martes, 5 de abril de 2016

San Geraldo, abad - San Alberto de Montecorvino, obispo (5 de abril)

San Geraldo, abad

fecha: 5 de abril
†: 1095 - país: Francia
otras formas del nombre: Gerardo de Sauve-Majeure
canonización: 
C: Celestino III 27 abr 1197
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En el monasterio de Grande-Sauve, en Aquitania, san Geraldo, abad, que desde el monasterio de Corbie fue elegido abad de Laon, pero, pasado un tiempo, tras varias peregrínaciones santas, se retiró a la espesura del bosque.
San Geraldo nació en Corbie de Picardía. En la abadía de Corbie hizo sus estudios y llegó a ser abad. Súbitamente le sobrevino una dolorosa enfermedad que, por los síntomas que describe su biógrafo, debió ser una meningitis. Los dolores le impedían pegar los ojos y casi le hacía perder la razón. Los doctores le sangraron y medicaron, sin conseguir ningún resultado. Naturalmente, el santo no podía ní siquiera orar. Al recuperar la salud, comprendió que lo mejor que podía hacer era servir a Dios en el prójimo y se dedicó a cuidar a tres enfermos, en honor de la Santísima Trinidad. Su abad le llevó consigo a Roma, con la esperanza de que allí obtendría la salud. Juntos visitaron la tumba de los Apóstoles, y san León IX confirió a Geraldo la ordenación sacerdotal. Sin embargo, las terribles jaquecas recrudecían de cuando en cuando, hasta que, por la intercesión de san Adelardo, cuya vida había escrito san Geraldo, desaparecieron del todo, tan súbitamente como habían aparecido. Lleno de agradecimiento, el santo redobló sus penitencias y mortificaciones. Tuvo una visión de Cristo que descendía de la cruz, posaba la mano sobre su cabeza y le decía: «Hijo mío, ten confianza en Dios y en el poder de su brazo». Una peregrinación a Jerusalén fue para san Geraldo otra fuente de inspiración y consuelo.
Poco después de su vuelta, los monjes le eligieron abad de San Vicente de Laon. Pero se trataba de una abadía en la que reinaban la indisciplina y la relajación. Incapaz de reformar a los monjes, san Geraldo renunció al cargo y partió con algunos compañeros hacia el sur, en busca de un sitio apto para una nueva fundación. En Aquitania, no lejos de la actual ciudad de Burdeos, Guillermo VII, conde de Poitou, les regaló unos bosques; allí fundaron en 1079 la abadía de Sauve-Majeure (Silva Major), de la que san Geraldo fue el primer abad. Los monjes trabajaban la tierra y misionaban en los alrededores; San Geraldo se distinguió entre todos como predicador y confesor. Introdujo la costumbre de celebrar la misa y rezar el oficio de difuntos, durante treinta días después de la muerte de los miembros de la comunidad y la práctica de poner pan y vino en el sitio que el difunto ocupaba en la mesa, para darlos después a los pobres. La costumbre se popularizó en otros monasterios y hasta en algunas parroquias; pero al cabo de un tiempo, las ofrendas que se depositaban sobre las tumbas empezaron a destinarse a los sacerdotes en vez de darse a los pobres. San Geraldo murió en el año 1095 y fue canonizado en 1197.
Nuestras fuentes principales son dos biografías medievales, una escrita por un contemporáneo anónimo y otra, un poco posterior, por el monje Cristián. Pueden leerse en Acta Sanctorum, abril, vol. I. Ver también Cirot de la Ville, Histoire de Saint Gérard (1869) , y F. Moniquet, Un fondateur de Ville ... (1895).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1116





San Alberto de Montecorvino, obispo

fecha: 5 de abril
†: 1127 - país: Italia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Montecorvino, en la Apulia, san Alberto, obispo, que dedicó su vida a la oración continua y a buscar el bien de los pobres.
El padre de san Alberto se estableció con su hijito en Montecorvino de Apulia, cuando el pueblo empezaba a transformarse en ciudad. Sobre la vida del santo nos queda cierto material legendario. La gran estima que la población profesaba a Alberto le mereció ser elegido obispo de Montecorvino. Poco después, el santo perdió la vista; pero el cielo le concedió una gran penetración interior y el don de profecía. La fama de san Alberto creció mucho a raíz de dos milagros. En un ardiente día de verano, el santo pidió a uno de sus criados que fuese a traerle agua de la fuente. «Hijo mío -le dijo el obispo después de beber un sorbo-, yo te pedí agua y me has traído vino». El criado declaró que le había llevado agua de la fuente y fue de nuevo a llenar el vaso; pero el agua se convirtió otra vez en vino. Poco después, un habitante de Montecorvino, que había sido hecho prisionero, invocó el nombre del obispo; al punto un ángel le sacó de su prisión en los Abruzos y le trasladó a los alrededores de Montecorvino. El hombre fue a ver a san Alberto al día siguiente, y éste le dijo: «No me lo agradezcas a mí, sino a Dios, hijo mío; es Él quien, con su gran poder, consuela a los afligidos y liberta a los cautivos».
Cuando el santo era ya muy anciano, se le dio como ayudante a un sacerdote llamado Crescencio. Era éste un hombre poco escrupuloso, que deseaba que san Alberto muriese cuanto antes para sucederle en el cargo. En vez de ayudar al obispo, Crescencio y sus amigos le dificultaban la tarea y se burlaban de él cruelmente. El siervo de Dios lo soportó todo con gran paciencia, pero predijo a Crescencio que no disfrutaría mucho tiempo de la sede que codiciaba. El pueblo de Montecorvino amó a su obispo hasta el fin. Cuando corrió la noticia de que había entrado en agonía, los hombres, las mujeres y los niños se reunieron llorando a las puertas de su casa. El santo les dio la bendición y los exhortó a vivir piadosa y rectaménte. Después se quedó dormido y murió apaciblemente en 1127.
La única biografía antigua de San Alberto fue escrita trescientos o cuatrocientos años después de su muerte, por uno de sus sucesores en la sede de Montecorvino y Vulturaria. Se trata de Alejandro Gerardino, autor muy fecundo, como lo ha demostrado Ughelli. Según parece, Gerardino se limitó simplemente a readaptar la biografía escrita por Ricardo, uno de los sucesores inmediatos de san Alberto. La obra se encuentra en Acta Sanctorum, abril, vol. I y en Ughelli, Italia sacra, vol. VIII (1662), cc. 469-474.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1117

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