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martes, 11 de diciembre de 2018

Santa María Maravillas de Jesús, virgen y fundadora (11 de diciembre)


Santa María Maravillas de Jesús, virgen y fundadora

fecha: 11 de diciembre
n.: 1891 - †: 1974 - país: España
canonización: 
B: Juan Pablo II 10 may 1998 - C: Juan Pablo II 4 may 2003
hagiografía: Vaticano
Elogio: En el monasterio de La Aldehuela, en la región de Madrid, en España, santa María de las Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas, que fundó muchos monasterios en España y en la India, conjugando la vida contemplativa con una solícita caridad.
María de las Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán nació en Madrid el 4 de noviembre de 1891. Desde su infancia deseó consagrarse a Dios y dedicó su juventud a ayudar a los necesitados. Atraída por la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, y movida por su amor a la Virgen María, ingresó en el Carmelo de El Escorial el 12 de octubre de 1919. En 1924 fundó un monasterio de Carmelitas Descalzas en El Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la península, junto al monumento del Corazón de Jesús, como lugar de oración y de inmolación por la Iglesia y por España. En 1933 participó en la fundación de un convento de carmelitas en Kottayam, en India.
Durante la persecución religiosa la Madre Maravillas brilló por su espíritu de reparación, fortaleza, serenidad y confianza en el Señor. Bajo el signo de la fidelidad a Santa Teresa fundó otros diez Carmelos recuperando lugares de tradición teresiano-sanjuanista. Priora durante largos años, enseñó a sus hermanas con el testimonio de sus virtudes y se distinguió por su vida mística, ardor apostólico y por la bondad unida a la firmeza ante quienes la tenían por verdadera madre. Murió en el Carmelo de La Aldehuela, el 11 de diciembre de 1974, expresando «¡Qué felicidad morir Carmelita!» Fue beatificada por SS Juan Pablo II en 1998, y canonizada por el mismo papa en Madrid, el 4 de mayo de 2003.
De ella afirma el Papa en la misa de canonización: «Vivió animada por una fe heroica, plasmada en la respuesta a una vocación austera, poniendo a Dios como centro de su existencia. Superadas las tristes circunstancias de la Guerra Civil española, realizó nuevas fundaciones de la Orden del Carmelo presididas por el espíritu característico de la reforma teresiana. Su vida contemplativa y la clausura del monasterio no le impidieron atender a las necesidades de las personas que trataba y a promover obras sociales y caritativas a su alrededor.»
fuente: Vaticano
accedida 1205 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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lunes, 10 de diciembre de 2018

