jueves, 31 de agosto de 2023

Santos del día 1 de septiembre

 

Santos del día 1 de septiembre
Kalendis septembris
Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos 1,1).
En Reims, de la Galia Bélgica, san Sixto, considerado primer obispo de esta ciudad. († s. III)
En Capua, de la Campania, en la vía Acuaria, san Prisco, mártir. († s. IV)
En Todi, de la Umbría, san Terenciano, obispo. († c. s. IV)
En Dax, de Aquitania, san Vicente, celebrado como obispo y mártir. († c. s. IV)
   Santa Verena (3 coms.)   
En Zurzach, junto al Rin, en la región de los tigurinos de Germania, santa Verena. († s. IV)
En Cenomanum (Le Mans), en la Galia Lugdunense, san Victorio, obispo, de quien habla san Gregorio de Tours. († 490)
En Aquino, del Lacio, san Constancio, obispo, cuyo don de profecía elogia el papa san Gregorio Magno. († 570)
En la región de Nimes, de la Galia Narbonense, san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camarga, y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y completado el curso de su vida mortal. († s. VI/VII)
En Sens, de Neustria, san Lupo, obispo, que fue desterrado por haber dicho ante un jerarca local que convenía al pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios antes que a los príncipes. († c. 623)
En Venecia, beata Juliana de Collalto, abadesa de la Orden de San Benito. († 1262)
En Florencia, en la toscana, beata Juana Soderini, virgen de la Orden Tercera de los Siervos de María, preclara por su oración y austeridad de vida. († c. 1367)
En Madrid, en España, beatos Cristino (Miguel) Roca Huguet, presbítero, y once compañeros, mártires, de la Orden de San Juan de Dios, fusilados durante la guerra por odio a la religión. Sus nombres son: beatos Proceso (Joaquín) Ruiz Cascales, Eutimio (Nicolás) Aramendía García, Canuto (José) Franco Gómez, Dositeo (Guillermo) Rubio Alonso, Cesario (Mariano) Niño Pérez, Benjamín (Alejandro) Cobos Celada, Carmelo (Isidoro) Gil Arano, Cosme (Simón) Brun Arará, Cecilio (Enrique) López López, Rufino (Crescencio) Lasheras Aizcorbe y Faustino (Antonio) Villanueva Igual, religiosos. († 1936)
En Paterna, en la provincia de Valencia, en España, beato Alfonso Sebastiá Viñals, presbítero y mártir, que, estando al frente de la escuela de una institución social valenciana, recibió la corona gloriosa del martirio durante la misma persecución religiosa. († 1936)
En Barcelona, también en España, beatos mártires Pedro Rivera, presbítero, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y María del Carmen Moreno Benítez y María del Refugio Carbonell Muñoz, vírgenes, del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, que en la misma persecución, a imitación de la pasión de Cristo Esposo, llegaron al premio de la paz perpetua. († 1936)
En Mataró, provincia de Barcelona, beato Josep Samsó i Elias, presbítero y mártir, encarcelado y fusilado por su condición de sacerdote. († 1936)
En Tirana, Albania, beato Fran Mirakaj, laico de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártir. († 1946)
En Juiz de Fora, Minas Gerais, Brasil, beata Isabel Cristina Mrad Campos, joven laica mártir que dio testimonio de su fe en la defensa de su castidad hasta la muerte. († 1982)

01 de septiembre: Nuestra Señora de Las Lágrimas

 

01 de septiembre: Nuestra Señora de Las Lágrimas

El humilde matrimonio del obrero Angelo Lannuso y su esposa Antonia, fue recipiente de un maravilloso regalo de la Virgen María. No se trata de una aparición sino una figura del Corazón Inmaculado de María, de yeso con relieve, que colgaba encima del lecho matrimonial, y que derramó lágrimas durante cuatro días. Se verificó con una comisión de médicos, que las lágrimas eran humanas. El fenómeno fue declarado auténtico el 12 de diciembre del mismo año por los obispos de Sicilia reunidos en conferencia episcopal.

1994: El Papa consagró el santuario. Recordó el “milagro de las lágrimas" ocurrido hace 50 años (1953) y reconocido por el Papa Pío XII. El Papa Juan Pablo II la invocó para pedirle protección para “quienes tienen más necesidad de perdón y reconciliación” y para que lleve “concordia a las familias y paz entre los pueblos”. El Papa añadió: “A ti, dulce Virgen de las Lágrimas, presentamos a la Iglesia y al mundo entero. Enjuga las lágrimas que el odio y la violencia provocan en muchas regiones de la Tierra, especialmente en el Medio Oriente y en el Continente africano”


Las lágrimas de la Virgen y Juan Pablo II

El Papa ha hecho referencia en varias ocasiones a las lágrimas de la Virgen.

