lunes, 30 de junio de 2014

«LA SABIDURÍA DE DIOS NOS MEZCLÓ SU VINO Y PUSO SU MESA» (Procopio de Gaza)

REFLEXIÓN ESPIRITUAL
 
Del comentario de Procopio de Gaza, obispo, sobre el libro de los Proverbios
«LA SABIDURÍA DE DIOS NOS MEZCLÓ SU VINO Y PUSO SU MESA»
«La Sabiduría se ha construido su casa» (Proverbios 9,1). La Potencia personal de Dios Padre se preparó como casa propia todo el universo, en el que habita por su poder, y también lo preparó para aquel que fue creado a imagen y semejanza de Dios y que consta de una naturaleza en parte visible y en parte invisible.
«Plantó siete columnas» (Proverbios 9,1). Al hombre creado de nuevo en Cristo, le ha dado los siete dones del Espíritu Santo, para que crea en él y observe sus mandamientos. [...]
[La Sabiduría ] dice... a los faltos de juicio: «Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado» (Proverbios 9,5). Y, tanto a los faltos de obras de fe como a los que tienen el deseo de una vida más perfecta, dice: «Venid, comed mi cuerpo, que es el pan que os alimenta y fortalece; bebed mi sangre, que es el vino de la doctrina celestial que os deleita y os diviniza; porque he mezclado de manera admirable mi sangre con la divinidad, para vuestra salvación».

La fórmula y El explorador (El canto del pájaro (Anthony de Mello))

 
LA FÓRMULA


El místico regresó del desierto. «Cuéntanos», le dijeron con avidez, «¿cómo es Dios?».
Pero ¿cómo podría él expresar con palabras lo que había experimentado en lo más profundo de su corazón?


¿Acaso se puede expresar la Verdad con palabras?

Al fin les confió una fórmula -inexacta, eso sí, e insuficiente-, en la esperanza de que alguno de ellos pudiera, a través de ella, sentir la tentación de experimentar por sí mismo lo que él había experimentado. Ellos aprendieron la fórmula y la convirtieron en un texto sagrado. Y se la impusieron a todos como si se tratara de un dogma. Incluso se tomaran el esfuerzo de difundirla en países extranjeros. Y algunos llegaron a dar su vida por ella.

Y el místico quedó triste. Tal vez habría sido mejor que no hubiera dicho nada.


EL EXPLORADOR


El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por saberlo todo acerca del Amazonas.

Pero ¿cómo podía él expresar con palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló

aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos de la selva? ¿Cómo comunicar loque sintió en su corazón cuando se dio cuenta del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas del río?

Y les dijo: «Id y descubridlo vosotros mismos. Nada puede sustituir al riesgo y a la experiencia personales».

Pero, para orientarles, les hizo un mapa del Amazonas.

Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el Ayuntamiento. E hicieron copias de él para cada uno. Y todo el que tenía una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas?

El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría sido preferible no haberlo hecho.


Cuentan que Buda se negaba resueltamente a hablar de Dios. Probablemente sabía los peligros de hacer mapas para expertos en potencia.


Santos Mártires de Roma 30062014

lunes 30 Junio 2014

Mártires de Roma

 


Santos Mártires de Roma

La celebración de hoy, introducida por el nuevo calendario romano  universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de  Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio  de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del  año 64.

¿Por qué Nerón persiguió a los cristianos? Nos  lo dice Cornelio Tácito en el libro XV de los  Annales: “Como corrían voces que el incendio de Roma había  sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales,  a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba  cristianos”.

En tiempos de Nerón, en Roma, junto a la comunidad  hebrea, vivía la pequeña y pacífica de los cristianos. De  ellos, poco conocidos, circulaban voces calumniosas. Sobre ellos descargó Nerón,  condenándolos a terribles suplicios, las acusaciones que se le habían  hecho a él. Por lo demás, las ideas que profesaban  los cristianos eran un abierto desafío a los dioses paganos  celosos y vengativos... “Los paganos—recordará más tarde Tertuliano— atribuyen a  los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas  del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por  el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los  campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es  toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y  por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”.

Nerón  tuvo la responsabilidad de haber iniciado la absurda hostilidad del  pueblo romano, más bien tolerante en materia religiosa, respecto de  los cristianos: la ferocidad con la que castigó a los  presuntos incendiarios no se justifica ni siquiera por el supremo  interés del imperio.

Episodios horrendos como el de las antorchas  humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines  de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados  a merced de las bestias feroces en el circo, fueron  tales que suscitaron un sentido de compasión y de horror  en el mismo pueblo romano. “Entonces —sigue diciendo Tácito—se manifestó  un sentimiento de piedad, aún tratándose de gente merecedora de  los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados  no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad  de un individuo”, Nerón. La persecución no terminó en aquel  fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año  67.

Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de  los apóstoles, crucificado en el circo neroniano, en donde hoy  está la Basílica de San Pedro, y el apóstol de  los gentiles, san Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y  enterrado en la vía Ostiense. Después de la fiesta de  los dos apóstoles, el nuevo calendario quiere celebrar la memoria  de los numerosos mártires que no pudieron tener un lugar  especial en la liturgia.

domingo, 29 de junio de 2014

«ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO» (san Agustín) 29062014

Reflexión Espiritual

Solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Reflexión Espiritual de los sermones de san Agustín: «ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO»
El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y, con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella. [...]

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. [...]

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles. No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor. A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.

En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.

«Fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo» en la tradición bizantina 29062014

«Fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo» en la tradición bizantina




«El Año litúrgico a la luz de la tradición oriental cristiana»
(RV).- (con audio) RealAudioMP3 Todas las tradiciones litúrgicas, tanto orientales como occidentales, celebran el 29 de junio la «Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo» e, incluso, en algunas de las liturgias orientales la precede un tiempo de ayuno. Podemos encontrar, en la iconografía bizantina, a los santos “corífeos” dándose un abrazo fraterno o sosteniendo ambos la Iglesia. Además, Pedro y Pablo son fácilmente reconocibles, ya que el primero siempre aparece con cabellos rizados y barba corta y redondeada, mientras que Pablo aparece siempre calvo y con la barba larga y lisa. Sobre ello nos habla el Padre Salvador Aguilera López. (CdM – RV)

Solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles 29062014

domingo 29 Junio 2014

Solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles



San Pedro y San Pablo
 
San Pedro, Apóstol (s. I )  
Recorría las calles de Batsaida con las cestas llenas acompañado de su padre Jonás y su hermano Andrés para vender la pesca. También pasaron horas remendando las redes, recomponiendo maderas y renovando las velas.    
Se casó joven. Era amigo de los Cebedeos, de Santiago y Juan, que eran de su mismo oficio. A veces, se sentaban en la plaza y,  comentaban lo que estaba en el ambiente pleno de ansiedad y con algo de misterio; hablaban del Mesías y de la redención de Israel. En la última doctrina que se explicó en la sinagoga el sábado pasado se hablaba de Él.  
Juan, el hijo de Zacarías e Isabel, ha calentado el ambiente con sus bautismos de penitencia en el Jordán. Andrés está fuera de sí casi, gritándole: ¡Lo encontré! ¡Llévame a él!, le pidió. Desde entonces no se le quitará de la cabeza lo que le dijo el Rabbí de Nazaret: ¡Te llamarás Cefas!    
Continúa siendo tosco, rudo, quemado por el sol y el aire; pero él es sincero, explosivo, generoso y espontáneo. Cuando escucha atento a Jesús que dijo algo a los ricos, tiempo le faltó para afirmar «nosotros lo hemos dejado todo, ¿qué será de nosotros?» Oye hablar al Maestro de tronos y piensa de repente, sin pensarlo «Seré el primero».    
Pedro es arrogante para tirarse al agua del lago y al mismo tiempo miedoso por hundirse. Cortó una oreja en Getsemaní y luego salió huyendo. Es el paradigma de la grandeza que da la fe y también  de la flaqueza de los hombres. Se ve en el Evangelio descrita la figura de Pedro con vehemencia para investigar; protestón ante Cristo que quiere lavarle los pies y noble al darle su cuerpo a limpiar.    
Es el primero en las listas, el primero en buscar a Jesús, el primero en tirar de la red que llevaba ciento cincuenta y tres peces grandes; y tres veces responde que sí al Amor con la humildad de la experiencia personal.    
Roma no está tan lejos. Está hablando a los miserables y a los esclavos prometiendo libertad para ellos, hay esperanza para el enfermo y hasta el pobre se llama bienaventurado; los menestrales, patricios y militares... todos tienen un puesto; ¿milagro? resulta que todos son hermanos. Y saben que es gloria sufrir por Cristo.    
En la cárcel Mamertina está encerrado, sin derechos; no es romano, es sólo un judío y es cristiano. Comparte con el Maestro el trono: la cruz, cabeza abajo.  En el Vaticano sigue su cuerpo unificante y venerado de todo cristiano.  
San Pablo, Apóstol (s. I ) 
 Dejó escrito: «He combatido bien mi combate; he terminado mi carrera; he guardado la fe. Ahora me está reservada la corona de justicia que Dios, justo juez, me dará en su día; y no sólo a mí, sino a todos los que aman su venida».  
Y fue mucha verdad que combatió, que hizo muchas carreras y que guardó la fe. Su competición, desde Damasco a la meta -le gustaba presentar la vida cristiana con imágenes deportivas- no fue en vano, y merecía el podio. Siempre hizo su marcha aprisa, aguijoneado con el espíritu de triunfo, porque se apuntó, como los campeones, a los que ganan.    
En otro tiempo, tuvo que contentarse con guardar los mantos de los que lapidaban a Esteban. Después se levantó como campeón de la libertad cristiana en el concilio que hubo en Jerusalén. Y vio necesario organizar las iglesias en Asia, con Bernabé; ciega con su palabra al mago Elimas y abre caminos en un mundo desconocido.  
Suelen acompañarle dos o tres compañeros, aunque a veces va solo. Entra en el Imperio de los ídolos: países bárbaros, gentes extrañas, ciudades paganas, caminos controlados por cuadrillas de bandidos, colonias de fanáticos hebreos fáciles al rencor y tardos para el perdón. Antioquía, Pisidia, Licaonia, Galacia.    
Y siempre anunciando que Jesús es el hijo de Dios, Señor, Redentor y Juez de vivos y muertos que veinte años antes había ido de un lado para otro por Palestina, como un vagabundo, y que fue rechazado y colgado en la cruz por blasfemo y sedicioso.  
Los judíos se conjuraron para asesinarle. En la sinagoga le rechazan y los paganos le oyen en las plazas. Alguno se hace discípulo y muchos se amotinan, le apedrean y maldicen. Va y viene cuando menos se le espera; no tiene un plan previo porque es el Espíritu quien le lleva; de casi todos lados le echan.    
Filipos es casi-casi la puerta de Europa que le hace guiños para entrar; de allí es Lidia la primera que cree; pero también hubo protestas y acusaciones interesadas hasta el punto de levantarse la ciudad y declararlo judío indeseable haciendo que termine en la cárcel, después de recibir los azotes de reglamento. En esta ocasión, hubo en el calabozo luces y cadenas rotas.  
Tesalónica, que es rica y da culto a Afrodita, es buena ciudad para predicar la pobreza y la continencia. Judío errante llega a Atenas -toda ella cultura y sabiduría- donde conocen y dan culto a todos los diosecillos imaginables, pero ignoran allí al Dios verdadero que es capaz de resucitar a los muertos como sucedió con Jesús.    
Corinto le ofrece tiempo más largo. Hace tiendas y pasa los sábados en las sinagogas donde se reúnen sus paisanos. Allí, como maestro, discute y predica.   El tiempo libre ¡qué ilusión! tiene que emplearlo en atender las urgencias, porque llegan los problemas, las herejías, en algunas partes no entendieron bien lo que dijo y hay confusión, se producen escándalos y algunos tienen miedo a la parusía cercana.   Para estas cuestiones es preciso escribir cartas que deben llegar pronto, con doctrina nítida, clara y certera; Pablo las escribe y manda llenas de exhortaciones, dando ánimos y sugiriendo consejos prácticos.  
En Éfeso trabaja y predica. Los magos envidian su poder y los orfebres venden menos desde que está Pablo; el negocio montado con las imágenes de la diosa Artemis se está acabando. Las menores ganancias provocan el tumulto.  
Piensa en Roma y en los confines del Imperio; el mismo Finisterre, tan lejano, será una tierra bárbara a visitar para dejar sus surcos bien sembrados. Solo el límite del mundo pone límite a la Verdad.   
 Quiere despedirse de Jerusalén y en Mileto empieza a decir «adiós». La Pentecostés del cincuenta y nueve le brinda en Jerusalén la calumnia de haber profanado el templo con sacrilegio. Allí mismo quieren matarlo; interviene el tribuno, hay discurso y apelación al César. El camino es lento, con cadenas y soldado, en el mar naufraga, se producen vicisitudes sin cuento y se hace todo muy despacio.   
 La circunstancia de cautivo sufrido y enamorado le lleva a escribir cartas donde expresa el misterio de la unión indivisible y fiel de Cristo con su Iglesia.   Al viajero que es místico, maestro, obrero práctico, insobornable, valiente, testarudo, profundo, piadoso, exigente y magnánimo lo pone en libertad, en la primavera del año sesenta y cuatro, el tribunal de Nerón. Pocos meses más tarde, el hebreo ciudadano romano tiende su cuello a la espada cerca del Tíber.
¿Qué nos enseña la vida de Pedro?
Nos enseña que, a pesar de la debilidad humana, Dios nos ama y nos llama a la santidad. A pesar de todos los defectos que tenía, Pedro logró cumplir con su misión. Para ser un buen cristiano hay que esforzarse para ser santos todos los días Pedro concretamente nos dice: " sean santos en su proceder como es santo el que los ha llamado" ( I Pedro, 1, 15)
Cada quién, de acuerdo a su estado de vida debe trabajar y pedirle a Dios que le ayude a alcanzar su santidad.
Nos enseña que el Espíritu Santo puede obrar maravillas en un hombre común y corriente. Lo puede hacer capaz de superar los más grandes obstáculos.
¿Que nos enseña la vida de San Pablo?
Nos enseña la importancia de la labor apostólica de los cristianos todos los cristianos debemos ser apóstoles, anunciar a Cristo comunicando su mensaje con la palabra y el ejemplo, cada uno en el lugar que viva, y de diferente maneras.
Nos enseña el valor de la conversión. Nos enseña a hacer caso a Jesús dejando nuestra vida antigua de pecado para comenzar una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado.

La pregunta y Fabricantes de etiquetas (El canto del pájaro (Anthony de Mello))

 
LA PREGUNTA


Preguntaba el monje: «Todas estas montañas y estos ríos y la tierra y las estrellas... ¿de dónde vienen?

Y preguntó el Maestro: «¿Y de dónde viene tu pregunta?».


¡Busca en tu interior!

 

FABRICANTES DE ETIQUETAS


La vida es como una botella de buen vino. Algunos se contentan con leer la etiqueta. Otros prefieren probar su contenido.

En cierta ocasión mostró Buda una flor a sus discípulos y les pidió que dijeran algo acerca de ella.

Ellos estuvieron un rato contemplándola en silencio.

Uno pronunció una conferencia filosófica sobre la flor. Otro creó un poema. Otro ideó una parábola. Todos tratando de quedar por encima de los demás.


¡Fabricantes de etiquetas!

Mahakashyap miró la flor, sonrió y no dijo nada. Sólo él la había visto.


¡Si tan sólo pudiera probar un pájaro, una flor, un árbol, un rostro humano... ! Pero ¡ay! ¡No tengo tiempo!

Estoy demasiado ocupado en aprender a descifrar etiquetas y en producir las mías propias. Pero ni siquiera una vez he sido capaz de embriagarme con el vino.
 




 

 



 

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO (HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II) 29062003

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
Domingo29 de junio de 2003
 
1. "El Señor me ayudó y me dio fuerzas" (2 Tm 4, 17).

Así describe san Pablo a Timoteo la experiencia que vivió mientras estuvo preso en Roma. Sin embargo, estas palabras se pueden referir a toda la actividad misionera del Apóstol de los gentiles, así como a la de san Pedro. Lo testimonia, en esta liturgia, el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que presenta la prodigiosa liberación de Pedro de la cárcel de Herodes y de una probable condena a muerte.

Por tanto, la primera y la segunda lecturas ponen de relieve el designio providencial de Dios sobre estos dos Apóstoles. Será el Señor mismo quien los conduzca al cumplimiento de su misión, cumplimiento que tendrá lugar precisamente aquí, en Roma, donde estos elegidos suyos darán la vida por él, fecundando con su sangre la Iglesia.

2. "Y lograron ser amigos de Dios" (Antífona de entrada). ¡Amigos de Dios! El término "amigos" es muy elocuente, si pensamos que salió de labios de Jesús durante la última Cena:  "No os llamo ya siervos -dijo-; (...) a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15, 15).

San Pedro y san Pablo son "amigos de Dios" de modo singular, porque bebieron el cáliz del Señor. A ambos Jesús les cambió el nombre en el momento en que los llamó a su servicio:  a Simón le dio el de Cefas, es decir, "piedra", de donde deriva Pedro; a Saulo, el nombre de Pablo, que significa "pequeño". El Prefacio de hoy establece un paralelismo entre los dos:  "Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro insigne que la interpretó; el pescador de Galilea fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel; el maestro y doctor la extendió a todas las gentes".

3. "Bendito sea el Señor, que libera a sus amigos" (Salmo responsorial). Si pensamos en la vocación y en la historia personal de los apóstoles san Pedro y san Pablo, notamos cómo el impulso apostólico y misionero fue proporcional a la profundidad de su conversión. Probados por la experiencia amarga de la miseria humana, fueron liberados por el Señor.

Gracias a la humillación de la negación y al llanto incontenible que lo purificó interiormente, Simón se convirtió en Pedro, es decir, en la "piedra":  robustecido por la fuerza del Espíritu, tres veces declaró a Jesús su amor, recibiendo de él el mandato de apacentar su grey (cf. Jn 21, 15-17).
La experiencia de Saulo fue semejante:  el Señor, a quien perseguía (cf. Hch 9, 5), "lo llamó por su gracia" (Ga 1, 15), derribándolo en el camino de Damasco. Así, lo liberó de sus prejuicios, transformándolo radicalmente, y lo convirtió en "un instrumento de elección" para llevar su nombre a todas las gentes (cf. Hch 9, 15).

De ese modo, ambos llegaron a ser "amigos del Señor".

4. Amadísimos y venerados hermanos arzobispos metropolitanos, que habéis venido para recibir el palio, son diversas las situaciones personales de cada uno, pero todos habéis sido incluidos por Cristo entre sus "amigos".

