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domingo, 19 de marzo de 2017

Prefirió morir por Cristo, no jurar fidelidad a Hitler y la Iglesia lo ha beatificado 19032017

Prefirió morir por Cristo, no jurar fidelidad a Hitler y la Iglesia lo ha beatificado

Por Miguel Pérez Pichel

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Cartel de la beatificación de Josef Mayr-Nusser / Imagen: Diócesis de Bolzano
Cartel de la beatificación de Josef Mayr-Nusser / Imagen: Diócesis de Bolzano







VATICANO, 18 Mar. 17 / 06:00 am (ACI).- Josef Mayr-Nusser murió en el año 1945 en el campo de concentración de Dachau, Alemania, después de haberse negado a jurar fidelidad a Hitler. Tenía 34 años, estaba casado y tenía un hijo. Este sábado, en la ciudad italiana de Bolzano, ha sido beatificado.
La Misa, celebrada en la Catedral de Bolzano, estuvo presidida por el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de la Causa de los Mártires. Miles de fieles asistieron a la ceremonia.
El Beato Josef Mayr-Nusser, reconocido mártir por el Papa Francisco, fue un cristiano comprometido con la difusión del Evangelio y la lucha contra los totalitarismos fascistas.
Nació el 27 de diciembre de 1910 en Bolzano. De joven asumió un papel de responsabilidad en la Acción Católica en un contexto de enfrentamiento de la asociación con el régimen fascista italiano, y trabajó en favor de los pobres por medio de la Conferencia de San Vincenzo de Paoli.
Su gran interés por conocer más a Cristo y a la Iglesia le llevó a profundizar en su formación cristiana por medio de la lectura y estudio de los grandes autores de la espiritualidad cristiana.
En declaraciones recogidas por Radio Vaticana, Josef Innerhofer, postulador de su causa, afirmó que Joseph Mayr-Nusser “fue una persona excepcional. Para él, lo más importante era servir a Jesús, especialmente por medio de los pobres”.
Para el Beato Josef Mayr-Nusser, el nazismo era profundamente inmoral. “En sus discursos subrayaba que sólo tenemos un ‘führer’, un ‘duce’, y ese es Jesucristo. Él es nuestro único guía al que estamos llamados a seguir”, destacó el postulador. “Para él no era importante hacer grandes obras, sino simplemente servir de forma sencilla, en el modo cristiano, allá donde nos encontremos: en el trabajo, en el tiempo libre, en la familia. Simplemente, de modo cristiano”.
Su lucha contra el fascismo que oprimía a su país le llevó a invitar a sus conciudadanos a quedarse en su tierra y adherirse al movimiento de resistencia “Héroes Andreas Hofer”. Había estudiado profundamente los fundamentos del fascismo italiano y del nazismo alemán, y conocía las bases racistas y totalitarias de esas ideologías.
Sin embargo, sus esfuerzos no impidieron que fuera enrolado a la fuerza en el ejército nazi. Tuvo que soportar el adoctrinamiento y la formación militar, hasta que, en la mañana del 4 de octubre de 1944, declaró abiertamente que no iba a jurar fidelidad a Hitler para no sustituir el culto debido sólo a Dios por el culto a la personalidad del líder alemán.
Como consecuencia fue arrestado y trasladado al campo de concentración de Dachau, donde murió el 24 de febrero de 1945 de disentería.
Cuando, después de ser arrestado, el sargento le preguntó por qué rechazaba el juramento, contestó que “por mis convicciones religiosas y políticas”. Entendía la política como un servicio al bien común. Su martirió es la traducción práctica del llamado de los cristianos a ser testimonios del Evangelio.
La memoria litúrgica del Beato Josef Mayr-Nusser se celebrará el 3 de octubre, el aniversario del día en que eligió obedecer a Cristo y no a Hitler.

martes, 12 de julio de 2016

Las temidas SA, el «lobby gay» del nazismo: así cambió la actitud de Hitler hacia la homosexualidad 11072016

Su pugna con Ernst Röhm supuso un viraje radical

Las temidas SA, el «lobby gay» del nazismo: así cambió la actitud de Hitler hacia la homosexualidad

Las temidas SA, el «lobby gay» del nazismo: así cambió la actitud de Hitler hacia la homosexualidad
Helmut Berger en el papel de Martin von Essenbeck, el hombre de sexualidad ambigua en la película de Visconti.

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11 julio 2016
Durante la Segunda Guerra Mundial, numerosas personas homosexuales murieron en campos de concentración nazis. Un hecho que habría sorprendido a algunos de los iniciadores del movimiento hitleriano tan solo unos años antes, porque varios de sus dirigentes eran conocidos por su homosexualidad. Lo recuerda Luigi Strippoli en un artículo publicado en La Nuova Bussola Quotidiana que resume esta historia con nombres y apellidos.

Strippoli aborda la cuestión a raíz de algunas informaciones tendenciosas que han pretendido vincular la masacre de Orlando con la posición católica favorable al matrimonio. Strippoli ve también un interés falsario viajando hacia atrás en la historia:

¿Qué sabemos acerca de la relación entre nazismo y homosexualidad? A inicios del siglo XX, Alemania poseía una característica que la hacia única: gozaban de gran difusión, mucho más que en otros países, la astrología, las doctrinas de la reencarnación, las asociaciones nudistas y vegetarianas, y las comunidades homosexuales.

Muchos de estos ingredientes los volveremos a ver, combinados de otras formas, en la vida de algunos jerarcas. Hitler, por ejemplo, era vegetariano, creía en la reencarnación y consultaba a magos y horóscopos; Rudolf Hess era una apasionado del magnetismo, de la hipnosis, de drogas de naturaleza homeopática y de péndulos de adivinación...

Expansión de la homosexualidad en Berlín
En la ciudad de Berlín la homosexualidad, escribe el gran historiador judío y homosexual George Mosse (1918-1999) en el estudio más célebre sobre el tema, Nationalism and Sexuality [Nacionalismo y sexualidad], es ostentosa y "los bares para homosexuales pasaron de cuarenta en 1914 a ochenta en 1929". La homosexualidad, junto al nudismo, goza de gran prestigio; éste se mantendrá en los campos de los jóvenes SS, en buena parte del mundo militar y nacionalista alemán.

Esto es debido, ciertamente, a las experiencias de camaradería entre hombres propias del ejército y después de la Gran Guerra, pero también por la convicción, difundida por algunos escritores homosexuales, de que "el espíritu de camaradería" de los homosexuales hace de ellos "los mejores soldados". Para estos defensores del orgullo homosexual, los homosexuales constituyen "la flor de la virilidad" y sus cuerpos desnudos son símbolo de fuerza, coraje, desprecio de los pseudo-valores burgueses y cristianos (pudor, discreción...). Los movimientos nudistas y homosexuales alemanes, observa Mosse, se sitúan normalmente a la derecha, predican una visión anti-femenina, propia de gran parte de la cultura nacionalista, y profesan doctrinas racistas.

El caso de las SA de Ernst Röhm
Personalidades como el escritor Hans Blüher, el artista Elisar von Kupffer o el médico Karl-Günther Heimsoth (inventor del término "homofilia") simpatizan abiertamente con el partido nazi, que entonces puede contar sobre un brazo armado, las SA, guiado por personalidades notoriamente homosexuales. El jefe de las SA, el hombre más poderoso del partido junto a Hitler, es Ernst Röhm: un famoso homosexual, como muchos otros jefes de las SA.

Escribe Mosse: "En 1932 Hitler había defendido con firmeza a Röhm cuando éste fue úblicamente acusado de corromper a la juventud abusando de su grado de comandante para seducir a algunos de sus hombres".

Hitler sabe perfectamente que entre los jóvenes seducidos y atraídos por él y dispuestos a  seguirle hasta la muerte hay, como refiere también Joachim Fest en su El rostro del Tercer Reich, muchos homosexuales. Fest, uno de los historiadores más famosos y cualificados acerca del nazismo, subraya "la impronta típicamente homosexual de las SA" y resalta el hecho de que los primeros nazis eran normalmente personas apátridas y desarraigadas que desdeñaban "los vínculos sólidos y, por lo tanto, la relación con una mujer y la familia"; en la mujer veían sólo el medio para procrear y en el amor homoerótico una dignidad superior.

Esta unión entre homosexualidad y nazismo es denunciada en la época tanto por los opositores de izquierdas, como por polemistas católicos, y será confirmada por la historiografía sucesiva (y por películas como La caída de los dioses, de Luchino Visconti, famoso homosexual, que sin embargo presenta la degeneración moral nazi y  la práctica de la  homosexualidad como relacionadas entre ellas).

La ruptura y el viraje
Si todo esto es verdad, ¿qué deteriora esta relación?
Los historiadores conocen bien la sucesión de los hechos: una vez que el nazismo llega al poder, entre Hitler y las SA que lo han acompañado hasta ese punto nace una fuerte rivalidad. Ernst Röhm, el hombre más fuerte del partido después de Hitler, aspira a un diunvirato y quiere imponer su visión, menos cauta que la de su amigo Adolf, acerca de las relaciones con el ejército regular, la economía, la burguesía alemana...


Adolf Hitler, junto a Ernst Röhm, en la época de su mejor relación.

En ese momento -estamos en el año 1934-, Hitler decide anticipar probables movimientos de su amigo y utiliza para desacreditarlo la acusación infamante que hasta ese momento había mantenido escondida. Declara: "Röhm y los jefes de las SA son homosexuales y pedófilos". Lo que todos en el partido ya saben, es ahora denunciado por quien ha recibido de las SA beneficios y ayuda para alcanzar el poder.

Como se puede leer en Wikipedia, en la voz italiana Storia degli omosessuali nella Germania nazista e durante l'olocausto, "la homosexualidad de Röhm, que no había constituido un obstáculo a su carrera mientras había estado en sintonía con la jerarquía nazi, se convirtió de repente en un pretexto útil para justificar su eliminación física y la necesidad de 'purgar' su 'corrompido' entourage". El periódico francés Le Temps, el 3 de julio de 1934, informa: "El verdugo (Hitler) se vuelve púdico. No sólo mata: predica. Ha tolerado la violación y las orgías y cuando considera que debe defenderse a sí mismo, ataca en nombre de la virtud...".

En la famosa "noche de los cuchillos largos", arreglo de cuentas dentro del partido nazi,muchos jefes de las SA son asesinados mientras están disfrutando de algunos días de vacaciones concedidos por el jefe Röhm y se están divirtiendo con algunos conmilitones y algunos muchachos. El historiador francés Max Gallo, en La noche de los cuchillos largos, describe una noche típica de Röhm y de otros jefes de las SA, "elegidos en base a criterios sexuales": después de beber abundantemente, "participa toda la noche en un orgía con sus Lustknaben, sus amados jovencitos".

Hitler, que por su parte es un perverso maniaco sexual que ha empujado a su prima al suicidio puede, por consiguiente, construir a partir de este momento una nueva acusación, del todo instrumental, contra sus antiguos amigos, convertidos en adversarios: "¡Homosexuales y pedófilos!" La acusación se volverá mortal en manos de Himmler, subalterno de Röhm y que tiene una visión política distinta, una relación no resuelta con su propia sexualidad y que considera la homosexualidad perjudicial porque lleva a la extinción de la raza.

Así, recuerda Mosse, la propia historia de las SA será escrita de nuevo y el nazismo, a pesar de que sus jerarcas frecuentan a menudo burdeles, desprecian a la familia y a la mujer, empieza a tejer el elogio de la familia y, con el tiempo, contempla la idea de incentivar las relaciones extramatrimoniales, el libertinaje sexual de los hombres y la prostitución, con el fin de que nazcan más alemanes, futuros soldados.

Por qué la persecución posterior
La persecución de los homosexuales, hasta ese momento muy bien representados en el partido, se afirma sobre todo con el estallido de la Segunda Guerra Mundial por dos motivos: el primero es que la presencia de los homosexuales entre las filas del partido y del ejército es sentida como una amenaza para la fuerza numérica de la nación y, el segundo, porque crea lobbies y vínculos clandestinos que pueden escapar al partido (no es así con el lesbianismo, que no es perseguido); la acusación de homosexualidad y pedofilia se convierte en la más cómoda para eliminar a los opositores, sin casi proceso.

De este modo, bajo la acusación de homosexualidad, caen también los adversarios políticos y muchos sacerdotes católicos, que son desacreditados a los ojos de sus fieles, reos por haberse opuesto al régimen y que acabarán en los campos de concentración con un triángulo rosa cosido en sus ropas, aunque no sean para nada homosexuales.

Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).

martes, 8 de marzo de 2016

Pío XII apoyó tres complots para derrocar a Hitler... lo revelan grabaciones inéditas con el Papa 07032016

Mark Riebling publica un libro con nuevos documentos

Pío XII apoyó tres complots para derrocar a Hitler... lo revelan grabaciones inéditas con el Papa

Pío XII apoyó tres complots para derrocar a Hitler... lo revelan grabaciones inéditas con el Papa
La película Operación Valquiria, de 2008, recoge otro de los episodios de militares alemanes opuestos a la locura hitleriana

Un nuevo libro del periodista Mark Riebling aporta pruebas de que Pío XII no era el «Papa de Hitler»

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7 marzo 2016
Los documentos son contundentes en demostrar la labor de Pío XII en ayudar a los judíos. Cada vez son más abrumadores las pruebas que confirman que Pío XII no era el "Papa de Hitler", como cierta propaganda anticatólica ha querido lanzar a la opinión pública en las últimas décadas.

