Santos Rogelio y Servideo, mártires
fecha: 16 de septiembre
†: 852 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: 852 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Córdoba, en la región hispánica
de Andalucía, santos Rogelio, monje anciano, y el joven Servideo (`Abdallah),
que, procedentes de Oriente, predicaron con audacia a Cristo entre los
sarracenos, por lo cual, condenados a muerte, sin ápice de tristeza, amputadas
piernas y manos, fueron finalmente decapitados.

Córdoba es la capital de un distrito rural
que comprende el valle central que se encuentra en el curso medio del
Guadalquivir y es cabeza de puente del mismo río. En tiempo de los romanos, era
el término del tráfico fluvial. Esta antigua ciudad, muy africana, asentada
sobre una llanura alta, se precia mucho de su mezquita, en donde un bosque de
columnas da la impresión de un oasis de palmeras. El nombre mismo, Córdoba, es
de procedencia fenicia y la palabra Guadalquivir deriva del árabe. Este antiguo
pueblo semítico, que se convirtió en conquistador con las huestes del Islam,
inmoló en el año 852 a dos testigos de Jesucristo. Uno había nacido cerca de
Granada y era «monje y eunuco ya viejo, llamado Rogellius; el otro, llamado
Servio Deo [traducción del árabe Abdallah, 'siervo de Dios', equivalente a
Teódulo o Servideo], eunuco desde joven, había llegado de ultramar, desde el
Oriente, a Córdoba, para morar allí en calidad de extranjero», cuenta Eulogio
de Córdoba. Estos dos habían hecho voto de luchar hasta la muerte, sin
retroceder bajo ningún pretexto, hasta que obtuvieran el cielo por medio de su
sangre. Dirigiéndose a la mezquita y confundiéndose con la gente, empezaron a
predicar el Evangelio y a burlarse del Islam y de su culto. Anunciaron que el
reino de los cielos estaba cerca para los fieles, que la muerte y la gehenna
sin duda alguna eran el destino de los infieles, a menos que se acercaran a la
Vida.
Como arden en la hoguera los haces de
ramos de espinas, levantando lenguas de fuego y crepitando, así se inflamó la
ira de la cohorte de los infieles contra los siervos de Dios. Trataron de
golpearlos, herirlos, pincharlos, aplastarlos y acabar con los santos que
osaron profanar la mezquita del profeta. Si no hubiera estado allí un juez que
recurrió a su poder para reprimir a la turba incontenible, les hubieran
arrancado el último soplo de vida que les quedaba. En medio de puños
amenazantes, fueron conducidos a la prisión, en donde se les impusieron pesadas
cadenas y se les encerró en los calabozos destinados a los ladrones. Allí,
todavía predicaban, profetizaban y anunciaban la muerte inminente del tirano,
alababan la verdadera religión y refutaban el error. Sus cuerpos estaban ya
privados de vigor para soportar los suplicios, pero su lengua no cesaba de
proclamar los oráculos de la verdad. Las autoridades ocupantes, para castigar a
estos evangelistas violadores de la mezquita, decretaron que se les cortarían
primero las manos y los pies y, luego, la cabeza. El decreto causó un gran
júbilo en los siervos de Cristo.
Al afrontar la sentencia de muerte, estaba
allí, con toda su ferocidad, el verdugo; gritaba, rechinaba los dientes, apenas
podía contener su ansiedad y quería precipitar la ejecución de los elegidos,
quienes se mostraban tan deseosos de partir, que el verdugo parecía lento en
procurarles la muerte. Continúa Eulogio: «colocados en el lugar de la decapitación,
los santos mártires, aun antes del aviso del lictor, extendieron los brazos
para ofrecer sus manos: el hierro cayó sobre sus articulaciones y las manos
saltaron a uno y otro lado. Después, les cortaron las piernas, pero no
mostraron ninguna tristeza. Finalmente, tronchado el cuello, se desplomaron.
