miércoles, 26 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.



Capítulo IV
SINCERIDAD Y HUMILDAD
 EN EL TRATO CON DIOS.


Jesucristo:
1. Hijo, procede ante Mí sinceramente y con sencillez de corazón búscame siempre. Quien procede con sinceridad en mi Presencia se verá protegido de malos encuentros y la Verdad lo librará a él de los engañadores y de las infamias de los malvados. Si te libra la Verdad, entonces serás verdaderamente libre, y no le darás importancia a las murmuraciones.

Discípulo:
Señor es cierto. Quiero que así sea conmigo, como dices. Quiero que tu Verdad me enseñe que ella me defienda y me conserve hasta la salvación final. Quiero que tu Verdad me libere de todos los malos afectos y amores desordenados, para caminar Contigo con gran libertad de corazón.

Jesucristo:
2. Yo te enseñaré, dice la Verdad, lo que es justo y agradable para Mí. Piensa en tus faltas con gran descontento y tristeza y nunca pienses ser alguien por tus buenas acciones. De verdad eres un pecador sometido e implicado en muchas pasiones. Por ti mismo, siempre tiendes a la nada, pronto caes, pronto pierdes, pronto te desconciertas, pronto desfalleces. No tienes algo de lo que puedas presumir pero sí muchas cosas de qué avergonzarte porque estás mucho más enfermo de lo que puedes comprender.

3. Nada de lo que hagas debe parecerte excelente. Nada grande, nada precioso o admirable, nada digno de verdadero prestigio, nada profundo o verdaderamente encomiable o deseable, sino lo Eterno. La eterna Verdad debe darte más placer que todo lo demás, y desagradarte siempre tu gran vulgaridad. Nada temas tanto, ni desprecies y apartes de ti como tus vicios y pecados; ellos te deben causar más desagrado que cualquier daño físico. Algunos no se comportan con sinceridad en mi Presencia, sino que llevados por cierta curiosidad y arrogancia quieren conocer mis secretos y entender las maravillas de Dios descuidándose de su propia salvación. Estos caen con frecuencia en grandes tentaciones y pecados por causa de su altanería y curiosidad; yo estoy contra ellos.

4. Teme el juicio de Dios; espántate de la ira de Dios. No discutas las obras del Altísimo sino más bien investiga cuidadosamente tus maldades: en cuántas has caído y cuánto bien dejaste de hacer. Algunos hacen consistir toda su devoción en los libros otros en imágenes, o en signos exteriores y figuras. Algunos me tienen en los labios pero poco en el corazón. No obstante, hay personas que con la inteligencia iluminada y purificados sus afectos, anhelan siempre lo Eterno; se enteran con pesar de lo que sucede en el mundo, y atienden de mala gana a sus necesidades físicas; ellos sienten dentro de sí que les habla el Espíritu de verdad, enseñándoles a despreciar los valores terrenos y amar los del Cielo así como a dar menos importancia a lo inmediato deseando el Cielo día y noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario