San Gedeón, santo del AT
fecha: 26 de septiembre
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Conmemoración de san Gedeón, de la
tribu de Manasés, juez en Israel, que recibió del Señor el signo del rocío, que
descendía a un vellón de lana, como fortaleza de Dios, y libró al pueblo de
Israel de sus enemigos, después de destruir el altar de Baal.

La presencia de Gedeón en el Martirologio
Romano no deja de resultar un tanto extraña, ¿por qué Gedeón y no Baraq, o
Jefté, o Sansón? Gedeón fue «juez» en Israel; también lo fueron Otniel, Ehud,
Baraq, Jefté, Sansón, y los otros seis llamados «jueces menores», de los que
apenas se ha conservado el nombre y tribu a la que pertenecieron (Samgar, Tolá,
Yaír, Ibsán, Elón y Abdón). ¿Por qué entonces sólo Gedeón está presente en el
Martirologio, como juez santo del AT? Si leemos el ciclo de Gedeón, que ocupa
los capítulos 6 a 8 del libro de los Jueces, no encontraremos razones para
incluirlo demasiado distintas a las que encontraríamos para incluir a Sansón o
a Jefté. Acaso entonces debamos ver en Gedeón no más que el resumen y la
evocación que el Martirologio Romano hace de la santidad de Dios presente en un
período confuso, oscuro y lejano de la historia bíblica: el llamado «período de
los jueces».
Este período abarca unos doscientos años,
quizás poco más, de la historia de Israel: el que va desde el fin del éxodo,
hacia el 1200 a.C., hasta la institución de la monarquía, hacia el año 1000.
Todo lo que decimos de ese período proviene de la Biblia, ya que Israel no era
todavía una entidad históricamente relevante como para tener noticias de ella
que no procedan de la propia Biblia; y todo lo que ella narra se encierra en un
delgadísimo libro, el libro de los Jueces, escrito unos seiscientos años
después, en una época terrible de Israel: cuando marchaba al exilio, del que no
sabía aun que sería nuevamente liberado. Así que la historia de los humildes
comienzos de Israel es contada a la vista de lo que parece ser su trágico final.
No es raro que todo el libro esté teñido de cierta carga de nostalgia por la
oportunidad histórica perdida de ser realmente un pueblo de Dios, a la vez que
de cierta rabia impotente por contemplar que fue el propio carácter tozudo de
Israel -que una y otra vez abandonaba al Dios vivo y verdadero para seguir a
los ídolos, obra de sus manos- el que empujó al pueblo hacia su final. El libro
de los Jueces no cuenta la historia de los jueces en nuestro sentido moderno
-documental y exacto- de la palabra «historia», ya que seiscientos años después
apenas si quedaban de aquellos tiempos retazos de relatos folclóricos,
heroicos, tradicionales, una confusa mezcla de nombre propios, lugares y
batallas, a medio camino entre la historia y la leyenda... El libro de los
Jueces no cuenta la historia del período de los jueces sino que juzga la
historia de Israel -la historia entera, pero sobre todo la época inmediatamente
anterior al exilio- a la luz de estas historias fragmentarias del Israel
inicial, convertidas en parábolas del destino del pueblo.
La historia de Gedeón es una de esas
historias fragmentarias; es también posiblemente la mejor para elegir como
paradigma de Israel. Gedeón se define a sí mismo: «Mi clan es el más pobre de
Manasés y yo el último en la casa de mi padre» (Jue 6,15). Esta debilidad de
Gedeón, debilidad reconocida y aceptada por él, como en el caso de Moisés, de
David, de Elías, de Isaías, es lo que lo pone en la mira de Dios. Durante los
tres capítulos que abarca el ciclo narrativo de este «juez» (en realidad nunca
se lo llama «juez» sino «salvador») se acentúa ese rasgo: su debilidad.
Llegando incluso al extremo de que luego de reunir una considerable fuerza
militar para librarse del enemigo madianita, por encargo del propio Dios,
Gedeón «limpia» su ejército para quedarse con tan solo 300 hombres: «Yahveh
dijo a Gedeón: 'Demasiado numeroso es el pueblo que te acompaña para que ponga
yo a Madián en sus manos; no se vaya a enorgullecer Israel de ello a mi costa
diciendo: "¡Mi propia mano me ha salvado!"'» (Jue 7,2). Gedeón es así
quien, libre del compromiso de ser fuerte, queda totalmente dispuesto a que
obre Dios en él y a través de él.
