miércoles, 2 de noviembre de 2016

Santos Acindino, Pegasio, Aftonio, Epidíforo, Anempodisto y muchos compañeros, mártires - San Marciano de Siria, eremita (2 de noviembre)

Santos Acindino, Pegasio, Aftonio, Epidíforo, Anempodisto y muchos compañeros, mártires

fecha: 2 de noviembre
†: s. IV - país: Irak-Irán
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati

Elogio: En Persia, santos Acindino, Pegasio, Aftonio, Epidíforo, Anempodisto y muchos compañeros mártires, que, según se cuenta, padecieron durante el reinado de Sapor II.

Estos santos mártires de Persia se mencionan en una 'Passio' griega de la época de Heraclio (610-614), históricamente de escaso valor, que hemos recibido en una reelaboración de Simeón Metafrastes, hagiógrafo bizantino del siglo X, y en una versión latina en el códice 1622 de la Universidad de Padua.
La historia narrada en la 'Passio', tuvo lugar en la época del rey persa Sapor II (310-379); arreciaba la persecución contra los cristianos, que en contraposición a la libertad religiosa concedida por el emperador romano Constantino el Grande en 313, fueron considerados por los persas como una "quinta columna" del Imperio Romano, con el que Sapor II estaba en hostilidades. El rey hizo capturar a Acindino, Pegasio y Anempodisto, fervientes cristianos, que fueron sometidos a interrogatorios y torturas, de conformidad con las prácticas de la época, pero luego fueron milagrosamente curados, sus cadenas se rompieron y fundieron, mientras que una violenta tormenta se abatió sobre la ciudad real de Isfahán; al tiempo que Sapor II perdió la voz, que recuperó por intercesión de los propios mártires. Al igual que en otras historias antiguas sobre el martirio de los cristianos, el suplicio no se detuvo allí; los tres cristianos fueron inmersos en plomo fundido y salieron ilesos, ante el asombro de los carniceros, uno de los cuales, Aftonio, se convirtió y fue inmediatamente decapitado; se intentó matarlos arrojándolos al mar encerrados en bolsas, pero salieron de entre las olas ilesos. Mientras tanto, en el Senado persa, Epidíforo y otros senadores habían tomado la defensa de los cristianos, pagando también ellos con la vida su coraje. Finalmente Acindino, Pegasio y Anempodisto fueron quemados vivos en Isfahán; fue alrededor del 350 dC.
Sus reliquias fueron posteriormente trasladadas a Constantinopla y veneradas en una iglesia dedicada a ellos; en 1204, durante la Cuarta Cruzada, una reliquia de Acindino terminó en Francia, en Vedans, y de allí pasó a la abadía de Rosières; se perdió durante la Revolución Francesa, y fue reencontrada un siglo más tarde, en 1892, en Grozon.
Los santos mártires son venerados en Oriente y en Occidente el 2 de noviembre, y son particularmente recordados por la Iglesia bizantina; se los representa en la famosa 'pala de oro' de la Basílica de San Marcos en Venecia.
Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.
fuente: Santi e Beati
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4001



San Marciano de Siria, eremita


fecha: 2 de noviembre
†: s. IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: Conmemoración de san Marciano, eremita, que, nacido en Cirro, se retiró al desierto de Calcedonia, y allí, viviendo en una estrechísima caseta, sólo por la tarde se alimentaba de una módica cantidad de pan y agua, pero poniendo por delante del ayuno el amor fraterno.

San Marciano nació en Cyrrhus, en Siria. Su padre pertenecía a una familia patricia. Marciano abandonó la casa paterna y partió de su patria. Como no le gustase hacer las cosas a medias, se retiró a un desierto entre Antioquía y el Eufrates. Allí escogió el rincón más escondido y se encerró en una estrecha celda, tan baja y tan reducida de tamaño, que no podía estar de pie ni acostado sin encogerse. Tal soledad era como un paraíso para él, pues podía consagrarse enteramente al canto de los salmos, la lectura espiritual, la oración y el trabajo. Sólo se alimentaba de pan, y aun eso en pequeña cantidad; sin embargo jamás pasaba el día entero sin comer, pues quería tener fuerzas para hacer lo que Dios le pedía que hiciera. La luz sobrenatural que recibía en la contemplación le dio un amplio conocimiento de las grandes verdades y misterios de la fe. No obstante su gran deseo de vivir ignorado de los hombres, su fama llegó a otros países y, al fin, tuvo que admitir por discípulos a Eusebio y Agapito. Con el tiempo, fue aumentando el número de sus discípulo y nombró abad a Eusebio. En cierta ocasión le visitaron a un tiempo san Flaviano patriarca de Antioquía y otros obispos para rogarle que les hiciese una exhortación, como tenía por costumbre. La dignidad de su auditorio impresionó a Marciano, quien no supo qué decir durante unos momentos. Como los obispos le incitasen a hablar, les dijo: «Dios nos habla a cada momento a través de las creaturas y del universo que nos rodea. Nos habla también por su Evangelio, en el que nos enseña a cumplir nuestro deber para con los demás y con nosotros mismos. ¿Qué otra cosa podría yo deciros?»
San Marciano obró varios milagros y su fama de taumaturgo le molestaba mucho, de suerte que jamás prestaba oídos a quienes acudían a su intercesión para obtener un milagro. Así, en cierta ocasión en que un habitante le pidió que bendijese un poco de aceite para curar a su hija enferma, el santo se negó absolutamente, sin embargo, la enferma recobró la salud en ese mismo instante. Marciano vivió hasta edad muy avanzada. En sus últimos años, sufrió mucho a causa de la importunidad de los que querían conservar su cuerpo cuando muriese. Algunos de éstos, entre los que se contaba su sobrino Alipio, llegaron incluso a construir capillas en diferentes sitios para darle sepultura. San Marciano resolvió el problema al pedir a Eusebio que le enterrase en un sitio secreto. El sitio de su sepultura no fue descubierto sino hasta cincuenta años después de su muerte. Entonces se trasladaron sus reliquias a un sitio que se convirtió en lugar de peregrinación.
Todo lo que sabemos acerca de san Marciano procede de la Historia Religiosa de Teodoreto. Puede verse el texto griego, con una traducción latina comentada, en Acta Sanctorum, nov., vol. I.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4002

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