Ecología en fragmentos: todo está relacionado
con todo
2019-05-05
La ecología se ha
transformado en el contexto general de todos los problemas, proyectos oficiales
y privados. A ella está ligado el futuro de nuestro planeta y de nuestra
civilización. De donde se deriva su importancia ineludible. O cambiamos de
manera de habitar la Casa Común o podemos conocer situaciones ecológicas y
sociales dramáticas, dentro de no mucho tiempo. Aquí van fragmentos de un discurso
ecológico, parte de un Todo más grande y vasto.
1.
La irracionalidad de nuestro estilo de vivir
El
modelo de sociedad y el sentido de la vida que los seres humanos han proyectado
para sí, por lo menos en los últimos 400 años, están en crisis.
Este
modelo nos hacía creer que lo importante es acumular gran número de medios de
vida, de riqueza material, de bienes y servicios a fin de poder disfrutar de
nuestro corto paso por este planeta.
Para
realizar este propósito nos ayudan la ciencia que conoce los mecanismos de la
naturaleza y la técnica que hace intervenciones en ella para beneficio humano.
Se ha procurado hacer eso con la máxima velocidad posible.
En
definitiva, se busca el máximo beneficio con el mínimo de inversión y en el
tiempo más breve posible.
El
ser humano, en esta práctica cultural, se entiende como un ser sobre las cosas,
disponiendo de ellas a su gusto, nunca como alguien que está con las cosas,
conviviendo con ellas como miembro de una comunidad mayor, planetaria y
cósmica.
El
efecto final y triste, solamente ahora visible de forma innegable, es el que se
expresa en esta frase atribuida a Gandhi: “la Tierra es suficiente para todos,
pero no para los consumistas”.
Nuestro
modelo civilizatorio es tan absurdo que, si los beneficios acumulados por los
países ricos se generalizaran a los demás países, necesitaríamos otras cuatro
Tierras iguales a la que tenemos.
Ello
muestra la irracionalidad que este modo de vivir implica. Por eso el Papa
Francisco en su encíclica “sobre el cuidado de la Casa Común” pide una radical
conversión ecológica y un consumo sobrio y solidario.
2.
La naturaleza es maestra
En
momentos de crisis civilizatoria como nuestra es imperioso consultar a la
fuente originaria de todo: la naturaleza, la gran maestra. ¿Qué nos enseña?
Ella
nos enseña que la ley básica de la naturaleza, del universo y de la vida no es
la competición, que divide y excluye, sino la cooperación, que suma e incluye.
Todas
las energías, todos los elementos, todos los seres vivos, desde las bacterias y
los virus hasta los seres más complejos, estamos todos inter-retro-relacionados
y, por eso, somos interdependientes. Uno coopera con el otro para vivir.
Una
red de conexiones nos envuelve por todos los lados, haciéndonos seres cooperativos
y solidarios. Queramos o no, esta es la ley de la naturaleza y del universo. Y
gracias a esta red de interdependencias hemos llegado hasta aquí.
Esa
suma de energías y de conexiones nos ayuda a salir de las crisis y a fundar un
nuevo ensayo civilizatorio. Pero nos preguntamos: ¿somos suficientemente sabios
para hacer frente a situaciones críticas y responder a los nuevos desafíos?
3.
Todo está relacionado con todo
La
realidad que nos rodea y de la cual somos parte no debe ser pensada como una máquina
sino como un organismo vivo, no como constituida de partes estancas, sino como
sistemas abiertos, formando redes de relaciones.
En
cada ser y en el universo entero prevalecen dos tendencias básicas: una es la
de autoafirmarse individualmente y otra la de integrarse en un todo mayor. Si
no se autoafirma corre el riesgo de desaparecer. Si no se integra en un todo
mayor, corta la fuente de energía, se debilita y puede también desaparecer. Es
importante equilibrar estas dos tendencias. En caso contrario caemos en el
individualismo más feroz –la autoafirmación– o en el colectivismo más
homogeneizador – la integración en el todo. Por eso siempre tenemos que ir y
venir de las partes al todo, de los objetos a las redes, de las estructuras a
los procesos, de las posiciones a las relaciones.
La
naturaleza es, pues, siempre co-creativa, co-participativa, ligada y re-ligada
a todo y a todos y principalmente a la Fuente Originaria de donde se originan
todos los seres.
4.
Desde el comienzo está presente el fin
El
fin está ya presente en el comienzo. Cuando los primeros elementos materiales
después del big bang empezaron a formarse y a vibrar juntos, ahí se
anunciaba ya un fin: el surgimiento del universo, uno y diverso, ordenado y
caótico, la aparición de la vida y el irrumpir de la conciencia.
Todo
se movió y se interconectó para dar inicio a la gestación de un cielo futuro,
que empezó ya aquí abajo, como una semillita, y fue creciendo y creciendo hasta
acabar de nacer en la consumación de los tiempos. Ese cielo, desde el comienzo,
es el propio universo y la humanidad llegados a su plenitud y consumación.
No
hay cielo sin Tierra, ni Tierra sin cielo.
Si
es así, en lugar de hablar de fin del mundo, deberíamos hablar de un futuro del
mundo, de la Tierra y de la Humanidad que entonces serán el cielo de todos y de
todo.
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