Santa María Dominica Mazzarello, fundadora
fecha: 14 de mayo
n.: 1837 - †: 1881 - país: Italia
canonización: B: Pío XI 20 nov 1938 - C: Pío XII24 jun 1951
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1837 - †: 1881 - país: Italia
canonización: B: Pío XI 20 nov 1938 - C: Pío XII24 jun 1951
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Nizza Monferrato, en la región de
Piamonte, en Italia, santa María Dominica Mazzarello, fundadora, junto con san
Juan Bosco, del Instituto de Hijas de María Auxiliadora, dedicadas a la
instrucción de niñas pobres. Sobresalió por su humildad, prudencia y caridad.

Mornese es un pueblecito montañés del sur
del Piamonte, cerca de la frontera con Liguria y no lejos de Genova. Ahí vivía,
en la primera mitad del siglo XIX, un campesino honrado, testarudo y enérgico,
llamado José Mazzarello, con su esposa Magdalena Calcagno. En 1837, nació su
hija primogénita, a la que bautizaron con el nombre de María Dominga. Seis años
más tarde, la familia se trasladó a "Villa Valponasca", en las
afueras de Mornese. Ahí fue donde María se transformó en una chiquilla sana y
robusta que correteaba incansablemente por los campos y viñedos. El camino de
Valponasca a la iglesia de Mornese era largo y difícil, aun cortando por los
atajos; a pesar de ello, María asistía diariamente a la misa, en cuanto le era
posible. El párroco, Don Pestarino, instituyó una congregación mariana, y María
fue una de las cinco congregantes fundadoras. El ejemplo de la joven, que era
muy popular por su bondad, modestia y simpatía, atrajo a la congregación a
otras de sus compañeras. Don Pestarino había fundado la congregación de las
Hijas de María Inmaculada, a raíz de una conversación con Don Bosco en
Turín. Tal fue el primer contacto indirecto de María Mazzarello con San Juan
Bosco. Esto ocurrió en 1855, cuando María tenía diecisiete años.
Cinco años más tarde, una violenta
epidemia de tifoidea que se desató en Mornese, puso a prueba la virtud de las
congregantes. María fue a cuidar, durante la enfermedad, a su tío y su familia,
venció toda repugnancia natural y desempeñó la tarea con el celo de «una
Hermana de la Caridad»; contrajo la enfermedad que la puso a las puertas de la
muerte. Durante su larga convalescencia, María comprendió que en adelante no
tendría fuerzas suficientes para trabajar en el campo, como antes, y aprendió a
confeccionar vestidos, junto con una amiga suya llamada Petronila. Entre las
dos abrieron un pequeño comercio en el pueblo; el éxito fue tan grande, que
pronto empezaron a tomar algunas aprendices entre las jóvenes de Mornese. De
ese modo, casi accidentalmente, aquellas dos campesinitas iniciaron con las
niñas, en un pueblecito perdido de la montaña, una obra semejante a la de Don
Bosco con los niños, adaptada a su espíritu y sus métodos. Frecuentemente
decían a las aprendices: «Reíd, jugad y haced toda la alharaca que queráis;
pero guardaos de hacer o decir nada que desagrade a Dios». Un atardecer de
agosto de 1865, Don Bosco fue de excursión a Mornese con sus chicos. Las Hijas
de María Inmaculada recibieron de rodillas su bendición y María exclamó: «¡Don
Bosco es un santo!»
Para seguir los consejos del santo, Don
Pestarino ofreció un edificio para una escuela de niños en Mornese. Por otra
parte, Don Bosco había confiado ya al Papa Pío IX su proyecto de crear una
congregación de religiosas que trabajase con las niñas, como los Salesianos lo
hacían con los niños y, el obispo de Acqui, Mons. Sciandra, tenía sus razones
para no querer que hubiese un colegio de niños en Mornese. Así pues, el 29 de
mayo de 1872, el pueblo de Mornese se encontró con la noticia de que una nueva
congregación de religiosas se había establecido en el edificio que Don
Pestarino regaló para el colegio. El núcleo de la congregación estaba formado
por las Hijas de María Inmaculada. María Mazzarello, que aún no cumplía los
treinta y cinco años, era la superiora. El convento se levantaba, por lo demás,
exactamente en el sitio en que, años antes, María había tenido la visión de un
colegio de niñas atendido por religiosas. Tales fueron los comienzos de la
Congregación de las Hijas de Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, a las
que algunas veces se llama «Hermanas Salesianas».