Mientras me dispongo a imponeros esta tradicional insignia litúrgica, que usaréis en las celebraciones solemnes como signo de comunión con la Sede apostólica, os invito a considerarla siempre como memoria de la sublime amistad de Cristo, que tenemos el honor y la alegría de compartir. En nombre del Señor, convertíos también vosotros en "amigos" de todos aquellos que Dios os ha encomendado.

Vuestras sedes episcopales se encuentran en diversas zonas de la tierra:  imitando al buen Pastor, sed vigilantes y solícitos con todas vuestras comunidades. Llevadles también mi saludo cordial, así como la seguridad de que el Papa ora por todos y, especialmente, por los que soportan duras pruebas y encuentran mayores dificultades.

5. La alegría de esta fiesta resulta más intensa por la presencia de la delegación enviada también este año por Su Santidad Bartolomé I, Patriarca ecuménico. La preside el venerado hermano arzobispo de América, Dimitrios. ¡Bienvenidos, queridos y venerados hermanos! Os saludo en nombre del Señor y os pido que transmitáis mi abrazo de paz al amado hermano  en  Cristo, el patriarca Bartolomé.

El intercambio recíproco de delegaciones con ocasión de la fiesta de San Andrés en Constantinopla, y de la de San Pedro y San Pablo en Roma, se ha convertido, con el tiempo, en un signo elocuente de nuestro compromiso para lograr la unidad plena.

El Señor, que conoce nuestras debilidades y dudas, nos promete su ayuda para superar los obstáculos que impiden la concelebración de la única Eucaristía. Por eso, venerados hermanos, acogeros y teneros al lado en este solemne encuentro litúrgico fortalece la esperanza y expresa de modo concreto el anhelo que nos impulsa hacia la comunión plena.

6. "Por caminos diversos, los dos congregaron la única Iglesia" (Prefacio). Esta afirmación, referida a los apóstoles san Pedro y san Pablo, parece poner de relieve precisamente el compromiso de buscar, por todos los medios, la unidad, respondiendo a la invitación repetida muchas veces por Jesús en el Cenáculo:  "Ut unum sint!".

Como Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, renuevo hoy, en el sugestivo marco de esta fiesta, mi plena disponibilidad a poner mi persona al servicio de la comunión entre todos los discípulos de Cristo. Amadísimos hermanos y hermanas, ayudadme con el apoyo incesante de vuestra oración. Invocad por mí la intercesión celestial de María, Madre de la Iglesia, y de los apóstoles san Pedro y san Pablo.

Dios nos conceda cumplir la misión que nos ha encomendado, en plena fidelidad hasta el último día, para formar en el vínculo de su caridad un solo corazón y una sola alma (cf. Oración después de la comunión). Amén.
   
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Solemnidad de San Pedro y San Pablo (HOMILÍA DE SU SANTIDAD PABLO VI) 29061978

XV ANIVERSARIO DE LA CORONACIÓN DEL SUMO PONTÍFICE
HOMILÍA DE SU SANTIDAD PABLO VI
Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Jueves 29 de junio de 1978
 
Venerables hermanos e hijos amadísimos:
Las imágenes de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo ocupan hoy como nunca nuestro espíritu durante la celebración de este rito. No sólo porque nos las trae de nuevo, como de costumbre, el compás del año litúrgico, sino también por el significado particular que reviste para nosotros este XV aniversario de nuestra elección al Sumo Pontificado, cuando, cumplidos ya ochenta años, el curso natural de nuestra vida camina hacia el ocaso.
Pedro y Pablo: las "grandes y justas columnas" (San Clemente Romano, 1, 5, 2) de la Iglesia romana y de la Iglesia universal.
Los textos de la liturgia de la Palabra, que acabamos de escuchar, nos los presentan bajo un aspecto que suscita en nosotros profunda impresión: ahí tenéis a Pedro que renueva a lo largo de los siglos la gran confesión de Cesarea de Filipo; he ahí a Pablo que desde la cautividad romana deja a Timoteo el testamento más noble de su misión.
Queremos echar una mirada de conjunto a lo que ha sido el período durante el cual hemos tenido confiada por el Señor su Iglesia; y, considerándonos el último e indigno sucesor de Pedro, nos sentimos en este umbral supremo consolado y animado por la conciencia de haber repetido incansablemente ante la Iglesia y el mundo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16) ; y como Pablo, creemos que podemos decir: "He combatido el buen combate, he terminado mí carrera, he guardado la fe" (2 Tim 4, 7).
1. Tutela de la fe
Nuestro ministerio es el mismo de Pedro, al que Cristo confió el mandato de confirmar a los hermanos (cf. Lc 22. 32) : es la misión de servir a la verdad de la fe y ofrecer esta verdad a cuantos la buscan, según una expresión estupenda de San Pedro Crisólogo: Beatus Petrus, qui in propria sede et vivit et praesidet, praestat quarentibus fidei veritatem (Ep. ad Eutichem, ínter Ep. S. Leonis Magni, XXV. 2; PL 54, 743-4).
En efecto, la fe es "más preciosa que el oro" (1 Pe 1. 7), dice San Pedro; no basta recibirla, sino que hay que conservarla incluso en medio de las dificultades ("per ignem, probatur", ib.).
Los Apóstoles fueron predicadores de la fe, incluso en la persecución, sellando su testimonio con la muerte, a imitación de su Maestro y Señor quien, según la hermosa fórmula de San Pablo, "hizo la buena confesión en presencia de Poncio Pilato" (1 Tim 6, 13).
Ahora bien, la fe no es resultado de la especulación humana (cf. 2 Pe 1, 16), sino el "depósito" recibido de los Apóstoles, quienes a su vez lo recibieron de Cristo al que ellos han "visto, contemplado y escuchado" (1 Jn 1, 1-3). Esta es la fe de la Iglesia, la fe apostólica.
La enseñanza recibida de Cristo se mantiene intacta en la Iglesia gracias a la presencia en ella del Espíritu Santo y a la misión especial confiada a Pedro, por quien Cristo oró: "Yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe" (Lc 22, 32), y por la misión también del Colegio de los Apóstoles en comunión con él: "El que a vosotros oye, a mí me oye" (Lc 10, 16).
La función de Pedro se perpetúa en sus sucesores; tanto es así que los obispos del Concilio de Calcedonia pudieron decir, después de haber escuchado la Carta que les envió el Papa León: "Pedro ha hablado por boca de León" (cf. H. Grisar, Roma alla fine del tempo antico, I, 359).
El núcleo de esta fe es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre; Cristo, a quien Pedro confesó con estas palabras: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16).
He ahí, hermanos e hijos, el propósito incansable, vigilante, agobiador que nos ha movido durante estos quince años de pontificado. Fidem servavi, podemos decir hoy, con la humilde y firme conciencia de no haber traicionado nunca "la santa verdad" (A. Manzoni).
Recordemos, como confirmación de este convencimiento y para confortar nuestro espíritu que continuamente se prepara al encuentro con el justo Juez (cf. 2 Tim 4, 8), algunos documentos principales del pontificado que han querido señalar las etapas de este nuestro sufrido ministerio de amor y de servicio a la fe y a la disciplina; entre las Encíclicas y las Exhortaciones pontificias:
Ecclesiam suam (6 de agosto de 1964; cf. AAS 56, 1964, págs. 609-659), que, en el alba del pontificado, trazaba las -líneas de acción de la Iglesia en sí misma y en su diálogo con el mundo de los hermanos cristianos separados, de los no cristianos, de los no creyentes;
Mysterium fidei sobre la doctrina eucarística (3 de septiembre de 1965; cf. AAS 57, 1965, págs. 753-774);
Sacerdotalis caelibatus (24 de junio de 1967; cf. AAS, ib., págs. 657-697), sobre la donación total de sí que caracteriza el carisma y el ministerio presbiteral;
— Evangelica testificatio (29 de junio de 1971; cf. AAS, ib., págs. 497-526), sobre el testimonio que, en perfecto seguimiento de Cristo, está llamada a dar hoy ante el mundo la vida religiosa;
