domingo, 31 de marzo de 2019

Santos Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, mártires ! de abril)



Santos Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, mártires

fecha: 1 de abril
†: s. III/IV - país: Italia
otras formas del nombre: Venancio Spalato, Venancio de Salona
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Roma, conmemoración de los santos mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, que la Iglesia se complace en honrar juntamente.
La inscripción de este grupo de mártires tiene una curiosa historia cúltica: parte de una capilla que hubo en la archibasílica de San Juan de Letrán, dedicada a san Venancio y un conjunto de mártires que posiblemente pertenecieron al mismo conjunto martirial. Esa capilla se encontraba al lado de la de San Juan Evangelista (que existe desde antiguo y hasta la actualidad), pero en alguna de las sucesivas remodelaciones de la gran basílica romana, fue reemplazada por capillas de personajes que se juzgaron más relevantes en la época en que haya sido quitada.
Había albergado desde el siglo VII las reliquias del obispo y sus compañeros, así como pinturas y esculturas que adornaban su tumba y narraban su historia. Según Anastasio el bibliotecario, historiador papal del siglo XV, el papa Juan IV, que gobernó la iglesia entre el 640 y el 642, era dálmata, e hijo de Venancio (podría tratarse de hijo en sentido propio, o de discípulo). Las luchas arrianas y las invasiones de pueblos (posiblemente eslavos) estaban haciendo estragos en la península de Istria y en Dalmacia, por lo que hizo trasladar un primero de abril las reliquias de estos venerados mártires a Roma, y las presentó al culto en la capilla lateranense mencionada, así como hizo pintar en el ábside el martirio de estos santos para que se preservara la historia.
También el papa León III, 150 años más tarde, embelleció la capilla de estos santos, y pontífices posteriores estimularon su culto con indulgencias. Lamentablemente las sucesivas destrucciones y refacciones en la archibasílica acabaron con todos estos testimonios de culto, de lo que apenas nos han quedado las breves crónicas, y como las pinturas se perdieron, también la memoria de los hechos concretos en los que dieron su testimonio. El Cardenal Baronio preservó la memoria inscribiéndolos en el Martirologio Romano, y otros martirologios siguieron su ejemplo. El hagiógrafo hispánico Tamayo Salazar (siglo XVII) inscribió a Venancio en su calendario haciéndolo obispo de Toledo, pero fue, sin duda, un error de los tantos de este curioso hagiógrafo que enriqueció el martirologio hispánico tomando de prestado nombres de todo el resto del mundo.
Ver Acta Sanctorum, abril I, pág. 6; B. Platinae Cremonensis, De vitis ac gestis summorum pontificum, pág. 91.

Abel Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: 1-4-2013
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Santa Teodora de Xalapa, mártir.

Santa Teodora de Xalapa, mártir.

La tres veces mártir.

Detalle de Santa Teodora de Xalapa.
Detalle de Santa Teodora de Xalapa.
Santa Teodora de Xalapa, mártir. 1 de abril.

En la Catedral de Xalapa, México, se venera desde finales del siglo XVIII, a "Santa Teodora, virgen y mártir". Fue una santa con mucha devoción en su momento, desde su llegada. Pero...

¿Quién es, o no es, Teodora?
Los archivos catedralicios fueron destruidos durante la persecución religiosa, la llamada Cristera, de los años 20 y 30 del pasado siglo XX en México, así que poco se puede sacar de ahí. Ante la duda de quien sería esta mártir se recurrió a lo que conocemos ya por otros casos: identificarla con alguna mártir del santoral, específicamente con Santa Teodora de Roma (1 de abril). La identificación con la Teodora romana tampoco es que la hiciesen por mero deseo, sino que se basaron en lo que les pareció una evidencia: El martirologio romano dice de Santa Teodora la romana a 1 de abril:
"Rome passio sanctae Theodorae, sororis illustrissimi Martyris Hermetis, quae, sub Hadriano Imperatore, ab Aureliano Judice affecta martyrio, sepulta est juxta fratrem suum, via Salaria, non longe ab Urbe".
 
