San Leandro de Sevilla, obispo
fecha: 13 de marzo
fecha en el calendario anterior: 27 de febrero
n.: c. 545 - †: c. 600 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 27 de febrero
n.: c. 545 - †: c. 600 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Sevilla, en Hispania, san Leandro, obispo, hermano de los santos
Isidoro, Fulgencio y Florentina, que con su predicación y diligencia convirtió,
contando con la ayuda de su rey Recaredo, a los visigodos de la herejía arriana
a la fe católica. En España se celebra su memoria el 13 de noviembre.
Patronazgos: patrono de Sevilla; protector contra el reumatismo.
Oración: Oh Dios, que por medio de tu obispo
san Leandro mantuviste en tu Iglesia la integridad de la fe, concede a tu
pueblo permanecer siempre libre de todos los errores. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Los godos o visigodos, que reinaron en
España durante cuatro siglos, se convirtieron del arrianismo gracias sobre todo
a los esfuerzos de san Leandro. El padre del santo era Severiano, duque de
Cartagena, ciudad en la que Leandro nació. Su madre era hija de Teodorico, rey
de los ostrogodos. Sus hermanos fueron san Fulgencio,
obispo de Écija, y san Isidoro,
quien le sucedió en la sede de Sevilla. Tenía también una hermana, santa Florentina y
la tradición afirma que otra de sus hermanas se casó con el rey Leovigildo.
Pero este último dato no es seguro y, en caso de ser cierto, debió crear muchas
dificultades al santo, pues Leovigildo era un ferviente arriano.
Desde niño, se distinguió Leandro por su
elocuencia y su fascinante personalidad. Siendo muy joven, entró en un convento
de Sevilla, donde se entregó durante tres años a la oración y el estudio. A la
muerte del obispo de Sevilla fue elegido unánimemente para sucederle; pero su
nueva dignidad no le hizo cambiar de costumbres. El santo se dedicó
inmediatamente a combatir el arrianismo, que había hecho grandes progresos, y
con su oración y predicación obtuvo numerosas conversiones, entre otras la de
Hermenegildo, el hijo mayor del rey Leovigildo. El año 583, san Leandro fue a
Constantinopla al frente de una embajada; en esa ciudad conoció a san Gregorio
Magno, que aun no era papa, y había ido allí como legado del
papa Pelagio II. Una gran amistad les unió desde entonces, y san Gregorio
escribió su comentario sobre el libro de Job («Moralia in Iob»), a instancias
de san Leandro.
Al regresar a España, san Leandro continuó
luchando por la fe; pero en el 586 Leovigildo condenó a muerte a su propio
hijo, san Hermenegildo,
por haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, y al
mismo tiempo desterró a varios prelados católicos, entre los que se contaba a
san Leandro y a su hermano san Fulgencio. El santo obispo continuó su tarea
desde el destierro, escribiendo dos libros contra el arrianismo y otro más para
responder a las objeciones que se habían hecho a los dos primeros. Leovigildo
levantó la pena de destierro poco después y, ya en su lecho de muerte, confió a
san Leandro a su hijo Recaredo para que le instruyese en la verdadera fe. Sin
embargo, el propio Leovigildo murió sin reconciliarse con la Iglesia, por miedo
de ofender al pueblo, según cuenta san Gregorio. Bajo la dirección de san
Leandro, Recaredo llegó a ser un fervoroso católico, bien instruido en la fe.
Leandro demostró tal sabiduría en sus discusiones con los obispos arrianos, que
acabó por ganarles a su doctrina, más con sus argumentos que con su autoridad.
Esto produjo la conversión de todo el pueblo visigodo. Igual éxito tuvo el
santo con los suevos, otro pueblo de España pervertido por Leovigildo. Nadie se
regocijó más de los triunfos del santo obispo que san Gregorio Magno, quien le
escribió una afectuosa carta de felicitación y le envió un palio.
En el 589, san Leandro presidió el tercer
Concilio de Toledo, que redactó una solemne declaración de la consustancialidad
de las tres Personas divinas y votó veintitrés cánones disciplinares. Como se
ve, san Leandro no se preocupaba menos de la pureza de la fe que de las buenas
costumbres. Al año siguiente, tuvo lugar en Sevilla otro concilio con el fin de
confirmar y sellar la conversión del pueblo a la verdadera fe. San Leandro
conocía, por experiencia, el poder de la oración y trabajó por fomentar la
verdadera devoción en todos los fieles, pero sobre todo en los que se habían
consagrado a Dios en la vida religiosa. Su carta a santa Florentina, documento
conocido con el nombre de «Regla de la Vida Monástica», tiene por tema
principal el desprecio del mundo y la oración. Una de las obras más importantes
de san Leandro fue la reforma de la liturgia. Siguiendo la práctica de las
iglesias orientales, el tercer Concilio de Toledo introdujo en la misa el Credo
de Nicea, que repudiaba la herejía arriana. Más tarde, otras Iglesias de
Occidente y la misma Iglesia de Roma adoptaron esa práctica.
San Leandro se vio frecuentemente atacado
por las enfermedades, particularmente por la gota. San Gregorio, que sufría
también de ese mal, alude a ello en una de sus cartas. Según una antigua
tradición española, la famosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe del Real
Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe en Cáceres, Extremadura, fue un
regalo del Papa san Gregorio a su amigo san Leandro. De los numerosos escritos
del santo, los únicos que han llegado hasta nosotros son la «Regla de la Vida
Monástica» y una homilía de acción de gracias por la conversión del pueblo
godo. San Leandro murió hacia el año 600. Sus reliquias se conservan en la
catedral de Sevilla. La liturgia española celebra la memoria de san Leandro el
13 de noviembre.
Ver Acta Sanctorum, marzo, vol. II; Gams, Kirchengeschichte von Spanien; vol. II pte. 2, pp. 37 ss., 66 ss.; DTC, vol.
IX, p. 95. Ver también el excelente artículo de la Sra. Humphry Ward sobre san
Leandro, en A dictionary of Christian Biography, ed. William Smith y Henry
Wace, vol. III, pp. 637-640. Leovigildo y la conversión de Recaredo
corresponden al cuadro general de la historia de la Iglesia en su transición a
la Edad Media, cfr. Jedin, H. manual de Historia de la Iglesia, II, pág 757ss. Herder.
Leandro como autor está tratado en Patrología, Di Berardino, BAC, tomo IV, pág 91.
Cuadro: Bartolomé Murillo: «Leandro y Buenaventura», 1665-1666, en el Museo de Ballas Artes de Sevilla.
Cuadro: Bartolomé Murillo: «Leandro y Buenaventura», 1665-1666, en el Museo de Ballas Artes de Sevilla.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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