— Paterna cum benevolentia (8 de diciembre de 1974; cf. AAS 67, 1975, págs. 5-23), en vísperas del Año Santo, sobre la reconciliación dentro de la Iglesia;
Gaudete in Domino (9 de mayo de 1975; cf. AAS, ib., págs. 289-322), sobre la riqueza desbordante y transformadora de la alegría cristiana;
y finalmente la Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975; cf. AAS 68, 1976, págs. 5-76), que ha querido trazar el panorama exultante y múltiple de la acción evangelizadora de la Iglesia hoy día.
Pero sobre todo, no queremos olvidar aquella nuestra "Profesión de fe" que justamente hace diez años, el 30 de junio de 1968, pronunciamos solemnemente en nombre y cual empeño de toda la Iglesia como "Credo del Pueblo de Dios" (cf. AAS 60, 1968, págs. 436-445). para recordar, para reafirmar, para corroborar los puntos capitales de la fe de la Iglesia misma, proclamada por los más importantes Concilios Ecuménicas, en un momento en que fáciles ensayos doctrinales parecían sacudir la certeza de tantos sacerdotes y fieles y qua requerían un retorno a las fuentes.
Gracias al Señor, muchos peligros se han atenuado; no obstante, frente a las dificultades que todavía hoy debe afrontar la Iglesia tanto en el plano doctrinal como disciplinar, nosotros seguimos apelando enérgicamente a aquella sumaria profesión de fe, que consideramos un acto importante de nuestro magisterio pontificio, porque sólo con fidelidad a las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, transmitidas por los Padres, podemos tener esa fuerza de conquista y esa luz de la inteligencia y del alma que proviene de la posesión madura y consciente de la verdad divina.
Queremos además, hacer una llamada, angustiada sí, pero también firme, a cuantos se comprometen personalmente a sí mismos y arrastran a los demás con la palabra, con los escritos, con su comportamiento, por las vías de las opiniones personales y después por las de la herejía y del cisma, desorientando las conciencias de los individuos y la comunidad entera, la cual debe ser ante todo koinonía en la adhesión a la verdad de la Palabra de Dios, para verificar y garantizar la koinonía en el único Pan y en el único Cáliz. Los amonestamos paternamente: que se guarden de perturbar ulteriormente a la Iglesia; ha llegado el momento de la verdad, y es preciso que cada uno tenga conciencia clara de las propias responsabilidades frente a decisiones que deben salvaguardar la fe, tesoro común que Cristo, el cual es Piedra, es Roca, ha confiado a Pedro, Vicarius Petrae, Vicario de la Roca, como lo llama San Buenaventura (Quaest. disp. de perf. evang., q. 4, a. 3; ed. Quaracchi, V, 1891, pág. 195).
II. Defensa de la vida humana
En este empeño generoso y lleno de sufrimientos de magisterio al servicio y en defensa de la verdad, consideramos imprescindible la defensa de la vida humana.
El Concilio Vaticano II ha recordado con palabras muy serias que "Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la altísima misión de proteger la vida" (Gaudium et spes, 51). Y nosotros, que consideramos consigna concreta nuestra la absoluta fidelidad a las enseñanzas del Concilio, hemos hecho programa de nuestro pontificado la defensa de la vida, en todas las formas bajo las cuales puede ser amenazada, turbada e incluso suprimida.
Recordemos también aquí los puntos más significativos que atestiguan este nuestro propósito.
a) Hemos subrayado ante todo el deber de fomentar la promoción técnico-material de los pueblos en vías de desarrollo, con la Encíclica Populorum progressio (26 de marzo de 1967; cf. AAS 59, 1967, págs. 257-299).
b) Pero la defensa de la vida debe comenzar desde las fuentes mismas de la existencia humana. Ha sido ésta una enseñanza importante y clara del Concilio, el cual, en la Constitución Gaudium et spes, advertía que "la vida, una vez concebida, debe ser protegida con el máximo cuidado; el aborto, lo mismo que el infanticidio, son crímenes abominables" (Gaudium et spes, 51). No hicimos otra cosa más que recoger esta consigna, cuando hace diez años publicamos la Encíclica Humanae vitae (25 de julio de 1968; cf. AAS 60, 1968, págs. 481-503): inspirado en la intocable doctrina bíblica y evangélica que convalida las normas de la ley natural y los dictámenes insuprimibles de la conciencia sobre el respeto , de la vida, cuya transmisión ha sido confiada a la paternidad y a la maternidad responsables. Aquel documento resulta hoy de nueva y más urgente actualidad por las heridas que públicas legislaciones han causado a la santidad indisoluble del vínculo matrimonial y a la intangibilidad de la vida humana desde el seno materno.
c) De aquí las reiteradas afirmaciones de la doctrina de la Iglesia católica sobre la dolorosa realidad y sobre los perniciosos efectos del divorcio y del aborto, contenidas en nuestro magisterio ordinario y en documentos particulares de la Congregación competente. Hemos hecho tales afirmaciones, movido únicamente por la suprema responsabilidad de maestro y pastor universal, y por el bien del género humano.
d) Nos ha inducido a ello además el amor a la juventud que, confiada en un porvenir más sereno, avanza gozosamente abierta a la propia autorrealización, pero no pocas veces desilusionada y desalentada por la falta de una adecuada respuesta por parte de la sociedad de los adultos. La juventud es la primera en sufrir los desórdenes de la familia y de la vida moral. Ella constituye el patrimonio más rico que hay que defender y valorar. Por eso miramos a los jóvenes: son ellos el mañana de la comunidad civil, el mañana de la Iglesia.
¡Venerables hermanos e hijos amadísimos!
Os hemos abierto el corazón, con un panorama si bien rápido de los puntos salientes de nuestro Magisterio pontificio en orden a la vida humana, a fin de que salga de nuestros corazones un grito profundo que llegue al Redentor; ante los peligros que hemos delineado y frente a dolorosas defecciones de carácter eclesial o social, nos sentimos impulsado, al igual que Pedro, a acudir a El como a una única salvación y a gritar: "Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68). Sólo El es la verdad, sólo El es nuestra fuerza, sólo El es nuestra salvación. Confortados por El proseguiremos juntos nuestro camino.
Hoy, además, en este aniversario, os pedimos también que le deis gracias con nosotros, por la ayuda omnipotente con la que nos ha fortalecido hasta ahora; tanto es así que podemos decir, como Pedro: "Ahora me doy cuenta de que realmente el Señor ha enviado a su ángel" (Act 12, 11). Sí, el Señor nos ha asistido: por ello le damos gracias y lo alabamos; os pedimos que también vosotros lo alabéis con nosotros y por nosotros, con la intercesión de los Patronos de esta Roma nobilis y de toda la Iglesia fundada sobre ellos.
¡Oh Santos Pedro y Pablo, que habéis difundido por el mundo el nombre de Cristo y habéis dado al Señor el testimonio supremo del amor y de la sangre!
Proteged ahora y siempre a esta Iglesia, por la que habéis vivido y sufrido.
Conservadla en la verdad y en la paz.
Aumentad en todos sus hijos la fidelidad inequívoca a la Palabra de Dios, la santidad de vida eucarística y sacramental, la unidad serena en la fe, la concordia en la caridad recíproca, la obediencia constructiva a los Pastores.
Que ella, la Santa Iglesia, siga siendo en el mundo el signo vivo, gozoso y operante del designio redentor de Dios y de su alianza con los hombres.
Así os lo pide la Iglesia misma mediante la voz trepidante de este humilde Vicario de Cristo que os ha mirado a vosotros, Santos Pedro y Pablo, como a modelos e inspiradores.
Custodiad a la Iglesia con vuestra intercesión, ahora y siempre, hasta el encuentro definitivo y beatificante con el Señor que viene.
¡Amén, amén!

PRIMERAS VÍSPERAS DE LA FIESTA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO (ALOCUCIÓN DE SU SANTIDAD JUAN XXIII) 28061962

PRIMERAS VÍSPERAS DE LA FIESTA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
ALOCUCIÓN DE SU SANTIDAD JUAN XXIII*

Basílica Vaticana
Jueves 28 de junio de 1962

Las amables impresiones de la visita a Letrán en las segundas vísperas de San Juan —de conmovida exultación ante el fervor tan vivo de aquella multitud popular y modesta, pero vibrante de sentimiento filial en torno al Papa, su Obispo, el Obispo de Roma— son invitación continua de alegría espiritual, en la celebración de las primeras vísperas de la fiesta de San Pedro, aquí en el Vaticano. Es bello y a la vez edificante este cerrarse el. Antiguo Testamento con el Precursor de Cristo, y el abrirse el Nuevo bajo las indicaciones de él, a la luz y con la gloria del humilde pescador de Galilea, llamado a gobernar el Testamento Eterno, la Iglesia universal.
Sobre el mar del mundo hacia Roma
Venerables hermanos y queridos hijos ¡ojalá! os resulte entrañable la idea que pretendernos expresaros para común edificación.
Con San Juan escuchábamos la voz profética en el desierto, cuando insistía en el Parate viam Domini, rectas facite semitas eius" (cf. Mt 3, 3; Mc 1, 3; Lc 3, 4). Esto es: preparar el camino del Señor, rectificar los caminos y recorrerlos hasta lograr la salvación para todos.
Esta tarde nos encontramos como en el mar, en la barca de Pedro el pescador, donde Cristo subía y de donde hablaba a las turbas. San Lucas cuenta este bello episodio.
Cuando terminó Cristo de hablar dijo a Simón: «Penetra hacia dentro con la barca y tended la red para pescar». Respondiole Simón: «Maestro nos hemos estado cansando toda la noche para no coger nada, pero en tu nombre tenderé la red». Así lo hizo, pues, y consiguió una copiosísima pesca (Lc 5, 1-7).
Los Padres de la Iglesia y los comentadores de todos los tiempos han gustado saborear esta página evangélica. De sus escritos —recordamos ahora esencialmente los de León y Gregorio—brota una doctrina cuya nota solemne es familiar al oído y al buen gusto de cuantos tienen habitualmente entre manos el misal y el Breviario.
Sobresale entre éstos el primero, el Magno, de cuya muerte gloriosa hemos festejado el centenario el 15 de noviembre pasado.
Esta vigilia nos trae de una manera especial el pensamiento de Otro Pontífice, grande también, el Papa Inocencio III, que supo felizmente resumir esta página de San Lucas con amables semejanzas y figuras
El mar de Galilea sobre el que Cristo se encuentra, es el siglo, diremos mejor el mundo entero, que él ha venido a redimir. La barca de Pedro es la santa Iglesia, de la que Pedro, Simón el pescador, fue hecho cabeza. La orden de Cristo a Pedro y a los suyos de que penetren mar adentro y que consigan la pesca con mayor ardor, el Duc in altum de la humilde barquichuela, es Roma, la capital del mundo de entonces, reservada para ser más tarde, la verdadera capital y el centro más alto y luminoso del mundo cristiano. La red a echar sobre las olas es la predicación evangélica.
La Iglesia de Cristo esparcida por todo el orbe
¡Qué espectáculo este mar de Galilea llamado a representar a los siglos y a los pueblos! Aquae multae, populi multi, mare magnum totum saeculum (Muchas aguas, muchos pueblos, mar inmenso, todos los siglos). Así lo llama el Papa Inocencio. Mar grande y espacioso.
El libro de los salmos nos lo pinta más vivamente aún: lleno de peces de todas las clases: anímalia pusilla cum magnis, illic naves pertranssibunt (mezclados los pequeños con los grandes peces, por allí pasarán las naves) (Sal103, 25-26). Lo mismo que el mar es turbulento y amargo, también el siglo, también el mundo de los hombres, está turbado por las amarguras y las contradicciones, sin paz y sin tranquilidad llenándolo todo el temor y el pavor. El evangelista San Juan (1Jn 5,19) escribió que el mundo es todo malicia. El reír va mezclado con el llorar; los puntos extremos del gozo están ocupados por el luto (Pr 13, 14). El pájaro ha nacido para volar, el hombre para el duro trabajo (Jb 5, 7). El libro del Eclesiástico es aún más incisivo: «Una continua ocupación está reservada a todos los hombres, un yugo oprime las espaldas de todos los hijos  de Adán. En el mar los peces más pequeños son devorados por los más grandes: también en el mundo, los hombres más humildes son aplastados por los fuertes y poderosos (Si 40 y 13).
Pues bien, sobre la vasta extensión de este mundo se extiende la misericordia del Altísimo, para redención de la esclavitud, para la elevación de las más nobles energías; sobre este mundo el Padre celestial ha mandado a su Hijo Unigénito, revestido de la carne humana, para ayudar a todos los hijos del hombre en su esfuerzo' de resurgir de entre las miserias de aquí abajo y acompañarlos hasta las alturas de la vida eterna.
Sobre este mar inmenso dé la Humanidad, purificada por la Sangre de Cristo, el mismo Verbo del Padre, por nosotros los hombres, por nuestra salva. ción, descendió de los cielos y se encarnó en María Virgen del Espíritu Santo y se hizo hombre; hombre y Salvador del mundo, de todo el mundo, por su Santa Iglesia, Rey glorioso e inmortal por los siglos.
Vivo y perenne comentario de Inocencio III
La Iglesia de Cristo, difundida por toda la tierra, es representada en el Evangelio por la barca de Pedro. que Cristo escogió, y desde la que gustó hablar tantas veces como Maestro de los pueblos, y que en una circunstancia, especialmente misteriosa y solemne —la que cuenta San Lucas en el capítulo quinto de su Evangelio— quiso indicar a sus apóstoles como el punto más elevado de las conquistas de su Reino:
Habéis pasado una noche de navegación infecunda, con el "nihil cepimus"(no hemos cogido nada). Ahora yo te digo a ti, Pedro, "Duc in altum": adentro la barca; y a todos los suyos: tended las redes; a lo que respondieron con perfecta obediencia: et concluserunt piscium multitudinem copiosam (y consiguieron una ingente multitud de peces).
Queridos hijos: En este punto de la lectura evangélica el Papa Inocencio III, en la fiesta de San Pedro, se enciende en exultante ardor: La profundidad de este mar, en el que Cristo dijo a San Pedro: "duc in altum es Roma, quae primatum et principatum super omne saeculum obtinebat et obtinet" (que mantiene la primacía y el principado por todos los siglos).
La Divina Providencia quiso exaltar a esta ciudad, porque lo mismo que en el tiempo del paganismo triunfante ella sola dominaba a toda la gentilidad esparcida por el mundo, así también, después de la venida de Cristo Redentor, iniciada la Cristiandad, convenía que la Santa Iglesia fuera la única que tuviese la dignidad del Magisterio y del gobierno sobre todos los fieles de la tierra.
Prosigue el Papa Inocencio diciendo cómo Dios había encontrado también conveniente que el jefe y cabeza de la Iglesia asentase su sede religiosa y principal en la ciudad que mantenía el principado y el gobierno secular.
Por esto Cristo dijo a Pedro: "Duc in altum", como diciendo: Ve y lleva contigo a los tuyos a aquella ciudad, y tended allí las redes para la pesca. Así aparece claro lo que el Señor ha amado y ama a esta Sede Augusta y por qué esta Roma ha merecido el nombre de sacerdotal, regia, imperial y apostólica con el dominio no sólo sobre los cuerpos, sino también con el magisterio sobre las almas. Más noble ahora y digna por la autoridad divina que lo fue en el pasado por la autoridad terrena.
Es emocionante escuchar en las palabras del gran Papa el recuerdo de la pía tradición del "Domine, quo vadís", y de las palabras de Cristo a Pedro, fugitivo y temeroso:. "Voy a Roma para ser de nuevo crucificado".
Es interesante también, según San Lucas, la diferencia en las expresiones de Cristo, que a Pedro le habla en singular: "Duc in altum", y luego dice en plural al resto de los apóstoles: "Tended las redes para pescar".
Sólo Pedro, como único Príncipe de la Iglesia Universal, es visto en la altura de su suprema prelatura. No podemos, sin embargo, olvidar que también a San Pablo, como a él, se le, confiaría la tarea de extender en Roma la red apostólica de la predicación.
Es natural, queridos hijos, que una conversación espiritual como ésta Nuestra, que nos introduce a la Fiesta de San Pedro, quede adornada por esta doble corona, que, conjuntamente, confirma la asociación de estos dos grandes apóstoles en la admiración y en el culto
El Papa Inocencio llega hasta comparar a estos dos grandes apóstoles de la Iglesia romana, de la Iglesia universal, haciendo un excursus histórico, poético y de contraposición, con los dos fundadores de la Roma primitiva, Rómulo y Remo, cuyas dos sepulturas, al decir de los arqueólogos, se encontraban a distancia paralela de una punta a la otra de la ciudad; es decir, Pedro en el sitio donde Rómulo fue sepultado, y Remo, donde se señala la tumba de San Pablo.
Grande es el respeto que debemos y deseamos rendir a la antiquísima memoria de la Roma primitiva —como señala entonces el Papa Inocencio—, a  los "dos hermanos en la carne que fundaron esta ciudad por la Divina Providencia y que yacen en honorables monumentos". Pero es también justo que nuestro afecto religioso se dirija, con especial sentimiento, a "los dos hermanos en la fe, Pedro y Pablo, que fundaron espiritualmente esta ciudad, y que yacen, sepultados, en gloriosas basílicas".
El sagrado ministerio de la predicación
Advertid la precisa significación de los dos contrastes: "Dos hermanos en la carne que fundaron la materialidad; dos Santos Patronos, hermanos en la fe, fundadores de la espiritualidad, honoríficamente sepultados en gloriosas basílicas".
No debemos olvidar las redes de los pescadores lanzadas al mar por orden de Cristo y recogidas con gran esfuerzo, como triunfo de la obediencia apostólica. La red simbólica que hoy mismo, en guirnalda de flores, se encuentra en los umbrales de la basílica vaticana.
Lo mismo que la barca de Pedro significa la Iglesia, lo mismo que el mar embravecido representa al siglo y al mundo agitado, como representa Roma el centro de la actividad católica y apostólica, también las redes son la figura del ministerio de la predicación popular.
El Papa Inocencio aprovecha esta coyuntura para dar una síntesis instructiva y fervorosa de los caracteres sagrados y peculiares de la elocuencia pastoral, que es lo mismo que decir sobre el ministerio Sagrado en pro de la conquista y del precioso alimento que el sacerdocio católico debe distribuir a las almas de dos fieles. El predicador diligente debe preparar sus alocuciones con tinte popular y también con trabajados argumentos. Saber variar de tema, de tono, de color, unas veces sobre la virtud, otras sobre el vicio, unas sobre los premios y otras sobre los castigos, sobre la misericordia y sobre la justicia, y sobre estos temas, unas veces con sencillez y otras con profundidad, histórica y alegóricamente, con citas de autoridad, con semejanzas, con razones, con ejemplos...
Estos son los hilos, los nudos de que están hechas las redes, capaces, resistentes, preciosas. Estas son las redes más seguras y eficaces para convencer a las almas con la claridad de la visión de la doctrina apostólica, para llevarlas al fervor, a la santificación y a la alegría.
De estas redes se sirvieron los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo. Sus cartas nos hablan aún desde lo profundo de su tiempo, Por esta predicación Roma se convirtió del error a la verdad, del vicio a la virtud, y ha llegado a ser señora de los pueblos y maestra del mundo.
Honor por los siglos a los Príncipes de los Apóstoles
La veneración que todo buen católico tiene a los apóstoles de Cristo de todos los tiempos y de todos los pueblos debe mantener su fervor, especialmente en vísperas del Concilio Ecuménico Vaticano II, que quiere ser una fuente de celestial doctrina, de inspiraciones, de pacífica y santa exaltación.
Pero debemos especialmente estudiar las grandes enseñanzas de estos dos principales y bienaventurados apóstoles de Roma, Pedro y Pablo, mantenidos en la tradición como Padres y Patronos preclaros y principales para que ilustren nuestras inteligencias y enciendan nuestros corazones.
Nos place terminar esta efusión paternal de sentimientos y anhelos con la ferviente invocación augural del gran Pontífice Inocencio III, uno de los más insignes y gloriosos de la Iglesia y de la Historia.
"Illos Patres et Patronos debet specialiter et principaliter honorare Roma inclita nostra, quatenus, meritis et precibus eorum adiuta, ita nunc salubriter conservetur in terris, ut tandem feliciter coronetur in caelis. Praestante Domino Nostro Iesu Christo, qui est super omnia Deus benedictus in saecula saeculorum". Amén.
(Nuestra ínclita Roma debe honrar de una manera especial a estos sus Padres y Patronos, para que, ayudada por sus méritos y oraciones, por haberse conservado santamente en la tierra, pueda ser coronada felizmente en el cielo. Por gracia de Nuestro Señor Jesucristo, que es Dios sobre todas las cosas y por todos los siglos.) (Inocentii III, Opera Omnia, Sermo XXII, in solemnitate B. Apostolorum Petri et Pauli, Migne, 207, col. 555 y ss.)

sábado, 28 de junio de 2014

La familia y los Papas: Juan XXIII 28062014



La familia y los Papas: Juan XXIII

2014-06-28 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio)
Viviendo en familia, con el padre Kennedy Rodríguez
Hoy queremos compartir con ustedes, la familia en Papa Juan XXIII.
Recordemos que el cardenal Roncalli, amante de la familia, electo el 28 de octubre de 1958, era elegido para suceder en la sede petrina a Su Santidad Pío XII. El nuevo Papa quiso asumir el nombre del Apóstol Juan, el discípulo amado.
Compartimos con ustedes el mensaje del Papa Juan XXIII a la familia, en su rezo del Ángelus del domingo 8 de enero de 1961.



JUAN XXIII
ÁNGELUS*

Festividad de la Sagrada Familia
Domingo 8 de enero de 1961

¡Queridos hijos!
El Angelus Domini en la fiesta litúrgica de la Sagrada Familia es particularmente significativo y conmovedor. Cielo y tierra se unen y sobre cada una de las familias, santificadas con la oración, con la paciencia y el trabajo, resplandece hoy, proclamado por María y José, el nombre de Jesús, que irradia luminoso ejemplo, estímulo ferviente y poderosa protección.
Conocemos las dificultades y peligros que halla la familia cristiana en su camino. Ante todo, en el orden espiritual, por el duro sacrificio y renunciamiento que se exige a los padres y madres para educar cristianamente a sus hijos, para mantenerse fieles a inmutable ley de Dios en medio de las seducciones de la mentalidad mundana, inclinadas al goce; para oponer el freno eficaz de una sólida conciencia moral a las concesiones que se observan acá y allá. Tampoco ignoramos las angustias, que originan en el orden material los apuros de tantas familias, especialmente las familias numerosas, las de los parados, de los insuficientemente ocupados y de los necesitados.
Nuestra voz no desaprovecha ninguna ocasión para estimular a las autoridades responsables a tomar las medidas necesarias para remediar tantas necesidades espirituales y materiales, y sigue exhortando a todos, especialmente a aquellos que gozan de una situación desahogada, a no dejarse vencer en generosidad para llevar a todas las familias una ayuda duradera y proporcionada a las necesidades.
¡Queridos hijos, padres y madres! !Cuánto deseamos aseguraros que estamos siempre cerca de cada uno de vosotros!
Lo estamos con la oración. Lo estamos más íntimamente en esta fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, que recaba de Dios la plenitud de las gracias celestiales sobre vuestras queridas familias, sobre los inocentes niños, los fuertes y puros jóvenes, sobre los ancianos en el atardecer pensativo de la vida. Para todos pedimos los dones de la paz, de la serenidad y de la alegría por encima de todas las pruebas, que el amor de Dios dulcifica y atenúa. Estamos cerca de vosotros con el afecto paternal, que desea a todos alcancen la meta de las aspiraciones más ardientes del corazón; estamos cerca por nuestra más viva solicitud para que sobre vuestras familias brille siempre el reflejo de aquella nobleza que brota de la imitación de los ejemplos de Nazaret, del cumplimiento generoso de los mandamientos, de la práctica de las obras de misericordia.
Invoquemos ahora sobre todos la plenitud de los divinos consuelos y en prenda de nuestra gran benevolencia descienda sobre los queridos hijos presentes en la Plaza de San Pedro y sobre los que escuchan a través de la Radio nuestra copiosa y propiciadora Bendición Apostólica, para que, como hoy pidió la Iglesia, "las familias se establezcan sólidamente en la paz y gracia del Señor" (Missal. Rom. Orat. Sec.).

«EL DESEO DEL CORAZÓN TIENDE HACIA DIOS» (san Agustín)

REFLEXIÓN ESPIRITUAL
 
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan
«EL DESEO DEL CORAZÓN TIENDE HACIA DIOS»

¿Qué es lo que se nos ha prometido? Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. [...] Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la visión. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones.

Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados. [...] Tal es nuestra vida: ejercitarnos en el deseo... Ya hemos dicho en otra parte que un recipiente, para ser llenado, tiene que estar vacío. Derrama, pues, de ti el mal, ya que has de ser llenado del bien.

Imagínate que Dios quiere llenarte de miel; si estás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la miel? Hay que vaciar primero el recipiente, hay que limpiarlo y lavarlo, aunque cueste fatiga, aunque haya que frotarlo, para que sea capaz de recibir algo.

Y así como decimos miel, podríamos decir oro o vino; lo que pretendemos es significar algo inefable: Dios. [...] Ensanchemos, pues, nuestro corazón, para que, cuando venga, nos llene, ya que seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Historia de la devoción al Inmaculado Corazón de María y Oración (acto de consagración al Inmaculado Corazón de María) 28062014

Historia de la devoción al Inmaculado Corazón de María

Tres pastores de Portugal llamaron la atención declarando que la Virgen María se les presentó dejando mensajes que luego serían dados a conocer al mundo entero de boca de Sor Lucía, estas presentaciones de la Virgen fueron en seis ocasiones.
En diciembre del año 1925 la Virgen Santísima se le apareció a Lucía dos Santos, vidente de Fátima, y le prometió asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del Rosario, con la intención de darle reparación.
En la tercera aparición, la Virgen de Fátima le dijo a Lucía:
Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra... Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes... Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz... Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz.
La pequeña Jacinta presentía que llegaría su final en el mundo y, en una conversación con Lucía, ella, que apenas contaba con diez años, dijo:
A mí me queda poco tiempo para ir al Cielo, pero tú te vas a quedar aquí abajo para dar a conocer al mundo que nuestro Señor desea que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Diles a todos que pidan esta gracia por medio de ella y que el Corazón de Jesús desea ser venerado juntamente con el Corazón de su Madre. Insísteles en que pidan la paz por medio del Inmaculado Corazón de María, pues el Señor ha puesto en sus manos la paz del mundo.

Consagración del mundo e institución de la fiesta

Consagración

El 31 de octubre de 1942 cuando estaba en pleno auge la II Guerra Mundial, el papa Pío XII, al clausurarse la solemne celebración en honor de las apariciones de Fátima, conforme al mensaje de éstas, consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María.
Ante tu trono nos postramos suplicantes, seguros de alcanzar misericordia, de recibir gracias y el auxilio oportuno... Obtén paz y libertad completa a la Iglesia santa de Dios; detén el diluvio del neopaganismo; fomenta en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, para que los que sirven a Dios aumenten en mérito y número.[1]

Fiesta

Imagen del Inmaculado Corazón de María como fue descrita por los tres pastorcillos de Fátima, en Portugal.
 
San Juan Eudes fue quien promovió la celebración litúrgica del Inmaculado Corazón de María; los papas León XIII y Pío X dieron a este santo el nombre de padre, doctor y primer apóstol de la devoción, en especial al culto litúrgico de a los Sagrados Corazones de Jesús y María. Este santo consagró de manera particular a los religiosos de su congregación.
La fiesta del Corazón de María se celebró de manera pública y por primera vez en la historia el 8 de febrero de 1648 en la catedral de la ciudad de Autun: la misa y los oficios fueron compuestos por Juan Eudes y aprobados por el obispo diocesano. Varios obispos de Francia aprobaron los textos litúrgicos pero los jansenistas estaban en completo desacuerdo.
Para el año 1668, el día 2 de junio la fiesta y también los textos litúrgicos tuvieron la aprobación del cardenal legado para Francia, aunque al año siguiente se pidió a Roma la ratificación, pero la Congregación de Ritos dio una respuesta negativa.
En diferentes ocasiones se pidió a la Santa Sede la aprobación de la fiesta, una de ellas fue hecha como petición formal por el padre jesuita Gallifet en el 1726; esta causa fue tratada por Prospero Lambertini.[2] La Congregación de Ritos llegó a responder por primera vez en 1727 con un non proposita,[3] pues presentaba dificultades doctrinales. Luego de esta respuesta, Gallifet sin perder esperanzas vuelve a enviar la petición, pero para esta ocasión la respuesta fue oficialmente tajante y negativa, era el 30 de julio de 1729.
Siendo papa Pío IX, en 1855, la Congregación de Ritos aprobó para la celebración del Corazón de María nuevos textos para la misa y el oficio, utilizando algunas partes de los de san Juan Eudes. En 1914, con ocasión de la reforma del misal romano, la fiesta del Corazón de María fue trasladada del cuerpo del misal a un apéndice del mismo, entre las fiestas pro aliquibus locis[4]
Hubo muchas peticiones para que esta fiesta se extendiera a toda la Iglesia, en especial las peticiones de los Claretianos.[5]
El 31 de octubre de 1942 y luego, de manera solemne, el 8 de diciembre en la Basílica de San Pedro, cumpliéndose el 25 aniversario de las apariciones de Fátima, Pío XII consagró la Iglesia y el género humano al Inmaculado Corazón de María.
El 4 de marzo de 1944, con el decreto Cultus liturgicus, el pontífice extendió a toda la Iglesia latina la fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María, y asigno como día propio el 22 de agosto, que es la octava de la Asunción, y elevándola a rito doble de segunda clase.

