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lunes, 9 de enero de 2017

Juan José Omella clama contra "un individualismo feroz" donde "cada uno va a lo suyo" 07012017

Omella pide a unidad a los líderes catalanes

"Es importante que gobernantes y gobernados revisemos nuestro camino y que trabajemos juntos"

Juan José Omella clama contra "un individualismo feroz" donde "cada uno va a lo suyo"

El arzobispo de Barcelona pide a "administraciones, Iglesia y sociedad" comprometerse por el bien común

Jesús Bastante, 07 de enero de 2017 a las 17:43
Los gobernantes han de orientar sus esfuerzos a que el bien común redunde en provecho de todos, sin preferencia alguna por persona o grupo social determinado
Juan José Omella, arzobispo de Barcelona/>

Juan José Omella, arzobispo de Barcelona

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(Jesús Bastante).- El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha denunciado "un individualismo feroz" producto de una sociedad en la que "las familias cada vez son más pobres" y no se prima el bien común.
En su carta pastoral de esta semana, titulada "El bien común", Omella critica el hecho de que "cada uno va a lo suyo" y "no nos sentimos miembros que integran una gran familia de hermanos".
"Desgraciadamente, hay que insistir en que en la actualidad lo que prima no es el bien de todos rectamente entendido: prima el bien particular o, para ser más exacto, el bien de unos pocos", subraya el arzobispo de Barcelona, quien añade, citando a Juan XXIII, que "los gobernantes han de orientar sus esfuerzos a que el bien común redunde en provecho de todos, sin preferencia alguna por persona o grupo social determinado".
Aplicándolo a la situación actual, culmina Omella, "es importante que gobernantes y gobernados revisemos nuestro camino y que trabajemos juntos administraciones, Iglesia y sociedad en la consecución del bien común".


Ésta es la carta del arzobispo de Barcelona:
El bien común
Un informe presentado recientemente por Cáritas Diocesana de Barcelona incidía en la idea que las familias atendidas cada vez son más pobres y deben recurrir durante más tiempo a la distribución de alimentos en especie o asistir a los comedores sociales.
A raíz de este estudio, hoy quiero hablaros del bien común, principio que se deriva de la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas, y que tiene su origen en el hecho maravilloso y exigente de que todos somos miembros de una misma familia, la familia humana.
Sin embargo, llama la atención constatar cómo se ha instalado hasta adquirir carta de naturaleza un individualismo al que no dudo en calificar de feroz. Sus manifestaciones están en la mente de todos: cada uno va a lo "suyo", la cercanía del "otro" está absolutamente ausente, no nos sentimos miembros que integran una gran familia de hermanos, etcétera.
¿Qué es el bien común? "Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección". (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, nº 164).
El bien común pretende el bien de todos los hombres y de todo el hombre. Ahí está la verdadera clave de que el bien común sea en la doctrina social de la Iglesia el "tema estrella", con palabras coloquiales de nuestro tiempo. Desgraciadamente, hay que insistir en que en la actualidad lo que prima no es el bien de todos rectamente entendido: prima el bien particular o, para ser más exacto, el bien de unos pocos.
La Iglesia, a través de la doctrina social que mantiene en su magisterio, nos ofrece un diagnóstico sumamente certero al afirmar que "una visión puramente histórica y materialista terminaría por transformar el bien común en un simple bienestar social, carente de finalidad trascendente, es decir, de su más profunda razón de ser". (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, nº 164).
El papa Francisco nos recuerda algo tan básico como que sin el bien común como fin último se corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza. "Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses". (Laudato si', nº 229).
Concluyo la reflexión de hoy con unas palabras de san Juan XXIII, referida al bien común y los más necesitados, que, pese al tiempo transcurrido, siempre tiene vigencia: "Todos los miembros de la comunidad deben participar en el bien común por razón de su propia naturaleza, aunque en grados diversos. (...) Los gobernantes han de orientar sus esfuerzos a que el bien común redunde en provecho de todos, sin preferencia alguna por persona o grupo social determinado, (...) poniendo especial cuidado de los ciudadanos más débiles, los que se encuentran en condiciones de inferioridad, para defender sus derechos y asegurar sus legítimos intereses" (Pacem in terris, nº 56).
Aplicado al momento que estamos viviendo, en el que la tasa de pobreza en Cataluña supera el 20% de su población, es importante que gobernantes y gobernados revisemos nuestro camino y que trabajemos juntos administraciones, Iglesia y sociedad en la consecución del bien común.

+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

lunes, 13 de junio de 2016

“Envejecer con esperanza” (Mons. Juan José Omella) 12062016

“Envejecer con esperanza”

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella. ‘A todos nos toca interpretar la melodía de nuestra propia vida familiar, profesional, y para ello tenemos unos dones, unas cualidades’
Light of candles into a church
Pixabay.Com - Foto-Rabe
(ZENIT – Roma).- Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella:
Es conocida por todos la historia del violinista Paganini. Una tarde daba un concierto. La sala estaba llena de espectadores. Él tocaba el violín con todo el entusiasmo que le caracterizaba. De pronto, se rompe una de las cuerdas del violín. Imperturbable, continúa tocando. Se rompe una segunda cuerda, después una tercera. Finalmente acaba la interpretación con una sola cuerda. La sala explota en un sonoro y largo aplauso.
¿No podríamos comparar esta historia de Paganini con la vida de las personas? A todos nos toca interpretar la melodía de nuestra propia vida familiar, profesional, y para ello tenemos unos dones, unas cualidades. Sin embargo, el tiempo va pasando y también se nos rompen las cuerdas: piernas cansadas, incapaces de aguantar caminatas y estar mucho tiempo de pie; la memoria empieza a fallar y ya no encontramos las cosas ni recordamos los nombres de las personas más cercanas; la fatiga llega más pronto que antes y hay que descansar más a menudo e ir a dormir más pronto; incapacidad para aguantar ciertos ritmos de vida, etc. ¿Cómo reaccionamos ante estas roturas de cuerdas en el concierto de nuestra vida? Algunos reaccionan con tristeza y malhumor; otros se aíslan porque piensan que ya no sirven para nada; otros viven con paz y sin perder el humor ante esa contrariedad de ver que fallan las cuerdas de la vida. Sí, lo ideal, lo hermoso, es seguir adelante con la última cuerda, la cuerda del ánimo, de la paciencia, de la paz y, finalmente, del silencio. Ojalá podamos tener la tenacidad de Paganini y seguir hasta el final con paz y buen humor.
¿Que cuentan menos contigo? Ya contaron contigo cuando eras más joven.
¿Que no te piden consejo? Ya aconsejaste bastante cuando eras joven y tenías a tu cargo unos hijos que cuidar, unos alumnos a los que educar, una comunidad a la que guiar.
Entonces, ¿ya no hay nada que hacer? ¿No queda más que arrinconarse y pudrirse? De ninguna manera, sigue animando, sonriendo, sigue estando ahí para cuando te necesiten y, sobre todo, sigue rezando para que el mundo avance por caminos de paz, de respeto a las personas, de justicia y de solidaridad.
¿No es hermoso el ejemplo que nos ha dejado el Papa emérito Benedicto XVI retirándose en el silencio, el estudio y la oración? No pierde la paz, no se amarga por no estar en el primer puesto de la actualidad. Presta un inmenso servicio desde su retiro vivido en la confianza en Dios y en los demás y en la espera activa del día en el que el Señor le llamará a entrar en su descanso del cielo.
Ojalá que el Señor nos conceda saber interpretar cada día la melodía de la vida con las cuerdas que tengamos entre manos sin perder nunca la paz, la alegría y el amor.
¡Que Dios os bendiga a todos!

+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

domingo, 22 de mayo de 2016

«Contemplar el rostro de la Misericordia» (Mons. Juan José Omella).

«Contemplar el rostro de la Misericordia»

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella. ‘La vida contemplativa es expresión del amor a Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad’
Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret, existente en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul), fechada cerca de 1280.
Mosaico En La Antigua Iglesia De Santa Sofía (Estambul).
Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella, correspondiente a este domingo, 22 de mayo de 2016, fiesta de la Santísima Trinidad.  
“Al hombre de hoy, inmerso en la desazón y el ruido, apenas le queda tiempo para probar el sabor sabrosísimo de la oración y de la presencia de Dios en su vida. Sin embargo, hay hombres y mujeres que se sienten llamados a dedicar toda su vida a la oración, el trabajo y la vida de comunidad en el seno de un monasterio contemplativo. Son personas que han tomado esta decisión para toda la vida y son muy felices.
Por su estilo de vida las vemos muy poco. Han hecho una opción por el silencio y la oración en su entrega a Dios. La vida de los contemplativos y las contemplativas, es decir, la de los monjes y las monjas de clausura, suscita sorpresa y curiosidad en nuestro ambiente social, tan fuertemente marcado por la secularización. ¿Qué sentido tiene esta vida? Pues justamente la vida de estas personas nos recuerda la primacía que debería tener Dios en la vida de cada uno de nosotros.
Este domingo celebramos la Jornada Pro Orantibus con el lema “Contemplemos el rostro de la Misericordia”, en sintonía con el Año Santo de la Misericordia. En este tiempo nuestro de escasez de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa activa o apostólica, es muy significativo que no falten las peticiones de ingreso en la vida de los monasterios. Son jóvenes que aman la vida, son solidarios con los hermanos y están comprometidos en la transformación del mundo. Su vida contemplativa en un monasterio no es de ninguna manera una evasión del mundo, un desentenderse de la sociedad. La vida contemplativa es expresión del amor a Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad.
La vida contemplativa realiza plenamente a las personas que han recibido esta vocación, porque Dios llena maravillosamente todos nuestros anhelos. ¿Habéis visitado alguna vez una comunidad contemplativa? Es una buena experiencia, que interpela y suscita muchas preguntas como estas: ¿Qué valor damos a Dios en nuestra vida? ¿Qué relación creemos que existe entre Dios y la creación, entre Dios y la vida? ¿Qué valor damos a la oración y al silencio en nuestra vida personal y familiar?
En la celebración de la solemnidad de la Santísima Trinidad, este domingo la Iglesia nos propone orar por los consagrados y las consagradas en la vida contemplativa. En este contexto, también quiero recordar a la santa carmelita María Magdalena de Pazzi, la gran mística florentina. El próximo miércoles 25 de mayo se celebra la fiesta litúrgica de esta santa, fundadora de la Orden del Carmen. Este año conmemoramos los 450 años de su nacimiento.
Qué mejor homenaje podemos hacerle que encomendarnos a ella y dar a conocer la vocación de los contemplativos y las contemplativas que, como ella, tanto han aportado a nuestra sociedad. Aunque parece una paradoja, estas personas que han dejado el mundo son muy solidarias y están muy cerca de las necesidades eclesiales y de las inquietudes de los hombres y las mujeres, sus hermanos. Son personas que viven con los ojos puestos en Jesucristo y con el corazón abierto a las necesidades de los hermanos, y que nos llevan a todos en su impetración ante Dios. Hoy, os animo a que nos unamos en la oración por los que contemplan el rostro de la Misericordia.”
+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

domingo, 15 de mayo de 2016

«Ven, Espíritu Santo» (Mons. Juan José Omella) 15052016

«Ven, Espíritu Santo»

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella. ‘El verdadero apóstol es aquel que, como María, se hace dócil a las palabras e inspiraciones del Señor’
Pentecostés - (Autor: Jean II Restout, 1732 - Wiki commons)
Pentecostés - (Autor: Jean II Restout, 1732 - Wiki Commons)
Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella, correspondiente a este domingo, 15 de mayo de 2016, solemnidad de Pentecostés.

