Santa Elena, reina
fecha: 18 de agosto
†: c. 329 - país: Italia
otras formas del nombre: Helena
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: c. 329 - país: Italia
otras formas del nombre: Helena
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Roma, en la vía Labicana, santa Elena, madre del emperador
Constantino, que, entregada con singular empeño a ayudar a los pobres, acudía
piadosamente a la iglesia mezclada entre los fieles, y habiendo peregrinado a
Jerusalén para descubrir los lugares del nacimiento de Cristo, de su Pasión y
Resurrección, honró el pesebre y la cruz del Señor con basílicas dignas de
veneración.
Patronazgos: patrona de varias ciudades europeas y de los tintoreros, cazadores de
tesoros, y mineros; protectora contra rayos y peligros de incendio; para
descubrir robos y encontrar cosas perdidas.
refieren a este santo: Fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz

Por lo que se puede conjeturar, santa
Elena nació en Drepano de Bitinia. Probablemente era hija de un posadero. El
general romano Constancio Cloro la conoció hacia el año 270 y se casó con ella,
a pesar de su humilde origen. Cuando Constancio Cloro fue hecho césar, se
divorció de Elena y se casó con Teodora, hijastra del emperador Maximiano.
Algunos años antes, en Naissus (Nish, en Servia), Elena había dado a luz a
Constantino el Grande, que llegó a amar y venerar profundamente a su madre, a
la que le confirió el título de «Nobilissima Femina» (mujer nobilísima) y
cambió el nombre de su ciudad natal por el de Helenópolis. Alban Butler afirma:
«La tradición unánime de los historiadores británicos sostiene que la santa
emperatriz nació en Inglaterra»; pero en realidad, la afirmación tan repetida
por los cronistas medievales de que Constancio Cloro se casó con Elena, «quien
era hija de Coel de Colchester», carece de fundamento histórico. Probablemente,
dicha leyenda, favorecida por ciertos panegíricos de Constantino, se originó en
la confusión con otro Constantino y otra Elena, a saber: la Elena inglesa que
se casó con Magno Clemente Máximo, quien fue emperador de Inglaterra, Galia y
España, de 383 a 388; la pareja tuvo varios hijos, uno de los cuales se llamó
Constantino (Custennin). Esta Elena recibió el título de «Luyddog» (hospitalaria).
Dicho título empezó, más tarde, a aplicarse también a santa Elena, y un
documento del siglo X dice que Constantino era «hijo de Constrancio (sic) y de
Elena Luicdauc, la cual partió de Inglaterra en busca de la cruz de Jerusalén y
la trasladó de dicha ciudad a Constantinopla». Algunos historiadores suponen
que las iglesias dedicadas a Santa Elena en Gales, Cornwall y Devon, derivan su
nombre de Elena Luyddog. Otra tradición afirma que santa Elena nació en
Tréveris, ciudad que pertenecía también a los dominios de Magno Clemente
Máximo.
Constancio Cloro vivió todavía catorce
años después de repudiar a santa Elena. A su muerte, ocurrida el año 306, sus
tropas, que se hallaban entonces estacionadas en York, proclamaron césar a su
hijo Constantino; dieciocho meses más tarde, Constantino fue proclamado
emperador. El joven entró a Roma el 28 de octubre de 312, después de la batalla
del Puente Milvio. A principios del año siguiente, publicó el Edicto de Milán,
por el que toleraba el cristianismo en todo el Imperio. Según se deduce del
testimonio de Eusebio, santa Elena se convirtió por entonces al cristianismo,
cuando tenía ya cerca de sesenta años, en tanto que Constantino seguiría siendo
catecúmeno hasta la hora de su muerte: «Bajo la influencia de su hijo, Elena
llegó a ser una cristiana tan fervorosa como si desde la infancia hubiese sido
discípula del Salvador». Así pues, aunque conoció a Cristo a una edad tan
avanzada, la santa compensó con su fervor y celo su larga temporada de
ignorancia y Dios quiso conservarle la vida muchos años para que, con su
ejemplo, edificase a la Iglesia que Constantino se esforzaba por exaltar con su
autoridad. Rufino califica de incomparables la fe y el celo de la santa, la
cual supo comunicar su fervor a los ciudadanos de Roma. Elena asistía a los
divinos oficios en las iglesias, vestida con gran sencillez, y ello constituía
su mayor placer. Además, empleaba los recursos del Imperio en limosnas
generosísimas y era la madre de los indigentes y de los desamparados. Las
iglesias que construyó fueron muy numerosas. Cuando Constantino se convirtió en
el amo de Oriente, después de su victoria sobre Licinio, en 324, santa Elena
fue a Palestina a visitar los lugares que el Señor había santificado con su
presencia corporal.
