Señor Maduro: sepa por qué los españoles estamos orgullosos de haber descubierto América | |||||||||||
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Ese payaso de la escena internacional que haría reír si no fuera porque en realidad está haciendo llorar a su propio pueblo, al que ha sumido en la miseria y en la humillación, ha declarado que “el Rey de España, debería pedir perdón y hacer [sic] indemnización a los pueblos indígenas”. Así que desde esta columna me voy a permitir explicarle al Sr. Maduro cuáles son las razones por las que los españoles no sólo podemos, sino que debemos, sentirnos orgullosos de haber descubierto América y de la labor ingente que en ella se realizó durante el tiempo en que españoles y americanos compartimos historia. Para empezar, el propio descubrimiento en sí: una obra de titanes, hercúlea como probablemente ninguna otra en la historia, sólo al alcance, en el siglo XV y XVI en que se produce, de los navegantes y los exploradores españoles, que unieron a su pericia y talento, su fortaleza, su confianza ciega en sí mismos y en Dios, su arrojo, su instinto y su valentía. Posibilitando así un conocimiento del continente que no tenían los propios americanos y, más allá de la propia América, con el Pacífico, el descubrimiento de mucho más de la mitad del planeta (puede Vd. pinchar aquí para conocer un ejemplo, o aquí, o aquí, o aquí, o aquí), poniendo en contacto a todos los habitantes del orbe, todos los cuales desconocían la existencia de “los demás”. En segundo lugar, la evangelización del continente, lo que más allá de cuestiones relacionadas con la autenticidad de la religión que los misioneros españoles expandieron por el mundo hasta convertirla en la que profesan uno de cada tres habitantes del planeta, tiene una doble consecuencia: la de despojar a los habitantes americanos de las religiones opresoras y supersticiosas que profesaban, fundamentadas sobre el odio, la guerra, los sacrificios humanos y la antropofagia; y la de proveerles, por el contrario, de la religión que ha hecho posible el amor, la fraternidad, los derechos individuales, la responsabilidad individual, la libertad de los seres humanos y, finalmente, la democracia. En tercer lugar, el mestizaje, convirtiéndose el americano en un modelo de fusión del recién llegado con el nativo del lugar, extraordinario por comparación al desarrollado las potencias coloniales del momento histórico y aún posteriores (británicos, franceses, holandeses), -fenómeno que tuvimos ocasión de analizar en su día y que les propongo recordar sin más que pinchar aquí-, hasta crear una nueva raza que hoy no es ni española ni americana, sino una mezcla de las dos, como es bien notorio. En cuarto lugar, la aportación de una lengua franca que hiciera posible la comunicación en un territorio donde las lenguas eran tribales e imposibilitaban la comunicación entre una tribu y su vecina (pinche aquí y conocerá la situación prehispánica en algunos países americanos, o aquí para conocer la situación en Filipinas, sólo a modo de ejemplo). Una lengua que, gracias a esa labor desarrollada en los siglos XVI y XVII, es hoy uno de los principales vehículos de comunicación existentes en el planeta. Y todo ello, mientras los propios misioneros españoles aprendían, protegían y hasta redactaban las primeras gramáticas de muchas de las lenguas autóctonas, proceso en el que son verdaderos pioneros de la historia. En quinto lugar, la vertebración del territorio a través de las innumerables exploraciones realizadas, el levantamiento de la cartografía, la construcción de caminos, la creación de una estructura administrativa, la fundación de ciudades por doquier, un rastro de lo cual permanece en todos los toponímicos españoles repartidos por el Atlántico y por el Pacífico (pinche aquí para conocer sólo una muestra de la misma). En sexto lugar, la expansión de la educación y la divulgación de los avances científicos y de la cultura a unas comunidades que ni siquiera conocían la rueda y que, por lo tanto, apenas se hallaban en una fase inicial del neolítico, a través de las escuelas y universidades fundadas por los españoles y patrocinado por la Corona, las primeras del Nuevo Mundo, a modo de ejemplo la de Lima que puede Vd. conocer pinchando aquí, o ésta otra pinchando aquí. Una labor que por cierto, hay que atribuir sobre todo, a los muchos misioneros que España destacó en América. Y séptimo, el intercambio de conocimientos y de habilidades entre ambos mundos, sobre todo de Europa a América, pero también de América a Europa, de lo que no deja de ser elocuente ejemplo que un cultivo del viejo mundo como es el café haya terminado encontrando en América su mejores plantaciones y realizaciones, y otro del nuevo mundo como es el cacao lo hay terminado encontrando en cambio en Africa. Buena prueba de todo lo cual que cuando a principios del s. XIX los españoles de ultramar se plantearan desvincular su destino de los españoles de cismar, la cuestión fuera realmente una cuestión entre españoles, los criollos contra los metropolitanos, y no tanto de los indios que, en su mayoría, tomaron partido por la Corona. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. ©L.A. Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es | |||||||||||
jueves, 12 de octubre de 2017
Señor Maduro: sepa por qué los españoles estamos orgullosos de haber descubierto América 12102017
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