El libro de Mark Riebling «Iglesia de Espías. La guerra secreta de Pio XII contra Hitler»que presentó el escritor personalmente al Papa Francisco la semana pasada en la plaza de San Pedro, es un testimonio importante que reconoce el trabajo del pontífice en pro de los judíos.

El propio Mark Riebling aporta hasta 10 documentos inéditos que demuestran como Pío XII apoyó tres complots para derrocar a Adolf Hitler y liberar así a Alemania y al mundo de la locura nazi.

Reproducimos íntegro el reportaje publicado en el diario español ABC, en una crónica firmada por su corresponsal en Roma Juan Vicente Boo:

Un experto en contraterrorismo
Mark Riebling es un experto en inteligencia y contraterrorismo, uno de los organizadores del servicio antiterrorista de la Policía de Nueva York después del atentado contra las Torres Gemelas, trabajando con el antiguo jefe de antiterrorismo de la Casa Blanca,Richard A. Clarke.

Pero su vocación académica es la de historiador de los servicios de inteligencia, sobre los que había escrito dos libros antes de atentado del 11 de septiembre del 2001.


Mark Riebling muestra su libro sobre Pío XII al Papa Francisco
La guerra secreta del Pio XII contra Hitler
En una larga conversación con ABC, poco después de haber entregado al Papa Francisco una copia de su último libro «Iglesia de Espías. La guerra secreta del Pio XII contra Hitler», Riebling comenta que «trabajando en libros anteriores descubrí que en 1945 el espionaje norteamericano intentaba infiltrarse en el Vaticano, y encontré 10 documentos importantes que demostraban que Pio XII había intentado derrocar a Hitler. Eran “pistolas humeantes”: ¡Pio XII no era el Papa de Hitler!».

Francisco le agradeció el libro y le pidió que rezase por él. Para el Papa no es un tema cualquiera.

Papa Francisco en defensa de Pío XII
Hace un par de años en una entrevista con Henrique Cymerman, Francisco lamentó lo sucedido desde 1963 con «el Papa que lideró la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial. Al pobre Pío XII le han tirado encima de todo. Pero hay que recordar que antes se lo veía como el gran defensor de los judíos».


Pío XII usó las ondas radiofónicas para hacer oír su voz en años de totalitarismo, guerra y odios irracionales

«Escondió a judíos en los conventos de Roma»
En 1944, «la primera persona que acusó a Pío XII de conspirar con la resistencia alemanafue Stalin»

Francisco recordó que Pío XII «escondió a muchos judíos en los conventos de Roma y de otras ciudades italianas, y también en la residencia estival de Castel Gandolfo. Allí, en la habitación del Papa, en su propia cama, nacieron 42 nenes, hijos de los judíos y otros perseguidos. No quiero decir que Pío XII no haya cometido errores –yo mismo cometo muchos–, pero su papel hay que leerlo en el contexto de la época. ¿Era mejor, por ejemplo, que no hablara para que no mataran más judíos, o que lo hiciera?». Francisco no sabía en ese momento lo que ahora publica Riebling.

Pío XII mantenía su silencio en público a petición de grupos judíos, de grupos antinazis y de los aliados.

Pero, al mismo tiempo, realizaba desde 1939 una intensa actividad clandestina en apoyo de la resistencia alemana –incluidos altos jefes militares, cuyo enlace exterior como intermediario con los aliados era el Papa-, y de tres intentos de asesinar a Hitler.

Pío XII instaló un sistema de grabación magnetofónica de las reuniones en su oficina en 1939, tres décadas antes de las cintas de Nixon en el escándalo Watergate.

Riebling había visto una referencia a esas grabaciones, pero no estaba seguro de que hubieran existido, «hasta que un día le pregunté al padre Peter Gumpel, historiador jesuita, y me dijo que era cierto. El Vaticano las hacía como medida de precaución por si alguien falseaba después el contenido de conversaciones sensibles con el Papa».

Las primeras grabaciones y transcripciones son de una reunión de Pio XII, en su quinto día como Papa, con los cardenales de las grandes ciudades del Reich, que habían venido al Cónclave.

Era el 6 de marzo de 1939, y se abordó la estrategia clandestina de contención de Hitler. Pio XII no podía ser demasiado explícito, pues uno de los cardenales, Theodor Innitzer, el de Viena, había dicho el año anterior, cuando Hitler invadió su país, que la Iglesia apoyaba a los nazis. Eugenio Pacelli, entonces secretario de Estado, había tenido que llamarle al Vaticano y obligarle a firmar una retractación.

