lunes, 31 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.


Capítulo XIII
OBEDECER HUMILDEMENTE
 COMO JESUCRISTO.


Jesucristo:
1. Hijo: quien procura apartarse de la obediencia él mismo se aparta de la gracia y el que quiere poseer cosas privadas pierde las comunitarias. Quien no se somete con gusto y espontáneamente demuestra que todavía no tiene perfectamente dominada su naturaleza sino que con frecuencia se resiste y murmura. Aprende pues a someterte a la autoridad con prontitud si deseas tener sujeta tu naturaleza. Más pronto se vence al enemigo exterior si la persona no ha quedado devastada interiormente. No existe más molesto ni peor enemigo del alma que tú mismo cuando no concuerdas bien con el Espíritu. Te conviene de verdad aceptar totalmente el desprecio de ti mismo si quieres prevalecer sobre las debilidades naturales. Porque todavía te amas muy inadecuadamente y dudas de resignarte plenamente a la voluntad ajena.

2. Pero ¿qué tanto será que tú, que eres como polvo y nada por causa de Dios te sometas a otra persona cuando Yo, Todopoderoso y Altísimo, que creo todas las cosas de la nada, me sometí humildemente a los demás por ti?. Me hice el más humilde e ínfimo de todos para que venzas tu presunción con mi humildad. Aprende, polvo, a despreciarte aprende, tierra y barro, a humillarte y a permanecer a los pies de todos. Aprende a dominar tu voluntad y ofrecerte al servicio de todos. Enójate contra ti mismo y no aceptes que viva en ti el orgullo sino manifiéstate de tal manera sujeto y pequeño que puedan todos caminar sobre ti y pisarte como el barro de las calles. ¿Qué tienes, ser despreciable, de qué quejarte?. ¿Cómo puedes contradecir, vergonzoso pecador, a los que te reprenden, ya que tantas veces ofendiste a Dios y mereciste el infierno?. Pero mis ojos tuvieron compasión de ti por que es muy valiosa tu alma en mi Presencia para que reconozcas mi amor y vivas siempre agradecido por mis beneficios, y para que te entregues continuamente a la sujeción y humildad y sufras con paciencia tus propias limitaciones.


Capítulo XIV
CONSIDERAR EL SECRETO JUICIO
 DE DIOS EVITA QUE NOS UFANEMOS EN LA PROSPERIDAD.


Discípulo:
1. Me aterran tus juicios respecto a mí, Señor por el miedo y temblor se conmueven mis huesos, y mi alma se asusta muchísimo. Estoy atónito y considero que ni el cielo es puro en tu Presencia (Job 15,15). Si hasta en los ángeles encontraste maldad (Job 4,18), y no los perdonaste, ¿qué será de mí?, cayeron las estrellas del Cielo (Ap 6,13) y yo ¿cómo puedo presumir?. Cayeron hasta el fondo aquellos cuyas obras parecían dignas de alabanza, y quienes comían el pan de los ángeles se vieron alimentados con comida de cerdos.

2. Ninguna santidad existe, Señor, si retiras tu mano; ninguna sabiduría aprovecha, si Tú no gobiernas; ninguna fuerza ayuda, si dejas de conservarla. Ninguna castidad está segura, si Tú no la defiendes; ningún cuidado propio sirve si no está presente tu sagrada vigilancia. Porque abandonados, nos sumergimos y perecemos; visitados por Ti, nos levantamos y vivimos. Somos inestables pero por Ti nos aseguramos. nos entibiamos, pero por Ti nos encendemos.

3. ¡Qué vulgar y despreciable me debo reconocer!. ¡Qué poco valioso si algo bueno parece que tengo!. ¡Qué profundamente me debo sumergir en lo hondo de tus juicios, Señor, donde nada más encuentro, sino que soy nada y nada!. ¡Inmenso peso! ¡Mar inmenso donde nada encuentro de mí sino que soy nada en todo!. ¿Dónde están pues, los cimientos de mi sobreestimación?, ¿dónde la confianza de mis propias fuerzas?. Desaparece toda la vanidad de mis glorificación en la profundidad de tus juicios sobre mí.