Oración (acto de consagración al Inmaculado Corazón de María)

Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía, yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma, mis pensamientos y mis acciones.
Quiero ser como tú quieres que sea, hacer lo que tú quieres que haga.
No temo, pues siempre estás conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús, con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
Pon mi mano en la tuya para que esté siempre contigo. Amén.

El hombre ídolo y Buscar en lugar equivocado (El canto del pájaro (Anthony de Mello))

 
EL HOMBRE ÍDOLO
Una antigua historia hindú:
Érase una vez un mercader que naufragó y fue arrastrado hasta las costas de Ceylán, donde Vibhishana era el rey de los monstruos. El mercader fue llevado a presencia del rey. Al verle, Vibhishana quedó extasiado de gozo y dijo: «¡Ah, cómo se parece a mi Rama. Es idéntico a él!». Entonces cubrió al mercader de ricos vestidos y joyas y le adoró.
Dice el místico hindú Ramakrishna: «La primera vez que escuché esta historia sentí una alegría indescriptible.

Si a Dios se le puede adorar a través de una imagen de barro, ¿por qué no se le va a Poder adorar a través del hombre?
BUSCAR EN LUGAR EQUIVOCADO
Un vecino encontró a Nasruddin cuando éste andaba buscando algo de rodillas. «¿Qué andas buscando, Mullab?».

«Mi llave. La he perdido».

Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino: «¿Dónde la perdiste?». «En casa».

«¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?».

«Porque aquí hay más luz».
¿De qué vale buscar a Dios en lugares santos si donde lo has perdido ha sido en tu corazón?

Irak, Save the Children: miles de familias huyen después de los recientes ataques contra pueblos iraquíes 28062014

Irak, Save the Children: miles de familias huyen después de los recientes ataques contra pueblos iraquíes

2014-06-28 Radio Vaticana
(RV).- (audio) Miles de familias han llegado al Kurdistán iraquí escapando de los recientes ataques contra pueblos cristianos entre el miércoles y el jueves por la noche, según Save the Children, la organización que desde 1919 lucha para salvar las vidas de los niños y defender sus derechos.

Las familias, la mayoría de ellas con niños pequeños, han encontrado refugio en los centros juveniles, escuelas e iglesias de la ciudad de Erbil, capital de la Región Autónoma Kurda. La ONG también señala que durante las próximas 24 horas llegarán otras miles de familias en búsqueda de refugio provenientes de Karakosh, Ba'akshiqa y otros pueblos.

La mayoría de las personas están llegando sin traer nada consigo y necesitan alimentos, agua y refugio. Save the Children ha establecido áreas seguras para los niños en un centro juvenil en Erbil y está distribuyendo colchones, mantas y paquetes de alimentos a las familias dentro de una escuela.
Las familias de la ciudad de Karakosh, a unos 80 kilómetros de Erbil, cuentan que dejaron todo y escaparon el miércoles al amanecer, cuando los disparos y las explosiones comenzaron en la periferia de la ciudad.
La directora de Save the Children en Irak Tina Yu declara: “Esto es sólo el más reciente acontecimiento de una gran crisis humanitaria que se cierne sobre Iraq, con miles y miles de niños obligados a huir de la violencia en el norte y oeste del país. Además, no debemos olvidar que ya hay por lo menos 250 mil refugiados sirios en el Kurdistán iraquí”.

“Save the Children está trabajando en la región para llegar a la gran cantidad de familias que lo necesitan, pero necesitamos más y más ‘sustanciales’ fondos por parte de la comunidad internacional para apoyar la intervención de ayuda” expresa.
(GM – RV)

Procesión con una tradición de más de 128 años, en Medellín 28062014

Procesión con una tradición de más de 128 años, en Medellín

2014-06-28 Radio Vaticana
(RV).- (audio) (Gaudium Press) Medellín vive su más tradicional peregrinación: con una historia de más de 128 años, la "Marcha de la Fe y el Amor" toma las calles de la ciudad colombiana para honrar al Sagrado Corazón de Jesús, como signo de una de las manifestaciones de fe más importantes de la Arquidiócesis de Medellín.

La peregrinación de este 2014 lleva como lema "Mi ciudad necesita tu corazón", es a las 10:00 de la mañana del 29 de junio, con un recorrido que inicia en la Plazuela de San Ignacio y culmina en la Catedral Metropolitana. Como ocurre desde hace más de un siglo, la venerada imagen del Sagrado Corazón de Jesús preside la procesión en la que participa la comunidad arquidiocesana, así como la sociedad civil.Según información emitida por la Arquidiócesis de Medellín, la marcha en homenaje al Corazón de Jesús pretende ser un signo público que haga evidente la vitalidad de la Iglesia particular, así como un "testimonio para el mundo secularizado", y para que "muchos bautizados recuperen su entusiasmo para ser discípulos y misioneros".

Es por eso que la jurisdicción eclesial invita a toda la comunidad para que se unan a esta gran expresión de fe: "Motivamos a todas las Comunidades Parroquiales y a todos los grupos o movimientos laicales a mantener viva la consagración de sus familias al Corazón de Jesús y a participar en la Marcha de la Fe y el Amor. Contamos con la participación alegre y esperanzada de todos".La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nació en 1675 con las relevaciones que recibió Santa Margarita María Alacoque: "He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud." Allí Jesús le revela su Corazón rodeado de llamas y coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brota su sangre y emerge una cruz.

En Colombia, especialmente en Medellín, la devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús inició gracias a la Compañía de Jesús a través del Apostolado de la Oración. La primera marcha en su honor realizada allí ocurrió algunos años antes de la consagración universal al Sagrado Corazón que hizo en 1899 el Papa León XIII.

Matilde No Es un Tacho de Basura 28062014

Matilde No Es un Tacho de Basura

2014-06-28 Radio Vaticana
 
Jesuita Guillermo Ortiz
REFLEXIONES EN FRONTERA

(audio)
Rojo, verde, azul. Hoy es muy ecológico distinguir los recipientes de basura. Ya no nos conmueven las montañas de basura que aquí y allá contaminan el mundo. No nos preocupa la interminable villa miseria donde miles de seres humanos hacen su vivienda en la basura, de la basura, con la basura. Para el Sr. Mercado financiero, de guantes blancos, corazón de piedra y al puesto de cerebro una caja registradora, también la gente es basura.
Producimos basura, la compramos y vendemos, la reciclamos. Pero distinguiendo bien los recipientes.
El tema es que tú y yo también somos un recipiente; una vasija de barro destinada a colmarse. El signo es la sed, el hambre que nos mueven; ese impulso incontenible de saciar un deseo infinito. Tú, como recipiente-existencial ¿con qué te llenas?
Encontramos a Matilde rezando en el santuario del Corazón Inmaculado de María. Ella dice: “No soy un tacho de basura. El misterio es que tú y yo podemos llenarnos de Dios. Ese es nuestro vacío existencial más profundo. Por eso, la bondad y belleza de María de Nazaret me ayudan mucho a entender lo que es una persona y a lo que estoy llamada: a llenarme de la vida intensa, interminable, de Dios amor.
A María de Nazaret le decimos “llena de gracia”, porque se dejo colmar de la vida de Dios. Eso quiere decir “Inmaculada” o “inmaculado corazón”: llena de Dios. El evangelio refiere que: “María guardaba las cosas de Jesús en su corazón”. Sí, María de Nazaret sólo pensaba, sentía, vivía y actuaba las cosas del amor de Dios que la colmaba. Ella es una vasija de barro como yo –dice Matilde-, pero llena de Dios.”Señor, enséñame a distinguir que tipo soy de recipiente. Y a no llenarme con basura, sino con lo mejor. Y ¿hay algo mejor que Dios amor?

Con el Sínodo el Evangelio entra en contacto con la vida concreta: Juan José Pérez Soba, teólogo español 28062014

Con el Sínodo el Evangelio entra en contacto con la vida concreta: Juan José Pérez Soba, teólogo español

2014-06-28 Radio Vaticana
(RV).- (Audio) “El gran desafío del Sínodo será poner en evidencia el fundamento de la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia que está en el Evangelio. Es importante porque el Evangelio puede entrar en contacto con la vida concreta”. A subrayarlo ante los micrófonos de nuestro colega del programa italiano Fabio Colagrande es el p. Juan José Pérez Soba, ordinario en teología pastoral del matrimonio y de la familia del Pontificio Instituto Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Lateranense.

“Si examinamos los diferentes problemas pastorales uno a la vez, arriesgamos con dar una respuesta fragmentada – explica el teólogo español- es el Evangelio aquel que da unidad y esperanza y sana verdaderamente las heridas”.

Sobre la necesidad de encontrar nuevos lenguajes para comunicar el Evangelio de la familia, remarcado por el Instrumentum laboris presentado este jueves, p. Pérez Soba está convencido de que los nuevos lenguajes ya existan, pero que ahora es necesario hacerlos conocer.