O sea, que Teodora, hermana de San Hermes (28 de agosto), pareció en Roma y fue sepultada junto a su hermano en las catacumbas de la Vía Salaria. Los enterramientos están muy determinados en el martirologio romano, el cual pocas veces da datos sobre los martirios, pero casi siempre lo hace sobre la deposición o enterramiento del mártir, y es que es esto lo que inicia su culto: el enterramiento, dedicación del altar sobre el sepulcro y veneración a su memora, siempre ligada a las reliquias. 

Los de Xalapa, tienen una copia de la "authenticae", que es es el documento que asegura el origen de las reliquias, su expedición oficial por la Iglesia y la autorización del culto. Y nada más. No certifica que las reliquias sean del santo en cuestión, ni la veracidad de su nombre su nombre. Perdida la original, tenían esa copia que podéis ver en esta imagen, leyeron que claramente dice:
"sacrum corpus Sanctae Christi Martyris Theodora cum vase sanguinis (…) ex coementerio Priscilla extractum"
 
Y, sabiendo que las catacumbas de Priscila están en la Vía Salaria, pensaron descubrir el misterio: Es la misma Teodora de Roma, sin detenerse a pensar en dos cuestiones:

1. Los nombres se repiten con frecuencia, tanto ahora como en la antigüedad. 
2. Las catatumbas de Vía Salaria son lo suficientemente grandes como para que haya, como hubo y hay, miles de cuerpos de mártires y no mártires.

Así que la identificación es peregrina y aventurada. Sí es una mártir, pues la "authenticae" dice que le compaña el "vas sanguinis", lo que indica una veneración a esa sangre, necesariamente derramada en el martirio. Si no, no estaría presente. Hay que aclarar que no siempre es sangre tal cual, a veces son trozos de tela empapados en la sangre, o tierra mezclada con sangre. Tampoco hay que pensar con certeza que el nombre sea el auténtico, pues cuando se inventaban (levantaban) las reliquias si no aparecía en la lápida, se le ponía uno simbólico. Así abundan los Benedicto/a, Victor/ia, y también los Teodoro/a. Todos son nombres cargados de simbolismo cristiano: "benditos", "victoriosos", y "regalo de Dios", que es lo que significa Teodoro/a. Además, también era frecuente ponerles el nombre del papa de turno, por ello abundan los "Pío" y los "Clemente" entre los cuerpos de santos extraídos de Roma. Para saber más sobre este tema, leed estas entradas: Corposantos I y Corposantos II.

Otro detalle que utilizaron los xalapeños para identificarla, más peregrino aún es que las actas de San Hermes dicen que este fue degollado, y la imagen de Santa Teodora de Xalapa luce una herida en el cuello. Pero es que casi todas las imágenes de corposantos presentan ese corte, de sentido más iconográfico que histórico, que representa martirio. Para más inri, Teodora y Hermes no padecieron el mismo día, ni tienen por qué haber sufrido el mismo tipo de martirio. Y un tercer dato que desmontaría el traslado de la Teodora del 1 de abril hasta México es que, según la obra "Grandezas y maravillas de la Ciudad de Roma", escrita por Dn. Gabriel Díaz y Vara, las reliquias de Santa Teodora la romana están en la iglesia dedicada a los Santos Bonifacio Alejo

La asimilación de ambas santas como la misma fue pronta, pues en 1809 se publica el opúsculo "Dia primero de cada mes dedicado a Santa Teodora, cuyo sagrado cuerpo se venera en la Parroquial de Xalapa", lo que indica una devoción consolidada y que a 1 de abril celebraban su memoria, con extensión votiva a cada día 1 de todos los meses. Y así permaneció y permanece, a 1 de abril.

Culto y devoción.
El culto a Santa Teodora en Xalapa sufrió reveses, primero a finales del siglo XIX, luego en la mencionada persecusión cristera, cuando la imagen que guardaba las reliquias fue profanada, destrozada en público y las reliquias escarnecidas. Curiosamente, parece que en esta época circulaba la creencia que lo que se veía era un cuerpo incorrupto porque el escarnio incluyó hacer pasar a todos delante de las reliquias esparcidas y la armazón de alambre y demás materiales, para que se cerciorasen de la falsedad de la incorrupción y desmentir "el engaño a los que la Iglesia sometía a los fieles".

