San Millán de la Cogolla, monje y presbítero
fecha: 12 de noviembre
n.: 473 - †: 574 - país: España
otras formas del nombre: Emiliano
canonización: pre-congregación
n.: 473 - †: 574 - país: España
otras formas del nombre: Emiliano
canonización: pre-congregación
Elogio: En los montes de la región de la
Cogolla, no lejos de Logroño, en España, san Millán o Emiliano, presbítero, que
después de llevar vida eremítica y clerical abrazó la monástica, y se hizo
famoso por su generosidad para con los pobres y el don de profecía.

Al historiar el desarrollo de la vida
religiosa en la Iglesia, suelen los autores distinguir tres etapas. Al
principio, los que se proponían observar los consejos evangélicos permanecían
en el seno de la familia. Después, para obviar las dificultades que naturalmente
tenían que encontrar viviendo entre los suyos en el mundo, buscaron la soledad
en los desiertos, dando origen al anacoretismo. Finalmente, para lograr con más
facilidad la perfección evangélica practicando la obediencia y, sobre todo, la
caridad, se reunieron en cenobios o monasterios.
San Millán, nacido posiblemente en 473,
firme en su propósito de entregarse totalmente al servicio divino, pasó por
esos tres estados. Adoctrinado por el solitario de Bilibio, vuelve al lugar de
su origen, a Suso. Pronto advierte que, novicio en las lides espirituales, le
es de gran embarazo para avanzar en el camino de la perfección la multitud de
gente que a él acudía. Deja, pues, a su familia y se interna en lo más fragoso
y escondido del monte Distercio, viviendo cerca de cuarenta años privado de la
compañía de los hombres y sometiendo su cuerpo a rigurosas penitencias.
Ordenado sacerdote y libre, al poco tiempo, del cuidado pastoral, se retira a
su domicilio de Suso y, ya de edad provecta y lleno de virtudes, recoge a
hombres y mujeres que quieren tenerlo por guía espiritual. De este modo se va
formando el monasterio de Suso.
Unos párrafos de la Vida brauliana de San
Millán, breves pero expresivos, nos dan a entender que en los últimos años de
su vida dirigía una comunidad de sagradas vírgenes y otra de monjes o
religiosos. En el capítulo XXIII habla San Braulio de las mujeres que servían
al Santo en su decrépita ancianidad, a las que llama «vírgenes sagradas»,
«vírgenes de Cristo» y «siervas de Dios», términos todos que indican ser
personas consagradas al servicio divino. De ellas sólo conocemos el nombre de
una, que se llamaba Potamia. En otro capítulo dice que San Millán, al acercarse
la hora de su muerte, «llamó al santísimo presbítero Aselo, con quien vivía colegialmente»
; y al comenzar la biografía nos da los nombres de los sacerdotes Citonato,
Sofronio y Geroncio, quienes, como testigos presenciales, le relataron
fielmente la vida de su maestro. Aparece también en el capítulo XXII un
ministro que era el despensero, pues estaba encargado de la guarda de las
provisiones. Con éstos y acaso con otros que no se nombran estaba formada la
comunidad de monjes, a todos los cuales, así como a las religiosas, presidía y
gobernaba San Millán. Acaecida su muerte «fue llevado su cuerpo -según San
Braulio- con mucho acompañamiento de religiosos (multo religiosorum obsequio),
y depositado en su oratorio, en el que aún permanece».
Como en torno al sepulcro de San Millán
seguían realizándose curaciones y hechos prodigiosos, los monjes de Suso
enviaron a San Braulio una relación de tales prodigios, y el santo biógrafo
-como lo advierte en la carta dedicatoria- los añadió al fin del libro. Son
cuatro, y uno de ellos es el siguiente: «En el año próximo pasado, siendo la
víspera de la festividad de San Julián mártir, como faltase el aceite para
aderezar las luces, no pudo ser encendida la lámpara; más levantándose a las
vigilias o maitines la hallaron tan llena de aceite y tan luciente que no sólo
ardió hasta la mañana, sino que con la abundancia de lo que sobró el milagro
produjo otros milagros».
Mucha razón tiene el P. Pérez de Urbel al
decir que San Millán fue creador de uno de los centros monásticos más
importantes de la edad media y fundador de su abadía.
Fragmentos de «San Millán, fundador», de
Joaquín Peña O.A.R., en Páginas Emilianenses (pp.45-49), Monasterio de Yuso,
San Millán de la Cogolla, 1980. Lo tomamos de un web donde se reproduce la
larga -pero que vale la pena leer y recomendamos, hagiografía "Vida y
milagros de San Millán", por San Braulio de Zaragoza, que
es la fuente primera del conocimiento del santo. Gonzalo de Berceo, en su
«Estoria De Sennor Sant Millan», traduce en romance el escrito latino de
Braulio de Zaragoza, y puede leerse en el mismo web.
En la imagen: el obispo san Millán
evangelizando Cantabria, fragmento en marfil del Arca-relicario de san Millán,
en el monasterio de Suso.
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