El 31 de agosto, 2003, el Papa consagró a Europa y a todo el mundo -especialmente las regiones- que más sufren, a las lágrimas de la Virgen María.

El Papa recordó la "Virgen de las Lágrimas" de Siracusa, Sicilia (Italia), por el “milagro de las lágrimas" ocurrido hace 50 años (1953) y reconocido por el Papa Pío XII. El Papa Juan Pablo II la invocó para pedirle protección para “quienes tienen más necesidad de perdón y reconciliación” y para que lleve “concordia a las familias y paz entre los pueblos”. El Papa añadió: “A ti, dulce Virgen de las Lágrimas, presentamos a la Iglesia y al mundo entero. Enjuga las lágrimas que el odio y la violencia provocan en muchas regiones de la Tierra, especialmente en el Medio Oriente y en el Continente africano”.


Las lágrimas de la Virgen testimonian su presencia. 
"Virgen de las Lágrimas" 
Catequesis del Santo Padre, 6 de noviembre de 1994

1. Hay un lugar en Jerusalén, en la ladera del Monte de los Olivos, donde, según la tradición, Cristo lloró por la ciudad de Jerusalén. En esas lágrimas del Hijo del hombre hay casi un eco lejano de otro llanto al que se refiere la primera lectura tomada del libro de Nehemías. Después del regreso de la esclavitud Babilónica, los Israelitas decidieron reconstruir el templo. Pero antes escucharon las palabras de la sagrada Escritura y del sacerdote Esdras, que bendijo después al pueblo con el libro de la Ley. En ese momento todos rompieron en llanto. En efecto, leemos que el gobernador Nehemías y el sacerdotes Esdras dijeron a los presentes: "Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis". "No estéis tristes, la alegría del Señor es vuestra fortaleza" (Ne 8, 9. 10). El llanto de los israelitas era de alegría por haber recuperado el templo y haber reconquistado la libertad.

2. Por el contrario, el llanto de Cristo en el Monte de los Olivos no fue de alegría, En efecto, exclamó: "¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa" (Mt 23, 37-38).

En el llanto de Jesús por Jerusalén se manifiesta su amor a la ciudad santa y, al mismo tiempo, el dolor que experimentaba por su futuro no lejano, que prevé: la ciudad será conquistada y el templo destruido; los jóvenes serán sometidos a su mismo suplicio, la muerte en cruz. "Entonces se pondrán a decir a los montes: ‘¡caed sobre nosotros!’ Y a las colinas: ‘¡cubridnos!’ Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿Qué se hará?" (Lc 23, 30-31).

3. Sabemos que Jesús lloró en otra ocasión, junto a la tumba de Lázaro. "Los judíos entonces decían: ‘Mirad cómo quería’. Pero algunos de ellos dijeron: ‘Éste que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?’" (Jn 11, 36-37). Entonces Jesús, manifestando nuevamente una profunda turbación, fue al sepulcro, ordenó quitar la piedra y, elevando la mirada al Padre, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, sal fuera!"(cf. Jn 1, 38-43).

4. El evangelio nos habla también de la conmoción de Jesús, cuando exultó en el Espíritu Santo y dijo: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito" (Lc 10, 21). Jesús se alegra por la paternidad divina; se alegra porque puede revelarla y, por último porque pude irradiarla de modo especial para los pequeños. El evangelista Lucas define todo eso como un regocijo en el Espíritu Santo. Regocijo que impulsa a Jesús a revelarse aún más: "Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quien es el Padre sino el Hijo, y Aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Lc 10, 22).

5. En el Cenáculo, Jesús predice a los Apóstoles su llanto futuro: "En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo", Y añade: "La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo" (Jn 16, 20-21). Así, Cristo habla de la tristeza y de la alegría de la Iglesia, de su llanto y de su alegría, refiriéndose a la imagen de una mujer que da a luz.

6. Los relatos evangélicos no recuerdan nunca el llanto de la Virgen. No escuchamos su llanto ni en la noche de Belén, cuando le llegó el tiempo de dar a luz al Hijo de Dios, ni tampoco en el Gólgota, cuando estaba al pie de la cruz. Ni siquiera podemos conocer sus lágrimas de alegría, cuando Cristo resucitó.