El elogio del Martirologio Romano pone su
mirada en dos aspectos del relato de Gedeón: el «signo del rocío» y la destrucción
del altar de Baal. El signo del rocío se narra en 6,36-40:
«Gedeón dijo a Dios: "Si verdaderamente vas a salvar por mi mano a Israel, como has dicho, yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solamente sobre el vellón y todo el suelo queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi mano, como has prometido."
Así sucedió. Gedeón se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió su rocío, una copa llena de agua.
Gedeón dijo a Dios: "No te irrites contra mí si me atrevo a hablar de nuevo. Por favor, quisiera hacer por última vez la prueba con el vellón: que quede seco sólo el vellón y que haya rocío por todo el suelo."
Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y por todo el suelo había rocío.»
Se trata de una ordalía, o apelación directa al juicio divino, para establecer la verdad, en este caso de la elección auténtica de Gedeón; sin embargo, en la tradición interpretativa posterior, principalmente con lo Padres de la Iglesia, este rocío adquirió una significación alegórica, esbozada en el elogio, como la fuerza de Dios que fecunda a israel, o como la gracia divina, la doctrina auténtica, etc (ver, por ejemplo, san Agustín, «Carta a los católicos sobre la secta donatista», nº 10).
«Gedeón dijo a Dios: "Si verdaderamente vas a salvar por mi mano a Israel, como has dicho, yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solamente sobre el vellón y todo el suelo queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi mano, como has prometido."
Así sucedió. Gedeón se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió su rocío, una copa llena de agua.
Gedeón dijo a Dios: "No te irrites contra mí si me atrevo a hablar de nuevo. Por favor, quisiera hacer por última vez la prueba con el vellón: que quede seco sólo el vellón y que haya rocío por todo el suelo."
Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y por todo el suelo había rocío.»
Se trata de una ordalía, o apelación directa al juicio divino, para establecer la verdad, en este caso de la elección auténtica de Gedeón; sin embargo, en la tradición interpretativa posterior, principalmente con lo Padres de la Iglesia, este rocío adquirió una significación alegórica, esbozada en el elogio, como la fuerza de Dios que fecunda a israel, o como la gracia divina, la doctrina auténtica, etc (ver, por ejemplo, san Agustín, «Carta a los católicos sobre la secta donatista», nº 10).
La destrucción del altar de Baal es,
podríamos decir, la gran gesta que asimila a Gedeón a los mártires cristianos,
resumiendo la esencia de la verdad bíblica en un aspecto que, aunque cambie de
formas en cada época, no puede dejar de estar presente: por Dios,
contra el ídolo. Allí donde hay santidad bíblica hay esta lucha activa
contra el ídolo, en la debilidad de un creyente que sabe que no es él mismo la
fuente de esa verdad, sino que toda lucha y todo triunfo se debe a la acción
escondida del propio Dios. En Gedeón, más que en los otros «jueces» del libro,
se encarnan perfectamente estos aspectos, que sintetizan la mirada cristiana
sobre la santidad.
El libro de los Jueces es ciertamente
difícil para nuestra sensibilidad actual, lleno de violencia y venganza... sin
embargo es un libro bíblico, no menos palabra de Dios que los demás. Aprender a
acercarse a ese tipo de textos es una oportunidad de tomar un contacto más
«adulto», menos rosa y «light» con la palabra divina. Una buena introducción la
puede constituir el Cuaderno Bíblico
sobre los Jueces, nº 125, de Philippe Abadie, editado en
castellano por Verbo Divino. Hay, por supuesto, muchas otras introducciones también
valiosas, ésta es actualizada (2005), profunda, y no excesivamente complicada
para leer.
Abel Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3495
can.: pre-congregación
país: Italia - †: s. III/IV
país: Italia - †: s. III/IV
En Albano, del Lacio,
san Senador, mártir.
can.: pre-congregación
país: Italia - †: s. IV
país: Italia - †: s. IV
En Bolonia, en la
región de la Emilia, conmemoración de san Eusebio, obispo, defensor con san
Ambrosio de la fe católica contra los arrianos y gran promotor de la virginidad
entre las jóvenes.
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