Constantino mandó arrasar la explanada y
el templo de Venus que el emperador Adriano había mandado construir sobre el
Gólgota y el Santo Sepulcro, respectivamente, y escribió al obispo de
Jerusalén, san Macario,
para que erigiese una iglesia «digna del sitio más extraordinario del mundo».
Santa Elena, que era ya casi octogenaria, se encargó de supervisar la
construcción, movida por el deseo de descubrir la cruz en que había muerto el
Redentor. Eusebio dice que el motivo del viaje de santa Elena a Jerusalén, fue
simplemente agradecer a Dios los favores que había derramado sobre su familia y
encomendarse a su protección; pero otros escritores lo atribuyen a ciertas
visiones que la santa había tenido en sueños, y san Paulino de Nola afirma que
uno de los objetivos de la peregrinación era, precisamente, descubrir los
Santos Lugares. En su carta al obispo de Jerusalén, Constantino le mandaba
expresamente que hiciese excavaciones en el Calvario para descubrir la cruz del
Señor. Hay algunos documentos que relacionan el nombre de santa Elena con el
descubrimiento de la Santa Cruz. El primero de esos documentos es un sermón que
predicó San Ambrosio el año 395, en el que dice que, cuando la santa descubrió
la cruz, «no adoró al madero sino al rey que había muerto en él, llena de un
ardiente deseo de tocar la garantía de nuestra inmortalidad». Varios otros
escritores de la misma época afirman que santa Elena desempeñó un papel
importante en el descubrimiento de la cruz; pero es necesario advertir que San
Jerónimo vivía en Belén y no dice una palabra sobre ello (ver más detalles en
el artículo dedicado a la fiesta de la Exaltación de la
Santa Cruz).

Como quiera que haya sido, santa Elena
pasó, ciertamente, sus últimos años en Palestina. Eusebio dice: «Elena iba
constantemente a la iglesia, vestida con gran modestia y se colocaba con las
otras mujeres. También adornó con ricas decoraciones las iglesias, sin olvidar
las capillitas de los pueblos de menor importancia». El mismo autor recuerda
que la santa construyó la basílica «Eleona» en el Monte de los Olivos y otra
basílica en Belén. Era bondadosa y caritativa con todos, especialmente con las
personas devotas, a las que servia respetuosamente a la mesa y les ofrecía agua
para el lavamanos. «Aunque era emperatriz del mundo y dueña del Imperio, se
consideraba como sierva de los siervos de Dios». Durante sus viajes por el
Oriente, santa Elena prodigaba toda clase de favores a las ciudades y a sus
habitantes, sobre todo a los soldados, a los pobres y a los que estaban
condenados a trabajar en las minas; libró de la opresión y de las cadenas a
muchos miserables y devolvió a su patria a muchos desterrados.
El año 330, el emperador Constantino mandó
acuñar las últimas monedas con la efigie de Flavia Julia Elena, lo cual nos
lleva a suponer que la santa murió en ese año. Probablemente la muerte la
sobrecogió en el Oriente, pero su cuerpo fue trasladado a Roma. El Martirologio
Romano conmemora a santa Elena el 18 de agosto. En el Oriente se celebra su
fiesta el 21 de mayo, junto con la de su hijo Constantino, cuya santidad es más
que dudosa. Los bizantinos llaman a santa Elena y a Constantino «los santos,
ilustres y grandes emperadores, coronados por Dios e iguales a los Apóstoles».
La principal fuente de información sobre
santa Elena es la biografía de Constantino escrita por Eusebio (Vita
Constantini), cuyos principales pasajes pueden verse en Acta Sanctorum, agosto,
vol. III. Ver también M. Guidi, Un Bios di Constantino (1908). J. Maurice
publicó una interesante obrita sobre santa Elena en la colección L´Art et les
Saints (1929).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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