4. ¿Qué es toda criatura en tu Presencia?. ¿Puede acaso la arcilla elevarse sobre quien le dio forma?. ¿Cómo puede engreírse autoalabándose el corazón de quien está de verdad sometido a Dios?. Todo el mundo no puede elevar a quien mantiene en su sitio la verdad; ni se moverá, por más que lo alaben quien tiene firme toda su esperanza en Dios. Porque todos los que hablan, nada son; desaparecerán, junto con el sonido de sus palabras pero la verdad del Señor permanece para siempre (Sal 117,2).


Capítulo XV
COMO COMPORTARSE
 Y EXPRESARSE EN LOS DESEOS.


Jesucristo:
1. Hijo mío, di así para todo: Señor, si te agrada, que se haga así; Señor, si es en honor tuyo, haz esto en tu Nombre. Señor, si te parece que me conviene y encuentras que me será útil, concédelo para que lo use en tu honor. Pero si sabes que me va a causar daño, o desaprovechar para la salvación de mi alma aparta de mí este deseo. No todo deseo proviene del Espíritu Santo aunque al hombre le parezca correcto y bueno. Es difícil juzgar rectamente, si te impulsa a desear esto o lo otro un espíritu bueno u otro distinto, o si te impulsa tu propio ánimo. Muchos que al principio parecían ser conducidos por buen espíritu, quedan decepcionados al final.

2. Por eso siempre se debe desear y pedir, con respeto a Dios y humildad en el corazón, todo lo que sobrevenga como deseable al pensamiento; y sobre todo, encomendárseme diciendo: Señor, Tú sabes qué es lo mejor: haz que suceda esto o lo otro, según quieras. Da lo que quieras, cuanto quieras, y cuando quieras. Haz conmigo como sabes, lo que más te agrade a Ti, y según sea para tu mayor honor. Ponme donde quieras; dispón de mí libremente en todo. Estoy en tus manos; dame vueltas para un lado y el otro. Yo soy tu servidor, dispuesto para todo porque no deseo vivir para mí sino para Ti, ojalá que con dignidad y perfección.

3. Oración para cumplir la voluntad de Dios: Concédeme, compasivo Jesús, tu gracia para que esté conmigo y conmigo trabaje (Sb 9,10) y conmigo persevere hasta el fin. Concédeme desear y querer siempre lo que es más aceptable para Ti y más te agrada. Tú voluntad sea mía y mi voluntad siga siempre a la tuya y concuerde de la mejor manera con ella. Mi querer sea siempre uno contigo y sólo pueda querer o no querer lo que Tú quieres o no quieres. Concédeme que muera a todo lo que me tienta del mundo y por Ti, que ame ser despreciado y desconocido. Concédeme descansar en Ti sobre todo lo deseado y que mi corazón encuentre en Ti la paz. Tú eres la verdadera paz del corazón, su único descanso; fuera de Ti, todas las cosas son adversas e inestables. En esta paz permanente, es decir, en Ti Único Supremo y Eterno Bien dormiré y descansaré. Así sea.

Santos del día 31 de agosto

Santos del día 31 de agosto
Pridie Kalendas septembris
En Jerusalén, conmemoración de los santos José de Arimatea y Nicodemo, que recogieron el cuerpo de Jesús bajo la cruz, lo envolvieron en una sábana y lo depositaron en el sepulcro. José, noble decurión y discípulo del Señor, esperaba el reino de Dios, y Nicodemo, fariseo y principal entre los judíos, que había ido de noche a ver a Jesús para interrogarle acerca de su misión, defendió luego su causa ante los sumos sacerdotes y los fariseos que buscaban la detención del Señor.
En Atenas, en Grecia, san Aristides, filósofo, que, notabilísimo por su fe y por su ciencia, dedicó al emperador Adriano algunos de sus libros sobre la religión cristiana.
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Paulino, obispo y mártir, que en tiempo de la herejía arriana fue el verdadero heraldo de la verdad, y en el Sínodo de Arlés, convocado por el emperador arriano Constancio, ni amenazas ni adulaciones pudieron llevarle a condenar a san Atanasio ni a apartarse de la recta fe, por lo que fue relegado a Frigia, en la actual Turquía, donde pasados cinco años llevó a cumplimiento su martirio en el exilio.
En Lindisfarne, en el territorio de Northumbria, san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y rectitud de gobierno, que desde el monasterio de Iona fue llamado por el rey Osvaldo a esta sede episcopal, donde fundó un monasterio, para atender eficazmente a la evangelización de aquel reino.
En Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros compañeros de san Pedro Nolasco en la Orden de Nuestra Señora de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos.
En el desierto de Vallucola, en la Toscana, beato Andrés de Borgo Sansepolcro, presbítero de la Orden de los Siervos de María, entregado a la penitencia y a la contemplación.
En Almería, en España, beatos Edmigio (Isidoro) Primo Rodríguez, Amalio (Justo) Zariquiegui Mendoza y Valerio Bernardo (Marciarlo) Herrero Martínez, mártires, que, por ser hermanos de las Escuelas Cristianas, sufrieron la muerte durante la persecución contra la fe en tiempo de guerra.
En Barcelona, España, beato Pere Tarrés i Claret, presbítero.

domingo, 30 de agosto de 2020

Domingo 22º del TO. Ciclo A (30.08.2020): Mateo 16,21-27 La cuestión es servir o ser servido. y Domingo 40º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (30.08.2020): Hch 21,37 a 22,29 “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)


Domingo día 30 de agosto. Todavía es verano por el hemisferio norte. Menos verano, pero verano al fin de cuentas. Por el hemisferio sur será invierno. Menos invierno, tal vez.  Afortunadamente esta realidad de nuestra tierra es así. Y cuando pensamos en esto, es posible que más de uno mire al sol por el día y a la luna por la noche. El sol y la luna se callan, nos escuchan y siguen su camino. Tú y yo seguimos también nuestros propios caminos. Consciente o no tanto, cada persona sigue su camino. 
¿Su camino? ¿Qué camino? 
Estamos en tiempos del GPS. Usted está aquí. Y de aquí se va para allá, su lugar de destino. Venga conmigo. Fíese. Yo le voy diciendo. Derecha. Izquierda. Manténgase. Trescientos metros... Le quedan aún dos punto seis kilómetros. El GPS lleva marcado el camino en tu pantalla. Y tú y yo nos fiamos. Funciona. Se tardará más o menos, pero se llega al destino señalado.
Nos hemos ido olvidando de Machado, Antonio, que decía que el camino se hace al andar. El GPS lo lleva ya escrito, precisado, cronometrado... Lleva dentro todos los caminos de todos los caminantes. Es una maravilla, seguramente.
Ahora que escribo estas cosas me imagino a las gentes de antes y de mucho antes y de muchísimo antes... que no disponían de tal tecnología nacida de las neuronas humanas. ¿Cómo fue posible vivir sin GPS? No sabemos cómo, pero sabemos que fue posible. 
Ahora que escribo estas cosas me imagino a esas gentes de los siglos sin GPS que escribieron sus reflexiones sobre 'el camino' como lo hizo, no hace tanto, un tal M. Delibes o como lo hizo, en la segunda mitad del siglo uno de nuestra historia, otra tal como María Magdalena. 
Sí, esta mujer escribió a su aire inspirador la vida de su Jesús de Nazaret al modo y manera de 'un camino'. Y esta manera de imaginar sentó cátedra porque llegaron después otros tres narradores de la misma historia de aquel Jesús de Nazaret (Mateo, Lucas y Juan) y los tres hablaron de aquel hombre galileo como 'el camino'. Es más, uno de estos narradores, Lucas, cuenta en su Libro de los Hechos que otro judío nacido en Tarso y que se llamaba Pablo hablaba de 'su' CristoSeñorResucitado como 'el nuevo camino'. 
Reconozco que la lectura del relato de Mateo 16,13-28 me ha alterado en muchas ocasiones las pilastras inamovibles de eso que muchos llaman fe, pero que a mí me suena a otra cosa. Con este asunto del GPS voy comprendiendo casi bien que este asunto del laico de la Galilea tiene que ver con la Guía Personal del Servicio. Con esta GPS tan original, se comprende que el asunto del SERVICIO no es para realizarlo con quienes están por arriba de uno, sino para ejercitarlo siempre y en todo lugar con quienes están por debajo de uno: Guía Personal del Servicio.
A continuación se encuentran los dos comentarios.


