
Superiora Religiosa En El Encuentro De Protección De Menores © Vatican Media
Superiores y Superioras Mayores de Religiosos: “Nos sentimos necesitados de conversión”
Declaración previa al Encuentro de protección de menores
(ZENIT – 20 febrero 2019).- Las Uniones de Superiores y Superioras Mayores de Órdenes y Congregaciones religiosas del mundo han publicado una declaración conjunta, previa al Encuentro sobre ‘La protección de los menores en la Iglesia’ –del 21 al 24 de febrero de 2019– en el que expresan su apoyo a la iniciativa del Papa Francisco.
“En nuestra labor como religiosos y religiosas –testimonian– nos encontramos con muchas situaciones donde los niños no son deseados y son víctima de abuso, de olvido y de maltrato”. Lo común a todas estas situaciones es la “vulnerabilidad”. Los niños son “los sujetos más vulnerables” en nuestras sociedades, informan los superiores religiosos católicos.
Los religiosos y religiosas anuncian que “necesitamos una cultura diversa en la Iglesia y en nuestra sociedad en sentido amplio” y proponen “promover una cultura donde los niños sean considerados como un tesoro que hay que salvaguardar y proteger”.

“Nos sentimos necesitados de conversión y queremos cambiar. Queremos actuar con humildad. Queremos identificar nuestros puntos ciegos”. El Papa Francisco –explican– “condena justamente la cultura del clericalismo” que ha obstaculizado nuestra lucha contra los abusos y que, de hecho, forma parte de sus raíces. El “fuerte sentido de familia” en nuestras Órdenes y Congregaciones –algo por lo general muy positivo– “puede hacer difícil condenar o denunciar el abuso”.
Selección de los candidatos
La UISG y la USG pondrán “los medios para que las Congregaciones trabajen juntas y poder llegar así, de la manera más eficaz, a los supervivientes en su camino hacia la sanación”. La formación inicial y continua “podrían ser, quizás, los mejores ámbitos en los que trabajar juntos”, suscriben.
“La selección de los candidatos que entran en la vida religiosa es también algo en lo que podemos colaborar, identificando las mejores prácticas”. Dicha selección ha de ser obligatoria y de la mejor calidad, señalan los religiosos y religiosas católicos.
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Declaración de los Superiores y Superioras Mayores
“El abuso de niños es un mal en todo tiempo y lugar: este punto no es negociable”
Al inicio del encuentro sobre prevención y protección de menores, nosotros, Superiores y Superioras Mayores de Órdenes y Congregaciones religiosas del mundo entero, queremos expresar nuestro apoyo a esta iniciativa del Papa Francisco.

Lo común a todas estas situaciones es la vulnerabilidad. Los niños son los sujetos más vulnerables en nuestras sociedades. Los niños pobres, discapacitados o indigentes, los que viven en los márgenes, que pertenecen a las clases sociales o castas más bajas pueden ser particularmente vulnerables. Son considerados ‘no esenciales’, ‘objeto’ de uso y abuso.
Abuso sexual en la Iglesia
Esta reunión se centra en particular en el abuso sexual a niños y en el abuso de poder y conciencia de parte de quienes ostentan autoridad en la Iglesia, especialmente obispos, sacerdotes y religiosos/as. Es una historia que se ha ido prolongando durante décadas; una historia de inmenso dolor para quienes sufrieron este abuso.

Nuestras esperanzas de cara a este encuentro
Con relación a este encuentro, esperamos que el Espíritu Santo actúe poderosamente durante esos tres días. Un encuentro de tres días es un tiempo breve. Sin embargo, creemos que con los vientos de cambio que soplan en nuestra Iglesia y con la buena voluntad de todas las partes implicadas, es posible iniciar importantes procesos y crear estructuras de rendición de cuentas, así como sostener los procesos y estructuras que ya existen. Es posible imaginar nuevos pasos hacia adelante, es posible tomar decisiones para que la implementación pueda ser rápida y universal, con el debido respeto a las diversas culturas. El abuso de niños es un mal en cualquier tiempo y lugar: este punto no es negociable.

El liderazgo del Santo Padre es clave. Él nos ha mostrado el camino en muchos de estos ámbitos; ha reconocido el dolor y la culpa; se ha encontrado con supervivientes; ha reconocido sus propios errores y la necesidad de aprender de esas personas supervivientes. Nos unimos a su misión de reconocer humildemente y confesar el mal que se ha hecho; de acoger a los supervivientes, de aprender de ellos cómo acompañar a quienes han sido objeto de abusos y cómo desean que escuchemos sus historias.
Por nuestra parte, prometemos hacer todo lo que está en nuestras manos para escuchar mejor a los supervivientes, reconociendo humildemente que no siempre lo hemos hecho. Implementaremos todo lo que durante el encuentro se decida respecto a la rendición de cuentas exigida a las personas en autoridad.