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor”. Así se invoca desde antiguo, en la Iglesia, al Espíritu Santo. Así invito a que lo hagamos todos nosotros, cristianos que peregrinamos en esta archidiócesis entrañable de Barcelona.
La Iglesia necesita, hoy más que nunca, cristianos confesantes. Cristianos que confiesen o reconozcan públicamente su condición de cristianos en la seguridad y en el gozo que la fe en Jesucristo les proporciona. Cristianos que confiesen el nombre del Señor Jesús en los ambientes en los que están insertos: la familia, el trabajo, la diversión, la política… Os invito a hacerlo con humildad, sin ninguna ostentación, pero también sin complejos; más con obras que con palabras, pero sin tener miedo a poner nombre a aquello que las obras predican. Y esa confesión humilde y valiente debe hacerse desde la coherencia de vida. Qué bien lo expresaba el papa Pablo VI cuando decía: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan y si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio”. (Evangelización del Mundo Contemporáneo, Evangelii Nuntiandi, 41)
La Iglesia necesita también apóstoles. “La evangelización del mundo actual se hará por medio de los cristianos laicos o no se hará”, decía la Conferencia Episcopal Española en el año 1992. Esto reclama de todos y cada uno de los que se confiesan discípulos de Jesucristo que asuman la misión de la Iglesia y se inserten en las tareas que realizan las parroquias. Sin vosotros, ninguna parroquia será capaz de evangelizar a los hombres, mujeres, jóvenes y niños. No sirve decir que valemos muy poco, que no estamos preparados, que somos mayores, que nos cansamos… Todos nosotros, jóvenes y mayores, sanos y enfermos, sabios y humildes, todos hemos sido invitados por el Señor, desde el día de nuestro bautismo, a trabajar en su viña. Sabemos que la obra no depende de nosotros. El Espíritu del Señor, el Espíritu Santo, es el alma de todo apostolado. Y el verdadero apóstol es aquel que, como María, se hace dócil a las palabras e inspiraciones del Señor y se entrega totalmente, sin reserva y sin poner objeciones, aunque la empresa sea ardua, contra corriente, porque para Dios nada hay imposible. Por eso, como la Virgen María, no pone pegas y dice siempre sí a Dios.
 La Iglesia que peregrina en esta tierra de Barcelona precisa de laicos cristianos decididos a aceptar tareas de colaboración con el ministerio de los pastores, comoanimadores de la comunidad y responsables de sectores pastorales, para poder poner en marcha las nuevas unidades pastorales con las que poder servir en adelante más y mejor a nuestros pueblos y para poner en marcha una verdadera y profunda pastoral familiar, tan necesaria en nuestra sociedad moderna. La Iglesia pide, pues, a todos los bautizados un compromiso especial. ¡Ánimo! No tengáis miedo, el Señor resucitado nos acompaña. Hagamos lo que hagamos, si lo hacemos apoyados en el Señor, en su Palabra, los resultados estarán siempre asegurados aunque no siempre podamos ser testigos de ello.
Tengo la convicción profunda de que el Espíritu del Señor va a venir en este nuevo Pentecostés sobre cada uno de nosotros, sobre toda la Iglesia que peregrina en esta Iglesia de Barcelona. Estoy convencido de que nos animará y fortalecerá para responder con audacia cristiana y corazón generoso a los retos que hoy tienen nuestra Iglesia y nuestra sociedad. Permanezcamos en la oración con María, la Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, para recibir con apertura de mente y de voluntad la gracia que viene de lo alto y nos lleva a nacer de nuevo, aunque nos sintamos viejos. Hagamos nuestra la oración de la Iglesia en el día de Pentecostés: “Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra”.
Que Dios os bendiga a todos.
+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