Los cadáveres mutilados, ensartados en horquillas, fueron colocados más allá
del río, entre las cruces de los otros, el 16 de septiembre» (del año 852).
Como se señaló en el artículo de ayer (Emilas y
Jeremías), los cadáveres de unos y otros mártires fueron
expuestos juntos, y luego también incinerados juntos.
El caso de los «mártires de Córdoba»,
celebrados a todo lo largo del año, y cuyos datos provienen casi exclusivamente
de las obras de san Eulogio de
Córdoba, es especialmente limítrofe entre el testimonio y la
provocación. No de menor importancia es el hecho de que en sus obras san
Euulogio defiende como tesis la validez del martirio provocado por los propios
mártires, por lo que este aspecto está singularmente destacado en cada uno de
los ejemplos que menciona. La Iglesia, que rechaza explícitamente y desde la
antigüedad el lanzarse voluntariamente al martirio, acepta sin embargo a los
mártires de Córdoba, e incluso los tiene inscriptos no sólo en el calendario
local, como beatos, sino en el general. Cierta forma de acercarse a una
comprensión de este martirio «voluntario» la encontramos en una homilía de SS.
Pablo VI al canonizar otro caso límite, el de los franciscanos Nicolás Tavelic
y compañeros.
Artículo basado en el correspondiente del
Butler-Guinea, con cotejamiento directo del Memorialis Sanctorum de san
Eulogio, II,13. Sobre la cuestión de la castración (los dos mártires eran
eunucos) Butler remite a Dictionaire d'archeologie chrétienne et de literature,
vol. II, col. 2367-2369, artículo Castration; ibid., artículo Eunuques, vol. V,
col. 744. Imagen: talla de san Rogelio, en Illora, Granada.
Abel Della Costa
accedida 1113 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3346
Santa Ludmila, mártir
fecha: 16 de septiembre
n.: c. 860 - †: 921 - país: República Checa
otras formas del nombre: Ludmilla, Lidmilla, Ludimila
canonización: culto local
hagiografía: Radio Chequia
n.: c. 860 - †: 921 - país: República Checa
otras formas del nombre: Ludmilla, Lidmilla, Ludimila
canonización: culto local
hagiografía: Radio Chequia
Elogio: En Praga, en el territorio de Bohemia, santa Ludmila, mártir, duquesa
de Bohemia, que, como responsable de la educación de su nieto san Wenceslao,
procuró infundir en su ánimo el amor de Cristo, y perseveró hasta morir
estrangulada por la conjuración de su nuera Drahomira y otros nobles paganos.
refieren a este santo: San Wenceslao

Ludmila nació probablemente en el año 860
y a la edad de 14 años se casó con Borivoj, el primer príncipe del Estado
premislita cuya existencia está comprobada por las fuentes históricas. Vivió
con Borivoj en Levy Hradec, lugar fortificado sobre el río Vltava, situado al
norte de Praga. En la acrópolis de Levý Hradec se yergue la iglesia de San
Clemente, la más antigua construcción cristiana en Bohemia. Debajo del suelo de
la iglesia, remodelada sucesivamente en los estilos gótico y barroco, se han
conservado los restos de la rotonda construída por Borivoj.
El príncipe Borivoj y su comitiva fueron
bautizados en el año 863 por el arzobispo moravo, San Metodio, en la corte del
príncipe de la Gran Moravia, Svatopluk. Metodio envió a Bohemia a su discípulo,
el sacerdote Kaich, para divulgar la fe cristiana. A la princesa Ludmila le
correspondió un notable papel en la propagación del cristianismo. Las leyendas
religiosas la describen como una cristiana piadosa, a diferencia de su nuera
Drahomíra, descrita como una obstinada pagana.
La historia del monje Cristian, "La
vida y el martirio de San Venceslao y su abuela Sta. Ludmila", escrita en
latín, reza: "Drahomíra es comparable a aquella Jezabel que en su saña
asesinaba a los profetas". mientras que sobre la princesa Ludmila el
religioso afirma: "Remediaba a menudo la miseria de los pobres, prestaba
ayuda, alimentando a los hambrientos, refrescando a los sedientos, vistiendo a
los forasteros e indigentes. Lo testimonian también los sacerdotes de los que
cuidó tan abnegadamente como si fueran sus hijos."
El monje Cristian alude también a la
viudez de Ludmila. La princesa perdió bastante temprano a su esposo. Borivoj
murió antes de cumplir los cuarenta años. Al trono subió su hijo Syptihnev , y
posteriormente Vratislav que murió en el año 921. En ese mismo año se
desencadenó el enfrentamiento entre la princesa Ludmila y su nuera Drahomíra.
Las leyendas religiosas describen el enfrentamiento entre Ludmila y Drahomíra
como la lucha entre el cristianismo y el paganismo, pero los historiadores
insisten en haberse tratado de la lucha por el poder en el Estado premislita.
Drahomíra optó por una solución cruenta mandando matar a su rival. Ludmila fue
asesinada en su sede de Tetín, en los alrededores de Praga, un sábado 15 o
domingo 16 de septiembre del año 921.
Los asesinos de Ludmila irrumpieron en su
aposento y a pesar de sus sentidas imploraciones la estrangularon. En la
iconografía gótica, Ludmila suele ser retratada con el atributo de su muerte
mártir: un chal blanco rodeándole el cuello. La princesa Ludmila murió a la
edad de 61 años. Se decía que en torno a su sepultura se producían milagros. De
la tumba se exhalaba un agradable aroma, y de noche, muchos vieron cirios y
antorchas ardiendo. Por eso la asesina Drahomíra mandó construir sobre la
sepultura la iglesia de San Miguel para que los milagros se atribuyeran a él y
no a la difunta princesa Ludmila.
Al asumir el poder el príncipe Venceslao,
ordenó trasladar el cuerpo de su abuela Santa Ludmila a Praga y sepultarla en
la basílica de San Jorge, en el Castillo de Praga. Ello ocurrió en el año 925.
Varios siglos después, durante el reinado del monarca Venceslao IV, los restos
de la princesa fueron depositados en una nueva tumba, en la capilla de Santa
Ludmila, en la misma basílica de San Jorge.
En 1981 se procedió a la investigación
médico - antropológica de los restos mortales de la princesa premislita. Dicha
investigación estaba relacionada con la exposición, celebrada en 1982 en la
basílica de San Jorge y denominada "Los más antiguos Premislitas a la luz
de la investigación antropológico - médica". En la muestra estaban
expuestos los cráneos de los primeros Premislitas. En estas investigaciones,
conducidas por el Dr. Emanuel Vlcek, participaban los más destacados
especialistas en anatomía, neurología, radiología y odontología. Se determinaba
la edad, las enfermedades y lesiones padecidas, así como el grupo sanguíneo de
los primeros Premislitas. Al ser abierta la tumba de Santa Ludmila, se verificó
que sus restos mortales estaban guardados en una caja de plomo y envueltos en
tela. El cráneo se guardaba separadamente en el tesoro de la catedral de San
Vito. La investigación médica llegó a confirmar que Ludmila había muerto a la
edad de 60 o 61 años.
Ludmila, esposa del Premislita Borivoj,
fue la primera santa checa. Sobre su vida y martirio surgieron numerosos
tratados. Cincuenta años después de su muerte fue escrita una historia latina
sobre Ludmila. A la santa checa se refiere también un monje del convento de San
Emeramo, de Ratisbona, en el tratado escrito entre los años 974 y 983. Existió
también el "Prólogo sobre Ludmila", escrito en eslavo antiguo quizá a
finales del siglo XI.
Por Eva Manethova, tomado del archivo
internacional de Radio Chequia
fuente: Radio Chequia
accedida 557 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3347
No hay comentarios:
Publicar un comentario