San Esteban de Rossano, monje
fecha: 26 de septiembre
n.: c. 925 - †: 1001 - país: Italia
canonización: culto local
hagiografía: Santi e Beati
n.: c. 925 - †: 1001 - país: Italia
canonización: culto local
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Gaeta, del Lacio, san Esteban de
Rossano, monje, compañero de san Nilo el Joven.

San Esteban nació en Rossano, de una
familia de campesinos, en torno al año 925. Sobre su vida las noticias son
pocas y fragmentarias. Se sabe que, deseoso de volcarse a la vida monástica,
fue recibido por san Nilo de
Rossano -a quien recordamos hoy mismo-, del cual llegó a
ser fidelísimo discípulo. San Nilo, a través de una verdadera y propia «cura»,
modificó la naturaleza perezosa e indolente de Esteban, el cual realizó tantos
y tales progresos, que vino a ser ejemplo de humildad y obediencia.
San Esteban siguió a Nilo a Capua,
Vallelucio y Serperi, cerca de Gaeta, donde murió en el año 1001. Nilo ordenó
que fuese construido un doble sepulcro, de modo que él mismo pudiese ser
sepultado junto a su discípulo, cuando llegara su muerte. De esta tumba no
existen restos.
Traducido para ETF, con escasos cambios,
de la breve noticia de Don Marco Grenci.
fuente: Santi e Beati
accedida 756 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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San Nilo el Joven, abad
fecha: 26 de septiembre
n.: c. 914 - †: 1004/1005 - país: Italia
otras formas del nombre: Nilo de Rossano
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 914 - †: 1004/1005 - país: Italia
otras formas del nombre: Nilo de Rossano
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En la comarca tuscolana, cercana a Roma, san Nilo el Joven, abad,
oriundo de Grecia, conversador espiritual, cultivador de la vida de
abstinencia, humildad y peregrinación, y esclarecido en don de profecía y sabia
doctrina. Fundó un célebre monasterio en Grotaferrata, al que dotó de la
reglamentación de los Padres Orientales, y en el cual, nonagenario y en
oración, entregó su espíritu a Dios.
refieren a este santo: San Bartolomé de
Grottaferrata, San Esteban de
Rossano, San Zacarías «el
Angélico»

Algunas veces se llama Nilo el Joven a
este santo abad, descendiente de una familia originaria de la ciudad de Magna,
en Grecia, y nacido en la ciudad de Rossano, en Calabria, alrededor del año
910. En la pila bautismal recibió el nombre de Nicolás. Aparte de haber sido en
su juventud «muy ferviente en la práctica de sus deberes religiosos y de todas
las virtudes», como afirma Alban Butler, tuvo sus momentos de debilidad, de
tibieza y descuido en los primeros años de su vida e incluso se ha discutido si
la mujer que vivía con él y que le dio una hija, era su legítima esposa. Pero
lo cierto es que, cuando Nicolás tenía treinta años, tanto su mujer como su
hija murieron, y aquella doble pérdida junto con una serie de enfermedades y
quebrantos, le hicieron volverse hacia Dios. Por aquel entonces, había un gran
número de monasterios de los monjes del rito bizantino en el sur de Italia y,
en uno de ellos recibió Nicolás el hábito y el nombre de Nilo. En varias
oportunidades vivió en alguno de los distintos monasterios, después de haber
pasado un período como ermitaño y, por fin, fue nombrado abad en el monasterio
de San Adrián, cerca de San Demetrio Corone.
La fama de su santidad y su sabiduría se
extendió por toda la comarca, y eran muchas las gentes que acudían a él en
busca de consejo espiritual. En cierta ocasión, el arzobispo Teofilacto de
Reggio, con el doméstico Leo y muchos sacerdotes y fieles, fue a visitarle con
el propósito de poner a prueba su famosa erudición y habilidad. El abad conoció
de antemano las intenciones del arzobispo y, antes de saludar al prelado y los
otros miembros de la comitiva, rezó con ellos algunas oraciones y dejó en manos
de Leo un libro en el que estaban escritas ciertas teorías sobre el pequeño
número de los elegidos, ideas éstas que parecieron demasiado severas a la
concurrencia. El santo abad se propuso demostrar entonces que dichas teorías
estaban fundadas en los principios establecidos, no sólo por san Basilio, san
Juan Crisóstomo, san Efraín, san Teodoro el Estudita y otros padres, sino por
los del propio san Pablo y los del Evangelio. Para terminar su discurso, agregó
estas palabras: «Las declaraciones parecen duras y aún terribles, pero mirad
bien que sólo condenan las irregularidades de vuestras vidas. A menos que
lleguéis a ser enteramente santos, no escaparéis de los eternos tormentos». Uno
de los presentes preguntó al abad si Salomón se había condenado o salvado, a lo
que él repuso: «¿Qué necesidad tenemos de saber si se ha salvado o no? En
cambio, conviene reflexionar en que Cristo pronunció palabras de condenación
contra todas las personas que cometen impurezas». Eso lo dijo porque sabía que
la persona que le había preguntado era adicta a ese vicio. Después añadió: «Tal
vez yo podría saber si tú te salvarás o te condenarás. En cuanto a Salomón, la
Biblia no hace mención de su arrepentimiento, como lo hace del de Manases».
Eufraxio, un noble lleno de vanidad y de
altivez, fue enviado desde la corte imperial de Constantinopla para gobernar la
Calabria. San Nilo no le ofreció ningún presente a su llegada, como lo hicieron
otros prelados y, por esa causa, el gobernador buscó pretextos para molestar al
siervo de Dios. Sin embargo, cuando enfermó gravemente al poco tiempo de su
arribo, envió a buscar a san Nilo, le pidió perdón, le rogó que orase por él y
le suplicó que le impusiese el hábito de monje. A esto último se negó el abad
durante largo tiempo, diciendo cada vez que el gobernador insistía: «Los votos que
te fueron impuestos en el bautismo bastan para ti. La penitencia no requiere
nuevos votos, sino un cambio sincero de corazón y de vida». Pero Eufraxio no
estaba satisfecho y tanto insistió en su petición que, a la larga, el abad le
concedió el hábito. Inmediatamente, el gobernador puso en libertad a todos sus
esclavos, distribuyó sus bienes entre los pobres y, tres años más tarde, murió
con una santa resignación.
Alrededor del año 981, las incursiones de
los sarracenos en el sur de Italia obligaron a huir a san Nilo quien, junto con
muchos de sus monjes y otros religiosos, representantes del monaquismo
oriental, se acogió a la hospitalidad de la abadía de Monte Cassino, el centro
del monaquismo occidental. Ahí fue recibido «como si san Antonio hubiese llegado
de Alejandría o si el propio san Benito regresase del mundo de los muertos» y,
luego de vivir durante algún tiempo en la abadía y de celebrar los oficios
griegos en su iglesia, Aligerno, el abad benedictino, cedió para los fugitivos
el monasterio de Vallelucio. Allí permanecieron los monjes de san Nilo quince
años, hasta que se trasladaron a una nueva casa en Serperi, cerca de Gaeta. En
el año 998, el emperador Otón III viajó a Roma con el propósito de expulsar a
Filagatos, el obispo de Piacenza, a quien el senador Crescencio había instalado
como antipapa, en contra de Gregorio V. En aquella ocasión, el abad Nilo se
presentó ante el Papa y el emperador para suplicarles que tratasen con
benignidad al antipapa. Filagatos («Juan XVI») era calabrés como el abad, y
éste se había esforzado en vano por disuadir al otro del cisma y la traición.
Las peticiones de Nilo fueron escuchadas con respeto, pero a fin de cuentas, no
lograron modificar para nada la terrible crueldad con que fue tratado el
anciano antipapa. Nilo protestó enérgicamente en contra de las injurias
cometidas en la persona de Filagatos y, cuando el emperador envió a un alto
prelado para darle explicaciones, el abad fingió estar dormido a fin de no
recibir al enviado y evitarse discusiones. Al poco tiempo, el propio Otón
visitó la «laura» de san Nilo y se sorprendió al ver que el monasterio
consistía en algunas míseras cabañas. «Estos hombres -comentó el emperador- que
viven voluntariamente en pobres chozas, son extranjeros en la tierra; en realidad,
son ciudadanos del cielo». Nilo condujo al emperador, ante todo, a la iglesia,
donde ambos oraron largo rato; después charló con él largamente en su celda.
Otón insistió para que el abad aceptase algunas tierras de sus dominios y una
renta que le permitiera establecer en ellas su propia abadía. Nilo le dio las
gracias y agregó: «Si mis hijos son verdaderos monjes, nuestro divino Maestro
no los abandonará cuando yo me haya ido. Dejadnos donde estamos». A la hora de
la despedida, el emperador volvió a hacer otro vano intento para que aceptase
algún presente. San Nilo puso ambas manos sobre el pecho del emperador y dijo:
«Lo único que os pido, señor, es que salvéis vuestra alma. Sois emperador, pero
habréis de morir y dar cuenta a Dios de vuestros actos, lo mismo que todos los
hombres».
En el año de 1004 o de 1005, Nilo
emprendió un viaje para visitar un monasterio al sur de Tusculum y, durante la
jornada, cayó enfermo y debió quedarse en las colinas albanas. Ahí tuvo una
visión de Nuestra Señora, quien le manifestó su deseo de que en aquel sitio
estableciese una abadía para sus monjes. El abad se puso inmediatamente en
movimiento: obtuvo del conde Gregorio de Tusculum una parcela de tierra en las
estribaciones del Monte Cavo y mandó llamar a los miembros de su comunidad para
instalarse en aquel sitio. Pero antes de iniciarse los trabajos, murió el
anciano abad. La obra fue realizada por sus sucesores, especialmente por san Bartolomé,
quien murió alrededor del año 1050. El monasterio de Grottaferrata, del cual se
considera a san Nilo como primer abad y fundador, existe desde entonces en
aquel lugar, habitado por monjes italo-griegos que han mantenido la liturgia y
las modalidades bizantinas, a pocos kilómetros de distancia del mundo latino y
católico.
La biografía de este santo, con auténtico
valor histórico, fue escrita en griego por uno de sus discípulos, y su
traducción al latín se halla impresa en Acta Sanctorum, sept. vol. VII. La
misma biografía ha sido traducida en varias ocasiones al italiano, por G.
Minasi, en San Nilo di Calabria (1893) y por A. Rocchi, en Vita di San Nilo
Abate (1904). También fue este santo autor de poemas litúrgicos, y sus
composiciones han sido editadas por Sofronio Grassisi en un volumen titulado
Poesie di San Nilo juniore (1906). Sobre la cuestión del supuesto matrimonio de
Nilo, véase a U. Benigni en Miscellanea di storia e coltura eclesiástica
(1905), pp. 494-496. El autor es partidario de la suposición de que san Nilo no
estaba casado con su mujer. Ver también a J. Gay en L´Italie méridionale et
l´Empire Byzantin (1904), pp. 268-286.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3499
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