domingo, 30 de noviembre de 2014

El hombre y la libertad L.1/1 Cap.5/5 Curso del Padre Antonio Oliver



http://youtu.be/S8yAas8fX48

Los enemigos de fuera son: el terror y la ley.
Los enemigos de dentro se detectan con la conciencia.
Cuando el hombre es totalmente libre es cuando sólo tiene una opción.

El hombre y la libertad L. 1/1 Cap.4/5 Curso del Padre Antonio Oliver


http://youtu.be/p_T4Fi0_p44

El terror no es humano, sino infrahumano.
El hombre descubre la Ley y la impone. Las leyes vienen de los dioses.
Ni el terror, ni la ley dan la libertad.
La conciencia es el lugar donde Dios habla con el hombre. Ahí nace la libertad.

El hombre y la libertad L. 1/1 Cap.3/5 Curso del Padre Antonio Oliver


http://youtu.be/VxiRM9YOgR8

La libertad es la construcción del hombre.
¿Cómo se educa la libertad?
No es verdad que la libertad de uno limita con la libertad del vecino.
Cuando yo mato libertades, hago esclavitudes.
¿Cómo hago para conquistar la libertad?

El hombre y la libertad L. 1/1 Cap.2/5 Curso del Padre Antonio Oliver


http://youtu.be/5XXkZP0xC8Q

La libertad es tarea del hombre. Un hombre libre no tiene libertades.
Cuando el hombre mata libertades hace esclavitudes.
La libertad se da en el territorio conquistado.
Según Sartre,hombre y libertad son la misma cosa.

El hombre y la libertad L. 1/1 Cap.1/5 Curso del Padre Antonio Oliver


http://youtu.be/SZSTXFqpLt8?list=UUs_0PI4of7kvY72oXKKVPTQ

Qué es la Libertad? El cristiano es un hombre elevado a la máxima altura. La libertad, es la ignorancia de los móviles que nos impulsan a obrar (Spinosa, filósofo S.XVIII).
El hombre no es libre. El hombre es libertad (Jean Paul Sartre, filósofo S.XX). El hombre es tarea de si mismo. La libertad es la tarea del hombre.

Catequesis para el Hombre Nuevo (texto) (La Construcción del Mundo - Lección VII) Curso del Padre Antonio Oliver


La Iglesia en América Latina: ARGENTINA

La Iglesia en América Latina: ARGENTINA
Una mirada al continente del papa Francisco (XII)
Valioso estudio del Observatorio Pastoral del Celam (OPC), que nos acerca a la realidad pastoral, social y devocional de los pueblos latinoamericanos


Por: José Antonio Varela Vidal | Fuente: Zenit.org



En esta oportunidad, conoceremos un poco más a la Iglesia de la Argentina, un país ubicado en la zona centro-sur del continente americano, con una extensión de 2.791.810 Km2, que acoge a cerca de 40.134.425 habitantes, de los cuales el 69% serían católicos.

Semillas de la evangelización
La historia de la Iglesia en la Argentina encuentra su origen cuando el papa Pablo III crea el obispado del Rio de la Plata y Paraguay, el 1 de julio de 1547, como sufragáneo del arzobispado de Lima, y con sede en Asunción. En 1552, el papa Julio III crea el obispado de Charcas o La Plata con jurisdicción en parte de Chile, todo el Alto Perú, Tucumán y el Río de la Plata.
Ya el 10 de mayo de 1570, san Pío V, crea la diócesis de Córdoba del Tucumán con sede en Santiago del Estero y luego trasladada a la ciudad de Córdoba. Paulo V elevará a arzobispado a la diócesis de La Plata y el 6 abril 1620 erige la diócesis de la Santísima Trinidad del puerto de Buenos Aires, que será elevada como arzobispado el 5 de marzo de 1866.
En 1785 se divide la diócesis de Córdoba y se crea la diócesis de Salta. El Papa Gregorio XVI crea el 19 de septiembre de 1834, la primera diócesis del período independiente en San Juan del Cuyo.

Comunidad de servicio
La Iglesia católica argentina cuenta con 14 arquidiócesis, 47 diócesis, 4 prelaturas, un Obispado castrense, un Ordinariato oriental, un Exarcado Greco-melquita y 3 Eparquías: Armenia, Maronita y Ucrania. Estas 71 jurisdicciones eclesiásticas están organizadas en 14 provincias eclesiásticas y 8 regiones pastorales, con el fin de fomentar la cooperación y común acción pastoral. Existe también la Prelatura personal del Opus Dei y la Prefectura Apostólica de Islas Malvinas.
Este trabajo se realiza con 14 arzobispos, entre ellos 3 cardenales, 45 obispos, 3 obispos eparcas, 3 obispos prelados, 9 obispos auxiliares, para un total de 77 obispos.
Los presbíteros diocesanos son 3.446, los presbíteros religiosos: 2.202, y un total de 519 diáconos permanentes. Están en actividad 28 seminarios diocesanos mayores y 25 menores.
La Vida Consagrada tiene presencia con 77 órdenes y congregaciones masculinas y 223 femeninas. El número de religiosos (hermanos) alcanza a 751, y las religiosas son 9.113. Existen 61 monasterios de religiosas de clausura. La Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas – CONFAR, agrupa y anima la Vida Consagrada. La Junta de Institutos Seculares de Argentina – JISA, se ocupa de la animación de los 721 miembros de los 27 institutos seculares. Funcionan 2.674 parroquias, 8.742 iglesias y capillas, 98 santuarios y 45 basílicas en todo el territorio argentino.
A nivel de la Conferencia Episcopal Argentina, esta tiene 19 comisiones episcopales, que se encargan de orientar y animar la acción pastoral de las jurisdicciones eclesiásticas en los campos de Fe y Cultura,Catequesis y Pastoral Bíblica,Pastoral Social, Educación Católica, Iglesias Orientales, Pastoral Aborígen, entre otras.

Relación Iglesia-Estado
Según se lee en el OPC, la Constitución argentina garantiza la libertad de culto, y le reconoce a la Iglesia católica un carácter preeminente y se compromete a sostenerla, asimilándola a un ente de derecho público no estatal. Argentina y la Santa Sede tienen firmado un Concordato desde 1957.
En Argentina, la Ley Federal de Educación de 1993 reconoce el derecho y responsabilidad que tiene la Iglesia Católica y las demás confesiones religiosas de emprender acciones educativas en el marco escolar:
Se lee así que "las acciones educativas son responsabilidad de la familia, como agente natural y primario de la educación, del Estado Nacional como responsable principal, de las Provincias, los Municipios, la Iglesia Católica, las demás confesiones religiosas oficialmente reconocidas y las Organizaciones Sociales". (Título I. Derechos, obligaciones y garantías. Artículo 4º)

Presencia en la sociedad
En el OPC se explica que la Iglesia es la institución con mayor credibilidad en la Argentina, de acuerdo con la “Primera Encuesta sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina”, que realizó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con el apoyo de cuatro universidades, en el 2008.
El Episcopado argentino tiene una presencia permanente frente a los acontecimientos nacionales por medio de mensajes y comunicados en los cuales iluminan las situaciones a la luz del Evangelio.
El documento Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad (2010 – 2016), promulgado al final de la 96ª Asamblea Plenaria de la CEA, noviembre de 2008, traza unas contribuciones para la construcción de un nuevo proyecto de país, como aporte a las celebraciones del proceso de independencia.

Desafíos pastorales
El OPC revela que la Iglesia argentina "lleva a cabo una extensa labor de servicio a la sociedad argentina a través de sus organizaciones que atienden diversos campos de actividad". Solo en el sector educativo, atiende a través de 7 universidades católicas y 2.543 colegios.
En el campo de la asistencia social son 137 centros de asistencia, 53 instituciones de ayuda y servicio comunitario, 25 centros de salud y 37 para el cuidado de enfermos y en situaciones de riesgo prestan sus servicios a los más pobres.
En el área de la comunicación social la Iglesia ofrece 455 publicaciones periódicas a nivel nacional, regional y local; 122 emisoras de radio, 42 editoriales, 142 librerías, y la agencia de noticias AICA que informa por Internet.
Para favorecer la reflexión, la oración y encuentro personal con Jesús, funcionan 210 casas de ejercicios espirituales.

La santidad en la Argentina
Unos de los modelos de la Iglesia del sur del continente es san Héctor Valdivielso Sáez (1910-1934), nacido en Buenos Aires. En España se hizo religioso del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle). Fue ejecutado en la llamada Revolución de Asturias, poco antes de la Guerra Civil Española, juntamente con siete compañeros. Juan Pablo II, en la ceremonia de beatificación (29 de abril de 1990) dijo que habían sido martirizados por "odium fidei", es decir, por odio a la fe, y que aceptaron cristianamente el sacrificio antes de renunciar a Cristo Jesús. Fue canonizado en el Vaticano el 21 de noviembre de 1999.
También está la beata María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas (1821-1885). Nacida en Córdoba, Argentina, se dedicó a la formación cristiana de la infancia pobre y abandonada. Fundó el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Tercera Orden de San Francisco. Fue beatificada por Juan Pablo II el 14 de abril de 2002.
Cierra el grupo glorioso el beato Ceferino Namuncurá (1886-1905), joven laico salesiano de origen mapuche, cuya vida de santidad comparten Argentina y Chile. Fue beatificado por Benedicto XVI en 2007.
Están en proceso de beatificación el siervo de Dios cardenal Eduardo Pironio (1920 – 1998), quien fue obispo de Mar del Plata, presidente del Celam, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y presidente del Pontificio Consejo para los Laicos
También ha sido proclamada por Benedicto XVI como venerable María Antonia de Paz y Figueroa, quien practicó las virtudes cristianas en grado heroico y fundó a las Hijas del Divino Salvador. Nacida en Silípica (Santiago del Estero) en 1730 y muerta en Buenos Aires el 7 de marzo de 1799, se le conoce también como “Mamá Antula”.