Santa Maravillas de Jesús, 11 de diciembre

Santa Maravillas de Jesús
Santa Maravillas De Jesús

Santa Maravillas de Jesús, 11 de diciembre

Se abrazó gozosamente a la cruz
«Esta fundadora carmelita, que se abrazó gozosamente a la cruz, tuvo como modelos a otros dos excelsos miembros de la Orden: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Su afán no fue otro que cumplir la voluntad de Dios a cada instante»
Por su reciedumbre personal, espiritual y apostólica se han apreciado en María de las Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmánrasgos que también caracterizaron a la gran santa castellana, su fundadora y maestra, Teresa de Jesús. Embebida en el amor a Dios y al prójimo tuvo siempre claro que siendo fugaz la existencia, lo único que cabe es pensar en la otra: «procurar agradar a Dios nuestro Señor y el juicio suyo; lo que únicamente vale es lo que seamos delante de nuestro Dios».
Nació en Madrid, España, el 4 de noviembre de 1891. Pertenecía a una familia aristocrática muy religiosa. Era la cuarta y última hija de los marqueses de Pidal. Su padre fue sucesivamente ministro de Fomentoy embajador de España ante la Santa Sede; había actuado a favor de la Iglesia distinguiéndose por sus iniciativas apostólicas. Y su madre, igualmente comprometida eclesialmente, estaba emparentada con la más alta nobleza, de modo que Maravillas recibió una excelente educación. Pertrechada en la fe y finura espiritual que se respiraba en su hogar, dio ejemplo de caridad tratando de paliar las graves carencias de gente que no tenía medios económicos.
Sus modelos de vida eran dos grandes santos: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, figuras señeras de la Orden carmelita. Con la determinación a seguir sus pasos, sintiéndose profundamente conmovida por el amor de Jesucristo y alentada por su devoción a María, a los 21 años consagró su castidad en la intimidad. Más tarde, el 12 de octubre de 1919 ingresó en el convento carmelita de El Escorial; profesó en 1921. De su impronta apostólica –que emanó del sagrario, ante el que oraba sin imponerse límite alguno–, surgió la fundación del Carmelo en el Cerro de los Ángeles, lugar emblemático y punto neurálgico del territorio español. Allí se había erigido el monumento en honor del Sagrado Corazón de Jesús, y España fue consagrada a él por el monarca Alfonso XIII el 30 de mayo de ese año.
Para iniciar su obra, la santa contaba con la aprobación del prelado de Madrid-Alcalá. Con objeto de ocuparse de los preparativos, se instaló en Getafe junto a otras religiosas. En 1926 tuvo lugar la apertura del convento, y ella fue elegida priora de la comunidad. Rápidamente fueron bendecidas con numerosas vocaciones en las que entrevió un signo para continuar extendiendo el Carmelo. Pero en 1936 estalló la Guerra Civil, y la comunidad padeció numerosos sobresaltos.
Sin temer a la muerte, en un rasgo de generosidad y valentía que brotaba de su fe, se había ofrecido heroicamente a Pío XI para defender la imagen del Sagrado Corazón en el caso de que se atentase contra ella. El pontífice aceptó su propuesta, pero las monjas fueron detenidas y conducidas a Getafe. Luego, tras un año largo de grandes zozobras soportadas en un piso madrileño, se vieron obligadas a abandonar Madrid. En su recorrido llegaron a Lourdes y de allí al territorio salmantino en 1937. El bellísimo paraje de las Batuecas, entonces apartado e inhóspito, fue su morada hasta que en 1939 regresaron al Cerro de los Ángeles, debiendo restaurar la que había sido su casa antes de la contienda. A lo largo de ese convulso periodo Maravillas había dado testimonio de templanza y fortaleza, infundiendo confianza y alegría en su derredor. Asentadas otra vez en el convento, brotaron abundantemente las vocaciones y con ellas la anhelada expansión apostólica que se hizo notar en varias provincias españolas y en la India con la apertura de nuevas fundaciones, diez en total, emprendidas por esta santa carmelita.
Espiritualmente fue una ejemplar asceta y es considerada una gran mística. Al igual que el elenco de los egregios hombres y mujeres que componen el santoral, la Madre Maravillas vivió heroicamente las virtudes. Se caracterizó por su austeridad. Se abrazo felizmente a la pobreza contribuyendo con su trabajo al sostenimiento de la comunidad. Con los medios económicos que poseía, entre otras acciones propició la creación de casas para personas sin recursos, una iglesia y un colegio, costeó estudios a seminaristas, puso en marcha una fundación destinada a religiosas enfermas, adquiriendo también una vivienda para su alojamiento en el caso que fuera preciso, etc. Muchas de estas iniciativas las impulsó dentro de la clausura del convento salmantino de la Aldehuela, donde murió. A ella se debe la existencia de la «Asociación de Santa Teresa» que aglutina a los conventos que fundó.
Amable, discreta, paciente, confiada, dadora de paz, vivía lejos de sí, entregada a la oración y a la penitencia. Ejercitaba la caridad con todos, preocupándose por la más mínima de sus necesidades. Gran apóstol, solía decir: «Me abraso en deseos de que las almas vayan a Dios». La conciencia de su pequeñez, que le hacía considerarse «una nada pecadora», da cuenta de su afán por la unión plena con Dios: «No quiero la vida más que para imitar lo más posible la de Cristo».Hasta el fin, como hizo en el proceso de su enfermedad, quiso cumplir la voluntad divina. Siempre había dicho a sus hijas: «Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera». Falleció mientras manifestaba: «¡Qué felicidad morir carmelita!», el 11 de diciembre de 1974. Fue beatificada por Juan Pablo II el 10 de mayo de 1998, y canonizada por él, el 4 de mayo de 2003.