Existe ya la gran catequesis de San Juan Pablo II, “el Papa de la Familia” como lo rebautizó Papa Francisco el día de su canonización. El de Wojtyla es un lenguaje muy nuevo y si el Sínodo contribuirá a hacerlo conocer más será “una gran riqueza para toda la Iglesia”, afirma.

Acerca de la dificultad que las personas tienen hoy de reconocer el concepto de “ley natural” unido a la familia, explica que “ya al oír hablar de ‘ley’ la gente tiene una reacción equivocada, pero el concepto de ley en el antiguo testamento tiene un valor mucho más positivo de cuanto se piensa, porque encarna la sabiduría de Dios que es comunicada al hombre.

Si la ley natural se entiende como un comando arbitrario ordenado al hombre no se capta el valor. Esto deriva de una falta de catequesis básica sobre la ley natural en el interior de la revelación. Es un concepto que no implica un mandato, sino la profunda unidad de destino entre los hombres”.

A propósito de la paradoja entre el deseo fuerte de matrimonio y familia presente en la sociedad y la crisis de estas instituciones - en relieve en el instrumento de trabajo – p. Pérez Soba está convencido de que es un dato conocido desde hace mucho tiempo.

“Los estudios sociológicos demuestran que la familia es la institución más apreciada. Sin embargo, existe una brecha real entre una cultura que distorsiona la comprensión de la familia y el deseo de la familia presente en las personas. Y esto para la Iglesia es un gran desafío pastoral y una gran oportunidad de la cual debe ser consciente, perdiendo el miedo a hablar de familia”. “Es necesario seguir las enseñanzas de San Juan Pablo II - continúa el teólogo español - quien nos invitó a hablar a los corazones de la gente, porque es allí donde está el deseo de familia y no en las leyes que muchos quieren cambiar. La Iglesia debe hacer que las personas puedan vivir más plenamente lo que quieren. Es decir, la familia”.

Una de las situaciones pastorales difíciles resaltadas en el Instrumentum es el de la convivencia o uniones de hecho que corresponden a una concepción privada del amor. “La Iglesia debe hacer comprender que así el amor se convierte en un amor que no se expande a toda la vida. Y se hace así sólo por miedo, porque la gente en realidad no desea esto. El Evangelio nos insta a creer de verdad en el amor y a no considerarlo una cosa más, entre muchas otras. El Evangelio cura el corazón del hombre que es capaz de experimentar la belleza del amor”.

Sobre las situaciones de irregularidad canónica, separaciones, divorcios y el pedido de algunos divorciados vueltos a casar de acceder a los sacramentos, todos elementos presentes en el Instrumentum, el teólogo español señala que siempre se debe resaltar la realidad doctrinal y no pensar, por lo tanto, que desde el punto de vista pastoral, se puede hacer cualquier cosa. Está en juego la realidad del sacramento del matrimonio que la Iglesia ha recibido de Cristo. Y la fidelidad a Cristo debe ser la luz fundamental para llegar a las personas que necesitan la misericordia de la verdad del amor. Es necesario sanar algunas heridas y no, exclusivamente, afirmar que algunas heridas no tienen importancia”.
(GM - RV)

San Ireneo y Beata María Pía Mastena 28062014

sábado 28 Junio 2014

San Ireneo



San Ireneo

Obispo y mártir (c. a. 130-c. a. 200). 
Nació hacia el año 130 y fue educado en Esmirna; fue discípulo de san Policarpo, obispo de aquella ciudad.    
El año 177 era presbítero en Lyon (Francia), y poco después ocupó la sede episcopal de dicha ciudad.   
 Escribió en defensa de la fe católica contra los errores de los gnósticos.   
 Recibió la palma del martirio, según se cuenta, alrededor del año 200



 

Beata María Pía Mastena



Nació en Bovolone, Verona, Italia, el 7 de diciembre de 1881. Fue la primogénita de siete hermanos. Su padre Giulio, que regentaba una tienda de comestibles, y su madre María Antonia, que ejercía como maestra infantil en una escuela, les dieron una formación en la fe tan sólida que recibieron la gracia de ver cómo se consagraban dos de ellos porque Emilio Tarsicio, el penúltimo, fue capuchino. Además, otra de las hermanas, Magdalena, fue terciaria capuchina. Antes de cumplir 10 años en nota escrita prometió a Dios su virginidad, lógica salida para una niña recordaba sentirse inmersa en Él hacia los 3 años. La Primera Comunión en 1801 fue un instante lleno de resonancias místicas. A los 14 mostró su deseo de ingresar en el convento, pero la edad le obligó a demorar su ingreso, hasta que en 1901 las Hermanas de la Misericordia la acogieron en la comunidad. Se caracterizó por su piedad; ya guardaba dentro de su corazón una intensa devoción por el Rostro de Cristo, cuya imagen plasmada en una antigua pintura se había acostumbrado a venerar en su casa paterna.
 
Percibía en su interior la llamada a una progresiva conversión, y el 11 de abril de 1903, fecha en la que Gemma Galgani entraba en la gloria, Teresa se unía místicamente sin saberlo a quienes, como esta pasionista, habían entregado su vida a Dios ofreciéndose en holocausto. Gemma murió custodiando su integridad, en aras de la pureza. Teresa, autorizada por sus superiores, quiso pronunciar ese día el voto privado de hacerse víctima. Profesó a finales de octubre de ese año tomando el nombre de Passitea del Niño Jesús. En 1905 finalizó los estudios de magisterio y en 1907 fue habilitada para impartir clases elementales. Estaba capacitada para asistir a niños enfermos, que fueron objeto de su enseñanza, fundamentalmente. Ejerció la docencia en Miane, mientras asumía la misión de superiora. Su sed de progresar en el amor iba in crescendo, y en 1915 obtuvo el permiso del prelado Mons. Caroli para añadir nuevo voto a su vida: el de perseguir en todo lo más perfecto. En Miane hubo personas generosas que con sus aportaciones le permitieron abrir un centro-asilo para niños, un orfanato, una escuela y un club social. Hasta ese momento no había manifestado abiertamente lo que bullía en su interior. Estaba agradecida por todo lo que había aprendido junto a las Hermanas, pero no terminaba de encajar en ese carisma. Por eso, en 1927 ingresó con las religiosas cistercienses de San Giacomo di Veglia. Fue en este lugar donde al profesar tomó el nombre de María Pía. Pero lejos de la necesaria estabilidad humana y espiritual que perseguía, no tardó en darse cuenta de que la clausura tampoco era para ella. Y, de acuerdo con el prelado de Vittorio Veneto, Mons. Eugenio Beccegato, a finales de ese mismo año retornó a las aulas. Su decisión no fue comprendida; algunos de los que le prestaron apoyo, se pusieron en contra; fue objeto de críticas y represalias. Impartió clases en Miane, Carpesica y San Fior. Su creatividad apostólica no estaba agotada: abrió un asilo, un comedor para niños sin recursos, y un taller. Sin olvidarse ni un segundo del voto de buscar siempre lo más perfecto tenía presente poner «toda la atención en ejercitar la santa indiferencia en todas las cosas» dando vía única a dos expresiones «elFiat y el Deo gratias» tanto en las situaciones adversas, las que revistieran gravedad, como en los instantes felices.
 
Generalmente las obras destinadas a dar gloria a Dios no surgen sin más. En su origen hay todo un ejercicio de entrega de quien las impulsa: aflicción por las necesidades de los demás, que se anteponen a las particulares, un torrente de pasión incontenible que tiembla ante el despilfarro de la gracia divina, y un punzante anhelo de dejarse la vida literalmente, si es preciso, sembrando la semilla del Evangelio por cualquier recodo. Si se ha contemplado el rostro de Dios en el otro, queda desterrado el legítimo descanso. Falta tiempo para atender al prójimo, para desgastarse en aras de ese amor incomparable que corre por las venas. Un apóstol no quiere ni pensar que tan solo uno de sus hermanos se pierda. Teresa había experimentado el sentimiento evangélico de ver en ellos al mismo Cristo. Por eso, mientras enseñaba dio los pasos oportunos para instituir una nueva fundación, materializada en 1930 en San Fior, y que implícitamente acogía estas vivencias de las que daba cuenta con su heroico quehacer. Benedicto XVI, en la ceremonia de beatificación el 13 de noviembre de 2005, sintetizó sus elevados afanes con estas palabras: «...conquistada por el Rostro de Cristo, asimilo los sentimientos de dulce premura del Hijo de Dios hacia la humanidad desfigurada por el pecado, y lo concretó en gestos de compasión y después proyecto un Instituto con la finalidad de propagar, reparar, devolver la imagen del dulce Jesús en las almas». Su íntimo deseo era: «cada acto que realice con mis manos sea un trabajo continuo en torno al Corazón dulcísimo de mi Jesús...». Este Instituto de la Santa Faz tendría la finalidad de «... propagar, reparar y restaurar la imagen amable de Jesús en las almas». En 1933 la beata instituyó la «Pía obra de socorro», y en 1936 abandonó la docencia. Entretanto seguía con los trámites para el reconocimiento de su institución que llegó en 1947 después de haber sido recibida en audiencia por Pío XII en varias ocasiones. Al año siguiente se celebró el primer capítulo en el que salió elegida superiora general de forma unánime. Pero no pudo permanecer mucho tiempo en este oficio. Padecía diabetes, angina de pecho e hipertensión. En abril de 1951 sufrió un infarto; fue un aviso. El 28 de junio de ese año en Roma sufrió una parada cardiaca, y culminó su vida. Desde ese momento contemplaría, cara a cara y para siempre, el Rostro de Dios.