Aunque la sagrada Escritura no alude a ese hecho, la intuición de la fe habla en favor de él. María, que llora de tristeza o de alegría, es la expresión de la Iglesia, que se alegra en al noche de Navidad, sufre el Viernes santo al pie de la cruz y se alegra nuevamente en el alba de la Resurrección. Se trata de la Esposa del Cordero, que nos ha presentado la segunda lectura, tomada del libro del Apocalipsis (cf. 21, 9).

7. Conocemos algunas lágrimas de María por las apariciones con las que ella de vez en cuando acompaña a la Iglesia en su peregrinación por los caminos del mundo. María llora en La Salette, a mediados del siglo pasado, antes de las apariciones de Lourdes, en un período durante el cual el cristianismo en Francia afronta una creciente hostilidad.

Llora también aquí, en Siracusa, al término de la segunda guerra mundial. Se puede comprender dicho llanto precisamente en el marco de esos hechos trágicos: la inmensa hecatombe causada por el conflicto; el exterminio de los hijos e hijas de Israel; y la amenaza para Europa que proviene del este, constituida por el comunismo declaradamente ateo.

También en ese período llora la imagen de la Virgen de Czestochowa, en Lublín: éste es un hecho poco conocido fuera de Polonia. Por el contrario se difundió ampliamente la noticia del acontecimiento de Siracusa, y fueron numerosos los peregrinos que vinieron aquí. También el cardenal Stefan Wyszynski vino aquí en peregrinación en 1957, después de haber sido excarcelado. Yo mismo, que por aquel entonces era un obispo joven, vine aquí durante el Concilio, y pude celebrar la santa misa el día de la conmemoración de todos los fieles difuntos.

Las lágrimas de la Virgen pertenecen al orden de los signos; testimonian la presencia de la Madre Iglesia en el mundo. Una madre llora cuando ve a sus hijos amenazados por algún mal, espiritual o físico. María llora participando en el llanto de Cristo por Jerusalén, junto al sepulcro de Lázaro y, por último, en el camino de la cruz.

8. Pero conviene recordar también las lágrimas de Pedro, El evangelio de hoy narra la confesión de Pedro en las cercanías de Cesarea de Filipo. Escuchemos las palabras de Cristo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16, 17). Hay otras palabras muy conocidas del Redentor a Pedro: "En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces" (Jn 13, 38). Y así sucedió. Pero, cuando en la casa del sumo sacerdote, Jesús miró a Pedro en el momento en que cantó el gallo, éste "recordó las palabras del Señor. Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente" (Lc 22, 61-62). Lágrimas de dolor y de conversión, que confirman la verdad de su confesión. Gracias a ellas, después de la resurrección, pudo decir a Cristo: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo" (Jn 21, 17).

9. Hoy, aquí en Siracusa, puedo dedicar el santuario de la Virgen de las Lágrimas. Aquí estoy finalmente, por segunda vez, pero ahora vengo como Obispo de Roma, como Sucesor de Pedro, y realizo con alegría este servicio a vuestra comunidad, a la que saludo con afecto.

10. Oigo resonar hoy en mí, en este lugar, las palabras que Cristo dirige a Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19).

Estas palabras de Cristo expresan la suprema autoridad que él posee como Redentor: el poder de perdonar los pecados, que adquirió al precio de su sangre derramada en el Gólgota; el poder de absolver y perdonar.

11. Santuario de la Virgen de las Lágrimas, has nacido para recordar a la Iglesia el llanto de la Madre.

Recuerda también el llanto de Pedro, a quien Cristo confió las llaves del reino de los cielos para el bien de todos los fieles. Que esas llaves sirvan para atar y desatar, para redimir toda miseria humana.

Vengan aquí, entre estas paredes acogedoras, cuantos están oprimidos por la conciencia del pecado y experimenten aquí la riqueza de la misericordia de Dios y de su perdón. Los guíen hasta aquí las lágrimas de la Madre. Son lágrimas de dolor por cuantos rechazan el amor de Dios, por las familias separadas o que tienen dificultades, por la juventud amenazada por la civilización de consumo y a menudo desorientada, por la violencia que provoca aún tanto derramamiento de sangre, y por las incomprensiones y los odios que abren abismos profundos entre los hombres y los pueblos.

Son lágrimas de oración: oración de la Madre que da fuerza a toda oración y se eleva suplicante también por cuantos no rezan, porque están distraídos por un sin fin de otros intereses, o porque están cerrados obstinadamente a la llamada de Dios.