Domingo 22º del TO. Ciclo A (30.08.2020): Mateo 16,21-27
La cuestión es servir o ser servido. Así lo escribo CONTIGO,

En este nuevo domingo, seguimos leyendo en el Evangelio de Mateo en el preciso lugar en el que lo habíamos dejado hace una semana. Tanto el texto anterior como éste que leemos ahora conviene leerlos conjuntamente como si fueran una unidad, uno solo: Mateo 16,13-28. El versículo 16,28 también, que siempre se lo comen las vaticanas tijeras de la liturgia.

Todo cuanto se nos cuenta sucede en las tierras del norte de la región de la Galilea, en Cesarea de Filipo. Allá donde comienza el Jordán a ser un río. Al pie de un monte. Y será precisamente desde aquí donde se inicie ‘un camino’. El camino de la subida a Jerusalén; el camino del descendimiento de un río camino de su acabamiento en el mar; el camino de un nuevo proyecto de vida; el camino que es y seguirá siendo Jesús de Nazaret; el camino llamado espiritualidad cristiana; el camino del seguimiento. Sencillamente, ‘el camino’. Todo está en él.

Más de un estudioso se atrevió a llamar a esta nueva realidad ‘La Religión del Camino’. Para este símbolo del camino cada caminante tiene su interpretación peculiar. Como se dice en el ejercicio de otra tradición: ‘Existen tantos caminos de Santiago como caminantes’. Con este asunto, en las alforjas de caminante me sugiero llevar delante de ellas un interrogante: ¿Quién decís que soy yo? O, ¿quién digo yo que eres tú? Esto ya lo leímos en la semana pasada.

De entre todos los acompañantes de Jesús sólo uno habló. Sólo uno confesó lo que pensaba. Según este Evangelista, el confesor Pedro fue tan encumbrado (Mt 16,17) como abajado (Mt 16,20). Si esto no se comprendió hace siete días debe leerse despacio el texto de esta nueva celebración: Mt 16,21-28. En él, el propio Evangelista pone en boca de su Jesús estas palabras dirigidas directa y explícitamente a Pedro: ‘¡Quítate de mi vista, Satanás!’ (Mt 16,23).

Cuantas más veces me detengo a contemplar esta narración más me convenzo de que no es posible que todo esto, junto y a la vez, sea ciertamente verdadero. La contradicción es tan nítida que sólo puede ser tarea realizada por dos escritores diferentes y en distintos tiempos. Un hombre como Pedro no puede ser a la vez el bienaventurado de Dios y el mismo Satanás.

La evidente contradicción se comprende sin demasiadas dificultades. La cuestión central se arraiga en los contenidos que se encierran en la palabra griega ‘cristós’ que traduce la palabra hebrea ‘masiah’. En lengua española decimos ‘cristo’ y ‘mesías’. Jesús, cristo y mesías. Y desde ahí, el cristianismo y el mesianismo. Dos palabras de una misma y única realidad: el cristianismo mesiánico o el mesianismo cristiano. No se trata de un juego de palabras.

Se trata de la realidad humana de creer, querer y desear servir, o servir a. Es decir, ponerse a la altura de quien está por debajo de uno y atreverse los dos a caminar juntos, progresar, crecer, compartir, ser personas. O, por el contario, se trata de la realidad humana de creer, querer y desear ser servido, o servirse  de. Es decir, ponerse por encima de los demás para ser obedecido, idolatrado, divinizado, separado, enaltecido. Tal vez ambas realidades puedan ser ‘liberadoras’, pero ciertamente no lo serán de la misma manera. El mesianismo cristiano de Jesús fue ‘servir’. En cambio, el cristianismo mesiánico de Pedro  fue ‘ser servido’. Ahí estamos.
Carmelo Bueno Heras

