Este domingo, celebraremos la canonización de Santa Teresa de Calcuta, mejor conocida como la Madre Teresa. Hay muchas cosas que podríamos decir de su impresionante vida y legado, pero
hoy me gustaría compartir sus regalos favoritos,
esos mismos que ella contó en su discurso durante los premios Nobel en 1979 con el mundo entero:
1.- Dinero para Cigarros:
"El otro día recibí $15 de un hombre que había pasado veinte años recostado en su espalda, y la única parte que podía mover era su mano derecha. Y la única compañía que disfruta es fumar. Y me dijo: "
No fumo durante una semana, y le envío este dinero". Debe haber sido un sacrificio terrible para él, pero miren cuán bello, cuánto compartió, y con ese dinero compré pan y se lo di a aquellos que están hambrientos generando alegría en ambos lados, este hombre estaba dando y los pobres estaban recibiendo. Esto es algo que ustedes y yo, es un regalo de Dios, para que seamos capaces de compartir nuestro amor con otros”
2.- El Azúcar de un Vecino:
“Algún tiempo atrás en Calcuta, tuvimos una gran escasez de azúcar, y no sé cómo esto llegó hasta los oídos de los niños, y un pequeño de cuatro años de edad, un niño hindú, fue a casa y le dijo a sus padres: No comeré azúcar por tres días, le daré mi azúcar a la Madre Teresa para sus niños. Después de tres días su padre y madre le trajeron a nuestro hogar. Nunca antes los había conocido, y este pequeño apenas si podía pronunciar mi nombre, pero él sabía exactamente lo que él había venido a hacer. Él sabía que quería compartir su amor.”
3.- La Cena de tus Niños
“Tuve la experiencia más extraordinaria con una familia hindú que tenía ocho niños. Un caballero vino a nuestro hogar y dijo: Madre Teresa, hay una familia con ocho niños – hace mucho que no han comido – haga algo. Así que tomé arroz y fui allí inmediatamente. Y vi a los niños, sus ojos brillando con hambre. No sé si ustedes han visto el hambre. Pero yo la he visto muy a menudo. Y [la madre de estos niños] tomó el arroz, lo dividió y se fue. Cuando regresó le pregunté - ¿A dónde fue? ¿Qué hizo? Y ella me contestó de manera muy sencilla: Ellos también tienen hambre. Lo que me sorprendió más fue que ella sabía – y ¿quiénes eran ellos? Una familia musulmana – y ella sabía. No les llevé más arroz esa noche porque quería que ellos disfrutaran la alegría de compartir. Pero ahí estaban esos niños, radiantes de alegría, compartiendo esa alegría con su madre porque ella tuvo amor para dar. Y verán, ahí es donde empieza el amor, en el hogar”.
4.- Sonrisas (y súplicas)
“Y saludemos siempre al otro con una sonrisa, porque la sonrisa es el inicio del amor, y una vez que empezamos a amarnos los unos a los otros naturalmente queremos hacer algo. Así que oren por nuestras Hermanas y por mí y por nuestros Hermanos, y por nuestros compañeros alrededor el mundo. Que permanezcamos fieles al don de Dios, para amarle y servirle en los pobres junto a ustedes”
¿Qué tienen cada una de estas historias en común? Nuevamente, Madre Teresa no tiene miedo de decírnoslo:
“Y leemos muy claramente en el Evangelio – amen a como les he amado – como Yo les amo –como el Padre me ha amado, les amo – y el Padre no amó tanto, que nos dio a Su Hijo, y cuando nos amamos los unos a los otros, nosotros, también, debemos darnos a los demás hasta que nos duela. No es suficiente decir: Te amo Dios, pero no amo a mi vecino. San Juan dice ere un mentiroso si dices que amas a Dios pero no amas a tu vecino. ¿Cómo puedes amar a Dios a quien no ves, si no amas a tu vecino a quien sí ves, a quien puedes tocar, con quien convives? Y es muy importante que nosotros nos demos cuenta de que el amor, para que sea verdadero, debe doler. A Jesús le dolió amarnos, le dolió. Y para asegurarse de que recordáramos su grandioso amor, se convirtió a sí mismo en pan de vida para satisfacer nuestra hambre con su amor.”
Es impresionante cuán poco cambia Madre Teresa su lenguaje, incluso para un discurso en los premio Nobel, ante una de las audiencias más sofisticadas del mundo (y seculares). En lugar de adornar sus párrafos con cumplidos y un vocabulario elegante, ella se conformaba con simplemente presentar el Evangelio, haciendo eco de los santos a lo largo de los siglos. Esta simplicidad inspirada en el Evangelio proviene de la magnanimidad en su sentido más grande, y no de la miopía.
“Los hombres que alcanzan grandes cosas no trabajan más complejamente que el hombre promedio, sino que más simplemente… Al lidiar con problemas complejos, con la simplicidad que le caracteriza, él va directo al punto, sin verse afectado por la confusión de los detalles en los que cualquier otro hombre se perdería.”
Ayudados por la inspiración de la vida de Madre Teresa (y por su intercesión), entreguémonos hasta que nos duela. Que, aunque demande sacrificio material, proclamemos (y pasemos) la única cosa que vale la pena poseer:
el amor de Cristo mismo, dado a nosotros a través del Evangelio. No tenemos nada mejor que ofrecer.
Adaptación y traducción al español por María Vanegas, para PildorasdeFe.net, del artículo publicado en: Word On Fire, autor: Dominicanos de la Provincia de San José
María Mercedes Vanegas, es nicaragüense viviendo en Alemania, soltera, ingeniera y -a ejemplo de San Francisco Javier- misionera en esta era tecnológica. Identificación evangelizadora: «Y es que "Ay de mí si no predico el Evangelio", pues "muchos cristianos se dejan de hacer…, por no haber personas que se ocupen en la evangelización"»
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