domingo, 8 de mayo de 2016

Los mil espejos (Mons. Juan José Omella) 08052016

Los mil espejos

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella. ‘Si yo viera las cosas, las personas, y sobre todo los acontecimientos, con la mirada de Dios, con la perspectiva de Dios, ¡cómo cambiaría todo!’
Light of candles into a church
Pixabay.Com - Foto-Rabe
Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella:
«Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Un día, buscando refugiarse del sol, un perrito logró meterse por un agujero de una de las puertas de la casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera y, al terminar de subirlas, se topó con una puerta semiabierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta de que dentro de ese cuarto había mil perritos más, observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.
El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los mil perritos hicieron lo mismo. Luego sonrió y ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí: “¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir muchas veces a visitarlo!”.
Tiempo después, otro perrito callejero entró en el mismo lugar, pero, a diferencia del primero, al ver a los otros mil perritos, se sintió amenazado, ya que creía que lo miraban de manera agresiva. Luego empezó a gruñir y, naturalmente, vio cómo los mil perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron también. Cuando este perrito salió de allí pensó: “¡Qué lugar tan horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar aquí!”.
En la portada de aquella casa había un viejo letrero que decía: “La casa de los mil espejos”.»
¿Quién, al leer este hermosa fábula, no recuerda aquel dicho tan popular de que “nada es verdad ni es mentira; todo depende del cristal con que se mira”, que los cristianos hemos de mejorar con la rectitud de intención? Dicho de otro modo, si yo viera las cosas, las personas, y sobre todo los acontecimientos, con la mirada de Dios, con la perspectiva de Dios, ¡cómo cambiaría todo!
San Juan de la Cruz, uno de los místicos y poetas más emblemáticos de nuestra historia y de nuestra literatura, aún lo expresó de una forma más acertada desde la perspectiva de la fe cristiana: “Adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor.” Veamos las circunstancias que dieron pie a esta afirmación de nuestro santo.
Año 1591: Juan de la Cruz sufre el mayor de los desprecios por parte de sus compañeros de Orden. Él está plenamente inmerso en la reforma del Carmelo. Le quitan todos sus cargos y lo mandan a Jaén, donde vive en la mayor pobreza y austeridad. Desde Sevilla le llegan ecos de calumnias muy graves, propaladas por algunos frailes. ¿Reacción de muchas personas que conocían la entereza y las virtudes de Juan? Le mandan cartas conteniendo las expresiones más encendidas de afecto, acogida, comprensión y cariño. Y de pena por la injusticia que se está cometiendo con él. ¿Respuesta de Juan de la Cruz? Así contesta a una religiosa carmelita reformada: “De lo que a mí toca, hija, no le dé pena, que ninguna a mí me da. Dios sabe lo que nos conviene y ordena todas las cosas para nuestro bien. No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor”.
Dios es el que permite todo para nuestro bien, aunque no lo comprendamos muchas veces. Es Él quien nos estimula y nos invita a descubrir el querer de Dios, poniendo amor donde no hay amor.
Cristo ha vencido el mal. Y lo ha vencido haciendo el bien. “Pasó por la vida haciendo el bien”, que es la manera más eficaz y concreta de poner amor.
Nunca debemos olvidar que la realidad – las realidades – de la vida depende en buena medida de cómo la miramos y de cómo nos acercamos a ella. Tener una mirada positiva hacia las personas y hacia las cosas nos ayudará a disfrutar más de la realidad que si la miramos con ojos turbios, con tristeza, con resentimiento. El amor lleva al amor. La amargura, a la amargura. ¡Que Dios nos libre de caer en ella!
¡Feliz domingo a todos!
+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

lunes, 2 de mayo de 2016

“Una Iglesia encarnada en Cataluña” (Mons. Juan José Omella) 02052016

“Una Iglesia encarnada en Cataluña”

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella. ‘No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que acabe clausurada en un embrollo de obsesiones y procedimientos’
Ancient Roman Way near Lanuvio
WIKIMEDIA COMMONS - Deblu68
Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella:
Hace pocos días que hemos celebrado la fiesta de los patronos de Cataluña, Sant Jordi y la Virgen de Montserrat, que he tenido ocasión de presidir por vez primera aquí, en la capilla dedicada al santo mártir en el Palau de la Generalitat y en la celebración de la tradicional Vetlla de Santa Maria en el monasterio de Montserrat. Y este domingo coincide con el Primero de Mayo, que nos trae la presencia del mundo del trabajo y sus problemas, que son especialmente graves en estos momentos en los que la crisis se deja sentir todavía en muchas personas y familias, sobre todo a causa del paro y de la constante precariedad laboral.
Por esto, deseo expresar en este escrito lo que ha sido y es objeto de mi oración como pastor en estos días pasados de las fiestas de los patronos de Cataluña, y hoy mismo, Primero de Mayo, pensando en el mundo del trabajo y sus problemas. Quisiera ayudar, con mi servicio, a potenciar una comunidad diocesana y unas comunidades cristianas que reflejen la voluntad  de ser una Iglesia verdaderamente inculturada en Cataluña, una Iglesia encarnada en las realidades y comprometida en la realización de la misión que le compete como Iglesia que está al servicio de este pueblo nuestro. Los obispos catalanes lo expresaron muy bien en dos documentos que no podemos olvidar y que nos ofrecen unas pautas valiosas para nuestra misión: Las raíces cristianas de Cataluña (1985) y Al servicio denuestro pueblo (2011).
Lo que me preocupa y lo que pido a Dios que me ayude a realizar es lo que podemos calificar como una pastoral misionera. Que es lo que nos pide el papa Francisco en su exhortación La alegría del evangelio (n. 49), cuando dice: “Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por haber salido a la calle, que una Iglesia enferma por el cierre y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que acabe clausurada en un embrollo de obsesiones y procedimientos. Si hay una cosa que debe inquietarnos santamente y tiene que preocupar nuestra conciencia es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo; sin una comunidad de fe que los sostenga; sin un horizonte de sentido y de vida.”
Una acción pastoral misionera, hoy tan urgente, como nos recuerda y nos pide el papa Francisco, ha de ser también una acción evangelizadora e inculturada, es decir, abierta y comprometida, desde su propia identidad y su misión, con la realidad de las personas y de la sociedad en la que la Iglesia realiza su misión. En nuestro caso, en la sociedad catalana de hoy. Porque los criterios que actualmente son reconocidos como válidos para la acción misionera de las llamadas iglesias jóvenes son también válidos y oportunos para la acción misionera de las iglesias de los países de larga tradición cristiana.
Y hoy, Primero de Mayo, nos tenemos que preguntar si hacemos todo aquello que la Iglesia está llamada a realizar para hacer presentes a Jesucristo y su Evangelio en el mundo obrero y del trabajo, marcado hoy por tantas dificultades y precariedades.
Que Dios os bendiga a todos.

+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

domingo, 28 de febrero de 2016

El triple filtro de Sócrates (Mons. Juan José Omella) 28022016


El triple filtro de Sócrates

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella. ‘¡Cuánto bien nos haría a todos cuidar más nuestra lengua y no hablar más de la cuenta!’

La escuela de Atenas de Rafael Sanzio. Museos Vaticanos
La Escuela De Atenas (Wikipedia)
Tenemos sobrada conciencia de que en nuestras conversaciones, muchas veces, introducimos temas que afectan a otras personas: “¿Sabes lo que le ha sucedido a fulano? ¿Sabes lo que me han dicho de zutano?” Y empezamos a hacer comentarios sin estar seguros de lo que decimos y en ausencia de la persona afectada. Hacemos añicos la fama de esa persona e incurrimos contra el octavo mandamiento que nos dice: “No levantarás falsos testimonios ni mentirás”.
¡Cuánto bien nos haría a todos cuidar más nuestra lengua y no hablar más de la cuenta! Y sería muy bueno, cosa no siempre fácil de hacer, comentar más las cosas buenas de los demás y felicitarles por ello.
Mirad qué consejo tan sabio dio, en su tiempo, el filósofo griego Sócrates a un amigo que le abordó un día diciéndole:”¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?” “Espera un momento –replicó Sócrates–, antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Por eso lo llamo el examen del triple filtro”.
“El primer filtro es la verdad: ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?” “No –dijo el hombre–, en realidad oí hablar sobre eso y…” “Bien –dijo Sócrates–, entonces no sabes si es cierto o no. Permíteme ahora aplicar el segundo filtro, la bondad: ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?” “No –dijo el hombre–, al contrario”. “Entonces –replicó Sócrates–, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. Pero podría querer escucharlo… Sólo que falta el tercer filtro, el filtro de la utilidad: ¿Me sirve de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?” “No –dijo el hombre–, la verdad es que no”.
“Bien –concluyó Sócrates–, si lo que deseas decirme no sabes si es cierto, ni es algo bueno de él e incluso no es algo útil para mí, ¿para qué quiero saberlo?” De este modo, Sócrates cortó el comentario que pretendían hacerle sobre su amigo. Hermosa manera de cortar esa corriente tan perniciosa de comentarios, de dimes y diretes sobre los demás.
¡Qué bueno es saber vencer el morbo sobre las cosas malas de los demás! ¡Qué bueno es no escuchar esos comentarios ni propagarlos! Si lo practicásemos, seguramente la convivencia entre familias y entre vecinos sería mucho más hermosa y armoniosa. El papa Francisco nos recuerda muchas veces que hemos de evitar las críticas y las murmuraciones, pues son la carcoma de la convivencia.
Tomemos ese compromiso de no escuchar, de no propagar todo aquello que no sabemos si es cierto, si no es algo bueno ni es útil para nosotros. Recordemos las palabras de Jesús: “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados”.
+Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