Domingo 40º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (30.08.2020): Hch 21,37 a 22,29
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

Nuestro Lucas sigue contándonos la estancia de su Saulo/Paulo en Jerusalén. Ya sabemos que está en el Templo de Jerusalén como ‘buen judío’ y dando testimonio explícito de ser un observante de la Ley de Israel. Pero ha sido descubierto, acusado y apresado. Su vida sigue abiertamente amenazada. Sin apenas darnos cuenta como lectores, el narrador Lucas comienza la narración de la auténtica conversión de Saulo en Pablo. Ésta acabará en Roma.

Esta conversión es un largo proceso en el tiempo y en el espacio. En este comentario prestamos atención a los tres primeros acontecimientos de esta dilatada experiencia que, casi de manera imperceptible y natural, acabará en la comprensión de Jesús como judío y galileo.

El primer paso o hecho de esta conversión nos lo cuenta Lucas en Hch 21,37-40. Muy sutilmente nos dice Lucas que Pablo hablaba en latín con el tribuno romano. De este tribuno depende ahora el respirar y vivir. ¿No estaba dispuesto este hombre, desde su última estancia en casa de Felipe y de sus hijas, a entregar su vida como así le sucedió a Jesús de Nazaret? Este Pablo de Lucas sabe defender bien sus derechos como persona y viviente. El tribuno romano permite que el apresado Pablo hable al pueblo judío en su propia lengua aramea.

El segundo paso o hecho de esta conversión nos lo sigue contando Lucas en Hch 22,1-21 y comienza de esta manera: “Padres y hermanos míos, escuchad la defensa que os presento ahora...Soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad... Aprendí hasta el último detalle de la Ley... Yo perseguí a muerte este nuevo Camino...” (Hch 22,3). El sabio narrador Lucas pone en labios de su Saulo/Paulo un discurso que nos suena a confesión  cuando se lo lee o escucha. No va a ser la única vez que encontremos una confesión así. Habrá otra en Hch 26,2-23. Estas dos confesiones habrán de leerse siempre en paralelo con Hch 9,3-25.

La lectura sinóptica de estos tres textos del libro de los Hechos nos ilumina la opinión de haber sido Lucas el propio narrador de unos hechos a medias de Pablo y a medias suyos. Cada lector puede imaginarse y aceptar esta y otras siete opiniones diferentes. Las diferencias y las semejanzas de los tres relatos no precisan aquí y ahora más comentario que este dato anecdótico: Por más que leo y releo no encuentro en estos textos el caballo del que cayó Pablo, como dicen a su modo los artistas y tantos ‘espirituales’ intérpretes del suceso.

Después de recordar con precisión el relato de Hechos 9,3-25 me sigue cautivando ahora lo que este Lucas me deja escrito en Hch 22,8. Sobre todo esta expresión: “Yo soy Jesús de Nazaret”. Esta confesión la ha puesto Lucas en boca del propio Jesús. Todo humanidad. En cambio, Pedro lo confiesa Mesías divino (Lc 9,18-21). Y Pablo también habla así; Cristo-Mesías.

El tercer paso o hecho de la conversión de Pablo lo leemos en Hechos 22,22-29. Y creo con Lucas que además de la conversión se trata del propio relato de ‘la Pasión de Pablo’: “Hasta aquel momento estuvieron escuchando, pero entonces empezaron a gritar: ¡quita de en medio a ese individuo, no merece vivir!” (Hch 22,22). Ante esta situación, Pablo interpela al centurión romano en defensa propia (Hch 22,25). Le importa más ser ‘de Roma’ que de ‘el Nazareno’.
Carmelo Bueno Heras

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.


Capítulo XI
LOS DESEOS DEL CORAZÓN
 SE DEBEN EXAMINAR Y MODERAR.


Jesucristo:
1. Hijo, todavía te conviene saber muchas cosas que no aprendiste bien.

Discípulo:
¿Cuáles son, Señor?.

