San Pedro Fourier, presbítero y fundador
fecha: 9 de diciembre
n.: 1565 - †: 1640 - país: Francia
otras formas del nombre: Pierre Fourier
canonización: B: Benedicto XIII 20 ene 1730 - C: León XIII 27 may 1897
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1565 - †: 1640 - país: Francia
otras formas del nombre: Pierre Fourier
canonización: B: Benedicto XIII 20 ene 1730 - C: León XIII 27 may 1897
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Gray, de la Borgoña, en donde se había retirado al ser desterrado,
tránsito de san Pedro Fourier, presbítero, que escogió para sí la pobrísima
parroquia de Mattaincourt, en la Lorena, a la que sirvió admirablemente. Renovó
también la Congregación de Canónigos Regulares de Nuestro Salvador, y fundó,
asimismo, la Congregación de Nuestra Señora, para la educación gratuita de las
niñas.
refieren a este santo: Beata María
Teresa de Jesús Le Clercq

Pedro Fourier nació en Mirecourt, ciudad
de Lorena, en 1565. Cuando tenía quince años, su padre le envió a la
Universidad que tenían los jesuitas en Pont-á-Mousson. Pedro terminó
brillantemente sus estudios e inauguró una escuela en su ciudad natal; pero ya para
entonces estaba decidido a abandonar el mundo, de suerte que a los veinte años
de edad, ingresó en el convento de los canónigos regulares de San Agustín en
Chamousey. En 1589, recibió la ordenación sacerdotal; pero, como su humildad le
hiciese sentirse indigno, no celebró la misa sino hasta varios meses después.
Su abad le envió a la Universidad a continuar sus estudios de teología. Cuando
volvió a su monasterio, fue nombrado procurador y vicario de la parroquia de la
abadía. Las condiciones en que ejerció su cargo fueron muy desalentadoras, pues
la observancia en el monasterio era bastante floja y los canónigos ponían en
ridículo cuantos esfuerzos hacía Pedro por mejorarla.
En 1597, se le dio a escoger entre tres
parroquias atendidas por los canónigos. San Pedro eligió la de Mattaincourt,
que era la más difícil. Mattaincourt ea un pueblecito de los Vosgos que en
aquella época estaba contaminado por el calvinismo y la moralidad de sus
habitantes estaba por los suelos. San Pedro Fourier trabajó allí durante
treinta años y se ganó el apodo de «el buen padre de Mattaincourt». El primer
cuidado del santo fue orar y dar buen ejemplo. Vivía con una austeridad,
pobreza y sencillez, dignas de un monje. Jamás encendía fuego en su casa, como
no fuese para que se calentasen los que iban a visitarle y los necesitados le
encontraban siempre dispuesto a darles limosna y consejo, tanto en lo material
como en lo espiritual. El P. Juan Bedel, discípulo y biógrafo del santo, dice
que era particularmente compasivo con aquéllos cuya fortuna había decaído a
causa de los malos negocios, los robos, o alguna otra razón independiente de su
voluntad. «Para ayudar a esas personas, fundó la 'Bolsa de San Evre' (así
llamada en honor del santo patrono de la parroquia), en la que depositaba
limosnas, legados, etc. Cuando alguno de sus feligreses se hallaba en
dificultades, le daba unos cientos de francos de ese fondo para que pudiese
sacar adelante su negocio; la única condición que fijaba era que, si el negocio
prosperaba, el beneficiario devolviese la cantidad que se le había prestado. El
sistema funcionaba tan bien, que la 'Bolsa de San Evre' podía sostenerse con
los intereses del capital». San Pedro estableció igualmente tres cofradías en
su iglesia: la de San Sebastián, para los hombres; la del Rosario, para las
mujeres casadas, y la de la Inmaculada Concepción, para las jóvenes. Esta
última fue una de las primeras congregaciones de «Hijas de María». Uno de los
principales problemas con que tuvo que enfrentarse san Pedro fue el de la educación
de los niños; después de mucho orar y reflexionar, comprendió que era necesario
hacerla gratuita. Primero trató de organizar escuelas para niños. Pero los
tiempos no estaban todavía maduros para ello. El instrumento que Dios había
escogido para esa empresa era san Juan Bautista de la Salle, que debía nacer
medio siglo más tarde. San Pedro Fourier reconoció su fracaso sin rodeos. En
seguida se dedicó a atender especialmente a cuatro voluntarias: Alix Le Clercq,
Ganthe André y las hermanas Juana e Isabel de Louvroir. Después de probarlas
bien, les mandó hacer una especie de noviciado en el convento de las canonesas
de Poussey, en 1598. Con el tiempo, dichas jóvenes abrieron una escuela
gratuita en Mattaincourt. San Pedro, que tenía sus propias ideas en materia de
educación, daba todos los días una clase de pedagogía a las profesoras. Fue uno
de los primeros en emplear lo que los pedagogos llaman actualmente el «método
simultáneo». Quería que las niñas mayores aprendiesen a redactar recibos y
facturas, que se ejercitasen en la composición y la redacción de cartas y que
hablasen correctamente «la lengua de su provincia». Tanto por el bien de los
niños como por el del Estado, deseaba que los pobres fuesen educados en el amor
de Dios, con principios que los ayudasen a vivir decente y dignamente, y estaba
convencido de que la escuela debía ser gratuita.
