sábado, 15 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Consejos útiles para la vida espiritual)

PARTE PRIMERA
CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL.



Capítulo XXIV
JUICIO Y CASTIGOS
 DE LOS PECADORES.


1. Dirige tu mirada al fin en todas las cosas y de qué manera comparecerás ante el juez justísimo para quien nada está oculto ni se deja aplacar con sobornos, ni acepta excusas sino que, como justo juez, juzgará. Tú, pecador miserable y tonto, ¿qué  responderás a Dios que conoce todas tus maldades, tú que a veces tienes miedo del rostro airado de un simple hombre?. ¿Por qué no te previenes para el día del juicio cuando ninguno podrá disculparse o alegar por otro sino que cada uno tendrá  bastante con llevar su propio peso?. Ahora es fructífera tu labor, tu llanto es aceptable, atendibles tus gemidos, tu dolor  compensatorio y purificador.

2. Tiene un lugar grande y saludable de purificación la persona paciente que al recibir injurias sin motivo le apena más la malicia del otro que su propia ofensa, que ruega a Dios voluntariamente por quienes lo contrarían, de corazón perdona los agravios que no se demora en pedir perdón a otros, más fácilmente se compadece que monta en cólera, con frecuencia dirige su misma violencia hacia sí y se empeña en dominar bajo el yugo de su espíritu las tendencias deshonestas de su naturaleza. Mejor es ahora limpiarse de pecados y cortar las costumbres depravadas que reservar para el futuro su expiación. Verdaderamente nosotros mismos nos engañamos por el desarreglado afecto que tenemos a nuestros malos impulsos.

3. ¿Qué cosa distinta a tus pecados devorará ese fuego?. Mientras más ampliamente te disculpas ahora a ti mismo y sigues tus inclinaciones deshonestas, con mayor intransigencia se te exigirá que pagues y más material reservas para que arda. En lo que peque la persona, en eso será más gravemente castigada. Allí los perezosos serán estimulados con punzones ardientes y  atormentados los glotones con inmensa sed y hambre. Allí los lujuriosos y amantes deshonestos de placeres serán zambullidos en asfalto ardiente y pestífero azufre; los envidiosos aullarán de dolor como perros rabiosos.

4. No habrá maldad que no reciba su castigo específico. Allí todos los altaneros quedarán repletos de vergüenza y restringidos los avaros por miserable indigencia. Allí será más grave pasar una hora de sufrimiento que aquí cien años de penitencia  amarguísima. Allí no hay ningún descanso, si el menor consuelo para los condenados. aquí sin embargo cesan los sufrimientos de vez en cuando y se puede gozar la satisfacción de la amistad. Ten ahora cuidado y arrepiéntete de tus faltas para que el día del juicio estés seguro con los santos. Porque entonces estarán los justos de pie y sin temor ante quienes los angustiaron y hundieron (Sb 5, 1).

5. Entonces se sentará a juzgar quien ahora se somete con humildad a los juicios de los hombres. Entonces tendrá gran confianza el pobre y humilde pero el arrogante estará aterrado por todas partes. Entonces se hará patente que el auténtico  sabio en este mundo fue el que aprendió a aparecer como tonto y despreciado por Cristo. Entonces se alegrarán todas las personas devotas y se entristecerán todos los irreligiosos. Entonces se animará más el cuerpo que sufrió privaciones que si  siempre se hubiera nutrido con delicias. Entonces resplandecerá la ropa modesta y se oscurecerán los finos vestidos. Entonces  se valorizará más la vivienda pobre que el palacio recubierto de oro. Entonces más ayudará la constante paciencia que todo el poderío del mundo. Entonces será más encomiada la simple obediencia que los profundos conocimientos. Entonces se ponderará más el desprecio de las riquezas que todos los tesoros de la tierra. Entonces te aliviará más haber orado con  dedicación que haber comido exquisitamente. Entonces te gozarás más de haber respetado el silencio que de largas  habladurías. Entonces valdrán más las actividades santas que muchas bellas palabras. Entonces satisfará más la vida austera y  la ardua penitencia que todos los deleites de la tierra.

6. Aprende ahora a sufrir moderadamente para que puedas liberarte de sufrimientos mayores. Prueba aquí primero de lo que serás capaz después. Si ahora puedes soportar tan poco ¿Cómo podrás aguantar las torturas eternas?. Si al presente  sobrellevas tan impacientemente un breve padecimiento ¿qué hará entonces el infierno?. La verdad es que no puedes tener dos gozos completos: deleitarte aquí en el mundo y después reinar con Cristo. Si hasta el día de hoy hubieras vivido en medio de honores y libertinaje y te llegara el momento de morir, ¿de que te habría servido?. Todo, por tanto, es vaciedad fuera de amar y servir a Dios. Quien ama a Dios con todo su corazón no teme a la muerte, ni a los suplicios, ni al juicio ni al infierno, porque el perfecto amor nos da seguro acceso a Dios. No extrañe que quien insiste en deleitarse y en pecar esté asustado por la  muerte y el juicio. Bueno es, con todo, que si el amor no nos aparta del mal, por lo menos el miedo al infierno nos cohiba. Porque el que pospone el temor a Dios, no puede durar mucho tiempo obrando bien sino que caerá pronto en las trampas del  demonio.

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