Jesucristo:
Que sometas todo a mi voluntad y no seas amador de ti mismo sino afectuoso cumplidor de lo que me agrada. Los deseos te encienden e impulsan con vehemencia pero considera si actúas por mi honor o más bien por tu propio interés. Si Yo soy la causa, estarás contento de lo que disponga. En cambio, si algo tienes escondido de deseo personal eso mismo te impedirá y te pesará. Ten cuidado, no confies demasiado en el deseo preconcebido que no consultaste conmigo; no sea que después te apene o desagrade lo que primero te gustó y quisiste con ahínco por parecerte mejor. No debe seguirse inmediatamente toda inclinación que nos parece buena ni huir en el acto de las que nos contrarían. Conviene refrenarse aglunas veces incluso en los buenos esfuerzos y deseos no vayas a incurrir en la irreflexión, por inoportuno, o por la contradicción ajena de pronto te sientes turbado y caigas.

3. A veces conviene contrariar los deseos con violencia y valor y no considerar lo que la naturaleza quiere o no quiere sino andar muy cuidadoso para someterla al espíritu aunque le pese. Y debe ser disciplinada y sometida a servir hasta que esté dispuesta a todo, que aprenda a contentarse con lo necesario y gozar con lo sencillo y a no murmurar contra las dificultades.


Capítulo XII
SIGNIFICADO DE LA PACIENCIA
 Y DE LA LUCHA CONTRA LAS MALAS INCLINACIONES.

Discípulo:
1. Señor Dios, según veo necesito mucho la paciencia porque en esta vida hay multitud de contrariedades. De cualquier manera que organice mi paz no podrá subsistir mi vida sin lucha y dolor.

Jesucristo:
2. Así es, hijo. Pero quiero que no pretendas una paz que carezca de tentaciones o no sienta dificultades sino más bien estima que has encontrado la paz cuando te ejercites en varias tribulaciones y seas puesto a prueba en muchas contrariedades. Si afirmas que no te es posible sufrir mucho, ¿cómo entonces soportarás el fuego del purgatorio?. Entre dos males, siempre hay que elegir el menor. Por lo tanto, para que puedas escapar en el futuro de los eternos padecimientos, procura sufrir con paciencia, por Dios, los males presentes. ¿O piensas que las personas del mundo nada sufren, o sufren poco?. No encontrarás uno solo que no sufra, incluso entre los más afortunados.

3. Pero tienen, según dices, muchos placeres, siguen su propia voluntad y le dan poca importancia a las dificultades.

4. Y si fuera así, que tengan lo que quieran, ¿cuánto tiempo les durará?. Los favoritos del mundo desaparecerán como humo (Sal 37,20) y no existirá recuerdo de los placeres pasados. Pero mientras están vivos no gozan de los placeres sin amargura, fastidio y temor. Porque lo mismo que les produce satisfacción, frecuentemente les causa el sufrimiento del dolor. Justamente se procede así con ellos porque al buscar y seguir los placeres descontroladamente los disfrutan luego con vergüenza y amargura. ¡Qué limitados, que falsos, que desordenados y torpes son!. Realmente por la ebriedad y ceguera no entienden y como si fueran irracionales, por un pequeño gusto en esta vida transitoria caen en la muerte del alma. Tú, hijo, en cambio, no te dejes llevar por los deseos, y apártate de tus caprichos (Eclo 18,20). Goza en el Señor y te dará lo que pide tu corazón (Sal 37,4).

5. Por lo tanto, si quieres deleitarte verdaderamente y recibir mis consuelos con abundancia, tu bendición estará en despreciar todo lo mundano y en rechazar todos los deleites perversos; así recibirás abundante alegría espiritual y mientras más te apartes de todo consuelo creado tanto más agradables y hondas satisfacciones encontrarás en Mí. Pero no las alcanzarás sin antes padecer algunas tristezas, y el cansancio de la pelea. La costumbre te contrariará pero la vencerás con otra costumbre mejor. Se rebelará tu naturaleza pero la fuerza del espíritu la frenará. Te instigará y te exasperará la serpiente maligna pero huirá por la oración y con el trabajo provechoso le impedirás la entrada.

