martes, 18 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Consejos para la vida de Dios en nosotros)

PARTE SEGUNDA
CONSEJOS PARA LA VIDA DE DIOS EN NOSOTROS.



Capítulo I
LA COMUNICACIÓN INTERIOR
.


1. "El Reino de Dios está entre ustedes" (Jn 17,21), dice el Señor. Conviértete de todo corazón al Señor abandona las maldades de éste mundo y tu vida encontrará reposo.
Aprende a menospreciar los intereses exteriores, entrégate a los interiores y verás que el Reino de Dios llega a ti. Porque el Reino de Dios es paz y alegría con el Espíritu Santo (Rm 14,17) que no se da a los faltos de piedad. Cuando Cristo venga a ti, te mostrará su amor siempre que encuentre allí dentro un hogar preparado. Todo esplendor y belleza se encuentra dentro y ahí le gusta entrar. Frecuentemente visita a la persona de vida interior le conversa suavemente, le manifiesta su afecto, mucha paz y maravillosa intimidad.

2. Anímate, buen amigo, prepara tu corazón al Señor para que condescienda en venir a ti y habitar en ti. Por eso dice: "Si alguno me ama, seguirá mis enseñanzas; mi Padre y yo vendremos a él y viviremos con él" (Jn 14,23). Dale sitio a Jesús y niégales el ingreso a todos los demás. Cuando tengas a Cristo serás rico y con él tendrás suficiente. Él se encargará de ti y será tu fiel proveedor en todo para que nada tengas que esperar de los demás. Las personas cambian mucho y fallan rápidamente pero Cristo permanece para siempre y se mantiene firme hasta el fin.

3. No debe ponerse mucha confianza en seres frágiles y mortales, aunque nos sean útiles o muy queridos ni nos debe entristecer demasiado si algunas veces se nos enfrentan o contradicen. Quien hoy está contigo, mañana puede serte contrario, y viceversa; con frecuencia cambian como el viento. Pon toda tu confianza en Dios y que Él sea siempre tu temor y tu amor. El mismo responderá por Ti y te hará bien, de la mejor manera. No tienes aquí residencia permanente y por donde vayas serás extranjero y peregrino ni tendrás el menor reposo a menos que estés unido íntimamente a Cristo.

4. ¿Qué miras a tu alrededor si no es éste el lugar de tu descanso?. En el cielo debe estar tu habitación y observar como de paso las realidades creadas. Pasan todas las cosas y tú juntamente con ellas. Atiende a no adherirte a ellas no suceda que te apresen y perezcas. Junto al Altísimo debe estar tu pensamiento y dirigirse sin cesar tu invocación a Cristo. Si no sabes especular sobre las altas realidades del Cielo descansa pensando en la pasión de Cristo y habita gustoso en sus sagradas llagas. Si te refugias con devoción en las heridas y preciosos estigmas de Jesús te sentirás muy reconfortado en las aflicciones, no te preocuparás tanto de los desplantes que te hagan y podrás soportar fácilmente las palabras hirientes.

5. Cristo fue despreciado por muchos mientras vivió en la tierra y, en medio de ofensas, fue abandonado por sus conocidos y amigos cuando tenía de ellos mayor necesidad. Cristo aceptó sufrir y ser despreciado ¿y tú te atreves a quejarte de alguna cosa?. Cristo tuvo adversarios y contradictores ¿y tú pretendes que todos te sean amigos y benefactores?. ¿Cómo va a premiarse tu paciencia si nada adverso te ocurre?. Si no quieres sufrir nada que te moleste, ¿cómo llegarás a ser amigo de Cristo?. Sopórtate con Cristo y por Cristo si quieres reinar con Cristo.

6. Si alguna vez, al menos, penetrases perfectamente en el interior de Jesús y saboreases un poquito de su encendido amor entonces dejarías de prestar atención a tus propias comodidades o incomodidades alegrándote más bien de soportar ofensas porque el amor de Jesús hace que las personas se den menos importancia a sí mismas. El que ama a Jesús y a la Verdad, y sinceramente aprecia su vida interior manteniéndose libre de condicionamientos alienantes puede también libremente comprometerse con Dios, elevarse espiritualmente por encima de sí mismo y descansar con gran alegría.

7. Quien aprecia las cosas como son, no como se dice o se considera, es, de verdad, un sabio y más instruido por Dios que por cualquier persona. Quien sabe conducirse dentro de sí, y darle su justo valor a las cosas exteriores no requiere lugar o tiempo determinado para dedicarse a los ejercicios que lo llevan a Dios. La persona de vida interior pronto se recoge dentro de sí porque nunca se desparrama totalmente al exterior. No le causa problema el trabajo ordinario o las ocupaciones correspondientes al tiempo indicado sino que sabe acomodarse a ellas tal como vienen. Quien está bien dispuesto y organizado interiormente no le da importancia a los hechos famosos o perversos de los otros. Porque cualquiera puede sufrir impedimentos y distracciones en la medida que se deja atraer por las cosas.

8. Si te comportases rectamente y de verdad fueses puro todo se convertiría para ti en beneficio y provecho. Por eso muchas cosas te desagradan y con frecuencia te confunden porque aún no te has mortificado perfectamente ni te has liberado de tantos intereses rastreros. Nada mancha ni compromete así nuestro corazón como el amor inconveniente a lo creado. Si desatiendes las satisfacciones exteriores, podrás contemplar las realidades divinas y alegrarte interiormente con frecuencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario