sábado, 22 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Consejos para la vida de Dios en nosotros)

PARTE SEGUNDA
CONSEJOS PARA LA VIDA DE DIOS EN NOSOTROS.



Capítulo IX
CARENCIA DE TODA
 SATISFACCIÓN.


1. No es penoso desestimar las satisfacciones humanas cuando están presentes las divinas. Grandioso es, y muy grandioso sufrir la carencia de satisfacciones sensibles, humanas y divinas y querer soportar gustosamente este abandono del corazón en homenaje a Dios y no tener en cuenta el propio mérito. ¿Qué tiene de maravilloso sentirte risueño y bien dispuesto cuando experimentas la presencia de Dios?. Cualquiera escogería esta situación. Muy cómodamente viaja quien es transportado por la gracia de Dios. ¿Y qué tiene de admirable que no sienta su carga quien es llevado en peso por el Todopoderoso y conducido por el supremo Conductor?.

2. Con gusto tenemos algún pasatiempo y difícilmente la persona se quita de sí misma. El santo mártir Lorenzo venció al mundo y al natural afecto que tenía por su sacerdote porque le parecía despreciable lo que muchos consideran gratificante y sufrió con paciencia, por amor a Cristo que le quitaran a Sixto, sacerdote de Dios, a quien tanto estimaba. En este caso, el amor al Creador superó el amor humano y en vez del gusto de los hombres eligió mejor la aprobación de Dios. Igualmente, por amor a Dios aprende tú a dejar algún pariente o amigo querido y no lleves a mal cuando ellos te abandonen sabiendo que, por último, a todos nos corresponde abandonarnos mutuamente.

3. Seria y continuamente le conviene a cada uno luchar contra sus tendencias maliciosas antes que aprenda a superarse plenamente y orientar todos sus afectos hacia Dios. Cuando la persona se apoya sólo en sí misma con frecuencia decae buscando satisfacciones inmediatas. Pero el auténtico amante de Jesús y preocupado seguidor de sus ejemplos no se deja consolar fácilmente ni busca tales placeres sensibles sino que está dispuesto a efectuar exigentes ejercicios y realizar difíciles trabajos por amor a Cristo.

4. Cuando Dios nos otorga la alegría espiritual debemos acogerla con agradecimiento porque se trata de un regalo suyo y no del premio a nuestros esfuerzos. No te agrandes, ni te goces exageradamente ni presumas sin razón sino sé más bien sencillo, en razón del obsequio, más cauto y respetuoso en todos tus actos porque pasará ese momento dichoso y sobrevendrá la tentación. Cuando te quiten el consuelo, no te desesperes de inmediato sino que con humildad y paciencia, aguarda la visita del Señor porque Dios es poderoso y puede pronto restituirte el consuelo. Esto no es nuevo ni extraño para los expertos en el camino de Dios porque en los santos más grandes y en los antiguos profetas sucedió que se alternaron así con frecuencia las emociones.

5. Por eso, cierta persona, mientras sentía a Dios presente decía: "Yo afirmo, en medio de mi abundancia, jamás cambiaré" (Sal 30,7). Ausente la gracia, añadió después lo que sentía, diciendo: "Retiraste tu rostro de mí y me siento desorientado" (Sal 30,8). Sin embargo, en medio de la confusión no se desespera sino de inmediato ruega y dice: "A ti llamo Señor y a ti mi Dios, suplico" (Sal 30,9). Finalmente, su oración resulta fructífera y puede atestiguar que ha sido escuchado, diciendo: "Oyó el Señor y tuvo compasión de mi. El Señor se ha hecho mi Favorecedor". (Sal 30,11) ¿Pero de qué forma? "Transformaste mi sufrimiento en gozo y me rodeaste de felicidad"(Sal 30,12) Y si así sucedió con los grandes santos no hay que desesperarse porque lo mismo pasará con nosotros, enfermizos e indigentes así estemos entusiasmados o desanimados, porque el Espíritu de Dios viene o se va según su libre voluntad. Por eso el santo Job dijo: "Me visitas al nacer el día y de inmediato me pones a prueba" (Job 7,18).

6. ¿En quién puedes esperar o en quién vas a confiar si no es únicamente en la gran misericordia de Dios y en la sola esperanza en la gracia de su presencia?. Aunque esté rodeado de personas buenas, o hermanos solícitos o fieles amigos, o de libros que santifican, o bellos cantos e himnos religiosos todo esto me sirve de poco y poco me enseña cuando estoy vacío de la gracia y abandonado a mi propia limitación. Entonces no hay mejor remedio que paciencia y apertura a la voluntad de Dios.

7. Jamás encontré a nadie tan religioso y dispuesto que no padeciera de vez en cuando la ausencia de la gracia y no sintiera que disminuía su entusiasmo. Ningún santo fue elevado tan alto e iluminado sin antes o después haber tenido tentaciones. No merece participar de la sublime contemplación de Dios quien no se ha ejercitado en alguna tribulación por Dios. La tentación precedente es clara señal de la satisfacción que vendrá. A quienes pone a prueba la tentación les está prometido el consuelo del Cielo. "Al vencedor, le daré de comer la fruta del árbol de la Vida", dice el Señor (Ap 2,7).

8. También se da la consolación divina para que la persona se vuelva más fuerte y soporte las dificultades; también llega la tentación para que no se engría del bien que hace. El demonio no se duerme, ni nuestra naturaleza está bajo control, por eso no dejes de prepararte al combate porque a tu derecha y a tu izquierda tienes enemigos que nunca descansan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario