domingo, 9 de agosto de 2020

Domingo 19º del TO. Ciclo A (09.08.2020): Mateo 14,22-33 ¿Pensó Jesús en el papado? y Domingo 37º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (09.08.2020): Hch 21,1-16 “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

 Brotes

Tengo que añadir una nueva palabra al vocabulario particular de este asunto pandémico de 'el virus de la corona'. Llevo un buen puñado de tales palabras en el diario de mis neuronas. De alguna de ellas ya comenté aquí mis maldades.

La nueva palabra se llama BROTE. Hasta se nos populariza el asunto con eso de 'El mapa de los brotes' donde se contemplan las tierras de esta España, no por regiones ni nacionalidades ni municipios, sino por colores. Según sean y según estén aquí, allá o acullá, 'los brotes' de los nuevos contagios y su propagación.

Se trata de 'información sana', para saber dónde se pueden encaminar o no los pasos de cada ciudadano o campesino (por lo de la ciudad y lo del campo). Está claro que la mutabilidad de este coronado virus o coronada pandemia es portentosa.

Y esto sucede en agosto, con la ola de calor bailando en los cuarenta grados cuando teníamos interiorizado que el tal 'virus' no soportaba franquear la barrera de los treinta. 

Donde menos se lo piensa uno brota el virus, como si se tratara de una nueva primavera. Y de brote en brote está dispuesto a llegar al curso antes que nadie y con la intención de quedarse. Tal vez hasta 'El Pilar' o 'Los Santos', 'la Navidad'... o para siempre. Pandemia permanente.

Uno de los especialistas en análisis de las cifras de este incordio mundial nos dejó dicho tiempo ha que había que aprender a 'danzar' para acabar con 'el martillo'. Pues tendré que hacer el máster de 'la danza', porque cuanto más se danza parece que más brotes siembra o despierta este 'virus de la corona'. 

Sinceramente, lo confieso, cada vez comprendo menos todo cuanto se relaciona con este pandemónium de la pandemia. Y tú y yo sabemos bien que la ignorancia suele ser la madre de todos los milagros; sobre todo de aquellos milagros que nunca suceden como aquel que se dice que hubo agua que se convirtió en vino o aquel otro en el que alguien pretendió caminar sobre las aguas de un lago inmenso hasta que constató que naufragaba y se hundía. ¿Milagros?, no. Procesos. Siempre procesos.

Tendría que haber hablado en esta presentación del relato y comentario del Evangelio del domingo 9 de agosto de Pedro de Galilea y de Jesús de Nazaret, pero me han brotado de entre las neuronas los apuntes que ya has leído hasta aquí. 

Te adelanto, leyente interesado, que las relaciones de este Pedro con Jesús, según cuenta el cronista Mateo, salpican todos los siglos de la historia que llamamos 'después de Cristo'. Andando en los domingos de este mes de agosto iremos añadiendo brotes a la relación Jesús-Pedro. Por ejemplo, el brote Pedro-Papa o ese otro brote en la tradición llamado Doce-Obispos...

Para esta semana ya es bastante contemplación crítica con estos primeros brotes y sus correspondientes pandemias...     

 

Domingo 19º del TO. Ciclo A (09.08.2020): Mateo 14,22-33

¿Pensó Jesús en el papado? Me lo pregunto y escribo CONTIGO,

 

Al relato evangélico de este nuevo domingo de agosto que se proclamará en la liturgia de la misa eucarística le faltan tres dedos de su pie derecho. Si un oyente o lector no mira con detenimiento el mensaje no caerá en la cuenta del cercenamiento perpetrado a propósito por quien tenga la responsabilidad de hacerlo que será siempre una autoridad vaticana y dependiente del papado. ¿Por qué no se nos lee al pueblo Mateo 14,34-36

 

Por estos tres dedos amputados sabemos que el asunto de la llamada ‘primera multiplicación de los cinco panes’ tuvo lugar en las tierras paganas de la orilla oriental del Lago de Galilea. Las gentes de esta tierra eran consideradas por los ‘buenos judíos’ más paganas, extranjeras y pecadoras que los propios galileos de la ‘otra’ orilla.

 

“Terminada la travesía, llegaron a Genesaret” (Mt 14,34), población que se encuentra en la orilla occidental del Lago de Galilea. Es la orilla judía. Y es aquí donde quedaron curados todos los enfermos de la ciudad y de la región. Evidentemente esta información es una excesiva exageración del Evangelista. Pero no olvidemos el dato de que aquellas gentes se sentían muy a gusto cerca de Jesús y él también buscaba acortar las distancias que los separaban y dividían.

 

Acabo de pedir a mis neuronas el esfuerzo de releer Mateo 14,22-33 a la vez que el texto de Marcos 6,45-52. Este ejercicio no es para realizarlo en una homilía dominical. Puede hacerse pero hay que tener mucha y buena capacidad oratoria. Se trata de un ejercicio para realizar con la Biblia entre las manos y con papel y lápiz al lado. Ambos Evangelistas cuentan el mismo suceso. Por eso se captan enseguida las coincidencias y las divergencias. Lo que me queda claro es que lo de uno y otro Evangelista no pudo suceder a la vez. Resulta imposible.

 

Me parece muy claro que ‘nuestro’, por ser el relato que leemos en este año, Evangelista Mateo se inventó, al menos, dos asuntos muy significativos. Uno de ellos es el actuar de Pedro que salta de la barca en pleno mar de Galilea y en medio de las sombras de la noche. De este hecho nada cuenta el primer Evangelista que es Marcos y nada escribieron Lucas y Juan.

 

El otro dato es tan sorprendente o más que el anterior. Al ver a Jesús en la barca, aquellos discípulos pescadores se quedaron sorprendidos y con la mente embotada, según cuenta Marcos. En cambio, para el Evangelista Mateo aquellos ‘doce, apóstoles’ reconocen, en sus despertadas mentes de creyentes, que Jesús era ‘verdaderamente el Hijo de Dios’, adelantándose así al centurión romano de la muerte en la cruz (Mt 27,54). Y proclaman esto arrodillados en la tierra del fondo de la barca y ante aquel Jesús, nuevo y definitivo Moisés. 

 

Cuando el Evangelista Mateo escribía estas cosas en la década de los años ochenta del siglo primero de la historia, me pregunto no tan ingenuamente, ¿la figura y la persona de Pedro gozaban ya de una autoridad reconocida entre la mayoría democrática de la que ya se llamaba, ‘iglesia instituida o fundada por Jesús de Nazaret’?

La respuesta de los estudiosos suele ser afirmativa y más si se lee, también en paralelo, Mateo 16,13-23 y Marcos 8,27-33. Entonces, ¿pensó aquel Jesús en el papado? No...

Carmelo Bueno Heras

 

Domingo 37º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (09.08.2020): Hch 21,1-16

“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

 

Hace más o menos un mes que estamos con Lucas y su Saulo/Pablo en el tercero de sus viajes. Y ya no sé muy bien si se trata de viajes evangelizadores, misioneros, apostólicos o de conversión. Creo más bien en esto último, porque estamos leyendo y constatando cuánto le anda costando a este ‘buen judío de Tarso’ comprenderse y comprender al también judío Jesús de Nazaret. Este viaje comenzó en Hch 18,23 y comenzamos ahora la lectura de Hch 21,1-17.

 

La etapa última de este tercer viaje interminable nos la cuenta un ‘nosotros’ que no parece que sea sólo el Evangelista Lucas. En dos ocasiones anteriores ya constatamos este curioso dato: “Después de despedirnos en Mileto de los animadores de la iglesia de Éfeso, navegamos derechos a Cos... Seguimos rumbo a Siria y llegamos a Tiro... Encontramos a los discípulos y nos quedamos allí una semana” (Hch 21,1-3).

 

El cuerpo central de esta narración del viaje lo constituye el relato de Hch 21,4-14. No se sabe muy bien cuánto tiempo transcurre desde la estancia en Tiro, la continuación del viaje hasta Tolemaida y la llegada y estancia en Cesarea del Mar.  Luego retomo el muy importante y significativo mensaje de este puñado de versículos.

 

Y ya el final del viaje. No será Antioquía de Siria, donde se había iniciado, sino Jerusalén: “Pasados aquellos días... emprendimos la subida a Jerusalén. Desde Cesarea nos acompañaron algunos discípulos para llevarnos a casa de un tal Nasón, de Chipre, discípulo de la primera época que iba a darnos alojamiento” (Hch 21,15-16). Estamos ya en Jerusalén. Pudo haber pasado con Pablo lo que sucedió con Jesús de Nazaret y con Esteban, el de los SIETE, pero...

 

Antes de llegar a este ‘pero y sus puntos suspensivos’ volvemos a estar en el acompañamiento con Pablo en la ciudad de Tiro, donde se nos informa de la estancia de esta iglesia embarcada y viajera. Una semana, se nos precisa, estuvo Pablo/Saulo y los suyos aquí, movidos por el Espíritu, pero sin aclararnos si este Espíritu hablaba por las gentes de Tiro que recomendaban a Pablo no subir a Jerusalén o, por el contrario, hablaba por medio de Pablo que sí lo deseaba.

 

Más precisa es la posterior estancia en Cesarea del Mar (Hch 21,8-14). Aquí sí queda muy claro que si el Espíritu habla, lo está haciendo por boca de Felipe, de sus cuatro hijas, de todos sus acompañantes y del ya conocido profeta Ágabo que parece ser una estrella a quien Pablo no desea ver ni oír. Más claro y preciso no puede ser el ánimo y el proyecto del Espíritu. Todos le insisten en no llegar a Jerusalén. Y no hubo manera. Pablo, se dice aquí, está dispuesto a morir en Jerusalén como Jesús, con él y en él. Pero..., al llegar ese momento, lo olvidó. Lo veremos.

 

Y recordaré siempre estos datos del Evangelista que nos sitúa en la ciudad, en la casa y en la ‘iglesia’ de Felipe y de sus cuatro hijas que eran ‘PROFETISAS’. Por si el lector se hubiera olvidado, Lucas recuerda que Felipe pertenecía al grupo de los SIETE, el grupo del Espíritu, el de los llamados helenistas desde los comienzos de los Hechos. Y en este pensar, creer y escribir del narrador Lucas, y del ‘nosotros’, profetisas quiere decir animadoras de iglesias, comunidades, grupos, creyentes... ¡con todas las aptitudes, competencias y responsabilidades!

Carmelo Bueno Heras

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