Necesitamos una cultura diversa en la Iglesia y en nuestra sociedad en sentido amplio. Necesitamos promover una cultura donde los niños sean considerados como un tesoro que hay que salvaguardar y proteger.
– Educación y Salud: A través de las escuelas y hospitales que muchos de nosotros regentamos, podemos hacer la diferencia. Estas instituciones tienen ahora una mayor conciencia del problema de abuso, así como mejores protocolos y niveles de protección. Los niños que acuden a estos lugares están más seguros que nunca.
Aunque hay que admitir que esto no ocurre en todos los casos; nuestras prácticas pueden ser un ejemplo para otros.
– Formación: Vamos a integrar la protección de menores y adultos vulnerables en nuestros programas de formación, asegurando que en cada etapa se proporcione una adecuada instrucción y educación tanto a los formadores como a los formandos. Hay que desafiar los prejuicios culturales. Como dicho anteriormente, debe ser claro que el abuso de niños no debe ser permitido o tolerado en ninguna cultura o contexto.

Estos y otros pasos son medios con los que los religiosos y las religiosas podemos ayudar a la Iglesia en sus esfuerzos en este campo.
Conversión
El Papa Francisco condena justamente la cultura del clericalismo que ha obstaculizado nuestra lucha contra los abusos y que, de hecho, forma parte de sus raíces. Además, el fuerte sentido de familia en nuestras Órdenes y Congregaciones – algo por lo general muy positivo – puede hacer difícil condenar o denunciar el abuso. Esto dio lugar a una lealtad injustificada, a errores en el juicio, a lentitud en el actuar, a negar los hechos y a veces a encubrirlos. Nos sentimos necesitados de conversión y queremos cambiar. Queremos actuar con humildad. Queremos identificar nuestros puntos ciegos.
Queremos denunciar cualquier abuso de poder. Nos comprometemos a caminar con aquellos a quienes servimos, avanzando con transparencia y confianza, honestidad y sincero arrepentimiento.

Recursos
Los recursos constituyen siempre un problema. Una rápida mirada a las sociedades que están llevando a cabo prácticas de protección de menores, muestra que también los servicios de salud pública encuentran dificultades a la hora de proporcionar los debidos recursos. Esto exige que colaboremos para que los recursos se utilicen con eficacia y eficiencia. La UISG y la USG pondrán los medios para que las Congregaciones trabajen juntas y poder llegar así, de la manera más eficaz, a los supervivientes en su camino hacia la sanación. La formación inicial y continua podrían ser, quizás, los mejores ámbitos en los que trabajar juntos. La selección de los candidatos que entran en la vida religiosa es también algo en lo que podemos colaborar, identificando las mejores prácticas. Dicha selección ha de ser obligatoria y de la mejor calidad.
Llamamiento para la implicación de padres y mujeres
Pedimos la ayuda de los padres en nuestra lucha contra el abuso. Ellos tienen un instinto natural para la protección de los niños, instinto que es indispensable. Estamos especialmente abiertos/as a recibir su consejo, su competencia, su apoyo y sus desafíos. En particular, queremos hacer hincapié en el papel de las madres. Es justo decir que, si se hubiera pedido consejo y asistencia a las mujeres en la evaluación de los casos, se hubieran adoptado medidas más enérgicas, rápidas y eficaces. Nuestras maneras de abordar las acusaciones hubieran sido muy diferentes y se habría evitado mucho sufrimiento tanto a las víctimas como a sus familias.
Un mensaje a los supervivientes
Por último, y lo más importante, queremos enviar un mensaje a los supervivientes, y hacerlo directamente: reconocemos que hubo maneras inadecuadas de tratar este tema y una vergonzosa incapacidad de comprender vuestro dolor. Ofrecemos nuestras más sinceras disculpas y nuestro pesar. Os pedimos que creáis en nuestra buena voluntad y sinceridad. Y os invitamos a trabajar con nosotros para crear nuevas estructuras que aseguren la minimización de los riesgos.

Al comienzo del encuentro sobre Protección, pedimos perdón a todos por nuestros fallos, y repetimos nuestro apoyo al Santo Padre. Nos comprometernos a intensificar nuestros esfuerzos para trabajar con él, para que la Iglesia pueda avanzar de manera coherente, creíble y unida; de manera verdaderamente sanadora, sinceramente renovada, con nuevos ojos para ver y nuevos oídos para oír.
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