Este año llega tarde, pero
llega. Ningún año deja de llegar. Siempre llega en invierno por este hemisferio
del norte de la tierra. Haga frío o calor. Sea con lluvia o sin ella. La
Cuaresma llegó a llamarse doña Cuaresma. Según su nombre, trae cuarenta
jornadas bajo el brazo que se organizan en cinco semanas. Este próximo domingo
día diez de marzo será el comienzo de la primera semana.
Seguramente este plan del
tiempo tiene su plan de contenidos. ¡Cuántas publicaciones lo comentan ya! Ni
entro ni salgo con ellas. Me atengo a ese desastre de programación de textos
evangélicos para cada uno de los cinco domingos. Cinco relatos
descontextualizados. Pero con la ayuda de una Biblia se llega a solucionar esto
que yo llamo 'un desaguisado'.
Así, en este domingo se nos
propone leer el comienzo del capítulo cuarto del evangelio de Lucas. El relato
de esos cuarenta días de Jesús en el desierto. ¿Se sabe por qué Lucas cuenta
esto de los cuarenta días? Si no se recuerdan bien los datos del Éxodo, tal vez
se pierdan algunas precisiones. Al parecer tiene mucho que ver todo esto con
aquello de las dos tablas de la Ley de Moisés. Ahí lo dejo caer por si alguien
desea entretenerse. Y le dejo también esta maldad: la tentación de todas las
tentaciones es el poder.
En el segundo comentario,
Mateo nos guía por los cuatro últimos 'hechos' que nos cuenta de su Jesús de
Nazaret. Cuatro último que sumados a los seis anteriores hacen un total de
diez. Y así se cierra su precioso 'Evangelio dentro de su mismo Evangelio', es
decir el relato que se inicia en 4,23 y se acaba en 9,35. Me lo volveré a leer
completo en esta mañana del domingo diez de marzo.
Ya puedes detenerte en este
par de sugerencias para tu Cuaresma. Encontrarás estos comentarios en el
archivo adjunto, como siempre.
Y me voy. Y te dejo. Nos
seguimos encontrando. Aquí...
Domingo 1º de Cuaresma Ciclo C (10.03.2019):
Lucas 4,1-13
La tentación es el PODER. Medito y escribo CONTIGO,
Ya está aquí la
Cuaresma. Lo advertía en comentarios anteriores. Desde ahora cinco semanas nos
esperan. Luego seguirá la llamada semana santa (como si todas las semanas del
año no lo fueran). Después la Pascua y así hasta el mes de junio. Durante
tantos domingos como tendremos oportunidad de constatar leeremos textos de
cualquiera de los cuatro Evangelios. Nuestro Evangelio del año, propuesto
a bombo y platillo por la liturgia eclesiástica en el Ciclo C, el de Lucas, se
olvida, se retoma, se pospone, se... le maltrata y se le prostituye. Da
igual...
Y el primer ejemplo
lo tenemos en el domingo cuaresmal del día 10 de marzo. Íbamos ya de la mano
con el Jesús de este Evangelista aprendiendo a escucharle en su EVANGELIZACION
por los alrededores de su tierra de Galilea.... Y se nos programa en la
liturgia la narración de ‘las tentaciones de Jesús’, según se nos relatan en
Lucas 4,1-13.
Este relato lucano
se parece mucho al relato de las tentaciones que podemos leer en el Evangelista
Mateo. Se constata perfectamente que las llamadas segunda y tercera tentación
están cambiadas de orden. Creo que a Lucas le importa mucho acabar estas
tentaciones en ‘el Templo’ de Jerusalén. Juan no nos cuenta este ‘hecho real’
en la vida de su Jesús de Nazaret. Y Marcos es tan escueto que sólo le dedica
dos versículos (Mc 1,12-13). Sugerentes. Excelentes.
La escenografía del
desierto, en primer lugar, la imposibilidad de un monte desde donde contemplar
todo el mundo mundial, el número circense en lo alto del santuario de Templo,
los cuarenta días -precisamente cuarenta- con la presencia imaginaria de quien
nunca se ha dejado ver como son tanto el Espíritu como el demonio o diablo,
entre otras afirmaciones del relato, ¡dan mucho que sospechar y que pensar! Lo
diré explícitamente, no estamos ante un hecho real, tal cual en todos y en cada
uno de sus detalles, que le sucediera así al laico de la Galilea llamado Jesús.
Tampoco le sucedió a Moisés lo dicho en Éxodo desde 24,1 hasta 31,18.
Esta narración es
una excelentísima composición, literaria, social, psicológica y teológica sobre
la experiencia real y humana de todo poder. Explícitamente, de todo poder
deshumanizador. Un poder que se reviste con ‘los ostentosos ornamentos’
de la economía, la política y la religión. ¿No eran estas las tres
realidades de la tiara papal hasta hace cuatro días mal contados? ¿Qué es la
tentación? El poder. Lo he escrito como título de este comentario.
¿Cuántas veces
oyeron nuestros oídos que ‘el poder corrompe a la persona’? Y este poder, ¿no
es el poder que nos atrevemos a colocar en la identidad del dios en el que
creemos? ¿Por qué sigue manteniendo nuestro lenguaje el calificativo de
‘todopoderoso’ en la expresión de la religión popular y dogmática y que se
empecina en llamarse cristiana o católica?
La tentación es el
poder.
Y, según parece por lo que leo en este Evangelista Lucas, su Jesús el galileo
ronda la edad de los treinta años cuando tiene claras estas actitudes, valores
y decisiones. El poder, si pudiera llamarse así, por el que parece que optó
este hombre llamado Jesús fue el ponerse al servicio de quien está más abajado,
marginado, rechazado, empobrecido, deshumanizado. La tentación..., ¡es ponerse
al servicio de quien está más arriba!
Carmelo Bueno Heras
Domingo 15º de Mateo (10.03.2019): Mateo 9,18-37.
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los
demás” (Mateo
7,12)
Dichos y hechos. De
Jesús de Nazaret. Los ‘dichos’ nos los ha contado ya este
Evangelista en sus capítulos quinto, sexto y séptimo. Y hemos leído en los dos
anteriores comentarios los seis primeros ‘hechos’ que Mateo ha
puesto entre las manos de su Jesús de Nazaret. Los cuatro ‘hechos’ finales de
esta narración los leemos ahora en Mt 9,18-34.
En Mateo 9,18-26 encontramos
la narración de dos hechos de Jesús íntimamente relacionados entre sí. Tanto
que literariamente este relato es una palindromía: A (9,18-19) la petición del
jefe de la sinagoga; B (9,20-22) la curación de la mujer que toca a Jesús; A
(9,23-26) la sanación de la hija del jefe de la sinagoga.
Se trata de la
curación de dos mujeres. La de una niña de, tal vez, doce años como dicen
Marcos 5,21-43 y Lucas 8,40-56. Y la curación de ‘la mujer de los flujos de
sangre’. Con el comienzo de la menstruación, en torno a los doce años, y con
toda su presencia en ella mes a mes durante años y años hasta doce,
comenzó un camino de impureza permanente para la mujer de este relato.
Quiero creer que
esta mujer del relato de Mateo conocía las normativas escritas en Levítico 15.
Y seguramente oyó hablar a Jesús de Nazaret de la desobediencia a estas
normativas. Le oyó, se fio, se acercó y le tocó. Se tocaron los dos. Y quedaron
curados: “La noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca” (9,26).
¿Quién es éste que enseña a interpretar la Ley así?
En Mateo 9,27-31 encontramos
la curación de dos ciegos y a continuación, en Mateo 9,32-33, encontramos
la curación de un mudo. Con estos dos ‘nuevos milagros’ se completa el relato
de los diez ‘hechos’ de este Jesús de Nazaret del Evangelista Mateo. Ser ciego
o ser mudo en aquella sociedad de la religión de los judíos era proclamar
abiertamente el castigo que Yavé Dios había impuesto a esas personas por algún
pecado invisible o inconfesable.
Jesús conocía esta
manera de pensar y de creer de las gentes de la Ley de Moisés y del Templo.
Conocía esta realidad de la espiritualidad judía y no la compartía. Es más, se
manifestaba en contra y, abiertamente, invitaba y enseñaba a manifestarse
públicamente desobediente: “La gente decía, maravillada, que jamás se
había visto nada igual en Israel” (9,33a). Así se concluye la
narración de los ‘hechos’, como antes se había concluido la de los ‘dichos’.
Estos ‘dichos y hechos’ son la buena noticia del Jesús de Mateo, su proyecto,
su espiritualidad, su...
En este preciso
momento de su narración, el evangelista Mateo vuelve a recordar a sus lectores
lo que había ya afirmado con anterioridad: “Recorría todos los pueblos
y aldeas, enseñaba en las sinagogas de los judíos, anunciaba la buena noticia
del reino y sanaba todas las enfermedades y dolencias”. Estas
afirmaciones están escritas en Mateo 4,23, al comienzo de los ‘dichos’ y se
vuelven a repetir en 9,35, al finalizar los ‘hechos’.
Al releer este
mensaje tan armoniosamente expresado por el Evangelista me voy repitiendo como
una melodía la síntesis de la experiencia de Jesús y de cada uno de sus
seguidores: 7,12.
Carmelo Bueno Heras
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