Santos del día 30 de agosto

Santos del día 30 de agosto
Tertio Kalendas septembris
En Roma, en el cementerio de Comodila, en la vía Ostiense, santos mártires Félix y Adaucto, que habiendo confesado juntos a Cristo con una fe inquebrantable, juntos volaron vencedores al cielo.
Conmemoración de sesenta santos mártires, que en Colonia Sufetana, en Africa Bizacena, murieron a manos de los enfurecidos gentiles por haber destruido una estatua de Mercurio.
En Roma, conmemoración de san Pammaquio, senador, insigne por su celo en la fe y por su generosidad hacia los pobres, a cuya piedad hacia Dios se debe la construcción de la basílica que recibe su título en el monte Celio.
En el monasterio de Rébais, en el territorio de Meaux, en Neustria, san Agilo, su primer abad.
En Breuil, también en la región de Meaux, san Fiacrio, eremita, que, oriundo de Irlanda, llevó una vida solitaria.
En Tesalónica, de Macedonia, san Fantino, llamado el Joven, eremita, que se consumió por Cristo con vigilias y fatigas.
En Lucedio, en el Piamonte, san Bononio, abad, que llevó vida eremítica, primero en Egipto y después en el monte Sinaí.
En Trevi, en el Lacio, san Pedro, que, pese a ser analfabeto, cultivó en la soledad la sapiencia del Evangelio.
En Londres, en Inglaterra, santa Margarita Ward, mártir, que, estando casada, durante el reinado de Isabel I fue condenada a muerte por haber ayudado a un sacerdote, sentencia que acogió de buen grado y que se cumplió al ser ahorcada en Tyburn. Allí mismo, con ella consumaron su martirio los beatos mártires Ricardo Leigh, presbítero, y los laicos Eduardo Shelley y Ricardo Martín, ingleses, Juan Roche, irlandés, y Ricardo Lloyd, del país de Gales, el primero por el hecho de ser sacerdote y los otros por haber dado hospitalidad a sacerdotes.
En Saluzzo, en el Piamonte, beato Juan Juvenal Ancina, obispo, que, anteriormente médico, fue uno de los primeros en entrar en el Oratorio de san Felipe Neri.
En Zaragoza, en España, beata María Ráfols, virgen, que cerca del hospital de esta ciudad fundó la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana y la dirigió con fortaleza de ánimo por entre muchas dificultades.
En Almería, también en España, muerte de los beatos mártires Diego Ventaja Milán, obispo de Almería, y Manuel Medina Olmos, obispo de Guadix, que, encarcelados por quienes odiaban el nombre cristiano, soportaron con paciencia y resignación insultos y vejaciones, hasta recibir de noche un cruel final.
En el camino entre Puebla Tornesa y Villafamés, en la provincia de Castellón, de nuevo en España, beato Joaquín (José) Ferrer Adell, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que con el martirio recibió el premio prometido a los que perseveran.
En Bilbao, otra vez en España, beato Vicente Cabanes Badenas, presbítero de los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores y mártir, que, durante la misma persecución contra la fe, mereció entrar en el banquete de la gloria.
En Xeresa, Valencia, España, beatas Maria Dolors Oller Angelats (Fidela) y Josefa Monrabal Montaner, religiosas profesas del Instituto de San José de Girona, muertas por odio a la fe.
En Pedralbes, Barcelona, beato Marçal del Penedès (Carles Canyes Santacana), capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
En Kfifan, Líbano, Esteban (Yusuf) Nehmé, monje de la Orden Libanesa Maronita, que encontró la santidad en el cumplimiento de la Regla de su orden, con pleno espíritu de abnegación.
En Belo Horizonte, Brasil, beato Eustaquio (Huberto) van Lieshout, sacerdote profeso de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
En Venegone, cerca de la ciudad de Varese, en Italia, beato Alfredo Ildefonso Schuster, obispo, que de abad de San Pablo de Roma fue elevado a la sede episcopal de Milán, donde con gran solicitud y diligencia desempeñó, con admirable sabiduría y doctrina, su ministerio de pastor paró el bien de su pueblo.