El golpe parlamentario como asalto al
bien común
2017-01-12
Uno de los
efectos más perversos del golpe parlamentario, destituyendo a la presidenta con
razones jurídicamente cuestionadas por los juristas más conceptuados de nuestro
país y también del exterior, fue imponer un proyecto económico-social de
ajustes y de modificaciones legales que significan un asalto al ya desvalido
bien común. El golpe fue promovido por las oligarquías adineradas y
antinacionales, que usaron un parlamento que da vergüenza por su ausencia de
ética y de sentido nacional, mediante el cual pretenden drenar para su provecho
la mayor tajada de la riqueza nacional. Esto ha sido denunciado por nombres
notables como Luiz Alberto Moniz Bandeira, Jessé Souza, y Bresser Pereira,
entre otros.<p>
Está en curso el desmantelamiento
de la nación. Esto significa la implantación de un neoliberalismo ultraconservador
y predatorio que prácticamente anula las conquistas sociales en favor de
millones de pobres y miserables, quitándoles derechos en lo referente al
salario, al régimen de trabajo y de las jubilaciones, además de reducir y hasta
liquidar proyectos fundamentales como Bolsa Familia, Mi Casa, Mi Vida, Luz para
Todos, el FIES y otros institutos que permitían el acceso al estudio técnico o
superior a los hijos e hijas de la pobreza. <p>
En particular, se han empezado a subastar bienes
colectivos como partes de Petrobrás y a poner en venta tierras nacionales. La
privatización significa siempre una disminución de bienes de interés general
que pasa a manos del interés particular. Se ataca lo que se llama hoy “derechos
de solidaridad” que somete los intereses particulares a los intereses
colectivos y comunes. <p>
Se están erosionando los dos pilares fundamentales
que históricamente construyeron el bien común: la <i>participación</i>
de los ciudadanos (ciudadanía activa) y la <i>cooperación</i>
de todos. En su lugar, el orden actual impuesto por los que perpetraron el
golpe, enfatiza las nociones de rentabilidad, flexibilización, adaptación y
competitividad. La libertad del ciudadano es sustituida por la libertad de las
fuerzas del mercado, el bien común, por el bien particular y la cooperación,
por la competitividad. <p>
La participación y la cooperación aseguraban la
base del interés y de lo común. Negados esos valores, la existencia de cada uno
ya no está socialmente garantizada ni sus derechos afianzados. Por lo tanto,
cada uno se siente obligado a garantizar el suyo. Así surge un individualismo
avasallador, acolitado por ondas de odio, de homofobia, de machismo y de todo
tipo de discriminaciones. <p>
El propósito de los actuales gestores, reconocidos
ya como incompetentes, algunos rayando en la imbecilidad, es: el mercado tiene
que ganar y la sociedad debe perder. Ingenuamente creen todavía que el mercado
va a regular y resolver todo. Si es así ¿por qué vamos a construir el bien
común? Se ha deslegitimado el bienestar social y el bien común ha sido enviado
al limbo. <p>
Pero hay que denunciar: cuanto más se privatiza
más se legitima el interés particular en detrimento del interés general además
de debilitar al Estado, el gerente del interés general. Nos están imponiendo
un <i>killer capitalismo</i>. <p>
¿Cuánta perversidad social y barbarie van aguantar
los movimientos sociales, aquellos que de la pobreza están siendo lanzados a la
miseria, los partidos de raíz popular y la inteligencia brasilera con sentido
de nación y de soberanía de nuestro país? <p>
Pero aclaremos el concepto de <i>bien
común</i>. En el plano <i>infraestructural</i>, el
bien común es el acceso justo de todos a los bienes comunes básicos como la
alimentación, la salud, la vivienda, la energía, la seguridad y la
comunicación. En el plano social es la posibilidad de llevar una
vida material y humana satisfactoria con dignidad y con libertad en un ambiente
de convivencia pacífica. <p>
Al estar siendo desmantelado por el orden injusto
actual, el bien común debe ser reconstruido ahora. Para eso, es importante dar
hegemonía a la cooperación y no a la competición y articular todas las fuerzas
comprometidas con el interés general para resistir, presionar y salir a las
calles. <p>
Por otro lado, el bien común no puede ser
concebido antropocéntricamente. Hoy se ha desarrollado la conciencia de la
interdependencia de todos los seres con todos y con el medio en el cual
vivimos. Nosotros como humanos, somos un eslabón, aunque singular, de la
comunidad de vida y responsables del bien común también de esta comunidad de
vida. No podemos vender nuestras tierras ni dejar de delimitar los territorios
indígenas, los dueños originarios de nuestro país, ni descuidar la
deforestación desenfrenada de la Amazonia, como está ocurriendo ahora. <p>
Nosotros los humanos poseemos los mismos
constituyentes físico-químicos con los que se construye el código genético de
todo viviente. De aquí se deriva un parentesco objetivo entre todos los seres
vivos como ha destacado el Papa Francisco en su encíclica sobre la ecología
integral. Por eso, cuidar y defender la naturaleza es cuidar y defendernos a
nosotros mismos, pues somos parte de ella. En razón de esta comprensión, el
bien común no puede ser solamente humano, sino de toda la comunidad terrenal y
biótica con quien compartimos la vida y el destino. <p>
La cooperación se refuerza con más cooperación,
pues aquí reside la savia secreta que alimenta y revitaliza
permanentemente el bien-común, atacado por las fuerzas que ocuparon el Estado y
sus aparatos en interés de unos pocos contra el bien común de todos los
demás.
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