sábado, 11 de junio de 2016

Beato Bardón de Maguncia, abad y obispo - Santa Alicia, virgen y reclusa (11 de junio)

Beato Bardón de Maguncia, abad y obispo

fecha: 11 de junio
fecha en el calendario anterior: 15 de junio
n.: c. 980 - †: 1051 - país: Alemania
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Maguncia, lugar de Franconia, beato Bardón, obispo, el cual, siendo abad del monasterio de Heresfeld, fue elevado al orden episcopal y trabajó con suma solicitud pastoral para bien de su iglesia.
Bardo nació alrededor del año 982 en la ciudad de Oppershofen, en la comarca de Welterau, sobre la ribera derecha del Rin. Sus padres, que estaban emparentados con la emperatriz Gisela, le enviaron a la abadía de Fulda para que se educara; ahí mismo tomó el hábito. Posteriormente, sus antiguos compañeros de estudio recordaban que a menudo le encontraban absorbido por la lectura de los escritos de san Gregorio relacionados con los deberes de los pastores (Regula Pastoralis) y, en esas ocasiones, solía indicar a sus sorprendidos amigos: «Pues ya lo veis; es posible que algún día se le ocurra a uno de tantos reyes tontos hacerme obispo, si no encuentran a otro mejor para desempeñar el puesto: por lo tanto, procuro aprender cómo ser obispo, por si llega el caso». Alrededor del año 1029, el emperador Conrado II le nombró abad de Kaiserswerth y, poco después, superior en Horsfeld. Pero aún se le reservaban puestos más altos. En 1031, después de la muerte de Aribo, fue elegido para ocupar la importante sede metropolitana de Mainz (Maguncia). En su alto cargo conservó la sencillez y la austeridad del monje, sin dejar por ello de distribuir espléndidas limosnas y ofrecer magnífica hospitalidad, como correspondía a un obispo. Todas las clases sociales le tenían en grande estima, pero le amaban sobre todo los pobres que entraban a la residencia episcopal como a su casa y a quienes Bardo protegió y defendió siempre contra sus opresores.
El arzobispo desempeñó un papel sobresaliente en dos sínodos realizados en Mainz y que presidió el papa León IX, para refrenar la simonía e imponer el celibato eclesiástico. En una de aquellas visitas, el Papa convenció a Bardo para que redujese sus mortificaciones y austeridades, puesto que afectaban su salud y amenazaban con acortarle la vida. Si bien siempre fue extraordinariamente severo para consigo mismo, mostraba una misericordia inagotable hacia los demás; nunca expresó una palabra de reconvención o resentimiento contra los que le insultaron o le hicieron daño deliberadamente. Cierta vez, en su propia mesa, hablaba contra el vicio de la intemperancia, cuando advirtió a un jovenzuelo que se mofaba de él e imitaba sus gestos y ademanes. Calló el arzobispo y se quedó mirando fijamente al majadero durante unos instantes; luego, en vez de pronunciar la amonestación indignada que todos los comensales esperaban, tomó uno de sus platos más finos y hermosos, puso en él algunos alimentos y lo extendió al jovenzuelo al tiempo que le instaba a comer y a quedarse con el precioso recipiente. Un hombre de tan buen corazón como Bardo no podía dejar de ser compasivo con los animales. Tenía una colección de aves raras; a muchos de sus pajarillos los domesticó, y era de verse cómo todos acudían a comer en su mano. Murió el 10 de junio de 1053 y su desaparición fue lamentada por todos los habitantes de la comarca, lo mismo cristianos que herejes y judíos.
Hay una breve biografía escrita por Fulkold, capellán del sucesor de Bardo en la sede de Mainz. Pertz la editó en MGH., Scriptores, vol. XI, pp. 317-321. Véase a H. Bresslau, en Jahrbücher des Deutschen Reichs linter Konrad II (1879), pp. 473-479.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?ids=1978





Santa Alicia, virgen y reclusa

fecha: 11 de junio
fecha en el calendario anterior: 15 de junio
†: 1250 - país: Bélgica
otras formas del nombre: Aleide, Aleydis, Adelheide, Alke
canonización: 
Conf. Culto: Pío X 1907 
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En el monasterio de La Chambre, cerca de Bruselas, en Brabante, santa Alicia o Aleide, virgen de la Orden Cisterciense, que a los veintidós años, habiendo enfermado de lepra, se vio obligada a vivir marginada, y hacia el final de su vida, perdida incluso la vista, ni un solo miembro de su cuerpo quedó sano, excepto su lengua para cantar las alabanzas de Dios.
He aquí la historia de una vida sin complicación alguna, escrita con un estilo muy sencillo que deja la impresión de absoluta sinceridad, por un contemporáneo, posiblemente un monje del Císter, confesor de la comunidad. Alicia era una niña frágil y encantadora, natural de Schaerbeek, villa cercana a Bruselas, que, por voluntad propia, desde la edad de siete años, quedó al cuidado de la comunidad de monjas del Císter, en un convento cercano llamado «Camera Sanctae Mariae», nombre éste que aún subsiste en el bosque de la Cambre, en las afueras de la ciudad. Entre las virtudes de la niña, destacaban la humildad, la mansedumbre y una decidida inclinación a la piedad. Se relatan algunos milagros sencillos realizados por ella, como el encendido espontáneo de una vela que se había apagado al caer.
Por otra parte, desde su ingreso al convento se entregó por entero a servir a sus hermanas en religión. Cuando era todavía muy joven contrajo la lepra y, para gran pena de toda la comunidad, tuvo que ser separada. Sin embargo, aquella fue una fuente de consuelo para Alicia, puesto que, según dijo ella misma con simplicidad, pudo refugiarse más completamente en los sufrimientos de Cristo. Su mayor felicidad era recibir diariamente la Sagrada Comunión. En estas ocasiones, no se le permitía recibirla en las dos especies como todas las demás religiosas, a causa del posible contagio si sus labios tocaban el cáliz. Aquello era motivo de gran contrariedad para Alicia, hasta que el mismo Señor le aseguró que no perdía nada con ello. «Donde está una parte -se le dijo- está el todo». El día de la fiesta de San Bernabé del año 1249, Alicia estuvo tan enferma, que recibió los Santos Óleos, pero en una visión se le reveló que permanecería en la tierra precisamente un año más. Continuó su existencia de siempre, aunque en medio de grandes sufrimientos: quedó completamente ciega y su cuerpo se cubrió de llagas. Ella ofrecía todos sus dolores por las ánimas del purgatorio y, a medida que se acercaba su fin, recibía cada vez con mayor frecuencia, el alivio de los éxtasis y las revelaciones. Precisamente un año más tarde, un viernes 10 de junio, estuvo tan enferma, que de nuevo le pusieron la extremaunción, pero recién al amanecer del día siguiente, la fiesta de San Bernabé, entregó su alma al Señor.
La biografía está impresa en Acta Sanctorum, junio, vol. III. En 1907, el Papa Pío X autorizó oficialmente su culto. La orden del Císter celebra su fiesta lo mismo que la diócesis de Malinas, el 15 de junio.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1979

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