sábado, 30 de noviembre de 2019

Santa Marta: “La muerte es un encuentro con el Señor” 29112019

Misa En Santa Marta, 29 Nov. 2019 © Vatican Media

Santa Marta: “La muerte es un encuentro con el Señor”

El Santo Padre invita a vivir con “esperanza”
(ZENIT – 29 nov. 2019).- La certeza de la muerte está escrita en la Biblia y en el Evangelio, ha recordado el Papa Francisco en la homilía de la Misa matutina en Santa Marta, “pero el Señor siempre nos la presenta como un ‘encuentro con Él’ y la acompaña con la palabra ‘esperanza'”.
A primera hora de la mañana del viernes, 29 de noviembre de 2019, el Obispo de Roma ha reflexionado sobre la muerte y la descrito como el momento del abrazo con el Señor, invitando a prepararnos para ese momento, y a orar los unos por los otros, ha informado Vatican News en español.
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” es la cita del Evangelio de San Lucas, propuestas para la liturgia de hoy, en la última semana del año litúrgico. La Iglesia invita a reflexionar sobre el fin, el fin del mundo, el fin de cada uno de nosotros, en este mes de noviembre, mes de los difuntos.
“El Señor nos dice que estemos preparados para el encuentro, la muerte es un encuentro: es Él quien viene a encontrarnos, es Él quien viene a tomarnos de la mano y llevarnos con él”, ha explicado. “¡No quisiera que este simple sermón sea un aviso de funeral! Es simplemente el Evangelio, es simplemente la vida, simplemente decirse el uno al otro: todos somos vulnerables y todos tenemos una puerta a la que el Señor llamará algún día”.
Todos somos vulnerables
“Todos tenemos esta debilidad de vida, esta vulnerabilidad”, ha aclarado el Papa. Todos somos vulnerables y en algún momento esta vulnerabilidad nos conduce a la muerte. Por esto, vamos al médico para ver cómo va mi vulnerabilidad física, otros van donde el psicólogo para curar alguna vulnerabilidad psíquica”.
En la homilía, Francisco ha contado que ayer estaba meditando sobre esto, en un hermoso artículo que ha salido en la Civiltà Cattolica, “que nos dice que lo que todos tenemos en común es la vulnerabilidad: somos iguales en la vulnerabilidad”.
“¿Cuándo moriré?”
Francisco ha recordado que es necesario prepararse bien “para el momento en que tocará el timbre, el momento en que el Señor llamará a nuestra puerta”, y ha animado a rezar “los unos por los otros”.
“De todas las cosas que hemos reunido, que hemos ahorrado, legalmente buenas, no nos llevaremos nada”, ha advertido. “Pero sí, llevaremos el abrazo del Señor. Piensa en tu propia muerte: ¿cuándo moriré? En el calendario no está arreglado, pero el Señor lo sabe”. Así, el Santo Padre ha recomendado orar al Señor: “Señor, prepara mi corazón para morir bien, morir en paz, morir con esperanza”.

Novena a la Inmaculada Concepción. Día 2: Nace la estrella de la mañana (30 de noviembre)

Novena a la Inmaculada Concepción. Día 2: Nace la estrella de la mañana

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La Novena a la Inmaculada Concepción de María nos recuerda que María fue preservada sin mancha, sin pecado y nos invita a la pureza

  
María es la estrella de la mañana. La Novena a la Inmaculada Concepción de la Virgen María es una invitación a la esperanza, a poner la mente, el corazón y el espíritu centrados en el amor de Dios a través de la historia de María en el plan de Salvación.
El Dogma de la Iglesia Católica de la Inmaculada Concepción enseña que la Virgen María, la madre de Cristo, fue concebida sin pecado original, sin mancha alguna, enteramente inmaculada.
La concepción sin pecado de María es la razón por la cual todos los católicos nos referimos a María como la "llena de gracia". María recibió la gracia de Dios desde el primer momento de su existencia, y fue total y completamente redimida por esta gracia.
Debido a que ella fue redimida, María pasó toda su existencia en una perfecta relación con Dios, guardando y meditando todas las cosas en su corazón y que con gran humildad aceptó su designio divino
La Fiesta de la Inmaculada Concepción es celebrada por la Iglesia Católica el 8 de diciembre de cada año.

Novena a la Inmaculada Concepción de María.

Esta novena a la Inmaculada concepción, nos invita a la oración constante, a profundizar la Palabra de Dios y meditarla en el corazón
A continuación te indicamos el modo de rezar la novena a la Inmaculada Concepción
  • Señal de la Cruz
  • Acto de contrición
  • Oración inicial
  • Oración para el día correspondiente
  • Oración final

1. Señal de la Cruz.

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

2. Acto de contrición.

Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

3. Oración inicial.

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado.
Acuérdate, Virgen Santa, que has sido hecha Madre de Dios, no sólo para tu dignidad y gloría, sino también para nuestra salvación y provecho de todo el género humano.
Acuérdate que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu auxilio, haya sido desamparado. No me dejes, pues, a mi tampoco, porque si me dejas me perderé; que yo tampoco quiero dejarte, antes bien, cada día quiero crecer más en tu verdadera devoción.
Alcánzame principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte.
Además, dame la gracia particular que te pido en esta novena
- Realizar aquí su petición -

4. Meditación del segundo día: Nace la estrella de la mañana.

Oscuro fueron aquellos días que precedieron al nacimiento del Salvador. El pecado había arrojado sobre la humanidad el manto de la ignorancia y el error, el desespero por Dios, y la desconfianza del hombre.
Incluso las personas elegidas sabían que estaban esperando, en la noche oscura de sus vidas, la venida del nuevo amanecer que iba a ser su salvación. ¿Cuando iba a salir la estrella de la mañana de Jacob? ¿Cuándo el sol de la justicia aparecería de nuevo en el horizonte del universo?
Las voces de los profetas y el poder de la ley habían crecido con debilidad. Entonces, de repente, allí en los cielos, en el que los ángeles ven, una nueva estrella aparece.
Fue la estrella de la mañana, antes de que la luz se escondiera en el Este. Una aurora débil llegó a ser poner el Cielo púrpura. Fue el partimiento de la luz sobre un mundo oscuro e invernal.
María fue concebida, no como los hombres y mujeres que desde Adán habían sido concebidos profundamente en el pecado original, esclavizados en el poder de Satanás; sino inmaculada, sin pecado, libre de la culpa de nuestros primeros padres.
María fue el alba para Cristo, el día. Ella fue la aurora para el sol de la justicia. Ella fue la Inmaculada Concepción para Aquel que había de ser su Hijo, el Hijo de Dios.
Oración: Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Rezar tres Avemarías
Jaculatoria: "Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo"

5. Oración a la Inmaculada Concepción.

Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, hiciste preparar una morada digna de tu Hijo, te suplicamos que, así como a ella la preservaste de toda mancha en previsión de la muerte del mismo Hijo, concédenos también que, por medio de su intercesión, podamos llegar purificados de todo pecado a tu presencia.
Por el mismo Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

Novena a la Inmaculada Concepción.


Redacción: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con aportes de: Bellarmine Forum

San Andrés, Apóstol del Señor. Hermano de San Pedro (30 de noviembre)

San Andrés, Apóstol del Señor. Hermano de San Pedro

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San Andrés fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Jesucristo, a quien luego le presentó a su hermano Pedro.

  
San Andrés, también conocido como Andrés el Apóstol, era un humilde pescador y hermano de San Pedro que dejó las redes y todo lo demás para convertirse en seguidor y apóstol de Jesús

Fiesta: 30 de Noviembre

Resumen: San Andrés, nacido en Betsaida, fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante Jesús a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición, después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones y fue crucificado en Acaya.

Biografía de San Andrés Apóstol.

San Andrés nació en Betsaida, población de Galilea situada a orillas del lago de Genezaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano de Simón Pedro. Las Sagradas Escrituras no especifican si San Andrés era mayor o menor que éste.
La familia de San Andrés, tenía una pequeña casa en Cafarnaún y en ella se alojaba nuestro Señor Jesucristo cuando predicaba en esa ciudad.

Andrés: Discípulo de Juan Bautista

Cuando San Juan Bautista empezó a predicar, San Andrés se hizo discípulo suyo. Precisamente estaba con su maestro, cuando Juan Bautista, después de haber bautizado a Jesús, le vio pasar y exclamó: "¡He ahí al cordero de Dios!" Andrés recibió luz del cielo para comprender esas palabras misteriosas.
Inmediatamente, San Andrés y otro discípulo del Bautista siguieron a Jesús, el cual los percibió con los ojos del Espíritu. Volviéndose, pues, hacia ellos, les dijo: "¿Qué buscáis?" Ellos respondieron que querían saber dónde vivía y Jesús les respondió: "Vengan y verán".

San Andrés: Apóstol de Jesús

San Andrés y sus compañeros pasaron con Jesús las dos horas que quedaban del día. Andrés comprendió claramente que Jesús era el Mesías y, desde aquel instante, resolvió seguirle.
Así pues, fue el primer discípulo de Jesús. Por ello los griegos le llaman "Proclete" (el primer llamado). Andrés llevó más tarde a su hermano a conocer a Jesús, quien le tomó al punto por discípulo, le dio el nombre de Pedro. Desde entonces, Andrés y Pedro fueron discípulos de Jesús.
Al principio no le seguían constantemente, como habían de hacerlo más tarde, pero iban a escucharle siempre que podían y luego regresaban al lado de su familia a ocuparse de sus negocios.
Cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a San Pedro y a San Andrés pescando en el lago y los llamó definitivamente al ministerio apostólico, anunciándoles que haría de ellos pescadores de hombres. Abandonaron sus redes para seguirle y ya no volvieron a separarse de ÉI.
AI año siguiente, nuestro Señor eligió a los doce Apóstoles; el nombre de San Andrés figura entre los cuatro primeros en las listas del Evangelio. También se le menciona a propósito de la multiplicación de los panes (Juan, 6,8-9) y de los gentiles que querían ver a Jesús (Juan, 12,20-22)

Después de Pentecostés

Hay una curiosa mención de San Andrés en el documento conocido con el nombre de "Fragmento de Muratori", que data de principios del siglo III: "El cuarto Evangelio (fue escrito) por Juan, uno de los discípulos.
Cuando los otros discípulos y obispos le urgieron (a que escribiese), les dijo:
"Ayuna conmigo a partir de hoy durante tres días, y después hablaremos unos con otros sobre la revelación que hayamos tenido, ya sea en pro o en contra.
Esa misma noche, fue revelado a Andrés, uno de los Apóstoles, que Juan debía escribir y que todos debían revisar lo que escribiese".
Teodoreto cuenta que Andrés estuvo en Grecia; San Gregorio Nazianceno especifica que estuvo en Epiro, y San Jerónimo añade que estuvo también en Acaya.
Aunque todos estos autores concuerdan en la afirmación de que San Andrés predicó en Grecia, no hay una absoluta certeza.
En la Edad Media era creencia general que San Andrés había estado en Bizancio, donde dejó como obispo a su discípulo Staquis (Rom. 14,9).
El origen de esa tradición es un documento falso, en una época en que convenía a Constantinopla atribuirse un origen apostólico para no ser menos que Roma, Alejandría y Antioquía. (El primer obispo de Bizancio del que consta por la historia, fue San Metrófanes, en el siglo IV).

El Martirio de San Andrés

El género de muerte de San Andrés y el sitio en que murió son también inciertos. La "pasión" apócrifa dice que fue crucificado en Patras de Acaya.
Como no fue clavado a la cruz, sino simplemente atado, pudo predicar al pueblo durante dos días antes de morir. Según parece, la tradición de que murió en una cruz en forma de "X" no circuló antes del siglo IV.
En tiempos del emperador Constancio II (+361), las presuntas reliquias de San Andrés fueron trasladadas de Patras a la iglesia de los Apóstoles, en Constantinopla.
Los cruzados tomaron Constantinopla en 1204, y, poco después las reliquias fueron robadas y trasladadas a la catedral de Amalfi, en Italia.
El nombre de San Andrés figura en el canon de la misa, junto con los de otros Apóstoles. También figura, con los nombres de la Virgen Santísima y de San Pedro y San Pablo, en la intercalación que sigue al Padrenuestro.
Esta mención suele atribuirse a la devoción que el Papa San Gregorio Magno profesaba al santo, aunque tal vez data de fecha anterior.

Novena a la Inmaculada Concepción. Día 1: Las dos figuras de Eva (29 de noviembre)

Novena a la Inmaculada Concepción. Día 1: Las dos figuras de Eva

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Con la Novena a la Inmaculada Concepción encomiendate a María y confía la pureza de tu corazón para caminar hacia Dios

  
La Novena a la Inmaculada Concepción es una novena preciosa en la que tenemos la oportunidad de pedir a la Virgen María la gracia de la pureza, de tener un corazón puro como el de ella.
La Inmaculada Concepción de María es una de las grandes enseñanzas de la Iglesia Católica que afirma que la Santísima Virgen María, la Madre del Verbo Encarnado, fue preservada completamente del pecado original desde el momento de su concepción, es decir, permaneció pura y sin mancha. Esto fue declarado un dogma de la Iglesia Católica por el Papa Pío IX en 1854
La fiesta de la Inmaculada Concepción de María se celebra el 8 de diciembre y es uno de los días especiales del calendario de la Iglesia.
El significado de esta enseñanza no se encuentra en la biología ni razonamiento humano, sino que está fundamentado en el reino de lo espiritual.
Aunque los evangelios no hablan sobre la concepción de la Virgen María, el evangelio de Lucas dice mucho acerca de ella como una persona que ha sido bendecida.
Así como Jesús experimentó en la venida del Espíritu Santo la conciencia de que él era el hijo amado de Dios; Así María escucha al ángel Gabriel hablar de ella como la "llena de gracia" y a quien "El Señor está contigo". (Lucas 1:28).

Novena a la Inmaculada Concepción de María

Esta novena a la Inmaculada concepción, nos invita a la oración constante, a profundizar la Palabra de Dios y meditarla en el corazón
A continuación te indicamos el modo de rezar la novena a la Inmaculada Concepción.
  • Señal de la Cruz
  • Acto de contrición
  • Oración inicial
  • Oración para el día correspondiente
  • Oración final

1. Señal de la Cruz

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

2. Acto de contrición

Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

3. Oración inicial

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado.
Acuérdate, Virgen Santa, que has sido hecha Madre de Dios, no sólo para tu dignidad y gloría, sino también para nuestra salvación y provecho de todo el género humano.
Acuérdate que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu auxilio, haya sido desamparado. No me dejes, pues, a mi tampoco, porque si me dejas me perderé; que yo tampoco quiero dejarte, antes bien, cada día quiero crecer más en tu verdadera devoción.
Alcánzame principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte.
Además, dame la gracia particular que te pido en esta novena
- Realizar aquí su petición -

4. Meditación del primer día: Las dos figuras de Eva.

Dos figuras de Eva en la historia de la humanidad. La primera fue llamada Eva por Dios mismo cuando hizo su primera hija. La segunda fue llamada Ave María, cuando el mensajero de Dios le dijo lo mucho que ella era amada por Dios y el Hijo de Dios.
La primera Eva, nacida sin pecado, trajo el pecado al mundo por el hecho de que fue cómplice de Adán, a quien engañó. La segunda Eva, nuestra querida Ave, María, sin pecado trajo de regreso al mundo al nuevo Adán, Cristo el Señor, a quien dio a luz.
La primera Eva trajo tristeza y miseria, enfermedad y muerte al mundo y debido a ella, los hijos de la Tierra fueron a vivir en la tristeza y el dolor. La segunda Eva, María, trajo la esperanza y la alegría; la luz y la confianza, la redención y el cielo en la persona de su Divino Hijo, Jesucristo.
Oración: Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Rezar tres Avemarías
Jaculatoria: "Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo"

5. Oración a la Inmaculada Concepción.

Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, hiciste preparar una morada digna de tu Hijo, te suplicamos que, así como a ella la preservaste de toda mancha en previsión de la muerte del mismo Hijo, concédenos también que, por medio de su intercesión, podamos llegar purificados de todo pecado a tu presencia.
Por el mismo Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

Novena a la Inmaculada Concepción.

 Redacción: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con aportes de: Bellarmine Forum

El Espíritu Santo trae consuelo y paz a tu vida (Vídeo reflexión para hoy) 30112019


Vídeo reflexión para hoy


Oración para el Evangelio de hoy. 30112019


Oración para el Evangelio de hoy.

Señor mío Jesucristo, gracias por cuidar de los míos, por darnos el pan, la salud y bienestar, pero sobre todo gracias por amarme y darme la oportunidad de servirte.
Cuando emprendiste tu misión fijaste tu atención a una pareja de hermanos, quienes, al escuchar tu llamado, lo dejaron todo para seguirte, sin miedo.
Como quisiera también yo acudir a tu llamado, abandonar cualquier apego y distracción darlo todo por tu amor, por conocerte, amarte y seguir tus pasos
Quiero dejar atrás las cosas que me impiden dar respuestas adecuadas, a tener mejores decisiones de vida, a optar por todo lo bueno que Tú me traes.
Quiero dejar esas redes que me tienen prisionero de mis propios miedos y que no me dejan actuar en libertad y cooperar en la construcción de tu reino.
Inspírame, lléname todo de Ti. Disipa esas fragilidades que mantienen mi corazón nublado y dame la valentía para salir a proclamar tu esperanza
Ven a mi vida, limpia y sana mi interior de todo aquello que no me permite escuchar tu llamado, dar la batalla y alcanzar la paz.
Quiero renovar mi fidelidad en Ti, permanecer en tu gracia, actuar decididamente para realizar mis proyectos según tu Voluntad. Amén.
Autor: Qriswell Quero, escritor católico @Copyright 2019

Propósito para hoy

Invocaré a mi Santa Madre para que me alcance la gracia de la fortaleza en la sequedad espiritual y tiempos difíciles.

Frase de reflexión

"Ayudemos a los demás a descubrir la alegría del mensaje cristiano: un mensaje de amor y de misericordia". Papa Francisco

Conversando con el amor 30112019


Conversando con el amor
Señor, me siento feliz de haberme dejado encontrar por tu amor. Mi vida sin Ti no tendría sentido. Gracias porque tu presencia poderosa me dirige hacia una libertad plena. Háblame al corazón y dame tus inspiraciones. Amén
AUTOR: QRISWELL J. QUERO. ESCRITOR CATÓLICO @COPYRIGHT 2019

San Andrés, apóstol (30 de noviembre)


San Andrés, apóstol

fecha: 30 de noviembre
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Fiesta de san Andrés, apóstol, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue el primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y que le siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en la región de Acaya, en Grecia, y que fue crucificado en Patrás. La Iglesia de Constantinopla lo venera como muy insigne patrono.
Patronazgos: patrono de Rusia, Escocia, España, Grecia, Sicilia, Austria, Borgoña, Grecia, y en multitud de ciudades, patrono de pescadores y comerciantes de pescado, mineros, protector del noviazgo, la felicidad conyugal y los niños, protector contra la gota, dolores de garganta, calambres, y erisipela (enfermedad de Andrés).
refieren a este santo: Santos Pedro y Pablo 
Oración: Protégenos, Señor, con la constante intercesión del apóstol san Andrés, a quien escogiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Ver más información en: Los Doce 
Decía Aristóteles que la naturaleza aborrece el vacío, y nosotros podríamos agregar que el ser humano también: cuando, por ejemplo, sabemos que deberíamos tener recuerdos de algo, pero se da la circunstancia de que no los tenemos, ya se encarga nuestra mente de proveerse de «recuerdos» sustitutos, en forma de leyendas y de cosas que «se dicen por ahí» pero nadie sabe exactamente cómo surgieron. Muchos cristianos están convencidos de que en eso consiste la «tradición», en aceptar llenar los huecos de nuestras incertezas con datos cuyo único valor es ser muy muy viejos, como si lo viejo y lo antiguo fueran lo mismo, o como si lo viejo, por el mero hecho de serlo, fuera garantía de verdad.
Cuando nació nuestra fe, era todo muy pequeño, no había ni el interés, ni la necesidad, ni la motivación, ni siquiera el mandato explícito de Jesús de organizar una «nueva religión»; el cristianismo funcionó por casi cerca de 50 años como una parte del judaísmo; apenas si san Pablo hacía planteos que podían suponer en algún momento la noción de algo enteramente nuevo, de una ruptura total con el judaísmo, pero ni siquiera él llevó esa posible ruptura a su extremo lógico. Así que el cristianismo naciente conservó intactas las tradiciones profundas en torno a Jesús y a la iglesia inicial (todo eso sí que es auténtica Tradición), pero no conservó casi datos cotidianos de los primeros miembros de la nueva fe, como hubieran hecho si hubieran sentido que eran «los fundadores» de algo. No sabemos la edad de Jesús cuando murió y resucitó, no sabemos cuándo ni dónde nacieron los apóstoles, no sabemos exactamente qué hizo cada uno después de la ascensión del Maestro, etc. Pasa con ello como vemos cotidianamente con los mártires antiguos del santoral: cuando se vuelven importantes, que es cuando dan su testimonio, ya no hay datos ni a quién preguntarle, entonces surgen las leyendas y tradiciones pías rellenando las lagunas de nuestro saber, porque también la memoria aborrece el vacío.
Estos párrafos debería ponerlos al iniciar cualquier escrito sobre cualquiera de los doce apóstoles, pero toca hoy hablar de san Andrés, y vengo embebido de leer una larguísima «Biografía de san Andres», con detalles de diálogos y todo, de cabo a rabo inventada, puesto que, a decir verdad, a pesar de ser Andrés el «Protocletos» -es decir, el primer llamado por el Señor-, sabemos sobre él apenas poquito más que eso.
Era hermano de Simón Pedro, y su padre se llamaba Jonás, eso lo sabemos porque a Pedro se lo llama «hijo de Jonás» (Mt 16,17), pero el pobre Andrés quedó tan eclipsado por la figura de su hermano, que sabemos su filiación sólo a través de Pedro. Es nombrado doce veces en todo el Nuevo Testamento:
-Ocho entre Marcos, Mateo, Lucas y Hechos, donde invariablemente aparece como «hermano de Simón» y nombrado siempre en lugar secundario (Mt 4,18; 10,2; Mc 1,16; 1,29; 3,17-18; 13,3; Lc 6,14 y Hech 1,13). De todas estas citas quizás la más interesante sea la de Mc 13,3; Jesús habla de la futura ruina del templo de Jerusalén, y como introducción al pequeño «discurso escatológico» (mucho más amplio en Mateo y Lucas) dirá: «Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés...» ¿Qué tiene de interesante esta cita en relación a Andrés? que estamos más bien acostumbrados a la terna Pedro, Santiago y Juan, llamados «Columnas de Jerusalén», pero este pasaje de Marcos probablemente represente un recuerdo histórico mucho más antiguo que el de las «Columnas de Jerusalén», y nos muestra una reunión de Jesús con los suyos sin que el narrador le superponga una teología de cómo instruía Jesús a su Iglesia; en los pasajes paralelos, en cambio, toda la escena aparece ya más elaborada y cada detalle más «teologizado»: en Mt 24,3 esta «enseñanza privada» es «a los discípulos» (teológicamente: a toda la Iglesia), mientras que en Lc 21,5 no hace distingo entre enseñada privada y pública, por lo que da por supuesto que es «a todos los que escuchaban». Y así, con ocasión de Andrés en ese fragmentito «preteológico» de Marcos hemos podido tomar una instantánea sin poses de Jesús con algunos de los suyos.
-Las otras cuatro veces son en Juan, donde asume una importancia un poquito mayor. No mucho más que lo visto, pero en medio de la sequía de información que tenemos, las dos o tres gotas que nos aporta Juan saben a diluvio. Veámoslas en detalle:

Juan 1,40: Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.
Nos muestra a un Andrés con inquietudes religiosas: no sólo Jesús lo llamó, él mismo estaba a la búsqueda de algo -por eso andaba tras Juan el Bautista-, y ese «algo» que buscaba coincidió, o se encontró, con el llamado de Jesús.

Juan 1,44: Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro.
No nos aporta mucho más, pero es la única cita donde, mencionando a los dos, pone a Andrés primero. Además nos enteramos de que es de Betsaida, pero lamentablemente la localización de esa aldea no es del todo segura, aunque siempre dentro de Galilea.

Y en ésta, ¡por fin habla!
Juan 6,8: Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?»

Aquí vemos la Iglesia en pleno funcionamiento,
Juan 12,20ss: Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús responde con algo incomprensible en el momento, y que incluso nosotros podemos quedarnos perplejos preguntándonos qué tiene que ver en el contexto, les dice a Andrés y Felipe:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto...» (12,23-24)
¿qué tenía que ver la llegada de unos griegos que tenían deseos de ver a Jesús con la llegada de la Hora de Jesús? Ahora no se entiende, pero más tarde, cuando la Iglesia reflexione, entenderá que esa llegada de «los griegos» (es decir, de judíos griegos, puesto que vienen «a adorar») marca el instante en que Jesús ha quedado de manifiesto a todos los judíos, ha quedado exhibido ante el judaísmo entero, el de Jerusalén y el de la Diáspora, y ahora debe realizar aquello para lo que vino.
Quizás por relacionar este episodio de Andrés y los griegos con la evangelización de los paganos que comienza unas décadas después, una tradición posterior hace de san Andrés Apóstol entre los griegos, martirizado en la muy griega ciudad de Patras, en Acaya. En realidad no sabemos qué fue de cada uno de los apóstoles. Hay muchas tradiciones de los siglos II y III que nos cuentan dónde y cuándo evangelizó y murió cada uno de ellos, y muchos de los Padres de la Iglesia (no todos, porque no hay unanimidad en la transmisión de estos datos) se hacen eco de esas tradiciones a falta de datos documentales. Está bien, nada impide que San Andrés haya muerto en Acaya crucificado en una cruz de aspas, predicando desde la cruz durante tres días hasta morir, o que Santiago haya llegado hasta Hispania, o santo Tomás hasta la India, pero hay que tener en cuenta dos aspectos:
-Que en el siglo II se planteó un problema muy grave con el surgimiento de las diversas sectas gnósticas, para quienes todo el mensaje de Jesús era tan pero tan espiritual, que negaban toda realidad histórica concreta a los evangelios, por lo que muchas veces esas tradiciones no documentadas sobre los Apóstoles no representaban verdaderamente recuerdos históricos sino argumentos apologéticos populares, para uso «en la trinchera». Habrá seguramente mucho fondo histórico en ellas, pero sin que podamos, a la distancia, reconocer con claridad qué cosas son sucedidos y cuáles son rellenos legendarios para hacer más vivo el relato de los orígenes cristianos.
-Que no tiene nada de malo tomarse en serio esas tradiciones, siempre que no pretendamos sacar de ellas conclusiones que dependan de la veracidad de unos datos históricos que de ninguna manera podemos comprobar.
Sobre san Andrés tenemos una tradición mucho menos conocida que la evangelización entre los griegos: un escrito de finales del siglo II lo pone como la autoridad apostólica que garantiza la veracidad del Evangelio de Juan; por lo que podría conjeturarse que es él el innominado «Discípulo amado» que menciona el evangelio. El texto al que me refiero se encuentra en un canon, un listado de libros auténticos del NT, que resulta ser la lista más antigua de escritos del NT que tenemos; se denomina «Canon de Muratori», fue escrito hacia el año 170 o poco más, luego se perdió, y fue descubierto por el profesor Luis Muratori en 1740; este texto, de gran importancia en los estudios de historia del canon bíblico, dice así respecto del Evangelios de Juan:
El cuarto evangelio es de Juan, uno de los discípulos. Cuando sus co-discípulos y obispos le animaron, dijo Juan, «Ayunad junto conmigo durante tres días a partir de hoy, y, lo que nos fuera revelado, contémoslo el uno al otro». Esta misma noche le fue revelado a Andrés, uno de los apóstoles, que Juan debería escribir todo en nombre propio, y que ellos deberían revisárselo. Por lo tanto, aunque se enseñan comienzos distintos para los varios libros del evangelio, no hace diferencia para la fe de los creyentes, ya que en cada uno de ellos todo ha sido declarado por un solo Espíritu...
Como se ve, aquí distingue claramente «discípulos» de «apóstoles» (identificados con los Doce), el Juan autor del evangelio no resultaría ser el Apóstol Juan sino un Juan del grupo de los discípulos (posiblemente el «Juan el presbítero» que firma las cartas de Juan), que pertenecería a la comunidad de Andrés, y por lo tanto sería este Apóstol, Andrés, el garante de la apostolicidad del cuarto evangelio. Por supuesto, ésta también es una tradición del siglo II, que cae por tanto bajo las mismas prevenciones que lo ya dicho, pero de todos modos, ante lo poco que sabemos de cada apóstol, y en especial de los que no fueron las «Columnas de Jerusalén», puede ser interesante verlo aparecer en su propia figura, y no siempre en el coro de los Doce.

Bibliografía: Para las tradiciones de los siglos II y III, cualquier hagiografía clásica las reproduce, en especial están detalladas en la de Mercabá para esta fecha; el Canon de Muratori puede ser interesante conocerlo, no sólo la parte referida a Andrés sino todo el texto, verdadera perla de la antigüedad cristiana. Para lo que «sabemos y no sabemos» de cada uno de los Doce, aunque no ya del todo nuevo, pero sigue siendo útil «Aspectos del pensamiento neotestamentario» de David Stanley y Raymond Brown, en el tomo V del Comentario Bíblico «San Jerónimo», en el apartado dedicado a «Los Doce», como conjunto y cada uno en particular. Un tratamiento más actualizado lo ofrece John P. Meier, «Un judío marginal», tomo III, pág. 219, y todo el contexto para una lectura más amplia que abarque a los Doce, Ed. Verbo Divino, 2003.
Imágenes:
San Andrés en un famoso ícono oriental
Martirio de San Andrés, de Claude Vignon, s XVII, cuadro que se encuentra enla sacristía de la «Iglesia Nueva» de Lleida, España
Uno de los San Andrés pintados por el Greco para uno de sus "Apostolarios", esta versión es de 1610-14, y se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Budapest.

Abel Della Costa
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_4780

Santa Iluminada, virgen (29 de noviembre)


Santa Iluminada, virgen

fecha: 29 de noviembre
†: s. IV - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Todi, de la Umbría, santa Iluminada, virgen.
La más antigua noticia sobre esta santa es del siglo XI: en 1037 el emperador Conrado II concedió a Lamberto, abad del monasterio de San Apolinar in Classe, cerca de Rávena «in territorio tudertino monasterium unum cui vocabulum est Sancta Illuminata» («en territorio tudertino -es decir: de la ciudad de Todi- un monasterio titulado de Santa Iluminada»).
De la misma época, o poco antes, proviene una biografía legendaria de la santa, que dice que Iluminada nació en Palazzolo de Rávena, de padres paganos, y fue llamada Cesarea, pero que cuando se convirtió al cristianismo tomó el nombre de Iluminada. La historia se desarrolla en época de la persecución de Diocleciano, inicios del siglo IV: acusada por su padre al prefecto de Rávena, fue puesta en prisión, pero un ángel la liberó y la llevó por la Via Salaria, de allí siguió hasta Bettona y Martana (Umbría), donde hizo muchos milagros y se reunió con sus padres, que mientras tanto también se habían convertido. El prefecto de Martana la arrestó de nuevo, y mientras estaba en la cárcel murió junto con sus padres el 29 de noviembre del 303. Sus cuerpos fueron enterrados en un lugar llamado Papiniano o Baños de Papinio, a dos millas de la ciudad, mientras que un brazo de Iluminada fue llevado a Todi y puesto en el «Monasterio de las Milicias».
Existen diferentes versiones de esta biografía más o menos igual de legendarias, y algunos piensan que el autor habría adaptado a nuestra santa la historia griega de santa Fotina (que se traduce al latín, precisamente, «Illuminata»), pero otros sostienen que de la de santa Firmina de Amelia, ya que, según esta interpretación, esta santa puede identificarse con Felicísima de Todi, con lo que sería la misma persona honrada con tres nombres diferentes.
En realidad todas las fuentes anteriores, tanto de Umbria como de Rávena, ignoran una santa Iluminada, pero la hipótesis de la sustitución no parece demostrada: si bien la información biográfica de las tres santas son similares, sólo se puede deducir que los biógrafos han copiado unos de otros -lo que resulta habitual en el género de la hagiografía-, y no que querían celebrar a la misma persona; por otra parte, la diversidad del lugar y el día de martirio distinto de cada una de las tres santas es un buen argumento para llegar a la conclusión de que se trata de diferentes personas. Además de la iglesia de Todi, están dedicadas a santa Iluminada iglesias en Montefalco, Alviano y en los Abruzzos, esta último donada al monasterio de Monte Cassino en 1109.
Traducido para ETF de un artículo de Agostino Amore para la Encilopedia dei Santi, que tomamos de Santi e Beati.
fuente: Santi e Beati
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San José Marchand, presbítero y mártir.(30 de noviembre)

San José Marchand, presbítero y mártir.

San José Marchand.
San José Marchand.

Desde París a Cochin, de Cochin al martirio.

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San José Marchand, presbítero y mártir. 24 (Todos los Mártires de Viet-Nam) y 30 de noviembre.
Nació José en Passavant, el 17 de agosto de 1803, terminada apenas la Revolución Francesa y comenzando la Iglesia a resurgir de las cenizas adonde la había querido confinar la misma. Fueron sus padres Agustín Marchand y Juana Moine.

De niño estudió en las escuelas de Orsans, y siendo aún infante descubrió su vocación religiosa, por lo que comenzó sus estudios sacerdotales. Afianzada su vocación como misionera, entró al Seminario de la Sociedad para las Misiones Extranjeras de París, fundada por la Iglesia para la evangelización de los pueblos, principalmente de Asia. Fue la estrategia misionera de la Iglesia para no depender de las órdenes religiosas tradicionales, a menudo demasiado implicadas en los asuntos de sus propios países. Así, la Iglesia evangelizaba sin contar con los reinos de Portugal o España, aunque no estuvo exenta de las intromisiones de los gobiernos franceses del siglo XIX, ni mucho menos ajena a los problemas internos de los países asiáticos.

El 25 de diciembre de 1828, José fue ordenado diácono, y el 4 de abril de 1829 subió al altar para ser ordenado presbítero. Las ansias misioneras de José y la necesidad de misioneros por parte de la Iglesia eran tantas, que el 24 de abril, a los 20 días de ordenado partió a misiones. Desde Nantes partió el 12 de mayo a bordo del barco "Voltaire", en una travesía que no estuvo exenta de sufrimientos. Los marinos, hechos zafios durante la Revolución, eran hostiles a la Iglesia y a los religiosos, a los que ofendían y ante los cuales blasfemaban cuanto querían. Pero José Marchand no mostraba enfado, sino que solo rezaba por ellos en su fuero interno. Un día que un marinero se unió a los sacerdotes en sus oraciones, fue azotado con una cuerda. De tal calibre era la situación. En octubre llegaron a Manila, donde José subió a un barco español que le llevó a Macao, donde le dieron su misión: Cochín, al sur del imperio de Vietnam, donde se uniría a los misioneros Gagelin y Cuenot. El 27 de febrero de 1830 se embarcó en el barco de unos traficantes chinos, que le llevaron a su destino.

En la Universidad-Seminario de Lai Thieu, cerca de Saigón, aprendió, en tiempo record, la lengua de los anamitas, y se lanzó a evangelizar y a animar a las iglesias establecidas por Chau-Doc, Vinh Long, llegando a Phnom Penh, capital de Camboya. En 1830 regresó a la Universidad, donde dio clases a un grupo de estudiantes, a la par que era párroco de las iglesias locales vecinas. En 1832 volvió a emprender un viaje misioneros por la provincia de Binh Thuan, donde le sorprendió la persecución, a inicios de 1833. La persecución de los cristianos en Asia tiene muchos componentes políticos en los cuales los países occidentales no dejan de tener su parte de razón, aunque siempre sufrieran los mismos: los inocentes.

Nuestro santo estuvo un tiempo escondido en la Baja Cochinchina, hasta que uno de los rebeldes al poder imperial le capturó y le encerró en Saigón. Los rebeldes al emperador eran vietnamitas que odiaban su carácter inestable y sus acciones irrespetuosas, y lo que les enervó más fue la profanación que el emperador llevó a cabo al azotar la tumba del primer Mandarín, muerto en 1832 y al que el pueblo estimaba sobremanera. La idea del líder rebelde que capturó al P. Marchand era que el misionero aprovechara su ascendencia sobre los católicos y los animara a levantarse en armas contra el emperador Minh Mang, perseguidor de los cristianos. Pero José se negó a aquello, diciendo que solo era un misionero y solo quería salvar almas. Pero a pesar de su negativa, al cabo de 18 meses, cuando las tropas imperiales tomaron Saigón, el 8 de septiembre de 1835, el santo fue acusado de formar parte de la rebelión y de hacer precisamente aquello a lo que se había negado: rebelar a los católicos bajo la bandera del Evangelio contra el emperador. Le llevaron a Hue, donde llegó el 18 de octubre del mismo año. Allí le atormentaron con tenazas al rojo vivo para que confesara algo que no había hecho. Como los jueces vieron que no había pruebas para acusarle, le pidieron entonces que renegara de Cristo y pisara una cruz. Pero José Marchand se negó, por supuesto y fue condenado a morir de cien heridas. Este tormento consistía en aplicar ciertos cortes pequeños, pero letales, mediante los cuales el condenado se desangraba y sufría atroces dolores de nervios y huesos. Luego de morir por Cristo, el 30 de noviembre de 1835, su cuerpo fue despedazado y arrojado al mar, mientras que la cabeza fue expuesta durante días como escarmiento. Finalmente la trituraron a golpes y la arrojaron al mar.

Su martirio y supuesta “traición” animó al emperador a acentuar su persecución contra el cristianismo, pues nada extranjero era bueno para el imperio. Acusó a los cristianos, vietnamitas o no, de ser los verdaderos causantes de la rebelión, y de estar al servicio de potencias extranjeras. Y muchísimos sacerdotes y laicos fueron perseguidos y cruelmente martirizados. Y no solo siguió esta política el imperio, sino que fue y es medular en el Viet-Nam comunista, acérrimo enemigo de la Iglesia.

Gregorio XVI declaró Venerable a José Marchand en 1840, apenas pasaron cinco años de su martirio. Y León XIII le beatificó el 7 de mayo de 1900. Su canonización fue 19 de junio de 1988, junto a 117 mártires de Viet-Nam, por el Papa Juan Pablo II.

Fuente:
-"La vie de Abbe Marchand, missionnaire apostolique et martyr". J.-B.-S. JACQUENET. París, 1851.
A 30 de noviembre además se celebra a
San Andrés, Apóstol.
San Tugdual de Bretaña, abad.