miércoles, 15 de marzo de 2017

Jesucristo tiene sed… de ti y de mí.(Reflexión de Eduardo Jiménez Becerro)

Jesucristo tiene sed… de ti y de mí.
Jesucristo no deja de sorprenderte… En el camino Cuaresmal que nos invita a seguirle, uno no para de aprender muchas cosas al caminar a su lado:
Primero nos pide que  nos alejemos un poco de nosotros mismos: de nuestras comodidades, de nuestras seguridades. Que salgamos  y que nos adentremos con Él en el desierto de la oración, de la penitencia y el ayuno. Así se aprende a fortalecer el espíritu: al negarnos a nuestras apetencias diarias, dejamos un hueco para buscar y profundizar en la relación con Dios Padre y poder así empezar a caminar en nuestro camino de conversión. Dios Padre quiere que realicemos nuestro  camino particular por el que fuimos creados, antes de regresar a su casa y “necesita” de nuestra voluntad para que lo aprendamos: para ello tenemos que prepararnos, tal y como nos enseña Jesucristo.
Luego nos muestra su gloria ya aquí en la Tierra: para que le reconozcamos y sepamos que Él, el Hijo de Dios vivo, viene por  cada uno de nosotros para que ninguno se pierda en el camino. Pero al hacerlo, se hace de carne, tan frágil como cualquiera de nosotros, pero a la vez tan cercano… y en esa debilidad, nos muestra que no debemos de confiar en nosotros mismos, en nuestras fuerzas, sino en Dios Padre quien se encarga de todo y tan solo nos pide la confianza de abandonarnos en sus manos y en su voluntad. Es la cara opuesta de lo que nos ofrece el mundo (poder, seguridades…pero todo efímero), de tal manera que así nos enseña con su ejemplo que  “lo grande se hace pequeño, para llegar a todo y servir a todos”.
Y ahora se nos hace el encontradizo: nos espera en un lugar donde habitualmente solemos ir, ya sea en el trabajo, en una comida, en una  salida con los amigos o visitando la Casa de Dios Padre en una eucaristía de Domingo. Nos habla pidiendo algo de nosotros que no dejará de sorprendernos, pues Él que lo puede todo, nos  pide a  ti  y a mí, una cosa en particular y lo hace interpelando nuestra curiosidad por haber optado a seguirle… a conocerle.
“Dame de beber…” son las palabras del inicio de un diálogo de conversión a quien lo escucha. Jesucristo tiene sed… sed de que nosotros tengamos sed de Él y así en este diálogo, comienza a mover nuestro corazón hacia Dios Padre, hacia nuestro camino de salvación.
Ahora yo me pregunto, en mi cuaresma 2016… ¿tengo sed de Él?. Al encontrarle, ¿le pediré que me  dé de beber de su agua viva para no volver a tener sed y conducirme a la vida eterna?
Eduardo JB

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