Santuarios marianos
Los argentinos veneran a la Madre de Dios en diversos santuarios, tales como la Basílica Santuario de Nuestra Señora del Rosario en la arquidiócesis del Rosario, y los santuarios de Nuestra Señora de Lourdes en Buenos Aires y en El Challao, Mendoza. Otros son el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros en Santa Fe y el famoso Santuario de Nuestra Señora de Luján en la provincia de Buenos Aires, imagen muy amada por el papa Francisco.
Para conocer más sobre la actualidad de la Iglesia argentina aquí

Inteligencia maternal (Mujer...Feliz de ser mujer)


Inteligencia maternal
El altruismo que despierta y desarrolla la maternidad es uno de los motores más poderosos que sacan adelante cada día a nuestra sociedad


Por: Alfonso Aguiló | Fuente: http://www.interrogantes.net/



Durante décadas se ha extendido el tópico de que la maternidad atonta y alela a las mujeres, centrando su vida en un mundo infantil y relegándolas a tareas tediosas y repetitivas. Así lo explica Katherine Ellison, una exitosa periodista de investigación galardonada con el Premio Pulitzer y que considera que todas esas ideas proceden de clichés y trivializaciones que no reflejan la realidad.

En su libro “Inteligencia maternal” muestra, a partir de recientes investigaciones científicas y de su propia experiencia como madre, que, lejos de ese viejo mito, la maternidad contribuye a estimular la inteligencia de las mujeres, al enfrentarlas a nuevos retos y a la necesidad de resolver nuevas situaciones. Su libro, que ha sido un best seller a nivel mundial, está repleto de anécdotas y relatos sobre madres jóvenes que aseguran que la maternidad es un enriquecimiento general para la mujer, acentúa su sensibilidad e incrementa sus capacidades gracias a lo que ha empezado a llamarse inteligencia maternal.

Muchas mujeres son acosadas por reticencias que flotan en el ambiente y que les empujan a postergar la decisión de engendrar un hijo. A su vez, temen que, al ser madres, sufran un declive en sus facultades personales. Está muy presente el tópico de la mujer embarazada agobiada y sensiblera que llora por cualquier tontería, o el de la madre extenuada incapaz de pensar en nada salvo en los horarios de los niños y en la lista de la compra. La angustia que genera esa imagen de la maternidad ha ido en aumento y es sin duda responsable de que muchas mujeres retrasen mucho los embarazos.

Katherine Ellison insiste en primer lugar en el enriquecimiento del repertorio emocional y la gran experiencia que aportan los niños. Remarca también la enorme fuerza natural del vínculo entre madre e hijo como una poderosa fuente de valores para la propia vida de la madre. Contrariamente a lo que ocurre con la amistad o la dedicación profesional, o incluso con el propio matrimonio, el cuidado de un hijo implica una gran capacidad para hacer frente a cualquier desafío, por difícil que este sea, y son desafíos que quizá en otro contexto les harían tirar la toalla pero que ahora les fortalecen y engrandecen como personas.

Hoy también sabemos que el cerebro humano, que antaño se consideraba petrificado en la edad adulta, puede desarrollarse a lo largo de toda la vida en respuesta a nuevos estímulos. Hace unos años, todo parecía indicar que debíamos aceptar el triste destino de ir perdiendo recursos mentales con la madurez, pero ahora sabemos que no paramos de formar nuevas neuronas y nuevas conexiones en respuesta a nuevos apremios. Esto hace que, en contra de la imagen clásica de la madre como víctima del estrés, resulten estar bastante mejor cualificadas para afrontarlo.

Es muy sorprendente la fuerza natural interior que se activa en los padres para que se obre el milagro cotidiano de que cuiden de sus hijos. ¿Qué fuerza casi sobrenatural les impulsa a invertir tal cantidad de energía en atender a un ser vivo que en los primeros estadios de su existencia no hace poco más que comer, llorar y ensuciarse? El sentido personal del confort de los padres se modifica, y viejos paradigmas son reemplazados por otros nuevos que les llevan a volcarse en la preocupación por el bienestar de otro ser humano. Ese compromiso es un factor clave para el desarrollo de cuestiones humanas tan esenciales como el afecto entre las personas, la educación, la transmisión de valores, la sociabilidad y el amor.

El altruismo que despierta y desarrolla la maternidad es uno de los motores más poderosos que sacan adelante cada día a nuestra sociedad. Un altruismo que habitualmente incluye también al padre: la transformación que experimenta un hombre quizá egoísta que se ve de pronto expuesto a un contacto cercano con niños pequeños ha protagonizado el argumento de un sorprendente número de películas producidas por Hollywood en los últimos tiempos. Cuidar de los hijos es una gran fuente de humanidad que nuestro tiempo está empezando a valorar como merece.


Comentarios al autor: aaguilo@tajamar.es

La vida ¿valor laico o religioso? (Virtudes y Valores)



La vida ¿valor laico o religioso?
La vida es un valor religioso y laico a la vez porque se fundamenta en el primer derecho de todo ser humano: derecho a la vida. Creyentes y no creyentes debemos defenderla porque es un valor humano, y lo humano nos une a todos.


Por: P. Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Virtudes y valores






Algunos oponen como si fueran contradictorios dos modos de valorar la vida humana: la valoración “laica” y la valoración “religiosa”. Piensan que, en la vida pública, el valor de la vida humana no puede radicar en principios religiosos que no son compartidos por algunos (tal vez muchos) miembros de la sociedad. Creen que la “sacralidad” de la vida es algo que debería quedar relegado a las sacristías o al bisturí de algún médico religioso.

La oposición entre estas dos perspectivas, sin embargo, no está tan clara, pues el valor de cualquier vida humana puede ser descubierto siempre, tanto desde un punto de vista laico como desde un punto de vista religioso.

Cada vida humana vale porque es la raíz de la libertad, de la autonomía, de la participación en el mundo del trabajo: valores profundamente “laicos” y, a la vez, profundamente religiosos. A la vez, cada vida vale porque permite al hombre creyente dar gracias a Dios, acoger una religión, rezar y entregarse al servicio del prójimo: valores profundamente religiosos que también se ofrecen a los laicos que quieran aceptarlos libremente.

Por lo mismo, defender la vida, cualquier vida humana, no es algo reservado a los creyentes. Todos podemos, mejor, todos debemos, identificarnos con este valor, defenderlo como propio, como universal, como absoluto. Todos podemos y debemos unirnos para eliminar cualquier injusticia que vaya contra la vida de otros seres humanos: el aborto, el infanticidio, el hambre, la falta de medicinas y de higiene para amplios sectores de población (especialmente para asistir a la mujer embarazada), la eutanasia y la pena de muerte.

No dejemos que algunos nos engañen: defender el valor de la vida no puede ser un asunto reservado sólo a los creyentes. Es, más bien, el valor que más nos puede unir a todos los seres humanos. Precisamente por eso: porque queremos que nadie sea excluido de la aventura del vivir, porque sabemos que la justicia empieza cuando reconocemos el derecho primario, fundamental (que fundamenta, que sostiene) todos los demás derechos.

Decir no al aborto, a la pena de muerte y a la eutanasia es decir sí a lo mejor que hay en todos, creyentes y no creyentes. Es poner las bases para construir un mundo justo, fundado en el respeto al otro, al distinto, al pequeño, al débil, al desamparado. Es decir sí a esa vida que nos permite, a ti y a mí, caminar juntos en el tiempo hacia un destino eterno en el que (así lo creo) podremos quizá algún día abrazarnos como hermanos.
 
¡Vence el mal con el bien!



El servicio es gratuito




Si quiere comunicarse con el autor, envíe un mensaje a: virtudesyvalores@arcol.org

Significado de la Cruz de San Andrés 30112014

Significado de la Cruz de San Andrés
Cruz en forma de aspa
Lo amarraron a una cruz en forma de X y allí estuvo padeciendo durante tres días


Por: Redacción | Fuente: Wikipedia / Otros



La llamada Cruz de San Andrés es una cruz en forma de aspa (con dos ángulos agudos y dos ángulos obtusos) muy utilizada en heráldica y en vexilología. Representa el martirio de San Andrés Apóstol, según una tradición muy antigua que cuenta que el apóstol fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Lo amarraron a una cruz en forma de X y allí estuvo padeciendo durante tr...es días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban.

Es representación de humildad y sufrimiento y en heráldica simboliza caudillo invicto en combate. Muchas banderas llevan la Cruz de San Andrés en su variante llamada "Cruz de Borgoña", en la que los troncos que forman la cruz aparecen con sus nudos en los lugares donde se cortaron las ramas. Este emblema ha sido incluido en los escudos de armas y en las banderas de España, tanto de tierra como de mar, desde 1506, época de su introducción con la Guardia Borgoñona de Felipe el Hermoso, hasta nuestros días. Muchas banderas americanas llevan en su diseño la Cruz de Borgoña recordando así su pasado español.
 