Son lágrimas de esperanza, que ablandan la dureza de los corazones y los abren al encuentro con Cristo redentor, fuente de luz y paz para las personas, las familias y toda la sociedad.

Virgen de las Lágrimas, mira con bondad materna el dolor del mundo. Enjuga las lágrimas de los que sufren, de los abandonados, de los desesperados y de las víctimas de toda violencia.

Alcánzanos a todos lágrimas de arrepentimiento y vida nueva, que abran los corazones al don regenerador del amor de Dios. Alcánzanos a todos lágrimas de alegría, después de haber visto la profunda ternura de tu corazón.

¡Alabado sea Jesucristo!

(fuente: www.corazones.org)

01 de septiembre: Nuestra Señora de las Cruces

 

01 de septiembre: Nuestra Señora de las Cruces

Los escasos detalles que se conocen de la antigua talla de Nuestra Señora de las Cruces, desaparecida en 1936, provienen de cuadros de los siglos XVII, XVIII y XIX.

El hombre primitivo personalizó sus temores y sus alegrías y nació el hecho religioso que originaría la aparición de los dioses, y por encima de todos ellos, la idea de una Madre nutricia y fundamental, verdadera encarnación de la Naturaleza y protectora de todas las cosas de la Tierra.

Durante la Edad Media empieza a cristalizar el viejo concepto de la Madre de Dios.

Hasta el siglo XIII las Vírgenes fueron representadas sedentes, pero a partir de esta fecha se la esculpe de pie, bien de forma hierática, bien mostrando en sus pliegues de sus vestidos más soltura y libertad.

Técnicamente la Virgen de las Cruces pertenecería a las vírgenes de origen bizantino, a las cuales se les conoce con el nombre de “HAGIA THEOTOKOS” o “MADRE DE DIOS”. El punto de partida fue el Concilio de Éfeso (431) que exaltó la maternidad divina de la Virgen en el culto, la liturgia y el arte.

Es una Virgen con el niño mirando hacia nosotros, se le concede lugar preferente en el ábside, la cual evolucionará hacia la Vírgenes góticas que juegan con el niño. En este caso es al revés el Niño acaricia la barbilla de la Virgen.

La Virgen de las Cruces está esculpida en alabastro, como copia fiel de la talla del Siglo XIV, aproximadamente. pues sólo se conservan las cabezas de las dos figuras (Virgen y Niño):

• El rostro : es de color moreno, muy oscurecido. La cara esboza una sonrisa en un rictus de amabilidad, su sonrisa intenta dar confianza y proximidad, signo de cercanía hacia el fiel. Pero sin embargo no existe ninguna conexión o mirada entre Virgen y Niño, sólo la acaricia por parte del Niño hacia su Madre.

Existen varias teorías sobre el color moreno de la Virgen:

En la primera, el color negro es el símbolo de la tierra y por eso la Virgen , fuente de la vida tenía que ser representada con ese color.

Existe otra teoría realizada por un alquimista, que dice: “Antaño las cámaras subterráneas de los templos servían de morada a las estatuas de Isis, las cuales se transformaron con la introducción del Cristianismo…” Aquí nos muestra uno de los orígenes de nuestras vírgenes, como es el origen en la Edad Antigua en Egipto. (El color de las estatuas de Isis serían oscuras).

• Corona : la corona es uno de los atributos más destacados de las Vírgenes medievales, como afirmación de su realeza sobre todo lo creado. La iglesia reafirma el carácter real de la Virgen , como se expresa en el rezo del Rosario.

• Manos : son grandes y abiertas, desproporcionadas con respecto al cuerpo, cualidades muy repetidas en el período que estudiamos, pues las manos eran la principal herramienta de trabajo, garantía de la vida de los campos, hombres y animales. El Niño Jesús va colocado sobre el brazo y la mano izquierda, mientras que la Madre suele sostener en su mano derecha un cetro o un lirio, en este caso sostiene un cetro o bastón de mando como símbolo de Alcaldesa perpetua de la ciudad de Daimiel.

• Vestido : (de la talla), la imagen lleva una túnica abotonada desde el cuello a la cintura y, pendiente de ésta, un ceñidor o correa, tiene dobles mangas que, lo mismo que el vestido, están armoniosamente plegadas, no así, la capa que la cubre por detrás, que es excesivamente rígida. Se advierte la pierna izquierda algo adelantada, sobresalen las puntas de los pies sobre la peana. El color del vestido y de la capa es verde, el mismo que tuvieron y aún tienen muchas representaciones de la Virgen , consideradas generalmente como ejemplos de iniciación, casi todas del período gótico. Éstas eran vestidas comúnmente con túnica de largos pliegues (acanalados), que expresa la modestia, la serenidad y el recogimiento, con toda la hermosura de la más hermosa mujer y toda la dignidad de la afectiva Madre de Dios.

Desde el siglo XVIII se reviste de telas hasta adoptar la forma tradicional. Una peluca acrecienta aún más el barroquismo de su figura.

• El Niño ; Está sentado sobre el brazo de su Madre y extiende la mano derecha para acariciarle la barbilla, con la izquierda sostiene una pequeña bola con un crucifijo en la parte superior, representando el mundo, y simboliza la idea de Jesús hombre y salvador, Señor de la toda la tierra, a la que redime con su muerte y resurrección.

La Virgen de las Cruces, como todas las imágenes que le son similares en tiempo y estilo, muestra una acusada verticalidad que se corrige por la expresión del rostro y la idealidad de todo su contorno. Representa a una mujer en el momento feliz de su condición de madre. Su mirada dulce y enigmática, cualidad que se acentúa por la expresiva pequeñez y encanto de la boca, que se dirige al que la contempla, transmitiendo efusión y esperanza.

A sus pies siempre está la Luna como símbolo de fertilidad, y por otro lado se le ha atribuido a supuestas luchas victoriosas contra presuntos infieles.

La imagen que se venera en nuestros días no conserva de la original, destruida en 1936, más que las cabezas de la Virgen y del Niño, y aunque la reconstrucción se hizo cuidando al máximo las semejanzas con la antigua, no se puede asegurar que ésta sea rigurosamente idéntica. Con todo, si se perdieron tal vez detalles puntuales, se logró dar a la imagen el ambiente idealista y fervoroso del estilo gótico.

A modo de curiosidad, en el mundo del Arte los colores tienen un significado. Y los colores de los trajes de la Virgen de las Cruces son de diferentes tonos por lo que se puede establecer una similitud con los principales colores, tales como el Blanco, Azul, Morado y Verde.

Blanco : Es el color bueno, de la pureza, relacionado con las fiestas de la Virgen y los Santos. Por el efecto de la alquimia significa Purificación.

Verde : Tiene doble significado. Desde lo profano la vida material, la vida en la tierra, en el pecado. Y desde los sagrado representa la esperanza, lo que va a venir.

Azul : Está relacionado con lo blanco, representando el amor espiritual del cielo, lo inmutable, (color de la Virgen ), e incluso a veces la alegoría de la Virgen es el azul del cielo.

Morado : (Igual que el color rojo). Recuerda el martirio, la pasión humana pero con un carácter más divino, más espiritual.


Aparición de la Virgen

Como otras Sagradas Imágenes de nuestro país, Nuestra Señora de las Cruces también tiene una historia-leyenda sobre la aparición de la Virgen Maria a un muchachote.

La Historia-Leyenda de la aparición de la Virgen se puede resumir así:

Un mozo muy joven, vecino de Moral de Calatrava, iba camino de un molino harinero a moler trigo mandado por su padre. Al pasar por el lugar donde se encuentra el Santuario, la mula que llevaba tropezó y calló al suelo, rompiéndose las vasijas donde llevaba depositado el trigo y al agua para beber.

Tal fue su angustia que pidió ayuda a la Virgen Maria , la cual se apareció, consolando a la criatura; obro un milagro, que fue el de molerle el trigo y cargárselo en unas nuevas vasijas. La Virgen solo le pidió al mozo que fuese al pueblo más cercano a pedir la construcción en ese lugar de un templo en su honor.

Para ello, el mozo se acercó a Torralba, pero viendo que no le hacían caso se desplazó a Daimiel, pueblo que creyó al muchacho y cumplió con el deseo de la Virgen Maria.

Reproducimos a continuación un documento de las Relaciones Topográficas de 1575 (405) , en el que se comenta la aparición de la Virgen en el lugar en el que hoy se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de las Cruces, de manera mucho más exacta y extensa.


Descripción de la imagen

Como se ha comentado en el apartado de la Historia de la Sagrada Imagen , la actual talla no es la que existió antes de la Guerra Civil Española.

La Imagen anterior comenta el escritor Don Antonio Blázquez era del siglo XIV, de mármol y colocada de pie, tenia al Niño en su lado izquierdo, acariciando con su mano la cara de su Madre. El señor Hervás escribió lo siguiente: Es la imagen de soltura y túnica ceñida, sujeta con correa que le cuelga hasta tocar sus extremidades.

Con estas dos descripciones y la información de Doña Maria Pinilla se hizo la nueva Imagen al finalizar la guerra, que corrió a cargo del escultor valenciano Don Lázaro Guimiel.

La Sagrada Talla de Nuestra Señora de las Cruces sin vestiduras representa a una figura femenina de joven aspecto que está de pie y que tiene al Niño sobre su brazo izquierdo. Se encuentra vestida con una túnica de anchos pliegues de color verde oscuro y con un ceñidor de color oro viejo. El Niño, sentado sobre el brazo izquierdo de la Madre , esta desnudo aunque tiene un paño de pudor del mismo color que la túnica de su Madre, teniendo su mano izquierda extendida y la mano derecha acariciando la barbilla de la Virgen. Le cuelga desde los hombros de la Virgen una capa de un color verde-dorado. Tales prendas no dejan ver los pies de la Imagen.

Es una talla realizada en alabastro salvo la cabeza de la Virgen y del Niño que son las originales de la talla antigua, y se piensa que es madera.

Hay que destacar que representa a la Virgen Maria con severa dignidad pero se compagina con la dulce sonrisa que anima las fracciones de su Santo rostro. Éste tiene los ojos bien abiertos, la boca, muy pequeña, que configura la amabilidad que antes hemos comentado, la barbilla esta redondeada y la nariz es correcta con señales de algún golpe.

La cara del Niño no está dotado de esa gracia particular que posee su Madre siendo éste de una seriedad mas tangible.

Pero realmente la Sagrada Imagen de la Virgen de las Cruces no la observamos así ya que va cubierta de unos preciosos vestidos. Desde el siglo XVII, con motivo de la moda barroca, se reviste adoptando su forma tradicional.

Las partes que se observan de la Imagen son el rostro y la mano derecha de la Virgen y la cabeza y manos del Niño Jesús. El resto se reviste por un manto y túnica para la Virgen , un traje para el Niño Jesús, todo del mismo color. Lleva además una peluca, que acrecienta su barroquismo, cubierta de una mantilla. En su mano derecha sujeta un cetro y el Niño lleva un “Mundillo”. La cara de la Virgen va bordeada por el Rostrillo. Sobre las cabezas de ambas imágenes se coloca una corona.

Destacar que colgado del corpiño de la Virgen lleva el bastón de Alcaldesa Mayor de Daimiel.

La Virgen de las Cruces cuenta con un buen número de vestidos, que se van cambiando según tiempos litúrgicos y festividades, y muchas otras joyas que devotos han regalado por su cariño y fe.


Historia del Santuario de Nuestra señora de las Cruces

A través de estas líneas vamos a tratar de conocer algo más acerca de la iglesia y el Santuario de Nuestra Señora de las Cruces.

Es difícil, sin manejar documentación de archivo intentar trazar la historia, el devenir a través de los siglos del Santuario de nuestra Patrona. Sin lugar a dudas, será la documentación de archivo la que nos ayude a aportar nuevos datos acerca de la construcción y las transformaciones sufridas a lo largo de los siglos en el Santuario. Lo que haremos por tanto, será recurrir a las fuentes escritas que ya hay publicadas de otros autores que en momentos distintos de la historia se ocuparon, aunque muchas veces de manera somera, de escribir sobre la Virgen de las Cruces o su Santuario. Contamos con documentación desde 1575, para posteriormente avanzar hasta finales del XIX (con Inocente Hervás y Buendía) y comienzos del XX con Bernardo Portuondo; todos ellos, en mayor o menor medida nos han dejado noticias acerca del Santuario tal y como lo vieron en su época.

Como decía, estas fuentes ya publicadas y de obligada consulta, nos hacen remontarnos (las más antiguas) al año 1575, cuando se redactan las Relaciones de los pueblos de España mandadas hacer por Felipe II. De la interesante descripción que se hace de nuestro pueblo, podemos encontrar una copia versificada de un relato escrito por un devoto de la Virgen en el año 1560, sobre la leyenda de la aparición de la Virgen a un muchacho en el año 1465. También encontramos aquí las primeras referencias acerca de la ermita del santuario.

Gracias a lo aquí escrito sabemos que el sitio de la Tamarosa (hoy en término de Torralba), paraje donde se ubica el santuario, perteneció al término de Barajas, que una vez despoblado se dividen sus términos y ésta dehesa se declaró comunal entre los términos de Daimiel y Torralba. Después de la aparición de la Virgen y la erección de la primera ermita por parte de Daimiel, la devoción a la Virgen de las Cruces se hizo muy popular entre los dos pueblos. Por parte de Torralba también se levantará una ermita a los pies de la edificada por Daimiel, pero al final las disputas cada vez más frecuentes entre los dos pueblos, y los pleitos sobre el derecho y la jurisdicción entre uno y otro ayuntamiento, hicieron que finalmente Torralba abandonara su ermita, pudiendo todavía contemplarse las ruinas en el sitio donde siglos atrás se levantó: se conservan dos muros perimetrales, en los que es visible la huella de los arranques de los arcos, al mismo y tiempo que se observan los vanos de las ventanas que iluminarían el interior de la construcción.

Retomando de nuevo las Relaciones se nos dice que “la fundación de esta ermita parece según es público y notorio en esta villa que se fundó por un milagro que acaeció…”. También se hace referencia en este texto a que la ermita se encuentra a unas dos leguas de la villa de Daimiel, y se encuentra fundada la mitad de ella o más en el término común que tienen Torralba y Daimiel en el pasto, como anteriormente decíamos antes el paraje de la Tamarosa.

La ermita que hoy contemplamos no es, como es lógico, la construcción original. En el último cuarto del s. XVI ésta era “muy principal hecha de mampostería de cal y canto”. La imagen de la ermita a finales del siglo XVI era sin duda más cercana a la original que lo que nosotros vemos hoy día. Se trataría en origen de una pequeña construcción con muros de tapial y mampostería con una cubierta de madera. Esta tipología se mantendría seguramente sin cambios notables hasta el siglo XVII, momento en el que empiece a sufrir una remodelación bajo el prisma del barroco, configurando el aspecto que presenta en la actualidad. Será por tanto el barroco el estilo artístico que más huella deje, tanto en la ermita, por la serie de modificaciones que sufrirá en cuanto a la fábrica y a la decoración, como en la propia imagen de Nuestra Señora, que también se verá afectada por la moda barroca, y es que será el momento en el que siguiendo las premisas de ese gusto barroco se vista la magnífica talla medieval de la Virgen de las Cruces, presentando un aspecto sustancialmente distinto al que tenía en origen.

Si hablamos de las modificaciones barrocas que afectan a la ermita, éstas van a afectar tanto a la planimetría como a la decoración. El esquema constructivo responde a las tipologías del barroco clasicista. Se configura la ermita mediante una pequeña nave, con unas pequeñas capillas laterales; una pequeña decoración en yeso a modo de pilastras y un entablamento corrido por toda la nave principal a la altura del arco que da acceso a las capillas laterales. La cubierta de esa nave principal, será al igual que las construcciones de este tipo una bóveda de cañón con lunetos y una pequeña cúpula en el crucero que no destaca en planta. La cúpula se decora con pinturas de los evangelistas en el cascarón y decoración de yeserías, al igual que sucede en las pechinas de la cúpula. En el presbiterio se encuentran tres lienzos, el más grande sobre la hornacina de la imagen de la Virgen de las Cruces parece representar la Ascensión ; aunque muy maltratados por el tiempos y con gran suciedad acumulada por el polvo y barnices, esperemos que su pronta restauración les devuelva parte de su esplendor.

Como elemento característico de este tipo de construcciones barrocas, y como una creación netamente española, vamos a encontrar el camarín. Unas construcciones no siempre apreciadas en su justa medida, pero que por si mismas constituyen una de las creaciones más interesantes del mundo barroco. Esta construcción adosada a la cabecera de la iglesia en el lado del evangelio, va a pasar a ser la habitación de la Señora , donde se guarden sus joyas y vestidos, al tiempo que también va a albergar todas aquellas ofrendas y exvotos que los devotos entregan a la Virgen solicitando algún favor.

Si antes comentábamos que en el lado del evangelio de la ermita se va a situar el camarín, será en el lado de la epístola, junto a la actual entrada, es donde encontramos el gran patio porticado que sirve de marco y antesala a las celebraciones relacionadas con el culto a la patrona, fundamentalmente las romerías. La creación de estas estructuras también tiene mucho que ver con la cultura barroca, por lo que tiene de aspecto lúdico y de exaltación. En la parte baja del patio vemos como los soportales se articulan con arcos de medio punto de ladrillo sobre los que se sitúa la galería superior, en este caso adintelada. Ambas galerías van a dar acceso a una serie de habitaciones que se van a utilizar tanto por los visitantes, romeros o por la hermandad de la Patrona.

