viernes, 22 de noviembre de 2019

Santos del día 23 de noviembre

Santos del día 23 de noviembre
Nono Kalendas decembris
   San Columbano de Luxeuil y de Bobbio, abad (2 coms.) - Memoria litúrgica   
San Columbano, abad, irlandés de nacimiento, que por Cristo se hizo peregrino para evangelizar a las gentes de las Galias. Fundó, entre otros muchos, el monasterio de Luxeuil, que él mismo rigió con estricta observancia, y obligado después a exiliarse, atravesó los Alpes y construyó el cenobio de Bobbio, en la Liguria, famoso por su disciplina y estudios, en el cual se durmió en paz, lleno de méritos para con la Iglesia. Su cuerpo recibió sepultura en este día.
   San Clemente I Romano, papa mártir (1 coms.) - Memoria litúrgica   
San Clemente I, papa y mártir, tercer sucesor del apóstol san Pedro, que rigió la Iglesia romana y escribió una espléndida carta a los corintios, para fortalecer entre ellos los vínculos de la paz y la concordia. Hoy se celebra el sepelio de su cuerpo en Roma.
En Roma, en el cementerio de Máximo, de la vía Salaria Nueva, santa Felicidad, mártir.
Cerca de Chiusi, de la Toscana, santa Mustiola, mártir.
En Cícico, en el Helesponto, san Sisinio, obispo y mártir, que, según la tradición, después de muchos tormentos murió a espada durante la persecución bajo el emperador Diocleciano.
En Metz, de la Galia Bélgica, conmemoración de san Clemente, que es tenido como primer obispo de esta ciudad.
En Mérida, de Lusitania, santa Lucrecia, mártir.
En Iconio, de Licaonia, san Anfiloquio, obispo, que fue compañero en el desierto de los santos Basilio y Gregorio Nacianceno y también colega en el episcopado. Esclarecido por su santidad y doctrina, libró muchas batallas en favor de la fe católica.
En París, ciudad de la Galia Lugdunense, san Severino, quien, recluido en una celda, se dedicó a la divina contemplación.
En Agrigento, de Sicilia, san Gregorio, obispo, que explicó los libros sagrados para aclarar al pueblo llano las cosas de difícil comprensión.
En Sarquinium (hoy Saint-Trond), de Brabante, en Austrasia, san Trudón, presbítero, que dio todos sus bienes a la Iglesia de Metz y allí mismo edificó un monasterio, donde reunió a sus discípulos.
En Alba, del Piamonte, beata Margarita de Saboya, que, al quedar viuda, se entregó a Dios en el monasterio de religiosas de la Orden de Predicadores, que ella misma había fundado.
En Seúl, de Corea, santa Cecilia Yu So-sa, mártir, que, siendo viuda y ya casi octogenaria, fue despojada de sus bienes por quienes odiaban la fe, y encarcelada e interrogada hasta doce veces, la atormentaron de tal modo con azotes, que murió en la cárcel.
En la ciudad de Guadalupe, en el territorio de Zacatecas, en México, beato Miguel Agustín Pro, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, quien, en la cruel persecución contra la Iglesia, como si fuera un facineroso fue condenado sin juicio a la pena capital, y así alcanzó el martirio que tan ardientemente deseaba.
En Madrid, capital de España, beata María Cecilia (María Felicidad) Cendoya y Araquistain, virgen, de la Orden de la Visitación de Santa María,y mártir, que, en la gran persecución, al ver que sus hermanas habían sido apresadas, se entregó espontáneamente en la misma noche a los milicianos, y al lado de ellas confirmó el testimonio de su fe con el supremo sacrificio de la vida.
En Montcada, Barcelona, beato Alexandre de Barcelona (Jaume Nájera Gherna), presbítero, capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
En Milán, beata Enriqueta Alfieri, virgen de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, que sirvió en las cárceles entre 1923 y 1950, y cuya caridad con los perseguidos le valió a ella misma ser encarcelada.

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