Beato Santiago Alberione, presbítero y fundador
fecha: 26 de noviembre
n.: 1884 - †: 1971 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 27 abr 2003
hagiografía: Vaticano
n.: 1884 - †: 1971 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 27 abr 2003
hagiografía: Vaticano
Elogio: En Roma, beato Santiago Alberione, presbítero, que, solícito por la
evangelización, se dedicó por entero a poner al servicio de la sociedad los
instrumentos de comunicación social para promover la verdad de Cristo, e
instauró, además, la Pía Sociedad de San Pablo.
refieren a este santo: Beato Timoteo
Giaccardo
Fundador de la Familia Paulina, fue uno de
los apóstoles más creativos del siglo XX. Nacido en San Lorenzo di Fossano
(Cúneo, Italia) el 4 de abril de 1884, recibió el bautismo al día siguiente. La
familia Alberione, compuesta por Michele y Teresa Allocco más seis hijos,
pertenecía a la clase campesina, era profundamente cristiana y trabajadora. El
pequeño Santiago, cuarto de los hijos, experimenta pronto la llamada de Dios:
el primer año de la escuela elemental, al preguntarle la maestra qué hará
cuando sea mayor, respondió: «Quiero ser cura». Los años de la niñez se
orientan en esa dirección. Trasladada la familia al pueblecito de Cherasco,
parroquia de San Martín, diócesis de Alba, el párroco don Montersino ayuda al
adolescente a tomar conciencia y a responder a la llamada. A los 16 años,
Santiago es admitido en el seminario de Alba y enseguida se encuentra con quien
le será padre, guía, amigo y consejero durante 46 años: el canónigo Francisco
Chiesa.
Al término del Año Santo 1900, habiéndose
sentido interpelado por la encíclica de León XIII «Tametsi futura», Santiago
vive la experiencia determinante de su vida. La noche del 31 de diciembre de
1900, puente entre los dos siglos, el joven seminarista reza cuatro horas
seguidas ante el Smo. Sacramento y proyecta en la luz de Dios su futuro. Una
«luz especial» le vino de la Hostia, y desde aquel momento se siente
«profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y por los
hombres del nuevo siglo»: «obligado a servir a la Iglesia» con los nuevos medios
que el ingenio humano presentaba.
El itinerario del joven Alberione prosigue
intensamente durante los años del estudio de la filosofía y la teología. El 29
de junio de 1907 es ordenado sacerdote. Sigue una breve pero decisiva
experiencia pastoral en Narzole (Cúneo), como vicepárroco. Allí encuentra al
jovencito José Giaccardo, que para él será lo que fue Timoteo para el apóstol
Pablo. Y también allí, el P. Alberione madura la comprensión de lo que puede
hacer la mujer implicada en el apostolado. En el seminario de Alba desempeña el
cargo de Padre espiritual de los seminaristas mayores y menores, y da clases de
varias asignaturas. Se presta para la predicación, catequesis y conferencias en
diversas parroquias de la diócesis. Dedica asimismo mucho tiempo al estudio
sobre la situación de la sociedad civil y eclesial de su tiempo y sobre las
nuevas necesidades que se entrevén.
Comprende que el Señor le guía a una
misión nueva: predicar el Evangelio a todos los pueblos, en el espíritu del
apóstol Pablo, utilizando los medios modernos de comunicación. Atestiguan tal
orientación dos libros suyos: Apuntes de teología pastoral (1912) y La mujer
asociada al celo sacerdotal (1911-1915). Dicha misión, para tener carisma y
continuidad, debe ser asumida por personas consagradas, pues «las obras de Dios
se hacen con los hombres de Dios». Y así, el 20 de agosto de 1914, mientras en
Roma muere el papa Pío X, en Alba el P. Alberione da inicio a la «Familia
Paulina» con la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo. El comienzo es
pobrísimo, de acuerdo con la pedagogía divina: «empezar siempre desde un
pesebre».
La familia humana -en la que el P.
Alberione se inspira- está compuesta de hermanos y hermanas. La primera mujer
que sigue al P. Alberione es una muchacha veinteañera de Castagnito (Cúneo):
Teresa Merlo. Con su aporte, Alberione da comienzo a la congregación de las
Hijas de San Pablo (1915). Lentamente la «Familia» se desarrolla, las
vocaciones masculinas y femeninas aumentan, el apostolado se delinea y toma
forma. En diciembre de 1918 se produce una primera partida de «hijas» hacia
Susa (Turín): empieza una intrépida historia de fe y de iniciativas, que
engendra incluso un estilo característico, denominado «a la paulina». Este
camino parece interrumpirse en 1923, cuando el P. Alberione enferma gravemente
y el diagnóstico de los médicos no deja esperanzas. Pero el Fundador reemprende
milagrosamente el camino: «San Pablo me curó», comentará después. Por entonces
aparece en las capillas paulinas la frase que, en sueño o en revelación, el
divino Maestro dirige al Fundador: «No temáis - Yo estoy con vosotros - Desde
aquí quiero iluminar - Caminad en continua conversión».
Al año siguiente viene a la vida la
segunda congregación femenina: las Pías Discípulas del Divino Maestro, para el
apostolado eucarístico, sacerdotal, litúrgico. A guiarlas en la nueva vocación,
el P. Alberione llama a la joven Hna. Ma. Escolástica Rivata, que morirá a los
noventa años en olor de santidad. En el campo apostólico, el P. Alberione
promueve la impresión de ediciones populares de los Libros Sagrados, y con las
publicaciones periódicas se lanza a las formas más rápidas para hacer llegar el
mensaje de Cristo a los lejanos. En 1912 ya había aparecido la revista Vida
Pastoral destinada a los párrocos; El Domingo, hojita semanal para la animación
de la liturgia dominical, sale en 1921; en 1931 nace Familia Cristiana, revista
semanal con la finalidad de alimentar la vida cristiana de las familias.
Seguirán: La Madre de Dios (1933), «para desvelar a las almas las bellezas y
las grandezas de María»; Pastor bonus (1937), revista mensual en latín; Camino,
Verdad y Vida (1952), revista mensual para dar a conocer y enseñar la doctrina
cristiana; La Vida en Cristo y en la Iglesia (1952), con el fin de hacer
«conocer los tesoros de la Liturgia, difundir cuanto sirve a la Liturgia, vivir
la Liturgia según la Iglesia». El P. Alberione piensa también en los
muchachitos: para ellos empieza a publicar en 1924 Il Giornalino (El
periodiquito).
Se pone mano asimismo a la construcción
del gran templo dedicado a san Pablo en Alba. Seguirán los otros dos a Jesús
Maestro (en Alba y Roma) y el santuario a la Reina de los Apóstoles (Roma).
Sobre todo se mira a salir de los confines locales y nacionales. En 1926 nace
la primera Casa filial en Roma, seguida en los años sucesivos por muchas
fundaciones en Italia y en otras naciones. Entretanto crece el edificio
espiritual: el Fundador inculca el espíritu de entrega mediante «devociones» de
fuerte dinamismo apostólico: a Jesús Maestro y Pastor «Camino y Verdad y Vida»,
a María Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles; a san Pablo apóstol. Es
precisamente la referencia al Apóstol lo que califica en la Iglesia a las
nuevas instituciones como «Familia Paulina». La meta ansiada por el Fundador como
primer empeño, es la conformación plena con Cristo: acoger todo el Cristo
Camino y Verdad y Vida en toda la persona, mente, voluntad, corazón, fuerzas
físicas. Orientación codificada en el librito Donec formetur Christus in vobis
(1932). En octubre de 1938 el P. Alberione funda la tercera congregación
femenina: las Hermanas de Jesús Buen Pastor o «Pastorcitas», destinadas al
apostolado pastoral directo en auxilio de los Pastores.
Durante el obligado paréntesis de la
segunda guerra mundial (1940-1945), el Fundador no se detiene en su itinerario
espiritual. Va acogiendo en medida creciente la luz de Dios en un clima de
adoración y contemplación. De ello son testimonio los Cuadernillos
espirituales, en los que anota las inspiraciones y los medios que adoptar para
responder al proyecto de Dios. En esta atmósfera espiritual nacen las
meditaciones que cada día dicta a los hijos e hijas, las directrices para el
apostolado, la predicación de incontables retiros y cursos de ejercicios
(recogidos en sendos opúsculos). El empeño del Fundador es siempre el mismo:
hacer comprender a todos que «la primera preocupación en la Familia Paulina
será la santidad de la vida, la segunda la santidad de la doctrina». A la luz
de esto hay que entender su Proyecto de una enciclopedia sobre Jesús Maestro
(1959).
En 1954, recordando el 40 aniversario de
fundación, el P. Alberione aceptó por primera vez que se escribiera de él en el
volumen «Mi protendo in avanti» (Me lanzo adelante), y consintió en facilitar
algunos apuntes suyos acerca de los orígenes de la fundación. Surgió así el
librito Abundantes divitiæ gratiæ suæ, que se considera como la «historia
carismática de la Familia Paulina». Familia que fue completándose entre 1957 y
1960, con la fundación de la cuarta congregación femenina, el Instituto Regina
Apostolorum para las vocaciones (Hermanas «Apostolinas»), y de los Institutos
de vida secular consagrada: San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación,
Jesús Sacerdote y Santa Familia. Diez instituciones (incluidos los Cooperadores
Paulinos), unidos todos ellos por el mismo ideal de santidad y de apostolado:
la reafirmación de Cristo «Camino, Verdad y Vida» en el mundo, mediante los
instrumentos de la comunicación social.
A lo largo de los años 1962-1965, el P.
Alberione es protagonista silencioso pero atento del Concilio Vaticano II, de
cuyas sesiones participa diariamente. Entre tanto, no faltan tribulaciones y
sufrimientos: la muerte prematura de sus primeros colaboradores, Timoteo
Giaccardo y Tecla Merlo; la preocupación por las comunidades en países con
dificultades y, personalmente, una martirizadora escoliosis, que le atormentaba
noche y día. Vivió 87 años. Cumplida la obra que Dios le había encargado, el 26
de noviembre de 1971 dejó la tierra para ocupar su sitio en la Casa del Padre.
Sus últimas horas se vieron confortadas con la visita y la bendición del papa
Pablo VI, que nunca ocultó su admiración y veneración por el P. Alberione. Es
conmovedor el testimonio que dio de él en la audiencia concedida a la Familia
Paulina el 28 de junio de 1969 (el Fundador tenía 85 años):
«Miradlo: humilde, silencioso, incansable,
siempre alerta, siempre ensimismado en sus pensamientos, que van de la oración
a la acción, siempre atento a escrutar los «signos de los tiempos», es decir,
las formas más geniales de llegar a las almas... Nuestro P. Alberione ha dado a
la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para vigorizar y
ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y de la
posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos. Deje,
querido P. Alberione, que el Papa goce de esta prolongada, fiel e incansable
fatiga y de los frutos por ella producidos para gloria de Dios y bien de la
Iglesia».
Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 27
de abril de 2003.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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