Evangelio del día: Reconocer los propios pecados te lleva al
encuentro con Dios
Evangelio del día. AUDIO. Lucas 5,1-11 - XXII semana tiempo
ordinario: Pedro experimenta el encuentro con Dios viendo su propio pecado.
Evangelio del día: Lucas 5,1-11
Evangelio del día: (La
Pesca milagrosa): "En aquel tiempo, una multitud se amontonó alrededor de
Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago
de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los
pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de
las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla;
después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar,
dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le
respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado
nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron
tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces
hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos.
Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver
esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí,
Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los
que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo
les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero
Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de
hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo
siguieron." Palabra
del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Pedro experimenta el encuentro con Cristo viendo su propio
pecado: ve la fuerza de Jesús y se ve a sí mismo. Se inclina a sus pies
diciendo: "Señor, aléjate de mí, porque soy un pecador". En este
encuentro entre Cristo y mis pecados está la salvación
El lugar privilegiado para el encuentro con Jesucristo son los
propios pecados. Si un cristiano no es capaz de sentirse precisamente pecador y
salvado por la sangre de Cristo, de este Crucificado, es un cristiano a mitad
de camino, es un cristiano tibio.
Cuando nosotros encontramos Iglesias decadentes, cuando
encontramos parroquias decadentes, instituciones decadentes, seguramente los
cristianos que están allí no han encontrado jamás a Jesucristo o se han
olvidado de aquel encuentro con Jesucristo.
La fuerza de la vida cristiana y la fuerza de la Palabra de Dios
está precisamente en aquel momento donde yo, pecador, encuentro a Jesucristo y
aquel encuentro da un vuelco a la vida, cambia la vida… Y te da la fuerza para
anunciar la salvación a los demás.
Debemos preguntarnos también nosotros:
Debemos preguntarnos también nosotros:
- "¿Soy capaz de decir al Señor: Soy pecador?".
No en teoría, ¿sino confesando el pecado concreto?
- ¿Soy capaz de creer que precisamente Él, con su Sangre,
me ha salvado del pecado y me ha dado una vida nueva?
- ¿Tengo confianza en Cristo?.
¿De qué cosas puede jactarse un cristiano? De dos cosas: de los
propios pecados y de Cristo crucificado. (Reflexión antes del rezo del Ángelus,
04 de septiembre de 2014)
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