El golpe de 2016 interrumpió la
construcción de Brasil
2018-09-01
Observador atento de los
procesos de transformación de la economía mundial en contrapunto con la
brasilera, Celso Furtado, uno de nuestros mejores nombres en economía política,
escribió en su libro Brasil: la construcción interrumpida (1993):
«En
medio milenio de historia, partiendo de una constelación de factorías, de
poblaciones indígenas desgarradas, de esclavos trasplantados de otro
continente, de aventureros europeos y asiáticos en busca de un destino mejor,
llegamos a un pueblo de extraordinaria polivalencia cultural, un país sin
paralelo por su vastedad territorial y su homogeneidad lingüística y religiosa.
Pero nos falta la experiencia de pruebas cruciales, como las que conocieron
otros pueblos cuya supervivencia llegó a estar amenazada. (...) No ignoramos
que el tiempo histórico se acelera y que el recuento de ese tiempo se hace
contra nosotros. Se trata de saber si tenemos un futuro como nación que cuenta
en la construcción del devenir humano. O si prevalecerán las fuerzas que se
empeñan en interrumpir nuestro proceso histórico de formación de un
Estado-nación» (Paz e Terra, Rio de Janeiro 1993, p. 35).
Hay
que reconocer que la actual sociedad brasileña ha conocido avances
significativos bajo los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) y de sus
aliados. Nunca había ocurrido antes, en las fases históricas hegemonizadas por
las oligarquías tradicionales, que siempre detentaron el poder de Estado y
nunca tuvieron un proyecto de nación, sino sólo un propósito corporativo de
enriquecimiento ilimitado. Ahora, con un Estado post-democrático y de
excepción, se está produciendo aceleradamente el desmonte de estas políticas,
aumentando el sufrimiento del pueblo.
Nos
estamos acercando a lo que Celso Furtado llamaba “pruebas cruciales”.
Actualmente después del golpe de 2016, tal vez como nunca antes en nuestra
historia, hemos alcanzado esta etapa crítica de las “pruebas”. Dada la
aceleración de la historia, impulsada por la crisis sistémica mundial, nos
vamos a ver forzados a tomar una decisión: o aprovechamos las oportunidades de
este momento, reafirmando nuestra soberanía y garantizando nuestro futuro autónomo
o las desperdiciamos y viviremos atados al destino decidido siempre por los que
nos quieren condenar a ser sólo proveedores de productos in natura, y
recolonizarnos de nuevo.
No
podemos aceptar esta extraña división internacional del trabajo. Tenemos que
retomar el sueño de algunos de nuestros mejores analistas, del nivel de Darcy
Ribeiro, Luiz Gonzaga de Souza Lima, Celso Furtado y Jessé Souza, entre otros,
que propusieron una reinvención o refundación de Brasil sobre bases nuestras,
gestadas por nuestro ensayo civilizatorio tan enaltecido y reconocido
mundialmente.
Este
desiderátum ha sido profundamente herido por el golpe parlamentario. Por detrás
de él están las clases dominantes internacionalizadas que intentan imponer la
agenda política de un neoliberalismo radical que les devuelva los privilegios
históricos amenazados por las políticas sociales populares que sacaron de la
miseria y de la invisibilidad a millones de brasileños pobres.
El
sueño de una reinvención y refundación de Brasil no se puede perder, ni puede
ser sepultado por la voracidad destructora de los dueños del tener, del poder y
del saber. Su tiempo ya pasó. Ha crecido una nueva conciencia política,
especialmente a partir de los movimientos sociales populares, que se cuentan
por centenares. Allí siempre se plantea la cuestión: ¿Qué Brasil queremos? (cf.
Boff, Concluir la refundación o prolongar la dependencia, 2018) ¿Cómo
vamos a construirlo juntos? ¿Con qué fuerzas y aliados podemos contar para esa
tarea gigante?
¿Podrán
ser co-parteras de una ciudadanía nueva ―la co-ciudadanía y la ciudadanía
ecológica y terrenal― que articule al ciudadano con el Estado, al ciudadano con
el otro ciudadano, lo nacional con lo mundial, la ciudadanía brasileña con la
ciudadanía planetaria, ayudando así a moldear el devenir humano? ¿O se harán
cómplices de aquellas fuerzas que no están interesadas en la construcción del
proyecto-Brasil, porque se proponen insertar a Brasil en el proyecto-mundo
globalizado de forma subalterna y dependiente, con ventajas concedidas? Pues
éste es el proyecto de los que dieron el golpe parlamentario, jurídico y
mediático de 2016.
La
actual crisis brasileña nos fuerza a decidir no qué partido apoyamos, sino de
qué lado estaremos. La situación es urgente, pues como advertía con tristeza
Celso Furtado: “todo apunta a la inviabilización del país como proyecto
nacional” (op. cit 35). Pero no queremos aceptar como fatal esta grave
advertencia.
Todavía
hay tiempo en estas elecciones para cambios que pueden reorientar al país hacia
su rumbo correcto, especialmente ahora que, con la crisis ecológica, se ha
convertido en un peso decisivo para la balanza y el equilibrio buscado por el
planeta Tierra. Es importante creer en nuestra misión planetaria.
Todo
está reclamando una refundación de Brasil sobre otras bases, porque las
vigentes son altamente antipueblo, destructivas de las personas, irrespetuosas
con la naturaleza, espoliadoras de los bienes públicos, violadoras de la
soberanía nacional y negadoras de un futuro mejor.
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