nada más que la preciosa reliquia, la mano de Adriano, se embarcó para unirse a los otros cristianos en Argirópolis. Ahí murió poco tiempo después, y sus hermanos la sepultaron junto a los restos de los mártires. El 8 de septiembre se celebra el aniversario de la translación de las reliquias de Adriano a Roma. San Adriano fue uno de los santos mártires mas populares en la antigüedad, patrono de soldados y carniceros e invocado contra las plagas.
Podemos estar seguros es de que hubo un culto muy antiguo y muy extenso por un Adriano, martirizado en Nicomedia, tanto en el Oriente como en el Occidente, sin embargo, la histria del martirio, la fecha correcta en la que inscribirlo y la persecución bajo la que ocurrió son confusas, y han recibido distintas respuestas en los estudios críticos. Ver S. Salaville en Dictionnaire d'Histoire et de Géographie ecclésiastiques, vol. V, cc. 608-611.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1033 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3236




San Isaac de los armenios, obispo y confesor

fecha: 8 de septiembre
fecha en el calendario anterior: 9 de septiembre
n.: 346 - †: 438 - país: Armenia
otras formas del nombre: Sahak I
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En la ciudad de Bagrevand, en Armenia Mayor, san Isaac, obispo, que, para fomentar la vida cristiana, tradujo al idioma armenio la Sagrada Escritura y la Liturgia, se adhirió a la fe del Sínodo Efesino y, finalmente, expulsado de la sede, murió en el destierro.

A fines del siglo cuarto, el matrimonio no constituía aún una barrera para el episcopado en la iglesia de Armenia. San Isaac era el hijo de un katholikós (arzobispo), san Nerses I, aunque probablemente ya era viudo cuando recibió la ordenación sacerdotal. A decir verdad, había familias en las que el episcopado era hereditario y el propio Isaac era descendiente directo aunque lejano de san Gregorio el Iluminado; asimismo, fue parte del trabajo de Isaac acabar con aquellos abusos del matrimonio de los obispos. Hizo sus estudios en Constantinopla y ahí se casó. Después de la muerte de su esposa, se hizo monje y se dedicó a estudiar. Cuando fue llamado para gobernar la iglesia de Armenia, tanto ésta como la nación atravesaban una situación deplorable. Las dos mitades de Armenia estaban gobernadas, de nombre, por príncipes sujetos a sus respectivos amos en Bizancio y Persia. Algunos años antes, el sucesor de san Nerses I había repudiado la dependencia de su iglesia del centro de Cesarea, donde san Basilio era entonces metropolitano; en consecuencia, se consideraba que los armenios se hallaban más o menos en cisma. No obstante que san Isaac creó un pequeño partido que favorecía la reunión con Cesarea, se despreocupó de aquel empeño y en Constantinopla se hizo reconocer primado de la Iglesia armenia. Ese puesto sería como una apelación a los poderes imperiales y contrario a los derechos de su verdadero titular, el patriarca de Antioquía. Sin duda que esta osada medida se debió, en parte, a la presión de Persia, pero se obtuvo de ella la ventaja de un período de progreso para la Iglesia, así como el principio de la edad de oro para las letras armenias.
Nerses, el padre de Isaac, había iniciado la reforma en su iglesia, al implantar las costumbres y las leyes bizantinas; Isaac completó esta tarea. Las leyes canónicas bizantinas fueron estrictamente impuestas, lo cual significó el fin del matrimonio de los obispos; de hecho, Isaac fue el último en la descendencia de san Gregorio el Iluminado que gobernó la Iglesia que, a veces, se conoce con el nombre de «Gregoriana» en honor del santo. Durante su gobierno, floreció el monaquismo, se establecieron escuelas y hospitales y se reconstruyeron las iglesias que habían destruido los persas. Isaac tuvo que luchar, por un lado, con las influencias del paganismo persa y, por el otro, con aquellos cristianos que se manifestaban resentidos por el reforzamiento de la disciplina eclesiástica.
Cuando Teodosio II llegó al trono de Constantinopla, en el año de 408, adoptó la política de apoyar y promover la influencia griega en toda Armenia, por lo que dio gran aliento a la difusión del cristianismo e incalculable apoyo a las empresas de san Isaac, quien debía hacer frente a las ambiciones griegas sobre la pequeña parte de su territorio bizantino; prohibió en forma determinante, el uso de la lengua y la cultura griegas y bizantinas en todo el resto del mismo; hizo de la dispersión una unidad, al tomar elementos sirios y bizantinos, vinculándolos bajo las tradicionales costumbres de Armenia. Para este propósito, era necesario proporcionar a los niños de las escuelas un alfabeto armenio, que fue hecho por san Mesrot. El primer trabajo literario que emprendió, fue la traducción de la Biblia. La versión del Antiguo Testamento en armenio es de muy alto valor para los estudiosos y eruditos en cuestiones bíblicas; varias de sus traducciones de otros libros tienen también su importancia, porque los originales se perdieron. Para el tiempo de la muerte de Isaac, los armenios tenían ya las obras literarias de los griegos y de los doctores sirios en su propio idioma y la base para una literatura propia. También contribuyó san Isaac a la formación de la liturgia nacional, tomada de la de Cesarea, representada por el bizantino san Basilio.
En el año de 428, los persas expulsaron al príncipe tributario de los armenios, e Isaac, cuya inclinación hacia el cristianismo bizantino era manifiesta, fue desterrado a un remoto rincón en el occidente del país. Hay una anécdota donde se cuenta que el emperador Teodosio mandó a su general Anatolio a que construyera la ciudad de Todosiópolis (Karin-Erzerum) para dar refugio al obispo desterrado; pero en realidad, esa ciudad tiene un origen mucho más antiguo y ya había sido rebautizada con el nombre del emperador, trece años antes del destierro del obispo. Al cabo de algún tiempo, se le llamó para que volviese a ocupar su sede, pero no lo hizo en seguida y nombró a un vicario en su lugar. Al morir éste, Isaac reanudó el gobierno, pero ya era muy anciano y por esa razón no pudo asistir al Concilio de Éfeso, cuyos decretos aceptó en el año de 435. Al parecer, mantuvo el primer centro eclesiástico armenio en la ciudad de Ashtishat donde tenía su sede y donde murió a la edad de 92 años. En la letanía de la misa armenia se le nombra con el título de «el Grande».
Nuestros principales informantes son Moisés de Khoren, Lázaro de Farp y otros cronistas a quienes se puede consultar en Collection des historiens de l'Arménie, vol. II, de Langlois.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1054 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3238

No hay comentarios:

Publicar un comentario