Los primeros tiempos no fueron fáciles.
Los habitantes del pueblo se molestaron de que la idea del colegio no se
hubiese realizado y que las «usurpadoras» fuesen precisamente las antiguas
congregantes. Según contaba san Juan Bosco, las religiosas tuvieron que sufrir
las burlas y el desprecio de sus propios parientes. Dos meses más tarde, Don
Bosco acompañó al obispo a visitar el nuevo convento. María, Petronila y otras
nueve religiosas, hicieron entonces los votos trienales, y Don Bosco predicó en
esa ocasión. El santo, un educador y un gran hombre en muchos sentidos, fue
quien escogió por superiora de la nueva congregación a aquella rústica
costurera que apenas sabía escribir. El árbol se conoce por sus frutos. En
1878, seis de las religiosas de Mornese partieron en la segunda misión
salesiana a la Argentina y, al año siguiente, el convento de Mornese era ya
demasiado pequeño. La madre María tuvo, pues, que trasladarse con lágrimas en
los ojos, a la nueva casa madre, situada en Nizza Monferrato, en un antiguo
convento capuchino.
Durante la vida de santa María Mazzarello,
se inauguraron otros trece conventos en Italia y Francia (sesenta años después
había ya más de 800, en todo el mundo), en todos los cuales reinaban el
espíritu y los métodos de san Francisco de Sales y san Juan Bosco. El trabajo
principal de las religiosas consistía en la enseñanza; pero poco a poco
emprendieron toda clase de obras en bien de la juventud. La bondad y la
sencillez son las características fundamentales de sus métodos; en vez de
reprimir, alientan y guían a las niñas, y el ejemplo de Cristo sustituye, con
ventaja, a la vara. La actividad continua exige firmeza y sencillez de carácter
para no degenerar en «activismo» ni adulterar la plenitud de la vida cristiana.
Sin duda que la educación sencilla y enérgica que recibió María Mazzarello en
su infancia, le ayudó inmensamente durante sus años de superiorato. Ella
atribuía humildemente a Dios todos sus éxitos. Pero Dios ha querido depender,
en cierta medida, de la calidad de los instrumentos que Él elige y sostiene con
su gracia.
A principios de 1881, la madre María
acompañó a Marsella a un grupo de sus hijas que iban a partir para Sudamérica.
El viaje desde Genova fue muy fatigoso y la santa enfermó en el miserable
alojamiento que encontraron en Marsella. Para obedecer al consejo de Don Bosco,
la madre María se trasladó a un convento de su congregación, situado entre
Marsella y Toulon, donde pasó seis semanas en la cama, gravemente enferma. Al
fin pudo volver a Nizza Monferrato. Pero antes de partir para allá, preguntó a
Don Bosco si creía que fuese a recobrar la salud. El santo le respondió con una
parábola, cuyo sentido indicaba que una verdadera superiora debía preceder a
sus hijas aun en la muerte. María dio la mano a Don Bosco sin decir una sola
palabra. El 27 de abril, recibió la extremaunción y comentó alegremente con el
sacerdote que la había ungido: «Ahora que ya tengo el pasaporte para el cielo,
puedo morir tranquila en cualquier momento». Sin embargo, Dios permitió que
sufriese una horrible tentación de desesperación pocos días antes de su muerte.
La santa logró vencerla con gran esfuerzo y, al fin, entonó el himno: «Chi ama
Maria contento sará» (quien ama a María será feliz). A los pocos días, el 14 de
mayo de 1881, la madre María entregó su alma a Dios, a los cuarenta y cuatro
años de edad. Fue canonizada en 1951. Su cuerpo descansa junto al de Don Bosco,
en Turín.
La biografía escrita por H. L. Hughes
(1933) es en gran parte una reconstrucción de la época de la santa, pero tiene
detalles biográficos muy interesantes. El folleto del P. J. B. Calvi añade
algunos hechos. Ver las numerosas biografías de Don Bosco. Don Fernando Maccono
escribió la biografía oficial, titulada Santa Maria Mazzarello. Existe, además,
un estudio muy extenso de Don Eugenio Ceria.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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