El pilar de la resistencia frente a Hitler era el cardenal de Múnich, Michael von Faulhaber, y el personaje clave en las tramas sería un corpulento abogado de esa ciudad, Josef Müller, amigo de Eugenio Pacelli desde sus tiempos de nuncio en Baviera, Alemana y Prusia.

Conjuras para derrocar a Hitler
Müller formaba parte de las conjuras militares para asesinar a Hitler y actuaba de enlace con el Papa gracias a docenas de vuelos clandestinos en su avioneta.

La organización de enlace civil se apoyaba sobre todo en valerosos jesuitas alemanes, pues los obispados estaban infiltrados por los nazis.

Riebling encontró los interrogatorios de Josef Müller por un agente de la OSS, antecesora de la CIA, que interrogaba generales alemanes prisioneros al acabar la guerra y que, posteriormente, como profesor de historia en la Universidad de Minnesota, siguió manteniendo y grabando durante 15 años largas conversaciones con Müller que han terminado en este libro.

Otra gran ayuda fue la de Ray Rocca, uno de los agentes americanos que trabajaba con el legendario James Jesus Angleton en la tarea de espiar a la Santa Sede.

Riebling ha utilizado todos esos datos «para hacer una cronología diaria de cada personaje. Y después lo he escrito con la narrativa cinematográfica propia de un ‘thriller’. ¡Porque la historia no debe ser aburrida!».

Cómo acabar con Hitler
Su libro documenta la planificación de tres intentos de asesinato de Hitler. El primero desde octubre de 1939 hasta mayo de 1940, el segundo desde 1942 a la primavera de 1943, y el tercero, muchísimo más conocido, el 20 de julio de 1944.

El atentado del coronel Claus von Stauffenberg con una maleta explosiva terminó en el arresto y la ejecución de todos los conspiradores, desde el almirante Wilhelm Canaris, jefe de la inteligencia militar, y varios jesuitas alemanes, hasta el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer.

El objetivo era matar a Hitler y enseguida dejar que se desplomase el frente del Oeste, de modo que Alemania fuese invadida por americanos, británicos y franceses, para evitar una ocupación soviética comunista.

Según Riebling, «la primera persona que acusó a Pío XII de conspirar con la resistencia alemana y con los aliados contra la URSS fue Stalin: en 1944 en la agencia TASS, y en 1946 en una publicación checa. Es una fuente sólida».



Grabaciones de Pío XII: carta a Hitler y red secreta
Encuentros con los cardenales del Reich: Faulhaber de Múnich, Bertram de Breslau, Schulte de Colonia e Innitzer de Viena

6 de marzo de 1939

El Papa les lee un borrador de carta a Hitler y les pregunta:

Pío XII: «¿Consideran que este documento es apropiado, o se debería agregar o cambiar algo?»

Faulhaber: «¿Tiene que ser en latín? Teniendo en cuenta la aversión del Führer por las lenguas no germánicas, tal vez sería mejor que no tuviese que recurrir a un teólogo»

Pío XII: «Podemos escribirlo en alemán. Debemos pensar en lo mejor para la Iglesia en Alemania. Para mí esta es la cuestión más importante»

(…)

Faulhaber: «Ellos (los nazis) se asemejan tanto a los combatientes que da la impresión de que buscan razones para luchar. ¡Particularmente si la lucha es contra la Iglesia! (…)»

Pío XII: «Si quieren pelea, no tengamos miedo. Pero aún queda por ver si es posible de alguna manera llegar a una solución pacifica… Cuando lo hayamos intentado todo y ellos sigan queriendo realmente la guerra, presentaremos batalla. Si rehúsan (la paz), debemos luchar».

9 de marzo de 1939

Pío XII: «La primera cuestión es el servicio de correos entre la Santa Sede y los obispos alemanes. El asunto es de vital importancia, puesto que el sistema de enlace es la única manera de obtener los mensajes secretos»

(Discuten dos opciones de enlace clandestino)

Pío XII: «Se trata de un mensajero que no pertenezca oficialmente a la Santa Sede, pero que sea de mucha confianza. Esa persona viajará una vez por semana…»

Faulhaber: «En Baviera los cambiamos con frecuencia, para evitar que la policía los pille»

(sigue el debate)

Pío XII: «No debemos perder el temple. Sencillamente, no podemos ceder ni rendirnos».
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