domingo, 31 de enero de 2016

A los pies de María (Mons. Juan José Omella) 31012016

A los pies de María

Carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella. ‘En Ella se da una misericordia materna que es donación, que es acogida, que es bienaventuranza’
Madonna with the child Jesus
Pixabay CC0
Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella:
La Virgen del Santuario de Cretas que figura en mi escudo episcopal ha estado siempre en el punto de referencia espiritual de mi vida, desde el momento en que nací y fui llevado a sus pies como recién nacido. Desde entonces ha estado presente en los momentos más significativos de mi periplo vital. A sus pies puse el báculo y la mitra cuando fui ordenado obispo, un signo de que lo ponía todo bajo su amparo de madre de la misericordia. Poner a la Virgen por encima de todas nuestras vivencias, por encima de todos nuestros logros, por encima de todas nuestras aspiraciones es ponernos bajo su manto de la misericordia del Señor, signo de acogida y protección. Somos nosotros la ofrenda que fija la mirada en el rostro de María, que, como portadora y mediadora de la misericordia del Señor, nos protege y nos guarda.
María, en el año de la misericordia, nos hace presente la oración en la visita a su prima en aquella expresión del “Benedictus” que cada día está presente en los Laudes de la Iglesia universal: “Su misericordia –que es respeto– se extiende de generación en generación para aquellos que le temen”. Misericordia y temor parecen expresiones de una gran contraposición, pero en su significado más profundo el temor es aquella virtud que nos resume en una sola todas las virtudes que nos da el Espíritu Santo y por la que reconocemos la grandeza de Aquel que en sí mismo es misericordia. Reconocer con un sano temor la grandeza de Dios ante nuestra finitud y limitación, contemplar la insondable diferencia entre nuestra pequeñez como criaturas y el Dios que nos es vida, nos ayuda a valorar y esperar la riada de bienes que conlleva la misericordia de Dios para con nosotros, que salva cualquier distancia y llena toda diferencia. Pero no hagamos bandera del temor, ya que a través de este conocimiento respetuoso reconocemos la misericordia infinita de Dios para con todos aquellos que ama, como lo expresa el libro de Samuel: “No temáis, temed sólo al Señor porque ha manifestado las maravillas en medio de nosotros”.
El amor de Dios nos libera del temor humano y lo reconocemos en toda su grandeza desde nuestra pequeñez humana como un amor que llama a la benevolencia, reconociendo sus maravillas y aceptando un amor de Padre incondicional. Por eso el cántico de María expresa lo más profundo de su creencia, en Ella se da una misericordia materna que es donación, que es acogida, que es bienaventuranza. Un amor que es promesa hecha a todos nosotros. Allí, a los pies de María de la Misericordia, ponemos nuestro temor-respeto para que ella nos dé la humildad suficiente para acercarnos a Dios como lo hace el cántico de Isaías: “Pues yo soy tu Dios, el que coge tu derecha, el que dice: no temas, yo te ayudo”. Con este espíritu nos ponemos a los pies de la Virgen, bajo su mirada. 
+ Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona