can.: pre-congregación
país: Italia - †: s. III/IV
país: Italia - †: s. III/IV
De nuevo en Roma,
igualmente en la vía Latina, santos Jovino y Basileo, mártires.
Beato Pedro el
Venerable, abad
fecha: 25 de diciembre
n.: c. 1094 - †: 1156 - país: Francia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 1094 - †: 1156 - país: Francia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En el monasterio de Cluny, de la Borgoña, beato Pedro el
Venerable, abad, que rigió la orden monástica según los preceptos de la
primitiva observancia y compuso numerosos tratados.

A
principios del siglo XII, la abadía de Cluny, centro y capitanía de un centenar
de monasterios y sus dependencias dispersos por toda Europa, estaba gobernada
por un monje incompetente e indigno llamado Poncio, que había sido elegido para
el puesto cuando era aún demasiado joven. En vista del general descontento,
Poncio renunció a su puesto en circunstancias que equivalían a la deposición y,
como su sucesor murió casi inmediatamente después de asumir el cargo, fue
elegido en su reemplazo el padre Pedro de Montboissier, prior de Domène.
Pedro
pertenecía a una noble familia de la Auvernia, se había educado en el
monasterio de Sauxillanges, dependiente de Cluny y, ya desde la edad de veinte
años, era prior de Vézelay. Apenas había cumplido los treinta años, fue elegido
para gobernar la casa matriz y su federación de monasterios. Ocupó el cargo en
1122 y, durante los treinta y cuatro años que lo conservó, la abadía de Cluny
alcanzó tanta influencia y tan grande prosperidad, como nunca volvió a
tenerlas. Sin embargo, durante los primeros tiempos de su tarea, no le faltaron
amarguras y dificultades. En el año de 1125, Poncio, el antiguo abad, llegó de
Italia al frente de un ejército bien pertrechado, se presentó en Cluny cuando
el abad Pedro se hallaba ausente, tomó la casa por asalto, expulsó
violentamente a todos los monjes que se negaron a aceptar su mando y se instaló
para administrar los asuntos del monasterio con su habitual forma desordenada.
Los partidarios de Pedro y los de Poncio enviaron delegaciones a Roma, citados
por el papa Honorio II, quien condenó a Poncio a la degradación y a la prisión.
A resultas de aquélla sentencia, surgió una desafortunada controversia entre
los monasterios de Citeaux y Cluny, puesto que san Bernardo acusó a los
cluniacenses de relajamiento, y éstos respondieron con el cargo de que era
humanamente impracticable la regla de los cistercienses. La tendencia general
que siguió la controversia, demostró que el abad Pedro apoyaba la ampliación
tolerante de la regla de San Benito. Tras un examen riguroso y una
investigación a fondo respecto a las acusaciones de los cistercienses, el abad
Pedro, junto con el abad Suger de Saint-Denis, respondió a lo que hubiese de
verdad en las críticas, con una reforma y la imposición de una disciplina más
estricta. Fue por aquel entonces, en el año de 1130, cuando Pedro visitó
Inglaterra e hizo el intento de poner a la abadía de Peterborough bajo la
dirección de Cluny. En 1139 viajó a España, donde contrató los servicios de dos
hombres que conocían bien el árabe, a fin de que hiciesen, para mayor cultura y
prestigio de su abadía, la traducción del Corán y de algunas obras de
astronomía, al latín.
En
1140, Pedro Abelardo se detuvo en Cluny durante su viaje a Roma, a fin de
formular una apelación en contra de la condenación de sus opiniones
pronunciadas en Sens, pero mientras Abelardo se hallaba en Cluny, llegaron
noticias de que la condena había sido confirmada por el papa Inocencio.
Entonces, el abad Pedro ofreció hospedaje a Abelardo. Gracias a sus buenos
oficios obtuvo de la Santa Sede una mitigación de la sentencia condenatoria y
propició una entrevista entre Abelardo y san Bernardo para lograr la
reconciliación entre ambos. Demostró siempre que era un amigo leal y generoso
de Abelardo y cuando éste murió, dos años más tarde, envió el cadáver a la
abadesa Eloísa, para que le diese sepultura en el cementerio de Paracleto, con
toda suerte de seguridades de que había muerto con la absolución y en comunión
con la Iglesia. Asimismo, el abad Pedro escribió para su amigo un extravagante
epitafio, en el que comparaba al filósofo Abelardo con Sócrates, Platón y
Aristóteles. Era una de las características de Pedro el Venerable, mezclar su
misericordia y su simpatía por el pecador, a la justa detestación del pecado:
defendió a los judíos de las matanzas, pero admitió que ellos las habían
provocado; escribió en contra de los herejes petrobrusianos del sur de Francia;
asistió al sínodo de Reims, donde fueron impugnadas las enseñanzas de Gilbert
de la Porrée, obispo de Poitiers. Sus contemporáneos le tuvieron en gran estima
y los muchos que le consultaron, mantuvieron con él una abundante
correspondencia; pero no por eso dejó Pedro el Venerable de escribir por su
cuenta numerosos tratados teológicos y polémicos, sermones e himnos como el de
Navidad: «Caelum, gaude, terra, plaude» [no utilizado en la liturgia navideña
actual]. Era justo que el autor de este hermoso himno muriese, como era su
expreso deseo, el día de Navidad de 1156, después de haber predicado a sus
monjes sobre el significado de la festividad.
Con el
correr del tiempo, Pedro el Venerable fue venerado por los miembros de su
propia congregación y por los fieles en general. Su culto nunca ha sido
aprobado formalmente por la Santa Sede, pero su nombre se insertó en los
martirologios franceses y su fiesta se observa en la diócesis de Arras el 29 de
diciembre.
Himno de
Navidad «Caelum gaude, terra plaude»
CAELUM gaude,
terra plaude,
Nemo mutus sit in laude: Auctor rerum creaturam Miseratus perituram, Praebet dextram libertatis Jam ab hoste captivatis, Caelum terrae fundit rorem, Terra gignit Salvatorem. |
Cielo, goza,
tierra aplaude
no calle nadie en su laude: El autor de todo compadece a su criatura que perece alarga su diestra al cautivo en manos del enemigo el cielo funde el rocío de la tierra la tierra al Salvador engendra. |
Chorus cantat angelorum,
Cum sit infans Rex eorum. Venter ille virginalis, Dei cella specialis, fecundatur Spiritu. Et ut virga parit florem, Sic et Virgo Redemptorem, Carnis tectum habitu. |
Canta el coro de
los ángeles,
y su Rey es un infante. aquel vientre virginal de Dios celda especial, por el Espíritu es fecundado y como de una rama una flor, de una Virgen, el Redentor, con traje de carne es arropado. |
Matris alitur
intactae
Puer-Deus sacro lacte. Res stupenda saeculis Esca vivit aliena Per quem cuncta manent plena; Nullis par miraculis! |
Alimento de Madre
inviolada
recibe el Niño Dios leche sagrada. ¡En cualquier tiempo admirable! vive de comida ajena Aquel que cada cosa llena, ¡oh milagro inigualable! |
Pastu carnis
enutritur
Vitam carni qui largitur: Matris habet gremium, Quem et Patris solium: Virgo natum consolatur, Et ut Deum veneratur. |
Con alimento de
carne se cría
quien a la carne prodiga la vida. Tiene un regazo de Madre quien tiene el trono de su Padre. La Virgen al Niño consuela, y como Dios lo venera. |
Se
conservan dos biografías de Pedro el Venerable que datan de la Edad Media. La
primera fue escrita por Rodulfo, su fiel compañero; la segunda es, más bien,
una colección de datos extraídos de las crónicas de Cluny. Las dos biografías
se hallan impresas en Migne, PL. vol. CLXXXIX, cc. 15.42, así como otros
materiales en prosa o verso y los propios escritos de Pedro. De esta obra es de
donde proceden nuestros conocimientos sobre sus hechos, su carácter y su vida.
Véase además a J. de Ghellinck, en Le mouvement théologique au XII eme Siecle
(1914), pp. 136-144 y a J. Leclercq en Pierre le Vénérable (1946), una obra
excelente.
La
traducción del himno es de Abel Della Costa, se ha mantenido la distrbución de
la rima, aunque alternando consonante y asonante; no se ha mantenido el metro
original.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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modificación relevante: ant 2012
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santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta
ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y
servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar
esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el
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