Bartolomé Esteban Murillo. El martirio de San Andrés. 1675-1682.

Hoy el Reto del Amor es dejar que otros te adviertan sobre los peligros que tu no ves 30112014


Hoy el Reto del Amor es dejar que otros te adviertan sobre los peligros que tu no ves

Hoy el Reto del Amor es dejar que otros te adviertan sobre los peligros que tu no ves
 Año del Señor 2014
Lerma, 30 de Noviembre
Hola, buenos días, hoy Juan (uno de los jóvenes de la Jornada) nos lleva al Señor. Que tengas un feliz primer domingo de Adviento.
 PARADA EN LAUDES
Este fin de semana un grupo de jóvenes de Jaire hemos venido a Lerma a vivir unas Jornadas Monásticas en las que esperamos encontrarnos con Cristo cara a cara.
Yo vi muy claramente al Señor ayer por la mañana, rezando Laudes a las 6:30 (menudo madrugón...). La mayoría de nosotros, como es normal a esas horas, estábamos haciendo verdaderos esfuerzos para estar atentos a la Liturgia, cuando, de repente, vemos bajar del techo una araña del tamaño de mi puño y pararse justo encima de la cabeza de Sor Carmen. Intentamos avisarle haciéndole señas, a las que ella respondía saludándonos con la mano, sin entender qué era lo que la queríamos advertir. Justo en este momento, Sor Carmen se levanta para iniciar un canto y, nada más ponerse de pie, tiene la araña a sólo dos palmos de sus ojos. Vaya brinco que pegó la pobre, tenía una cara de susto... Inmediatamente todos, las monjas incluidas, dejamos de cantar y nos empezamos a reír como locos. 
Al margen de que fuera una experiencia muy divertida (y que nos ayudó a despertarnos un poco a todo el grupo) quiero quedarme con la similitud que encuentro con Dios. Y es que muchas veces hay peligros que nosotros solos no podemos ver, nos hace falta que alguien nos los señale desde fuera. Para eso están los hermanos. Ellos son los que nos señalan el peligro y nos advierten sobre las cosas que nosotros no percibimos y que nos pueden hacer daño, como Sor Carmen y la araña. 
 Por eso el reto de hoy es dejar que los otros te adviertan sobre los peligros que tú no ves. No intentes justificarte o hacer caso omiso a sus advertencias, ellos sólo quieren lo mejor para ti.
 
VIVE DE CRISTO
 
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial. Solo se permite un uso para actividades de evangelización siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.
 

Origen, simbolismos y ritual de la liturgia de Adviento (Temas Actuales) 30112014

Origen, simbolismos y ritual de la liturgia de Adviento
Adviento
No se puede determinar con exactitud cuando fue por primera vez introducida en la Iglesia la celebración del Adviento


Por: Francis Mershman | Fuente: www.enciclopediacat?a.com



La palabra adviento viene del latín ad-venio, llegar.

Conforme al uso actual [1910], el Adviento es un tiempo litúrgico que comienza en el Domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de Noviembre) y abarca cuatro Domingos. El primer Domingo puede adelantarse hasta el 27 de Noviembre, y entonces el Adviento tiene veintiocho días, o retrasarse hasta el 3 de Diciembre, teniendo solo veintiún días.

Con el Adviento comienza el año eclesiástico en las Iglesias occidentales. Durante este tiempo los creyentes son exhortados a prepararse dignamente a celebrar el aniversario de la venida del Señor al mundo como la encarnación del Dios de amor,de manera que sus almas sean moradas adecuadas al Redentor que viene a través de la Sagrada Comunión y de la gracia, y en consecuencia estén preparadas para su venida final como juez, en la muerte y en el fin del mundo.


Simbolismo

La Iglesia prepara la Liturgia en este tiempo para lograr este fin. En la oración oficial, el Breviario, en el Invitatorio de Maitines, llama a sus ministros a adorar "al Rey que viene, al Señor que se acerca", "al Señor que está cerca", "al que mañana contemplaréis su gloria".

Como Primera Lectura del Oficio de Lectura introduce capítulos del profeta Isaías, que hablan en términos hirientes de la ingratitud de la casa de Israel, el hijo escogido que ha abandonado y olvidado a su Padre; que anuncian al Varón de Dolores herido por los pecados de su pueblo; que describen fielmente la pasión y muerte del Redentor que viene y su gloria final; que anuncian la congregación de los Gentiles en torno al Monte Santo.

La Segunda Lectura del Oficio de Lectura en tres Domingos están tomadas de la octava homilía del Papa San León (440-461) sobre el ayuno y la limosna como preparación para la venida del Señor, y en uno de los Domingos (el segundo) del comentario de San Jerónimo sobre Isaías 11:1, cuyo texto él interpreta referido a Santa María Virgen como "el renuevo del tronco de Jesé".

En los himnos del tiempo encontramos alabanzas a la venida de Cristo como Redentor, el Creador del universo, combinados con súplicas al juez del mundo que viene para protegernos del enemigo.

Similares ideas son expresadas los últimos siete días anteriores a la Vigilia de Navidad en las antífonas del Magnificat. En ellas, la Iglesia pide a la Sabiduría Divina que nos muestre el camino de la salvación; a la Llave de David que nos libre de la cautividad; al Sol que nace de lo alto que venga a iluminar nuestras tinieblas y sombras de muerte, etc.

En las Misas es mostrada la intención de la Iglesia en la elección de las Epístolas y Evangelios. En las Epístolas se exhorta al creyente para que, dada la cercanía del Redentor, deje las actividades de las tinieblas y se pertreche con las armas de la luz; que se conduzca como en pleno día, con dignidad, y vestido del Señor Jesucristo; muestra como las naciones son llamadas a alabar el nombre del Señor; invita a estar alegres en la cercanía del Señor, de manera que la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie los corazones y pensamientos en Cristo Jesús; exhorta a no juzgar, a dejar que venga el Señor, que manifestará los secretos escondidos en los corazones.

En los Evangelios la Iglesia habla del Señor que viene en su gloria; de Aquel en el que, y a través del que, las profecías son cumplidas; del Guía Eterno en medio de los Judíos; de la voz en el desierto, "Preparad el camino del Señor". La Iglesia en su Liturgia nos devuelve en espíritu al tiempo anterior a la encarnación del Hijo de Dios, como si aún no hubiera tenido lugar. El Cardinal Wiseman ha dicho:

Estamos no sólo exhortados a sacar provecho del bendito acontecimiento, sino a suspirar diariamente como nuestros antiguos Padres, "Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo: ábrase la tierra y brote la salvación." Las Colectas en tres de los cuatro Domingos de este tiempo empiezan con las palabras, "Señor, muestra tu poder y ven" – como si el temor a nuestras iniquidades previniera su nacimiento.


Duración y Ritual

Todos los días de Adviento debe celebrarse el Oficio y Misa del Domingo o Feria correspondiente, o al menos debe ser hecha una Conmemoración de los mismos, independientemente del grado de la fiesta celebrada. En el Oficio Divino el Te Deum, jubiloso himno de alabanza y acción de gracias, se omite; en la Misa el Gloria in excelsis no se dice. El Alleluia, sin embargo, se mantiene. Durante este tiempo no puede hacerse la solemnización del matrimonio (Misa y Bendición Nupcial); incluyendo en la prohibición la fiesta de la Epifanía. El celebrante y los ministros consagrados usan vestiduras violeta. El diácono y subdiácono en la Misa, en lugar de las dalmáticas usadas normalmente, llevan casullas plegadas. El subdiácono se la quita durante la lectura de la Epístola, y el diácono la cambia por otra, o por una estola más ancha, puesta sobre el hombro izquierdo entre el canto del Evangelio y la Comunión. Se hace una excepción en el tercer Domingo (Domingo Gaudete), en el que las vestiduras pueden ser rosa, o de un violeta enriquecido; los ministros consagrados pueden en este Domingo vestir dalmáticas, que también pueden ser usadas en la Vigilia de la Navidad, aunque fuera en el cuarto Domingo de Adviento.

El Papa Inocencio III (1198-1216) estableció el negro como el color a ser usado durante el Adviento, pero el violeta ya estaba en uso al final del siglo trece. Binterim dice que había también una ley por la que las pinturas debían ser cubiertas durante el Adviento. Las flores y las reliquias de Santos no debían colocarse sobre los altares durante el Oficio y las Misas de este tiempo, excepto en el tercer Domingo; y la misma prohibición y excepción existía relacionada con el uso del órgano. La idea popular de que las cuatro semanas de Adviento simbolizan los cuatro mil años de tinieblas en las que el mundo estaba envuelto antes de la venida de Cristo no encuentra confirmación en la Liturgia.


