miércoles, 10 de febrero de 2016

Beata Clara de Rimini, viuda - Beato José Sánchez del Río, mártir (Mártires mexicanos (1915-1937)) 10 de febrero

Beata Clara de Rimini, viuda

fecha: 10 de febrero
n.: c. 1280 - †: 1324/1329 - país: Italia
otras formas del nombre: Clara Agolanti
canonización: 
Conf. Culto: Pío VI 1784
hagiografía: Santi e Beati

En Rimini, en la Romagna, beata Clara, viuda, que por medio de la penitencia, mortificación y ayunos expió la vida disoluta que había llevado antes y, después de reunir un grupo de compañeras en un monasterio, sirvió a Dios con humildad de espíritu.
Durante siglos, la vida de santa María Magdalena, como libertina, convertida y penitente, ha tenido siempre eco en aquellas almas que se han encontrado, en su propio tiempo, casi en la misma situación; entre ellas cabe mencionar a Clara Agolanti, o Clara de Rímini.
Nacida en 1280, fue educada por su padre Onosdeo en el cultivo de un carácter fuerte en el obrar, casi masculino e intolerante con cualquier sumisión. Pasó su adolescencia entre caballos y torneos, rebelde a las prácticas religiosas que su madre Gaudiana intentaba inculcarle. Muerta la madre, su padre volvió a casarse y ella resultó aún más independiente. Jovencísima desposó al hijo de su madrastra, pero quedó viuda tres años después, heredando una inmensa fortuna. Durante ocho años continuó entregándose a fiestas, justas de caballería, banquetes, con una vida frívola y mundana, dando lugar en la ciudad a escándalos y pésimas habladurías. Su padre y su hermano murieron el mismo día, mientras estaban en guerra con los Malatesta, rivalizando por el dominio en la zona de Rimini, de modo que todas las riquezas de la familia Agolanti se concentran en manos de la joven viuda. Fue pedida en matrimonio por un noble que llevaba una vida disipada y ella aceptó a condición de que pudiera mantener el mismo estilo de vida.
Un día por curiosidad, entró en la Iglesia de los Padres Conventuales, Santa María en Trivio, y se sintió dentro de sí por primera vez perturbada y agitada; vuelta a casa se encerró en su habitación, donde cayó al suelo en un mar de lágrimas de arrepentimiento, y decidió cambiar de vida. Al día siguiente fue a la misma iglesia, donde hizo una confesión general, y a partir de ese momento comenzó una vida de piedad, buenas obras, y penitencia, convirtiendo incluso al marido, que murió dos años más tarde de modo cristiano. Entonces Clara no puso límites a sus penitencias, que devinieron terribles, animada de un fuego de expiación que la devoraba.
Con su inmensas riquezas, comenzó a ayudar a todas las miserias materiales y morales; dio dote y apoyo a todas las niñas pobres para el matrimonio. Algunas mujeres de gran fervor se reunieron alrededor de ella, dispuestas a llevar una vida de reclusión y penitencia, por lo que Clara fundó un pequeño monasterio llamado Santa María de los Ángeles -más tarde conocido como de Santa Clara-; obtuvo la bendición del obispo de Rímini Guido Abasi, pasando luego a la Catedral para emitir los votos religiosos, de acuerdo con la Regla de Santa Clara.
Vivió una docena de años como superiora, intensificando los sacrificios y la contemplación de la Pasión de Cristo. El Señor le concedió el don de gracias místicas elevadísimas, con éxtasis tan profundos que ninguna fuerza humana podía detenerlos, y sólo se recuperaba si era llevada ante el Santísimo Sacramento. Murió hacia los 46 años, el 10 de febrero de entre 1324 a 1329, consumida por la penitencia y la contemplación, y su cuerpo descansa en la iglesia del monasterio. Su culto «de tiempo inmemorial» fue confirmado por el papa Pío VI en 1784.
Traducido para ETF, con escasos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli.

fuente: Santi e Beati
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=534






Beato José Sánchez del Río, mártir

fecha: 10 de febrero
n.: 1913 - †: 1928 - país: México
canonización: 
B: Benedicto XVI 20 nov 2005
hagiografía: Vaticano

En Guadalajara, México, beato José Sánchez del Río, de catorce años, mártir, que murió apuñalado dando vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe, durante la Guerra Cristera.
Ver más información en:
Mártires mexicanos (1915-1937)
Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. Al decretarse la suspensión del culto público, José tenía 13 años y 5 meses. Su hermano Miguel decidió tomar las armas para defender la causa de Cristo y de su Iglesia. José, viendo el valor de su hermano, pidió permiso a sus padres para alistarse como soldado; su madre trató de disuadirlo pero él le dijo: «Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión». Su madre le dio permiso, pero le pidió que escribiera al jefe de los Cristeros de Michoacán para ver si lo admitía. José escribió al jefe cristero y la respuesta fue negativa. No se desanimó y volvió a insistir pidiéndole que lo admitiera, si no como soldado activo, sí como un asistente. En el campamento se ganó el cariño de sus compañeros que lo apodaron «Tarsicio». Su alegría endulzaba los momentos tristes de los cristeros y todos admiraban su gallardía y su valor. Por la noche dirigía el santo rosario y animaba a la tropa a defender su fe.
El 5 de febrero de 1928, tuvo lugar un combate, cerca de Cotija. El caballo del general cayó muerto de un balazo, José bajó de su montura con agilidad y le dijo: «Mi general, aquí está mi caballo, sálvese usted, aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí» y le entregó su caballo. En combate fue hecho prisionero y llevado ante el general callista quien le reprendió por combatir contra el Gobierno y, al ver su decisión y arrojo, le dijo: «Eres un valiente, muchacho. Vente con nosotros y te irá mejor que con esos cristeros». «¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey! ¡Yo soy su enemigo! ¡Fusíleme!»
El general lo mandó encerrar en la cárcel de Cotija, en un calabozo oscuro y maloliente. José pidió tinta y papel y escribió una carta a su madre en la que le decía: «Cotija, 6 de febrero de 1928. Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte... haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre...»
El 10 de febrero de 1928, como a las 6 de la tarde, lo sacaron del templo y lo llevaron al cuartel del Refugio. A las 11 de la noche llegó la hora suprema. Le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del mesón y lo hicieron caminar a golpes hasta el cementerio. Los soldados querían hacerlo apostatar a fuerza de crueldad, pero no lo lograron. Dios le dio fortaleza para caminar, gritando vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe. Ya en el panteón, preguntó cuál era su sepultura, y con un rasgo admirable de heroísmo, se puso de pie al borde de la propia fosa, para evitar a los verdugos el trabajo de transportar su cuerpo. Acto seguido, los esbirros se abalanzaron sobre él y comenzaron a apuñalarlo. A cada puñalada gritaba de nuevo: «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!». En medio del tormento, el capitán jefe de la escolta le preguntó, no por compasión, sino por crueldad, qué les mandaba decir a sus padres, a lo que respondió José: «Que nos veremos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!». Mientras salían de su boca estas exclamaciones, el capitán le disparó a la cabeza, y el muchacho cayó dentro de la tumba, bañado en sangre, y su alma volaba al cielo. Era el 10 de febrero de 1928. Sin ataúd y sin mortaja recibió directamente las paladas de tierra y su cuerpo quedó sepultado, hasta que años después, sus restos fueron inhumados en las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente reposan en el templo parroquial de Santiago Apóstol, en Sahuayo, Michoacán. Fue beatificado por SS Benedicto XVI el 20 de noviembre de 2005.
fuente: Vaticano
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