La fachada principal de acceso al Santuario, va a tener mucho que ver con la arquitectura popular de nuestra zona: en la actualidad al encontrarse desprovista de su capa original de revoco (un aspecto fruto de una intervención a finales de los años 70), protección para un material pobre como es la mampostería, nos sirve para poder ver cual es su técnica constructiva. Esta práctica de desvestir los paramentos murales de nuestras construcciones populares realizadas tanto con tapial y mampostería, como es este caso, es una actuación cada vez más habitual, pero muy alejada de lo que los arquitectos y alarifes pretendían conseguir, nuestra arquitectura siempre estuvo revestida y encalada, no como hay veces que nos hacen entender, desvirtuando la imagen original de nuestros monumentos.

El Santuario como hemos visto presenta una imagen distinta de aquella primitiva, originaria, esto es un hecho habitual debido al paso del tiempo, son los distintos estilos y gustos de cada época los que van marcando la pauta y la historia de nuestras construcciones, añadiendo, modificando o eliminando elementos, unas veces de una manera más acertada que otras. A pesar de estas transformaciones, la imagen que presenta el Santuario, tanto ermita, patio y el propio paraje, un precioso entorno natural que invita a pasear y a acompañar a la patrona en su romería, no hacen sino crear un marco verdaderamente homogéneo que aúna tradición, historia y devoción que desde tiempo inmemorial se viene ofreciendo a la imagen de nuestra Virgen de las Cruces.

(fuente: www.virgendelascruces.org)

miércoles, 30 de agosto de 2023

Santos del día 31 de agosto

 

Santos del día 31 de agosto
Pridie Kalendas septembris
En Jerusalén, conmemoración de los santos José de Arimatea y Nicodemo, que recogieron el cuerpo de Jesús bajo la cruz, lo envolvieron en una sábana y lo depositaron en el sepulcro. José, noble decurión y discípulo del Señor, esperaba el reino de Dios, y Nicodemo, fariseo y principal entre los judíos, que había ido de noche a ver a Jesús para interrogarle acerca de su misión, defendió luego su causa ante los sumos sacerdotes y los fariseos que buscaban la detención del Señor. († s. I)
En Atenas, en Grecia, san Aristides, filósofo, que, notabilísimo por su fe y por su ciencia, dedicó al emperador Adriano algunos de sus libros sobre la religión cristiana. († c. 150)
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Paulino, obispo y mártir, que en tiempo de la herejía arriana fue el verdadero heraldo de la verdad, y en el Sínodo de Arlés, convocado por el emperador arriano Constancio, ni amenazas ni adulaciones pudieron llevarle a condenar a san Atanasio ni a apartarse de la recta fe, por lo que fue relegado a Frigia, en la actual Turquía, donde pasados cinco años llevó a cumplimiento su martirio en el exilio. († 358)
En Lindisfarne, en el territorio de Northumbria, san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y rectitud de gobierno, que desde el monasterio de Iona fue llamado por el rey Osvaldo a esta sede episcopal, donde fundó un monasterio, para atender eficazmente a la evangelización de aquel reino. († 651)
En Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros compañeros de san Pedro Nolasco en la Orden de Nuestra Señora de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos. († c. 1240)
En el desierto de Vallucola, en la Toscana, beato Andrés de Borgo Sansepolcro, presbítero de la Orden de los Siervos de María, entregado a la penitencia y a la contemplación. († 1315)
En Almería, en España, beatos Edmigio (Isidoro) Primo Rodríguez, Amalio (Justo) Zariquiegui Mendoza y Valerio Bernardo (Marciarlo) Herrero Martínez, mártires, que, por ser hermanos de las Escuelas Cristianas, sufrieron la muerte durante la persecución contra la fe en tiempo de guerra. († 1936)
En Pozo de La Lagarta, en la provincia española de Almería, beatos Tomás Morales Morales y Fernando Grund Jiménez, sacerdotes de la Orden de Predicadores y mártires, víctimas de la cruel persecusión religiosa que acompañó a la Guerra Civil Española. († 1936)
En Barcelona, España, beato Pere Tarrés i Claret, presbítero. († 1950)