Verano DOS:
Te llegan en estos momentos los dos comentarios del Evangelio para el domingo segundo de agosto. Los encuentras a continuación.
Por estar en tiempo de 'vacaciones estivales' nos vamos a ahorrar las habituales presentaciones, que retomaremos en el primer domingo de septiembre, día siete.
Carmelo Bueno Heras
Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
YO y TÚ. El corazón de tu cerebro
De nuevo, la Comisión vaticana para los asuntos de la liturgia nos deja sin que leamos el texto de Lucas 12,22-31. Y, como ya he dicho, nadie explica nada. Nadie sabe por qué razones se hacen estas cosas. Y, según estos impenetrables criterios nos quedaremos sin escuchar un mensaje como este: “Buscad su Reino y estas cosas se os darán por añadidura” (12,31). Parece ser que la misión de buscar el Reino de la que habla Lucas no debe de ser muy importante para las autoridades vaticanas. Ni entro ni salgo en esta cuestión de las motivaciones, sólo trato de alertar sobre lo que no nos dicen que existe, porque no se nos lee públicamente. Invito a que cada cual interprete estos silencios.
Recuerdo que desde 9,51 este Evangelista nos dice que estamos con Jesús de Nazaret subiendo a Jerusalén por ese camino que vino en llamarse ‘La ruta de los galileos’. Y sobre esta realidad y partiendo de ella, el Evangelista coloca en boca de Jesús y de sus acompañantes preguntas y respuestas sobre ‘el camino’. El camino que es la propia vida de un pueblo y de su mundo. El camino que es la propia experiencia de una Religión y de sus creencias y tradiciones. El camino que es la propia vida de cada persona y, como diría entre nosotros hace cuatro días un tal Ortega y Gasset, sus circunstancias. Por eso, este Evangelista nos advierte con desbordada desmesura en los inicios de este duodécimo capítulo en el que estamos que eran miles y miles las personas que se arremolinaban alrededor de Jesús, hasta pisarse unas a otras.
Esta imagen y experiencia del camino y del caminar es muy plástica y adecuada para presentar y compartir una manera determinada de vivir, creer, relacionarse, trabajar, descansar… Y el método apropiado es el de las preguntas de los acompañantes que esperan las respuestas del maestro acompañado. Ya lo hemos detectado así en los textos anteriores y en los comentarios correspondientes. En el relato que se anunciará este domingo nos llegará esta pregunta de un ‘Pedro distraído, muy distraído’: “Dices esta parábola para nosotros o para todos?” (12,41).
Desde el versículo 12,22 escribe el narrador que Jesús de Nazaret habla a sus discípulos. Y espero que todos los lectores capten la ironía con la que responde este laico y galileo Jesús porque así se lo imaginó Lucas, este contador de la historia del hombre de Nazaret que era, como todos los vivientes, una persona llegada a este mundo (12,40). Todos somos personas llegadas a este mundo. Todos, sin excepción de raza, color, lengua, género, credo, capacidades o pensamiento. ¿No es así como habría que interpretar ese 12,40?
A la pregunta de Pedro, una vez más y con fina ironía como digo, Jesús responde con otra parábola que, como cada una de ellas, tiene cien caras, cien mensajes, cien interpretaciones. Tú, leyente o audiente, también tienes tu interpretación. Hay quienes pensarán en la vida de después de esta vida. Y los habrá, como yo, que piensen sólo en la realidad de esta vida que es única. Tan única es esta vida que están aquí, en la tierra de esta vida que pisamos, todos los tesoros. ¿Los tesoros? ¿Qué tesoros? (lo dice explícitamente 12,34: el corazón de tu cerebro).
“Donde está tu tesoro, está tu corazón”. A parte de ti, nadie sabe nada de tu tesoro. Solo tú y el amor con quienes lo compartes. ¿Así son las cosas del Reino? Así parece.
Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 07.08.2016. También en Madrid, 10.08.2025.
Comentario segundo:
CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 37ª (10.08.2025): Lucas 15,1-35.
¿Por qué Jesús actuaba como actuaba?
He llegado contigo a este que yo llamo y llamaré, siempre incorrectamente, ‘Lucas quince’. Es el relato del ‘hijo pródigo’ que más de uno ha hecho ‘viral o famoso’ con su comentario y que otros, más audaces, se lo creen, llaman el relato del ‘padre bueno’. Sé que a más de uno le encantaría quedarse con la identidad del ‘hijo mayor’, EL MAYOR. Esto no se suele decir y menos escribir, pero está en los adentros de muchos creyentes que se creen ‘los buenos’.
A mí, me sorprende el comienzo, el motivo por el que este Jesús de Lucas se inventa un nuevo discurso que ningún otro Evangelista recordó de los días de misión evangelizadora de este laico de Galilea. Este Lucas exagera hasta los límites de la irracionalidad. Le gusta hablar de ‘todo y de todos’ y eso no fue posible en la realidad de su Jesús. Copio el comienzo, que es el contexto social y literario que permite centrar el mensaje de la palabra de Jesús (Lc 15,1):
“Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para oírle.
Los fariseos y los escribas murmuraban: éste acoge a los pecadores y come con ellos”.
Conviene retener el gesto o gestos que hace este hombre con unos y con otros. Acoge, escucha, habla y come con publicanos y pecadores. Es decir, a la vista de todos este Jesús se hace publicano y pecador. ¿Me quieren decir en qué escritos públicos eclesiásticos y de los Catecismos oficiales de la Religión se habla de un Jesús-Cristo publicano y pecador?
Este judío Jesús escucha, ¿desde la corta distancia o solo de oídas?, las murmuraciones de las gentes de bien, según la Ley de Moisés, que son los fariseos y los expertos de la Tradición y de sus aplicaciones actualizadas (como alguno diría hoy desde las nuevas tecnologías). ¿Cuántas veces han aparecido ya en este relato de Lucas estos ‘maestros de másteres’ en judaísmo? A estos creyentes judíos, que se lo creen y se apropian de los derechos de su fe, no les molestan las blasfemias verbales o dogmáticas del laico de Galilea. Estos fieles cumplidores de la ley no soportan que un judío acoja, se siente, se toque y coma con los publicanos y pecadores. Sentarse y comer con ‘TODOS’ los publicanos y pecadores era insoportable. Así actúa Jesús.
Y, para que todo quede en su sitio y bien explicado, el narrador Lucas nos cuenta el ‘por qué’ Jesús actúa como actúa con unos y con los otros, que ambos son irreconciliables: “Entonces, Jesús les dijo esta parábola”. Ésta. En singular. Una. Y el lector que somos tú y yo, leemos a continuación tres parábolas. ¿Tres parábolas distintas pero que son una y la misma? Eso creo.
A los fariseos y escribas, que escuchen o lean, les digo que son las noventa y nueve ovejas del rebaño del pastor, las nueve monedas del tesoro de una mujer de su casa y el hijo mayor y heredero del patrimonio de un padre. Por entonces, sólo heredaba del padre el primogénito.
A los publicanos y pecadores, que escuchen o lean, les digo que son la oveja que se margina del rebaño, la moneda que se le pierde a la mujer entre los ‘alamares’ de la vida y el hijo menor que se va de la casa del padre con su herencia como si ya estuviera muerto y hubiera un testamento. Ahora que ya ‘todo’ quedó claro, que cada leyente-persona, hombre o mujer, creyente o ateo, protestante o católico, laico o clérigo... acoja a ‘su Jesús’ y se quede con él.
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 12.08.2018. También en Madrid, 10.08.2025
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