viernes, 14 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Consejos útiles para la vida espiritual)

PARTE PRIMERA
CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL.



Capítulo XXIII
REFLEXIÓN SOBRE LA MUERTE
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1. Muy pronto se referirá a ti esta realidad: mira bien en qué situación tan distinta te encontrarás. Hoy día está una persona y mañana no se presenta. Cuando se aparta algo de la vista muy pronto desaparece de la mente. Por la rutina e insensibilidad de nuestras facultades sólo tomamos en cuenta lo presente y no prevemos más lo que vendrá después. Así deberías conducirte en todas tus actividades y pensamientos como si hoy mismo te fueras a morir. Si hubiera tranquilidad en tu conciencia no tendrías mucho temor a la muerte. Mejor sería evitar los pecados que pretender huir de la muerte. Si hoy no te encuentras preparado, ¿de qué modo lo estarás mañana?. Mañana es día incierto, ¿y qué sabes si tendrás mañana?.

2. ¿Qué te aprovecha seguir viviendo cuando tan poco te enmiendas?. Una larga vida no siempre nos corrige sino con frecuencia aumenta más las culpas. ¡Ojalá durante un solo día nos hubiéramos comportado bien en este mundo!. Muchos  cuentan los años que pasaron desde su propósito de conversión y con frecuencia es muy pequeño el fruto de su corrección. Si nos aterroriza morir puede ser más peligroso vivir. Feliz quien tiene siempre ante sus ojos la hora de su muerte y diariamente se prepara a morir bien. Si alguna vez viste a un hombre morir piensa que por el mismo camino tendrás que partir.

3. Por la mañana, piensa que no alcanzarás la tarde y cuando llegue la tarde, no te atrevas a prometerte la mañana. Por eso mismo, manténte siempre listo de tal manera que nunca te sorprenda la muerte sin preparación. Muchos mueren súbita e imprevistamente porque "a la hora que no se piensa vendrá el Hijo del hombre" (Lc 12, 40). Cuando llegue esta última hora,  empezarás a apreciar de forma muy distinta toda tu vida pasada y sentirás gran dolor por haber sido tan negligente y  pusilánime. ¡Qué feliz y juicioso el que se esfuerza ahora en su vida como ha elegido encontrarse al morir!. La valoración justa del mundo, el deseo entusiasta de progresar en las virtudes, el amor a la austeridad, esfuerzo de la autocorrección, la prontitud en obedecer, la abnegación de sí mismos y el soportar cualquier contradicción por amor de Cristo darán gran confianza a la hora de la muerte. Pocos se perfeccionan con la enfermedad, como los que hacen largas peregrinaciones y poco se santifican.

5. No confíes ciegamente en amigos y conocidos ni difieras tu salvación para el futuro porque más pronto te olvidarán las  personas que estimas. Mejor es ahora prever lo que sobrevendrá y tener preparadas algunas buenas obras para ello que estar esperanzado en el auxilio ajeno. Si no eres solícito por ti mismo en el presente, ¿quién se preocupará por ti en el futuro?. Ahora es el tiempo más valioso. Ahora son los días de salvación. Ahora es el tiempo aceptable. Pero ¡qué lamentable! porque no lo gastas útilmente, pudiendo ganar en él para que vivas eternamente. Llegará el momento cuando desearás un solo día o una sola hora para enmendarte, y no sé si lo obtendrás.

6. Atiende, queridísimo amigo, de qué peligro te puedes librar y de cuán gran temor te puedes sustraer si ahora eres cuidadoso y estás como pendiente de la muerte. Estudia ahora vivir de tal manera que en la hora de la muerte puedes más bien alegrarte que temer. Aprende ahora a morir para este mundo de manera que empieces a vivir con Cristo. Aprende ahora a despreciar las cosas para que logres libremente alcanzar a Cristo. Domina ahora tu cuerpo con la austeridad para que puedas tener  confianza cierta.

7. ¡Necio! Piensas vivir largo tiempo y no tienes asegurado un solo día. ¡Cuántos quedaron frustrados porque se les arrancó  de aquí inesperadamente!. Cuántas veces habrás escuchado decir que uno murió por arma blanca, otro se ahogó, éste se cayó desde lo alto y se rompió el cuello, otro comiendo se quedó tieso, aquél otro jugando encontró su fin, otro por causa del juego, otro por el hierro, otro por epidemia, otro a manos de delincuentes. Así, el fin de todos es morirse, y la vida de las personas pasa de pronto como una sombra.

8. ¿Quién te recordará después de la muerte y quién orará por ti?. Realiza, realiza ahora, queridísimo hermano, lo que puedas realizar, porque no sabes cuando morirás ni qué pasará en tu casa después que mueras. Mientras tengas tiempo, reúne riquezas inmortales; fuera de tu salvación, nada pienses y cuida solamente de lo que corresponde a Dios. Hazte ahora de amigos venerando a los santos de Dios e imitando sus acciones para que cuando debas abandonar ésta vida, te reciban ellos en las eternas mansiones.

9. Manténte como peregrino y visitante sobre la tierra a quien nada le importa los manejos del mundo. Mantén liberado tu corazón y siempre levantado hacia Dios porque no posee aquí ciudad permanente. Dirige a Él tus oraciones con llamados angustiosos y lágrimas cotidianas, para que merezcas pasar con felicidad hacia Dios, a través de tu muerte. Amén.

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