Consciente del valor del «método
dramático», escribió varios diálogos sobre las virtudes y los vicios
(insistiendo sobre todo en lo que más podía convenir a sus feligreses) y hacía
que los niños los recitasen ante sus padres los domingos por la tarde, en la
iglesia. El santo instruyó a sus religiosas en la manera de tratar a los niños
protestantes: « ... con amor y bondad. No permitáis que los otros niños los
molesten o se burlen de ellos. No habléis mal de su religión. Dirigíos en
términos generales a todos vuestros discípulos, pero no perdáis la ocasión de
hacer ver a los protestantes cuán buenos y razonables son los preceptos y
prácticas de nuestra Iglesia». San Pedro Fourier empleó los mismos métodos en
1625, cuando se le envió a combatir el protestantismo en el principado de Salm.
En efecto, no se contentaba con exhortar a los protestantes a convertirse, sino
que incitaba con igual fervor a los católicos a cambiar de vida; por otra
parte, no provocaba a los protestantes llamándoles herejes, sino que los
llamaba «extranjeros». Ayudado por el P. Bedel y otro jesuita, san Pedro
consiguió en seis meses más de lo que sus predecesores habían logrado en
treinta años. En 1616, la nueva congregación religiosa recibió la aprobación
pontificia y el nombre oficial de Canonesas Regulares de San Agustín de la
Congregación de Nuestra Señora. Dicha congregación se difundió pronto en toda
Francia; actualmente, tiene casas en Inglaterra y otros países. En 1628, el
Papa Urbano VIII concedió a las religiosas el privilegio de hacer un cuarto
voto por el que se obligaban a educar gratuitamente a los niños. Alix Le
Clercq, la principal colaboradora del P. Fourier, fue beatificada como
cofundadora de la congregación en 1947.
En vista del éxito que había tenido san
Pedro Fourier en la reforma de aquella parroquia rural, sus superiores le
dedicaron a una tarea menos local, pero no menos difícil. En aquella época, la
vida religiosa en Lorena estaba en decadencia. La Santa Sede nombró a san Pedro
visitador de los canónigos regulares. En 1622, Mons. Juan de Porcelets de
Maillanes, obispo de Toul, le llamó a restablecer la disciplina en los
conventos de su orden y a unirlos en una congregación reformada. Dicha misión
no dejó de provocar hostilidad; pero al año siguiente, el abad de Lunéville
entregó su monasterio a un puñado de canónigos regulares, presididos por san
Pedro Fourier. En 1629, lo principal estaba ya hecho: la observancia había sido
restablecida, y los canónigos regulares de Lorena formaban la congregación del
Salvador. En 1632, san Pedro fue elegido superior, muy contra su voluntad.
Cuando tomó posesión de su cargo, dijo: «Como Jesucristo se entrega a los
hombres en el Santísimo Sacramento, sin esperar pago alguno y pensando
solamente en el bien de los que van a recibirle en la comunión, así me entrego
yo a vosotros en este día, no para obtener algún honor o ventaja alguna, sino
pensando solamente en la salvación de vuestras almas». San Pedro había soñado
siempre en el día en que los canónigos emprendiesen la obra de la educación de
los niños, en la que él había fracasado en Mattaincourt, y los súbditos del
santo estaban dispuestos a ello. Así pues, cuando san Pedro envió
representantes a Roma, en 1627, para conseguir la aprobación de la congregación
del Salvador, les encargó que se ocupasen del asunto: «Por lo que toca a las
escuelas que queremos fundar, sería bueno hacer notar que los niños que no
desean aprender el latín y los otros, antes de ingresar en la escuela superior
no han tenido quien se ocupe de ellos 'ex officio', por lo menos en esta
región, de suerte que son una especie de beneficio vacante en la Iglesia de
Dios. Solicitemos humildemente que se nos designe esa tarea». Los
representantes de san Pedro Fourier presentaron la petición, pero no tuvieron
éxito. Según parece, la Santa Sede había olvidado en el siglo XVII que el
enseñar en la escuela primaria no estaba reñido con la dignidad sacerdotal. Sin
embargo, la congregación del Salvador inauguró varios colegios y obras
educacionales. Y cuando la Compañía de Jesús fue suprimida en el siglo XVIII,
varios de sus colegios de Lorena pasaron a manos de los canónigos regulares.
San Pedro Fourier estaba muy vinculado con
la casa de Lorena y con el duque Carlos IV. Así, cuando se le exigió en 1636,
que firmase el juramento de fidelidad al rey Luis XIII, el santo se negó a ello
y huyó a refugiarse en Gray del Franco Condado. Pasó los cuatro últimos años de
su vida en ese destierro, actuando como capellán de un convento y enseñando en
una escuela gratuita cuya fundación se le debía. Dios le llamó a Sí el 9 de
diciembre de 1640. Su canonización tuvo lugar en 1897. El santuario de San
Pedro Fourier en Mattaincourt es un importante centro de peregrinación.
El primer biógrafo del santo fue el P.
Bedel, que había sido discípulo y compañero suyo. Entre las numerosas
biografías que se han escrito desde entonces, mencionaremos las del P. Rogie,
la de Dom Vuillemin y la del P. Pingaud. El P. Chérot empleó hábilmente en su
obra la correspondencia de San Pedro. B. Boutoux publicó, en 1949, una
biografía titulada St Pierre Fourier.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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