Origen Histórico

No se puede determinar con exactitud cuando fue por primera vez introducida en la Iglesia la celebración del Adviento. La preparación para la fiesta de la Navidad no debió ser anterior a la existencia de la misma fiesta, y de ésta no encontramos evidencia antes del final del siglo cuarto cuando, de acuerdo con Duchesne [Christian Worship (London, 1904), 260], era celebrada en toda la Iglesia, por algunos el 25 de Diciembre, por otros el 6 de Enero. De tal preparación leemos en las Actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo cuarto canon prescribe que desde el diecisiete de Diciembre hasta la fiesta de la Epifanía nadie debiera permitirse la ausencia de la iglesia. Tenemos dos homilías de San Máximo, Obispo de Turín (415-466), intituladas "In Adventu Domini", pero no hacen referencia a ningún tiempo especial. El título puede ser la adición de un copista. Existen algunas homilías, probablemente la mayor parte de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre la materia. Un sínodo desarrollado (581) en Mâcon, en la Galia, en su canon noveno ordena que desde el once de Noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de acuerdo al rito Cuaresmal los Lunes, Miércoles, y Viernes de la semana. El Sacramentario Gelasiano anota cinco domingos para el tiempo; estos cinco eran reducidos a cuatro por el Papa San Gregorio VII (1073-85). La colección de homilías de San Gregorio el Grande (590-604) empieza con un sermón para el segundo Domingo de Adviento. En el 650 el Adviento era celebrado en España con cinco Domingos. Varios sínodos hicieron cánones sobre los ayunos a observar durante este tiempo, algunos empezaban el once de Noviembre, otros el quince, y otros con el equinoccio de otoño. Otros sínodos prohibían la celebración del matrimonio. En la Iglesia Griega no encontramos documentos sobre la observancia del Adviento hasta el siglo octavo. San Teodoro el Estudita (m. 826), que habló de las fiestas y ayunos celebrados comúnmente por los Griegos, no hace mención de este tiempo. En el siglo octavo encontramos que, desde el 15 Noviembre a la Navidad, es observado no como una celebración litúrgica, sino como un tiempo de ayuno y abstinencia que, de acuerdo a Goar, fue posteriormente reducido a siete días. Pero un concilio de los Rutenianos (1720) ordenaba el ayuno de acuerdo a la vieja regla desde el quince de Noviembre. Esta es la regla al menos para algunos de los Griegos. De manera similar, los ritos Ambrosiano y Mozárabe no tienen liturgia especial para el Adviento, sino sólo el ayuno.

FRANCIS MERSHMAN
Transcrito por Carl H. Horst
Traducido por Juan I. Cuadrado


 
Imagen: Multimedios.org

¿Cómo orar en Adviento y en Navidad? (Meditación para hoy) 30112014

¿Cómo orar en Adviento y en Navidad?
Reflexiones Adviento
Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron... ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días?


Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com



"Dios puso su morada entre los hombres" (Ez 37,27) "por el gran amor con que nos ha amado." (Ef 2,4) Pero ¿es acogido? "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11) ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días? Eso se juega en la libertad de cada uno.

Quisiera sugerir algunas pautas para orar en Adviento:

1. Contemplar el misterio de la encarnación:

La encarnación del Verbo es la entrada de la presencia de Dios en el mundo y en la historia. El mundo de la carne busca a su Creador. El mundo de la Gracia busca al hombre. El Verbo encarnado es el lugar de encuentro de las dos búsquedas. La divinidad habita corporalmente en Jesús de Nazaret y así encuentra descanso la doble búsqueda.

"Se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a un hombre." (Flp 2,7) Nuestra fe se pone a prueba: "esto no puede ser", el Trascendente no puede ser tan cercano, no puede ser que se vuelva tangible, de carne y hueso, un bebé indefenso; es demasiado que Dios llegue al extremo de hacerse siervo. Tenemos aquí la prueba más convincente del gran amor con que Dios nos ama, de su incomprensible predilección por el hombre. Dios prueba su amor, el hombre debe probar su fe.

En Adviento y Navidad contemplamos el rostro de Dios que por amor se acercó a nosotros y vive en medio de nosotros. Más cercano está de quien más se acerque a contemplarle. Estar allí contemplándolo con mucho amor es acercarse; eso es lo que obra el amor: una creciente cercanía.

2. Dar posada al Redentor que ha venido, pero aún debe ser acogido.

La Redención la ha realizado Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, pero aún debe verificarse en cada uno y eso depende de la acogida personal. Dios nunca se impone al hombre, siempre pregunta. Dios es mendigo de la acogida por parte del hombre; se toma muy en serio su libertad. La respeta hasta el grado de verse humillado. Con paciencia, nuestro Dios sigue tocando la puerta.

La plenitud de los tiempos ya ha llegado con la venida de Cristo, pero no se ha cumplido del todo: se realiza o no en cada persona, que libremente lo acepta o lo rechaza. Lo acepta cuando permite que el amor de Dios le impregne del todo, cuando su persona se cubre con la sombra luminosa del Espíritu Santo y Él obra su transformación en Cristo, a través de una sinergia de donaciones repitiendo la historia de la Madre de Dios.

El Redentor es acogido cuando cada uno vive una vida cristiana, una vida en Cristo, no una doble vida, donde aún se reserva algo para sí, sin tomar completamente en serio la búsqueda de la santidad. "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad completa (Jn 16,13) La radicalidad de la irrupción de Dios en la historia por la encarnación del Verbo es la que Jesucristo pide hoy de cada uno de sus hijos por la aceptación libre e incondicional del Espíritu Santo, la ley del amor, en la propia vida.

En ese sentido, Adviento es tiempo de conversión, por eso el ornamento morado en la misa: "El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre la multitud a su bautismo." (Benedicto XVI, 9 de diciembre de 2007)

3. Adorarlo con corazón de pastor y de ángel.

"Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt 18,3) Para entrar a la cueva de Belén hay que hacerse pequeño, como niño. Los pastores y los ángeles tienen corazón de niño. El niño tiene una mirada pura, se maravilla de todo, todo lo disfruta, es capaz de dar amor y de recibir amor con humildad y corazón de pobre.

Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita en medio de nosotros. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se juntaron para adorar a Dios en los brazos de María.

Adviento y Navidad deben ser tiempos de más calma para pasar más tiempo junto a Cristo Eucaristía. Sí, hay que tener el valor de romper esquemas y centrarse en lo esencial. Que esta Navidad, Cristo sea el mejor atendido y el más amado.





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Y tú ¿Abrirás tu casa al rey? (Evangelio meditado) 30112014

Y tú ¿Abrirás tu casa al rey?

Marcos 13, 33-37. Adviento.¡Ojalá que le abramos la puerta y le dejemos entrar a nuestra casa esta Navidad!


Por: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a que hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que legue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta"

Oración introductoria
Señor, gracias por este tiempo del Adviento que me ayuda a prepararme espiritual y apostólicamente al gran acontecimiento de la Navidad. Permite que esta meditación me descubra los medios de perseverancia en lo que tengo que poner más atención.

Petición
¡Ven, Señor, no tardes! ¡Ven que te esperamos! ¡Ven pronto Señor!

Meditación del Papa Francisco
El Señor Jesús se ha donado y sigue donándose a nosotros, para llenarnos de toda la misericordia y la gracia del Padre. Somos nosotros, por tanto, los que podemos convertirnos en cierto sentido en jueces de nosotros mismos, auto condenándonos a la exclusión de la comunión con Dios y con los hermanos, con la profunda soledad y tristeza que esto produce. No nos cansemos, por tanto, de vigilar nuestros pensamientos y nuestras actitudes, para pregustar desde ahora el calor y el esplendor del rostro de Dios.
Será bellísimo ese Dios que en la vida eterna contemplaremos en toda su plenitud. ¡Adelante! Pensando en ese juicio que comienza ahora, que ya ha empezado. ¡Adelante! Haciendo que nuestro corazón esté abierto a Jesús y a su salvación, y ¡Adelante! Sin tener miedo, porque el amor de Jesús es más grande, y si nosotros pedimos perdón por nuestros pecados él nos perdona. Jesús es así. ¡Adelante con esta certeza, que nos llevará a la gloria del cielo!  (S.S. Francisco, 11 de diciembre de 2013).
Reflexión
El domingo pasado celebramos con regocijo la solemnidad de Cristo Rey, y con esta fiesta hemos cerrado el ciclo ordinario del año litúrgico. Hoy iniciamos el Adviento. Adviento –en latín, adventus significa llegada – es el tiempo que va desde el día de Cristo Rey hasta la Navidad, y que nos prepara espiritualmente para celebrar con gozo y con óptimas disposiciones interiores el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en la tierra, momento maravilloso de nuestra salvación.

En estas semanas previas a la Navidad, la Iglesia entera aguarda con júbilo la nueva llegada del Mesías, del Hijo de Dios, de nuestro Redentor, de nuestro hermano Jesús, hecho Hombre como nosotros y nacido para redimirnos. La virtud propia y más característica de este período es la esperanza.

Y, mientras esperamos su venida gloriosa, el Señor nos recuerda que hemos de estar siempre en vela, "porque no sabemos a qué hora llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o al amanecer", nos dice en el Evangelio.

Hace tres semanas, Jesús nos contaba la parábola de las diez vírgenes, invitándonos a la vigilancia. Y hoy nos vuelve a recordar la necesidad de velar para que, cuando llegue, nos encuentre despiertos y preparados para recibirlo con un nuestro corazón puro, noble y generoso. Un poeta alemán del siglo XVIII decía: "Aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en tu corazón, seguirías siendo un desgraciado".

Se cuenta que un famoso artista pintó un bello cuadro. El día de la presentación al público, asistieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas y una gran concurrencia de espectadores. Llegado el momento, se tiró el paño que cubría el cuadro. Un estallido de aplausos hizo retumbar el salón. Una impresionante figura de Jesús tocaba suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, pretendía oír si adentro de la casa alguien le respondía. Se pronunciaron discursos y elogios. Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Sin embargo, un observador muy curioso y perspicaz, encontró un fallo en el cuadro y se lo hizo notar a su autor: la puerta no tenía cerradura. Y fue a preguntar al artista, no sin cierta picardía: "Oiga, su puerta no tiene cerradura. ¿Cómo se hace para abrirla?"
- "Así es- respondió el pintor. Usted ha observado bien. Esa casa no tiene puerta porque representa el corazón del hombre. Sólo se abre por el lado de adentro".

Si nosotros queremos que Cristo venga a nuestra alma y nazca en nosotros esta Navidad, tenemos que abrirle nuestra casa desde adentro. Él no obliga a nadie, ni fuerza contra su voluntad a que le abran. Cada uno lo hace libremente. Él nos respeta siempre porque nos ama, incluso aunque en nuestra indiferencia o negación nos hacemos daño a nosotros mismos. Es el misterio del amor de Dios y de la libertad humana. Si queremos que Dios nazca en nosotros, hemos de preparar nuestro nacimiento, nuestro "belén" interior. Y esto exige estar en vela para que el pecado y los vicios del mundo no hagan presa de nuestra vida.

Propósito
¡Ojalá que le abramos la puerta y le dejemos entrar a nuestra casa esta Navidad! Tenemos cuatro semanas de Adviento para preparar nuestra alma.
 
Comentarios al autor P . Sergio Córdova LC
Celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de Diciembre, reza hoy el 1o. día  de la Novena a la Inmaculada Concepción

Prepárate para la Navidad: qué es el Adviento, cómo preparar la Corona, Pastorelas, oraciones, villancicos, novenas...
Especial de Navidad

7. Los tres consejos (Razones desde la otra orilla) José Luis Martín Descalzo

7. Los tres consejos

Pocos días antes de Año Nuevo pasé ante las pantallas de Telemadrid una de las horas más intensas que yo haya conocido ante un televisor.

Fue durante el debate que, moderado por Jesús Quintero con muy buen pulso, mantuvieron sobre los más radicales problemas de la Fe Fernando Sánchez Dragó, desde una postura creyente muy personal, pero hondamente cristiana, y el embajador Puente Ojea, desde el más cerrado pero noble ateísmo. Fue un verdadero combate cuerpo a cuerpo, muy digno por ambas partes y, al mismo tiempo, de una hondura que no es ciertamente muy abundante en las pantallas televisivas.

Habría muchas cosas que comentar en ese debate, pero yo quiero detenerme sólo en la respuesta que Sánchez Dragó dio a una muy curiosa y muy hispánica pregunta de Jesús Quintero. Con una mezcla de seriedad e ironía en los labios, el presentador preguntó al creyente: «¿Y yo, señor Sánchez Dragó, qué tengo que hacer para no ir al infierno?»

La pregunta era bastante tópica y a la vez muy típica del agnóstico español, que parece ignorar que para los creyentes ése es un problema de tercera división, ya que nunca nos contentaremos con no ir al infierno, sino que aspiramos a preguntarnos qué es lo positivo que Dios espera de nosotros.

Pero Sánchez Dragó prefirió aceptar el reto de la pregunta y dio una respuesta triple, que tal vez no sería la que daríamos en un templo, pero que me pareció perfecta para el medio en que se daba y la persona a la que se dirigía.

«Tres cosas --dijo Fernando-. La primera, seguir la voz de tu conciencia. La segunda, amar a los demás como te amas a ti mismo. Y la tercera, no hacer nunca las cosas por sus frutos, sino por sí mismas; por ejemplo, no hacer este programa porque te lo paguen bien o mal, sino porque te gusta, porque te sale del cuerpo.»

No es una respuesta muy convencional, pero me gustaría que mis lectores reflexionasen un rato sobre ella.

Me gustó que empezase aludiendo a la conciencia y no al cumplimiento de tales o cuales cosas o a la huida de tales otras. Porque la fe es mucho más amplia y honda que el cumplimiento externo de tales o cuales preceptos. Y son muchos los que piensan que los creyentes no ponemos la conciencia en el lugar que le corresponde, el primero.

Esto, naturalmente, en el sentido que hay que dar -ya lo comenté no hace mucho en otra página de estos cuadernos- a la palabra «con- ciencia», que nada tiene que ver con la conveniencia, el gusto o el capricho. La conciencia es la voz interior que todos llevamos en nuestra alma y que constantemente no exige ir a más, realizar nuestra vocación de hombres en plenitud. No es, claro, la fuga subjetiva de toda norma y la elevación de las opiniones personales como única guía, sino, muy al contrario, esa voz que suele llevarnos la contraria y que nos descubre lo que hemos de huir como impropio del hombre y hacia lo que debemos caminar para realizar el ser que Dios creó y quiso que fuéramos. Una voz que reconoce, claro, nuestros derechos, pero mucho más nuestros deberes; esa voz de Dios que les habla incluso a los que creen no creer.

El segundo consejo no es menos importante y realmente resume en una sola frase toda la sustancia del Evangelio: «Amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos.» Así lo mandó literalmente Jesús de Nazaret y es, junto al consejo anterior, el resumen de todas nuestras relaciones con Dios y con el prójimo. Sartre habría dicho que «el infierno son los otros». Los cristianos pensamos que el infierno somos nosotros mismos cuando nos encerramos en nosotros mismos en una torpe masturbación del alma. Quien ama, en cambio, ¿cómo podría temer al infierno? Un solo hombre lleno de verdadero amor que entrase en él apagaría sin más sus llamas, Y el cielo, no le demos más vueltas, no es otra cosa que la plenitud de todo amor.

Y el tercer consejo es de menor importancia teológico, pero no de menor peso psicológico y humano: hacer las cosas que hacemos por el valor de las mismas y no por el dinero, el Prestigio, el éxito, los resultados que a nuestro bolsillo o a nuestra vanidad puedan producirles. Vistas así las cosas, lo mismo da ser emperador que barrendero, sano que enfermo, joven o viejo. Ser lo que somos apasionadamente. Ser apasionadamente joven cuando se es joven y entusiásticamente viejo cuando llega la vejez. Hacer, si se puede, aquello que uno ama, y si no se puede, amar sin reticencias aquello que se hace.

Hay en nuestro mundo, desgraciadamente, demasiadas personas que se ven obligadas a hacer tareas a contrapelo. Pero yo me temo que aún hay más que terminan aburriéndose hasta de aquello que amaban o que podrías) amar con un poco de esfuerzo. Y aún hay algo peor: gentes que podrían hacer lo que aman, aunque esto les supusiera vivir más modestamente, pero que prefieren hacer otras cosas menos amadas pero más remuneradas. ¿Es que el cochino becerro de oro va a acabar siendo el único dios que la mayoría venera? A fin de cuentas, yo pienso que irán al infierno aquellos que en este mundo convirtieron su corazón en otro infierno.

Las amenazas de la Gran Transformación (III) Leonardo Boff

Las amenazas de la Gran Transformación (III)

2014-08-15



  Para poner en marcha una Gran Transformación de otro tipo, que nos devuelva a la sociedad con mercado y elimine la deletérea sociedad únicamente de mercado, tenemos que hacer algunas travesías inaplazables. La mayoría de ellas está en curso pero necesitan ser reforzadas. Hay que pasar:
- del paradigma imperio, vigente desde hace siglos, al paradigma Comunidad de la Tierra;
- de una sociedad industrialista, que depreda los bienes naturales y tensiona las relaciones sociales, a una sociedad de sustentación de toda la vida;
- de la Tierra considerada como medio de producción a la Tierra como un ser vivo, llamado Gaia, Pachamama o Madre Tierra;
- de la era tecnozoica, que ha devastado gran parte de la biosfera, a la era ecozoica en la cual todos los saberes y actividades se ecologizan y juntos cooperan para salvaguardar la vida en el planeta;
- de la lógica de la competición, que se rige por el gana-pierde y que opone a las personas, a la lógica de la cooperación del gana-gana que congrega y fortalece la solidaridad entre todos;
- del capital material siempre limitado y agotable, al capital espiritual y humano ilimitado hecho de amor, solidaridad, respeto, compasión y confraternización con todos los seres de la comunidad de vida;
- de una sociedad antropocéntrica, separada de la naturaleza, a una sociedad biocentrada que se siente parte de la naturaleza y busca ajustar su comportamiento a la lógica del proceso cosmogénico que se caracteriza por la sinergia, por la interdependencia de todos con todos y por la cooperación.
Si la Gran Transformación de la sociedad de mercado es peligrosa, es mucho más prometedora la Gran Transformación de la conciencia. Triunfa aquel conjunto de visiones, valores y principios que más personas congrega y mejor diseña un futuro de esperanza para todos. Esta es con seguridad la Gran Transformación de las mentes y los corazones a la que refiere la Carta de la Tierra. Esperamos que se consolide y gane más y más espacios de conciencia y de prácticas alternativas hasta asumir la hegemonía de nuestra historia.


Hay un documento antes citado por su valor inspirador y generador de esperanza: la Carta de la Tierra, fruto de una vasta consulta entre los más distintos sectores de las sociedades mundiales, desde los pueblos autóctonos y las tradiciones religiosas y espirituales hasta destacados centros de investigación. Fue animada especialmente por Mijaíl Gorbachov, Steven Rockefeller, el ex-primer ministro de Holanda Ruud Lubbers, Maurice Strong, subsecretario de la ONU, y Miriam Vilela, brasilera que desde el principio coordinó los trabajos y mantiene el Centro en Costa Rica. Yo mismo formé parte del grupo y colaboré en la redacción del documento final y lo difundo en la medida de lo posible.

Después de 8 años de intensos trabajos y de encuentros frecuentes en los distintos continentes, surgió un documento pequeño pero denso que incorpora lo mejor de la nueva visión nacida de las ciencias de la Tierra y de la vida, especialmente de la cosmología contemporánea. En ella se trazan principios y se elaboran valores desde la perspectiva de una visión holística de la ecología, que pueden efectivamente indicar un camino prometedor para la humanidad presente y futura. Aprobada en 2001 fue asumida oficialmente en 2003 por la UNESCO como uno de los materiales educativos más inspiradores en el inicio de este nuevo milenio.

La hidroeléctrica Itaipu-Binacional, la mayor de su género en el mundo, tomó en serio las propuestas de la Carta de la Tierra y sus dos directores Jorge Samek y Nelton Friedrich consiguieron involucrar a 29 municipios que bordean el gran lago donde vive cerca de un millón de personas y realizar de hecho una Gran Transformación. Allí se lleva a la práctica efectivamente la sostenibilidad y se aplica el cuidado y la responsabilidad colectiva en todos los municipios y en todos los ámbitos, mostrando que incluso dentro del viejo orden se puede gestar lo nuevo, porque esas mismas personas viven ya ahora lo que quieren para los otros.

Si concretamos el sueño de la Tierra, esta no estará condenada a ser como ahora, para la mayoría de las personas y de los seres vivos, un valle de lágrimas y un viacrucis de padecimientos. Puede transformarse en una montaña de bienaventuranzas, posibles a nuestra sufrida existencia, y en una pequeña anticipación de la transfiguración del Tabor.
Para que esto ocurra no basta soñar, hay que practicar.


EL CIEGO BARTIMEO

EL CIEGO BARTIMEO
 
Nos ha podido ocurrir en variadas y numerosas ocasiones. Hemos entrado a una óptica y, antes de sentarnos frente al oftalmólogo, hemos optado por contemplar y pensar en la montura que más nos gustaba como adorno y resorte de las lentes.

Al leer detenidamente el relato evangélico de este domingo ordinario XXX concluyo que corremos ese riesgo: pedimos lo que es secundario para nuestra felicidad y obviamos aquello que, en verdad, nos la consigue.

Bartimeo no se anduvo con chiquitas. Cuando Jesús se le acercó y le preguntó “¿qué quieres que haga por ti?”…podría haber pedido el oro y el moro, la luna a sus pies o el sol las veinticuatro horas del día:

-Una mejor posición social

-Una salida a su vida familiar

-Una mayor comprensión en su entorno, etc.


¡ Pero... no !,  no se conformó con solicitar de Jesús Maestro unas simples y bonitas “monturas” para su vida. Pretendió, pidió y obtuvo lo más importante para su existencia: ¡VER!

Muchos de los amigos que nos rodean viven en una catarata crónica (incluso también nosotros); confundimos la realidad con la verdad, la salvación con la felicidad momentánea, la paz interior con el puro fuego de artificio que se disparan desde tantos cañones interesados y ruidosos. El viejo adagio “ojos que no ven, corazón que no siente” se convierte también en pauta para pasar de largo ante la miseria humana.



¡SEÑOR…QUE PUEDA VER!

Que sea consciente de las cegueras que salen a mi encuentro.

Que esté dispuesto, siempre que haga falta, a reconocer que el mejor oftalmólogo para mis ojos eres Tú; que la escucha del Evangelio es la mejor receta, la eucaristía el colirium más saludable y certero, la oración la mejor intervención quirúrgica para saber hacia dónde y cómo mirar, una iglesia la mejor consulta para la miopía.



¡SEÑOR…QUE PUEDA VER!

Es el mundo quien al borde del camino… necesita una palabra de aliento.

Es la humanidad despistada y envilecida… llena pero vacía.

Es el ser humano que quiere… y no puede dirigirse en la dirección adecuada.

Es la tierra que en un afán de verlo y entenderlo todo… se niega a la visión de Dios.

Es el grito de aquellos que queremos estrenar “gafas nuevas” para andar por caminos nuevos sin miedo a caernos.


Que no seamos como aquel hermano nuestro que, no reconociendo la disminución en su vista, al pasar por delante de una consulta médica y confundiendo un árbol con un peatón le dijo: “yo no necesito ningún oftalmólogo…gracias a Dios veo muy bien”.

La FE, entre otras cosas, son los OJOS para situarse ante las personas, ante los acontecimientos de la vida, ante nosotros mismos, ante las dificultades o los éxitos, etc.,con una dimensión más profunda y verdadera: JESÚS.

Autor del texto: Padre J. Leoz

El mal no existe (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello

El mal no existe
Párate a pensar si, en algún momen­to de tu vida, has hecho mal a sabien­das; y si no lo has hecho, ¿por qué crees que los demás sí son capaces de hacer­lo? Algún enfermo mental puede que lo haga, pero éste no es responsable de sus actos. Todos, sin excepción, busca­mos nuestro bien, aunque lo disimule­mos, pero la mayor parte de las veces ese bien es equivocado, no es bien en realidad.

El miedo y el recelo a perder el bien nos hacen egoístas, interesados y hasta crueles. ¡Cuando el verdade­ro bien es libre y gratuito y está den­tro de nosotros! Cuando creemos atrapar el bien nos volvemos vanido­sos: ¡tontos, pero si ha estado siem­pre con nosotros y no es obra nues­tra!

El bien existe, es la esencia de la vida. Cuando no sabemos verlo o dis­frutarlo, a esa sensación la llamamos mal, pero en sí el mal no existe, lo que apreciamos es una ofuscación o menor percepción del bien, y a eso lo llamamos mal y nos da miedo, por­que estamos hechos para el bien y la felicidad, y el perderlos de vista nos asusta, nos inquieta hasta el sufri­miento cuando no somos capaces de ver la realidad tal cual es.

Si lo comprendes todo, lo perdo­nas todo, y sólo existe el perdón cuando te das cuenta de que, en rea­lidad, no tienes nada que perdonar. Así es el perdón del Padre. La civili­zación no ha avanzado lo suficiente para comprender que el criminal es un enfermo que no es responsable de sus actos, como no lo son los locos. Ambos necesitan cura y no que los encierren.

Todos cambiamos en presencia del amor, aun cuando el amor puede ser muy duro. No olvidemos que la res­puesta del amor es siempre la que el otro necesita, porque el amor verda­dero es clarividente y comprensivo. Siempre está de parte del otro.

Un niño malo no existe y un hom­bre malo no existe. Pero sí equivoca­dos, mal programados y locos. Pegan­do al hombre o encerrándolo, no lo curas. Puedes hacerle cambiar su con­ducta presionándolo mucho, por mie­do, pero no cambiarás la enfermedad que lo hace funcionar así, su compulsión. La puedes reprimir, pero saldrá luego y saldrá con más agresividad y más violencia.

Los actos compulsivos vienen, la mayoría de las veces, por la represión sexual, que sale con una forma simbólica, como la cleptomanía, para sa­tisfacer deseos que están reprimidos en el inconsciente. Como no llegues a descubrirlo y des libre paso a esa represión, los actos compulsivos se­guirán ahí y no se curarán nunca por mucho que te empeñes en cambiar la conducta.

Si descubriésemos el origen de nues­tras represiones, nos curaríamos para siempre; por eso es tan importante que nos conozcamos a fondo; bien despier­tos y conociéndonos nosotros, fácil­mente conoceremos a los demás.

El inconsciente humano tiene una enorme importancia. Es algo muy de­licado y enormemente complicado en su sensibilidad, con casos de efecto ­causa que, al descubrirlos, se logran resultados mágicos. Pero si esto no se conoce, ¿cómo se puede cambiar? El mal que haces a los demás es lo mis­mo que hacerte el mal a ti mismo. El día que comprendas esto, el perdón será muy fácil. Podrás defenderte del otro, lo pararás, pero no sentirás nin­gún odio, sino la comprensión del amor clarividente.

El hombre es libre, pero no existe libertad para distorsionar el bien. Sólo un loco o un dormido hacen el mal -los que no saben lo que es la libertad o no tienen libertad para ser ellos mismos- porque son esclavos de sus compulsiones o sus miedos. Son llevados por su resentimiento y su egoísmo que los hacen crueles. Te tienes que defender de sus modos, pero no confundir al enfermo con su enfermedad y condenarlo.


Existe el pecado, pero es un acto de locura.

Beato Ludovico Roque Gietyngier - San Andrés de Betsaida - San Tadeo Liu Ruiting 30112014

domingo 30 Noviembre 2014

Beato Ludovico Roque Gietyngier




Beato Ludovico Roque Gietyngier, presbítero y mártir
Cerca de Munich, en la región de Baviera, en Alemania, en el campo de concentración de Dachau, beato Ludovico Roque Gientyngier, presbítero y mártir, que, en la ocupación de Polonia durante la guerra, y entre los crímenes cometidos por el régimen enemigo de la fe, padeció el martirio y entregó su espíritu al Señor.
Este sacerdote y mártir polaco había nacido en Zarki el 16 de agosto de 1904. Hizo los estudios primarios en Czestochowa y en 1922 ingresó en el seminario mayor de Kielce, y cuando se creó la diócesis de Czestochowa se incardinó en ella. Ordenado sacerdote el 25 de junio de 1927, fue enviado como vicario cooperador a la parroquia de Strzenieszyce al tiempo que continuaba sus estudios en la Universidad Jagellónica de Cracovia en la que se gradúa en 1929. Destinado a la enseñanza de la religión en las escuelas de su diócesis, tenía el nombramiento de presidente del Instituto Diocesano de Wielun. Pero el día en que iba a empezar su trabajo sucede la invasión de Polonia con la consiguiente política antipolaca de los ocupantes. Sigue de momento en Wielun pero al poco tiempo es enviado a la parroquia de Raczyn. Allí desempeña las funciones de párroco hasta que el 6 de octubre de 1941 es arrestado y llevado al campo de concentración de Konstantynow, y al mes siguiente al de Dachau. Fue asesinado por los guardias del campo el 30 de noviembre de aquel mismo año 1941, y beatificado por el papa Juan Pablo II el 13 de junio de 1999.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

San Andrés de Betsaida




San Andrés, apóstol
Fiesta de san Andrés, apóstol, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue el primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y que le siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en la región de Acaya, en Grecia, y que fue crucificado en Patrás. La Iglesia de Constantinopla lo venera como muy insigne patrono.
Decía Aristóteles que la naturaleza aborrece el vacío, y nosotros podríamos agregar que el ser humano también: cuando, por ejemplo, sabemos que deberíamos tener recuerdos de algo, pero se da la circunstancia de que no los tenemos, ya se encarga nuestra mente de proveerse de «recuerdos» sustitutos, en forma de leyendas y de cosas que «se dicen por ahí» pero nadie sabe exactamente cómo surgieron. Muchos cristianos están convencidos de que en eso consiste la «tradición», en aceptar llenar los huecos de nuestras incertezas con datos cuyo único valor es ser muy muy viejos, como si lo viejo y lo antiguo fueran lo mismo, o como si lo viejo, por el mero hecho de serlo, fuera garantía de verdad.
Cuando nació nuestra fe, era todo muy pequeño, no había ni el interés, ni la necesidad, ni la motivación, ni siquiera el mandato explícito de Jesús de organizar una «nueva religión»; el cristianismo funcionó por casi cerca de 50 años como una parte del judaísmo; apenas si san Pablo hacía planteos que podían suponer en algún momento la noción de algo enteramente nuevo, de una ruptura total con el judaísmo, pero ni siquiera él llevó esa posible ruptura a su extremo lógico. Así que el cristianismo naciente conservó intactas las tradiciones profundas en torno a Jesús y a la iglesia inicial (todo eso sí que es auténtica Tradición), pero no conservó casi datos cotidianos de los primeros miembros de la nueva fe, como hubieran hecho si hubieran sentido que eran «los fundadores» de algo. No sabemos la edad de Jesús cuando murió y resucitó, no sabemos cuándo ni dónde nacieron los apóstoles, no sabemos exactamente qué hizo cada uno después de la ascensión del Maestro, etc. Pasa con ello como vemos cotidianamente con los mártires antiguos del santoral: cuando se vuelven importantes, que es cuando dan su testimonio, ya no hay datos ni a quién preguntarle, entonces surgen las leyendas y tradiciones pías rellenando las lagunas de nuestro saber, porque también la memoria aborrece el vacío.
Estos párrafos debería ponerlos al iniciar cualquier escrito sobre cualquiera de los doce apóstoles, pero toca hoy hablar de san Andrés, y vengo embebido de leer una larguísima «Biografía de san Andres», con detalles de diálogos y todo, de cabo a rabo inventada, puesto que, a decir verdad, a pesar de ser Andrés el «Protocletos» -es decir, el primer llamado por el Señor-, sabemos sobre él apenas poquito más que eso.
Era hermano de Simón Pedro, y su padre se llamaba Jonás, eso lo sabemos porque a Pedro se lo llama «hijo de Jonás» (Mt 16,17), pero el pobre Andrés quedó tan eclipsado por la figura de su hermano, que sabemos su filiación sólo a través de Pedro. Es nombrado doce veces en todo el Nuevo Testamento:
-Ocho entre Marcos, Mateo, Lucas y Hechos, donde invariablemente aparece como «hermano de Simón» y nombrado siempre en lugar secundario (Mt 4,18; 10,2; Mc 1,16; 1,29; 3,17-18; 13,3; Lc 6,14 y Hech 1,13). De todas estas citas quizás la más interesante sea la de Mc 13,3; Jesús habla de la futura ruina del templo de Jerusalén, y como introducción al pequeño «discurso escatológico» (mucho más amplio en Mateo y Lucas) dirá:«Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés...» ¿Qué tiene de interesante esta cita en relación a Andrés? que estamos más bien acostumbrados a la terna Pedro, Santiago y Juan, llamados «Columnas de Jerusalén», pero este pasaje de Marcos probablemente represente un recuerdo histórico mucho más antiguo que el de las «Columnas de Jerusalén», y nos muestra una reunión de Jesús con los suyos sin que el narrador le superponga una teología de cómo instruía Jesús a su Iglesia; en los pasajes paralelos, en cambio, toda la escena aparece ya más elaborada y cada detalle más «teologizado»: en Mt 24,3 esta «enseñanza privada» es «a los discípulos» (teológicamente: a toda la Iglesia), mientras que en Lc 21,5 no hace distingo entre enseñada privada y pública, por lo que da por supuesto que es «a todos los que escuchaban». Y así, con ocasión de Andrés en ese fragmentito «preteológico» de Marcos hemos podido tomar una instantánea sin poses de Jesús con algunos de los suyos.
-Las otras cuatro veces son en Juan, donde asume una importancia un poquito mayor. No mucho más que lo visto, pero en medio de la sequía de información que tenemos, las dos o tres gotas que nos aporta Juan saben a diluvio. Veámoslas en detalle:

Juan 1,40: Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.
Nos muestra a un Andrés con inquietudes religiosas: no sólo Jesús lo llamó, él mismo estaba a la búsqueda de algo -por eso andaba tras Juan el Bautista-, y ese «algo» que buscaba coincidió, o se encontró, con el llamado de Jesús.

Juan 1,44: Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro.
No nos aporta mucho más, pero es la única cita donde, mencionando a los dos, pone a Andrés primero. Además nos enteramos de que es de Betsaida, pero lamentablemente la localización de esa aldea no es del todo segura, aunque siempre dentro de Galilea.

Y en ésta, ¡por fin habla!
Juan 6,8: Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?»

Aquí vemos la Iglesia en pleno funcionamiento,
Juan 12,20ss: Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús responde con algo incomprensible en el momento, y que incluso nosotros podemos quedarnos perplejos preguntándonos qué tiene que ver en el contexto, les dice a Andrés y Felipe:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto...» (12,23-24)

¿qué tenía que ver la llegada de unos griegos que tenían deseos de ver a Jesús con la llegada de la Hora de Jesús? Ahora no se entiende, pero más tarde, cuando la Iglesia reflexione, entenderá que esa llegada de «los griegos» (es decir, de judíos griegos, puesto que vienen «a adorar») marca el instante en que Jesús ha quedado de manifiesto a todos los judíos, ha quedado exhibido ante el judaísmo entero, el de Jerusalén y el de la Diáspora, y ahora debe realizar aquello para lo que vino.
Quizás por relacionar este episodio de Andrés y los griegos con la evangelización de los paganos que comienza unas décadas después, una tradición posterior hace de san Andrés Apóstol entre los griegos, martirizado en la muy griega ciudad de Patras, en Acaya. En realidad no sabemos qué fue de cada uno de los apóstoles. Hay muchas tradiciones de los siglos II y III que nos cuentan dónde y cuándo evangelizó y murió cada uno de ellos, y muchos de los Padres de la Iglesia (no todos, porque no hay unanimidad en la transmisión de estos datos) se hacen eco de esas tradiciones a falta de datos documentales. Está bien, nada impide que San Andrés haya muerto en Acaya crucificado en una cruz de aspas, predicando desde la cruz durante tres días hasta morir, o que Santiago haya llegado hasta Hispania, o santo Tomás hasta la India, pero hay que tener en cuenta dos aspectos:
-Que en el siglo II se planteó un problema muy grave con el surgimiento de las diversas sectas gnósticas, para quienes todo el mensaje de Jesús era tan pero tan espiritual, que negaban toda realidad histórica concreta a los evangelios, por lo que muchas veces esas tradiciones no documentadas sobre los Apóstoles no representaban verdaderamente recuerdos históricos sino argumentos apologéticos populares, para uso «en la trinchera». Habrá seguramente mucho fondo histórico en ellas, pero sin que podamos, a la distancia, reconocer con claridad qué cosas son sucedidos y cuáles son rellenos legendarios para hacer más vivo el relato de los orígenes cristianos.
-Que no tiene nada de malo tomarse en serio esas tradiciones, siempre que no pretendamos sacar de ellas conclusiones que dependan de la veracidad de unos datos históricos que de ninguna manera podemos comprobar.
Sobre san Andrés tenemos una tradición mucho menos conocida que la evangelización entre los griegos: un escrito de finales del siglo II lo pone como la autoridad apostólica que garantiza la veracidad del Evangelio de Juan; por lo que podría conjeturarse que es él el innominado «Discípulo amado» que menciona el evangelio. El texto al que me refiero se encuentra en un canon, un listado de libros auténticos del NT, que resulta ser la lista más antigua de escritos del NT que tenemos; se denomina «Canon de Muratori», fue escrito hacia el año 170 o poco más, luego se perdió, y fue descubierto por el profesor Luis Muratori en 1740; este texto, de gran importancia en los estudios de historia del canon bíblico, dice así respecto del Evangelios de Juan:
El cuarto evangelio es de Juan, uno de los discípulos. Cuando sus co-discípulos y obispos le animaron, dijo Juan, «Ayunad junto conmigo durante tres días a partir de hoy, y, lo que nos fuera revelado, contémoslo el uno al otro». Esta misma noche le fue revelado a Andrés, uno de los apóstoles, que Juan debería escribir todo en nombre propio, y que ellos deberían revisárselo. Por lo tanto, aunque se enseñan comienzos distintos para los varios libros del evangelio, no hace diferencia para la fe de los creyentes, ya que en cada uno de ellos todo ha sido declarado por un solo Espíritu...
Como se ve, aquí distingue claramente «discípulos» de «apóstoles» (identificados con los Doce), el Juan autor del evangelio no resultaría ser el Apóstol Juan sino un Juan del grupo de los discípulos (posiblemente el «Juan el presbítero» que firma las cartas de Juan), que pertenecería a la comunidad de Andrés, y por lo tanto sería este Apóstol, Andrés, el garante de la apostolicidad del cuarto evangelio. Por supuesto, ésta también es una tradición del siglo II, que cae por tanto bajo las mismas prevenciones que lo ya dicho, pero de todos modos, ante lo poco que sabemos de cada apóstol, y en especial de los que no fueron las «Columnas de Jerusalén», puede ser interesante verlo aparecer en su propia figura, y no siempre en el coro de los Doce.

«Aspectos del pensamiento neotestamentario» de David Stanley y Raymond Brown, en el tomo V del Comentario Bíblico «San Jerónimo», en el apartado dedicado a «Los Doce», como conjunto y cada uno en particular.  John P. Meier, «Un judío marginal», tomo III, pág. 219.  Ed. Verbo Divino, 2003.

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Andrés, nacido en Betsaida, fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante Jesús a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición, después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones y fue crucificado en Acaya.

SAN ANDRES nació en Betsaida, población de Galilea situada a orillas del lago de Genezaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano (le Sinmón Pedro. La Sagrada Escritura no especifica si era mayor o menor que éste. La familia tenía una casa en Cafarnaún y en ella se alojaba Jesús cuando predicaba en esa ciudad.

Cuando San Juan Bautista empezó a predicar la penitencia, Andrés se hizo discípulo suyo. Precisamente estaba con su maestro, cuando Juan Bautista, después de haber bautizado a Jesús, le vio pasar y exclamó: "¡He ahí al cordero de Dios!" Andrés recibió luz del cielo para comprender esas palabras misteriosas. Inmediatamente, él y otro discípulo del Bautista siguieron a Jesús, el cual los percibió con los ojos del Espíritu antes de verlos con los del cuerpo. Volviéndose, pues, hacia ellos, les dijo: "¿Qué buscáis?" Ellos respondieron que querían saber dónde vivía y Jesús les pidió que le acompañasen a su morada.

Andrés y sus compañeros pasaron con Jesús las dos horas que quedaban del día. Andrés comprendió claramente que Jesús era el Mesías y, desde aquel instante, resolvió seguirle. Así pues, fue el primer discípulo de Jesús. Por ello los griegos le llaman "Proclete" (el primer llamado). Andrés llevó más tarde a su hermano a conocer a Jesús, quien le tomó al punto por discípulo, le dio el nombre de Pedro. Desde entonces, Andrés y Pedro fueron discípulos de Jesús.

Al principio no le seguían constantemente, como habían de hacerlo más tarde, pero iban a escucharle siempre que podían y luego regresaban al lado de su familia a ocuparse de sus negocios. Cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Pedro y Andrés pescando en el lago y los llamó definitivamente al ministerio apostólico, anunciándoles que haría de ellos pescadores de hombres. Abandonaron inmediatamente sus redes para seguirle y ya no volvieron a separarse de EI.

AI año siguiente, nuestro Señor eligió a los doce Apóstoles; el nombre de Andrés figura entre los cuatro primeros en las listas del Evangelio.
También se le menciona a propósito de la multiplicación de los panes (Juan, 6, 8-9) y de los gentiles que querían ver a Jesús (Juan, 12, 20-22)
Aparte de unas cuantas palabras de Eusebio, quien dice que San Andrés predicó en Scitia, y de que ciertas "actas" apócrifas que llevan el nombre del apóstol fueron empleadas por los herejes, todo lo que sabemos sobre el santo procede de escritos apócrifos. Sin embargo, hay una curiosa mención de San Andrés en el documento conocido con el nombre de "Fragmento de Muratori", que data de principios del siglo III: "El cuarto Evangelio (fue escrito) por Juan, uno de los discípulos. Cuando los otros discípulos y obispos le urgieron (a que escribiese), les dijo: "Ayunad conmigo a partir de hoy durante tres días, y después hablaremos unos con otros sobre la revelación que hayamos tenido, ya sea en pro o en contra. Esa misma noche, fue revelado a Andrés, uno de los Apóstoles, que Juan debía escribir y que todos debían revisar lo que escribiese".

Teodoreto cuenta que Andrés estuvo en Grecia; San Gregorio Nazianceno especifica que estuvo en Epiro, y San Jerónimo añade que estuvo también en Acaya. San Filastrio dice que del Ponto pasó a Grecia, y que en su época (siglo IV) los habitantes de Sínope afirmaban que poseían un retrato auténtico del santo y que conservaban el ambón desde el cual había predicado en dicha ciudad. Aunque todos estos autores concuerdan en la afirmación de que San Andrés predicó en Grecia, la cosa no es absolutamente cierta.

En la Edad Media era creencia general que San Andrés había estado en Bizancio, donde dejó como obispo a su discípulo Staquis (Rom. 14,9). El origen de esa tradición es un documento falso, en una época en que convenía a Constantinopla atribuirse un origen apostólico para no ser menos que Roma, Alejandría y Antioquía. (El primer obispo de Bizancio del que consta por la historia, fue San Metrófanes, en el siglo IV).

El género de muerte de San Andrés y el sitio en que murió son también inciertos. La "pasión" apócrifa dice que fue crucificado en Patras de Acaya. Como no fue clavado a la cruz, sino simplemente atado, pudo predicar al pueblo durante dos días antes de morir. Según parece, la tradición de que murió en una cruz en forma de "X" no circuló antes del siglo IV.

En tiempos del emperador Constancio II (+361), las presuntas reliquias de San Andrés fueron trasladadas de Patras a la iglesia de los Apóstoles, en Constantinopla. Los cruzados tomaron Constantinopla en 1204, y, poco después las reliquias fueron robadas y trasladadas a la catedral de Amalfi, en Italia.

Según una tradición que carece de valor, el santo fue a misionar basta Kiev. Nadie afirma que haya ido también a Escocia, y la leyenda que se conserva en el Breviario de Aberdeen y en los escritos de Juan de Fordun, no merece crédito alguno. Según dicha leyenda, un tal San Régulo, que era originario de Patras y se encargó de trasladar las reliquias del apóstol en el siglo IV, recibió en sueños aviso de un ángel de que debía trasportar una parte de las mismas al sitio que se le indicaría más tarde. De acuerdo con las instrucciones, Régulo se dirigió hacia el noroeste, "hacia el extremo de la tierra"". El ángel le mandó detenerse donde se encuentra actualmente Saint Andrews, Régulo construyó ahí una Iglesia para las reliquias, fue elegido primer obispo del lugar y evangelizó al pueblo durante treinta años. Probablemente esta leyenda data del siglo VIII. El 9 de mayo se celebra en la diócesis de Saint Andrews la fiesta de la traslación de las reliquias.

El nombre de San Andrés figura en el canon de la misa, junto con los de otros Apóstoles. También figura, con los nombres de la Virgen Santísima y de San Pedro y San Pablo, en la intercalación que sigue al Padrenuestro. Esta mención suele atribuirse a la devoción que el Papa San Gregorio Magno profesaba al santo, aunque tal vez data de fecha anterior.

-Vidas de los Santos de Butler, Vol. IV.





Protégenos, Señor, con la constante intercesión del apóstol san Andrés, a quien escogiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.



San Tadeo Liu Ruiting




San Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir
En el lugar llamado Quxian, en la provincia de Sichuan, en China, san Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir, estrangulado por quienes odiaban la fe.
Sacerdote nacido en 1788, Taddeo Liu Ruiting recorría los distritos que tenía asignados, para asistir a los fieles dispersos en las aldeas. Arrestado en Pentecostés de 1821, después de haber soportado el suplicio de estar esposado al sol, fue dejado languidecer en prisión durante tres meses. Luego fue trasladado a la capital provincial Cheu-Tou y condenado a muerte, pero lo enviaron a su región, Ku-Hien, en espera de que el Emperador confirmara la condena. Luego de pasar dos años más en prisión fue estrangulado en el templo, el 30 de noviembre de 1823.
fuente: Santi e Beati