Rescatadas las reliquias y puestas en una nueva imagen yacente (muy digna, todo sea dicho), el culto volvió a sufrir un varapalo cuando se le sacó de su capilla para dedicársela a San Rafael Guízar y Valencia (6 de junio), obispo que fue de la zona. El cuerpo incorrupto del santo obispo pasó a la veneración pública y la santa mártir sacada de su capilla y puesta en un lateral de la catedral y luego en otros sitios de la misma. Finalmente fue colocada en la capilla de la Orden Franciscana Seglar, que la acogió con cariño y se propuso renovar su devoción (loable tarea). Si ellos la llaman la "dos veces mártir", por el martirio en vida y la profanación, yo la llamo la "tres veces mártir", por el ninguneo que han tenido las santas reliquias en aras de la devoción a otro santo, una situación que comparte con no pocos corposantos.

No importa que esta Santa Teodora de Xalapa no sea la romana y que sea una desconocida, lo que importa es la evidencia de su martirio, por la presencia del "Vas Sanguini". Es única y eso es mil veces mejor que identificarla con otra y repetir el culto o mantener un error, que ya conocido, pasaría a ser engaño. Aunque nada pueda saberse de ella (un examen de ADN de las reliquias daría datos físicos e históricos muy interesantes, quien lo duda), no es obstáculo para encomendarse a ella, pedir su intercesión y seguir su ejemplo de fidelidad a Cristo.

Santos del día 1 de abril

Santos del día 1 de abril
Kalendis aprilis
En Roma, conmemoración de los santos mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, que la Iglesia se complace en honrar juntamente.
En Tesalónica, ciudad de Macedonia, santas Agape y Quionia, vírgenes y mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, por negarse a comer carne sacrificada a los ídolos, fueron entregadas al prefecto Dulcecio, quien las condenó a ser quemadas vivas.
En Palestina, santa María Egipcíaca, célebre pecadora de Alejandría, que por la intercesión de la Bienaventurada Virgen se convirtió a Dios en la Ciudad Santa, y llevó una vida penitente y solitaria a la otra orilla del Jordán.
En Lauconne, cerca de Amiens, en la Galia, san Valerico o Valerio, presbítero, que atrajo a no pocos compañeros hacia la vida eremítica.
En el lugar llamado Ardpatrick, en la región de Munster, en Irlanda, san Celso, obispo de Armagh, que promovió intensamente la restauración de la Iglesia.
En Grenoble, ciudad de Burgundia, san Hugo, obispo, que trabajó denodadamente en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y, amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió como primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad.
En el monasterio cisterciense de Bonnevaux, en el Delfinado, en Francia, beato Hugo, abad, cuya caridad y prudencia lograron la armonía entre el papa Alejandro III y el emperador Federico I.
En Caithness, en Escocia, san Gilberto, obispo, que erigió la iglesia catedral en Dornoch y dispuso hospederías para los pobres, y al morir recomendó lo que él mismo había observado durante su vida, a saber, no hacer daño a ningún ser, llevar con paciencia las correcciones divinas y a nadie dar ocasión de tropiezo.
En Lisboa, de Portugal, san Nuno Alvarez Pereira, que primero fue puesto al frente de la defensa del reino y más tarde recibido entre los hermanos oblatos en la Orden Carmelitana, donde llevó una vida pobre y escondida en Cristo.
En York, en Inglaterra, beato Juan Bretton, mártir, que, siendo padre de familia, mostró una gran constancia en la fe de la Iglesia Romana durante el reinado de Isabel I y, amenazado varias veces, se mantuvo firme, por lo que al fin, bajo la falsa acusación de sedición, murió estrangulado.
En Cracovia, Polonia, beata Sofia Czeska-Maciejowska, viuda, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María.
En Brescia, en la región de Lombardía, en Italia, san Luis Pavoni, presbítero, que se entregó con ánimo decidido a la formación de los jóvenes pobres y se interesó sobre todo en su educación religiosa y artesana, para lo cual fundó la Congregación de Hijos de María Inmaculada.
En la Isla de Madeira (Portugal), beato Carlos de Austria, rey.
En Guadalajara, México, beatos laicos José Anacleto González Flores, José Dionisio Luis Padilla Gómez, Jorge Ramón Vargas González y Ramón Vicente Vargas González, mártires.
En el campo de concentración de Dachau, en Alemania, beato José Girotti, sacerdote profeso de la Orden de Predicadores y mártir.
En Shkodrë, Albania, beato Marin Shkurti, presbítero de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártir.

Beata Natalia Tulasiewicz, 31 de marzo


Beata Natalia Tulasiewicz
Beata Natalia Tulasiewicz

Beata Natalia Tulasiewicz, 31 de marzo

Hambre de santidad y belleza

«Hambre de santidad y belleza; el perdón liberador, sintetizan la vida de esta valerosa polaca, filóloga, investigadora, narradora de cuentos, y relatos, que renunció a un matrimonio y dio su vida por Cristo en la cámara de gas»
De 108 mártires beatificados por Juan Pablo II el 13 de junio de 1999, 9 eran laicos, hombres en su mayoría. Dos mujeres componían este grupo. Una era Natalia. Había entregado su vida por la fe a sus 39 años. Quiso defender los pilares que sustentaban su existencia y acompañar a los débiles. Un testimonio de indudable valor siempre, y especialmente en el periodo que atravesamos.
Era polaca. Había nacido el 9 de abril de 1906 en Rzeszów. Fue la segunda de seis hijos. Su familia sembró en su corazón la semilla de la fe, y la defensa de este sagrado depósito se convirtió en lo más importante de su vida. De otro modo, ni habría sido agente de pastoral, ni se habría expuesto conscientemente a ponerla en peligro. Debido a la profesión de su padre, inspector fiscal, vivieron en distintos lugares.
En Cracovia estudió en el colegio regido por las clarisas. Y en 1921, al establecerse en Poznań, siguió su formación con las ursulinas. Entre 1931 y 1932 se licenció en filología polaca. A lo largo de los años afianzó sus principios evangélicos que le ayudarían a afrontar la pérdida de su hermana mayor por causa de la tuberculosis, lesión que ella misma contrajo. Fue a Rabki para recibir tratamiento, y allí impartió clases en el colegio de la Sagrada Familia de Nazaret. Todo ello acontecía en los preámbulos de un momento histórico-político álgido que cambiaría la faz de su país.
Dándole la espalda a un amor que se resistía a compartir con ella la fe, entendió, pese a todo, que su lugar estaba en el mundo, no en el convento. Fue honesta, coherente, generosísima. No entraba en sus planes de futuro forjar un hogar junto a un hombre que abiertamente profesaba el ideal comunista. Ocho años intentando que Jack se convirtiera sin conseguirlo le bastaron para dejar cerrado este capítulo de su vida, no sin dolor, no sin sacrificio.
En 1934 canceló su compromiso y abrió sus brazos a un nuevo horizonte. Inteligente, vital e inquieta, solía rodearse de personas que no cediesen a lo banal. Amaba la música –en 1931 había defendido la tesis «Mickiewicz y la música»–y le fascinaba la literatura. Además, se deleitaba con la naturaleza, con el teatro… Era políglota, investigadora, narradora de cuentos, relatos, y estaba inclinada también a la labor periodística que tuvo su manifestación en elaborados reportajes publicados en la prensa de su país. Viajó por Italia y al pasar por Asís debió experimentar gran emoción al encontrarse en la patria del Poverello, que era uno de los santos que admiraba. Entre sus lecturas se hallaba su vida, junto a la de Teresa de Avila,Juan de la Cruz y Alberto Chmielowski. Una personalidad muy atractiva, prolongación de su encanto natural.
Desde 1933 a 1937 en su quehacer docente fue sembrando de esperanza el futuro de sus alumnos que acudían a las aulas de la escuela de San Casimiro de Poznań, y en el liceo regido por las madres ursulinas. Era una líder apostólica nata. Por influjo de la excepcional formación que había recibido en su hogar, desde niña se había ido abriendo paso en su interior un poderoso sentimiento impregnado de la bienaventuranza «los que tienen hambre y sed de justicia». Así lo expresó: «El hambre es doble dentro de mí. El hambre de santidad y el hambre de belleza. En realidad, son los mismos». Formaba parte de la Sociedad de María.
Nada más producirse la invasión de Hitler y Stalin sobre Polonia en 1939, responsables de regímenes opuestos a todo fenómeno religioso dictaron contra ella una orden de extrañamiento. Y de la noche a la mañana se encontró desprovista de hogar y de la elemental seguridad y libertad a la que todo ciudadano tiene derecho. Profesionalmente pasó a ser una docente obligada a impartir enseñanza de forma clandestina.
Vivió en Ostrowiec Kielecki y finalmente se trasladó a Cracovia, lugar al que también se desplazó su familia. En ese momento vio consternada cómo el ejercicio de las clases quedaba completamente vedado para ella. Infinitamente más doloroso fue ver que las circunstancias dramáticas le impedían ejercitar su apostolado.
Y sumamente preocupada por la repercusión que los hechos que acontecían podían tener en la vida espiritual de tantas jóvenes como ella, especialmente de las que habían sido enviadas a Alemania para realizar trabajos forzados, en 1943 se ofreció voluntariamente para partir allí, y se convirtió en obrera de una de las fábricas. De ese modo podía alentar a sus compañeras a que conservaran intacta la fe. La decisión surgió después de visitar a uno de sus hermanos en el ghetto y ver las condiciones infrahumanas que rodeaban a todos.
Ella formaba parte de la resistencia polaca. No es difícil imaginar el desaliento y la angustia de estas jornaleras, y el bálsamo que supuso la ofrenda de Natalia que les transmitía su plena confianza en Dios omnipotente. Junto al trabajo que desempeñaba en la fábrica Günther-Wagner de Hannover, de forma valerosa infundía esperanza en el Creador y animaba a confiarse a Él a más de trescientas obreras polacas. Este intenso apostolado laical que llevaba a cabo llamó la atención. Y fue arrestada por la Gestapo en 1944. La reclusión les parecía poco y la torturaron de forma atroz, ultrajándola en la cárcel de Colonia para internarla después en el campo de exterminio de Ravensbrück, Alemania. Ese Dios al que imploraba le había dado una fuerza de hierro.
El Viernes Santo de 1945, a pesar de las vejaciones sufridas que la habían dejado extremadamente debilitada, dio una lección en el barracón sobre la Pasión y Resurrección de Cristo que infundió gran ánimo en los creyentes. Una de sus heroicas lecciones fue el perdón: «No se puede vivir con el odio, el odio lleva siempre a la muerte […]. No se puede odiar ni siquiera a aquellos que nos han hecho mal». El 31 de marzo, Domingo de Pascua, la condujeron a la cámara de gas, donde entregó su vida al Padre. Dos días más tarde los aliados liberaron a todos los prisioneros.

EL NACIMIENTO DE EUROPA LECCIÓN 8/8 (Seminario del P. Antonio Oliver)

EL NACIMIENTO DE EUROPA LECCIÓN 8/8 





Vamos a intentar hacer el estudio de cómo se pasa de una cultura a otra y concretamente como se pasa del Mundo Grecorromano a la Edad Media, ya que ésta es la creadora y el alma de Europa.


EL NACIMIENTO DE EUROPA LECCIÓN 8/8 (06/junio/1990)

Papel del mundo musulmán en la cultura Occidental.
Contribución en la fabricación y esplendor de la Edad Media.
Año 622 aparece la religión musulmana.
Historia económica y social de la Edad Media (Libro de Henri Pirenne) 
La geografía factor determinante de la Historia.
Los países del Norte son protestantes, los del Sur católicos.
Teorías calvinistas en Europa.
El Corán es la poesía mejor de las Humanidad.
La Edad Media se constituye por el cierre del Mediterráneo.
El mundo islámico (Aldo Mieli)
Apología de los árabes.
Florece Córdoba, a partir del S. X, es el centro del mundo árabe. Los árabes son los sabios del mundo. Todo lo Oriental viene a parar.
Los primeros escritos musulmanes.
S. XI, pasan los tesoros de Córdoba a Toledo. Primeras escuelas de traductores, (Cristianos, Judíos y Musulmanes).
Cuadrivium, ciencias empíricas ( Aritmética, Geometría, Música y Astronomía 
Trivium, (Gramática, Retórica y Dialéctica).
Los árabes enseñaron  a Occidente la Teología (Murcia musulmana, místicos disidentes).
S. XII, Averroes gran comentarista de Aristóteles.
El mundo que se fraguaba en España era enemiga de Europa. El cuadrivium es diabólico.
Hasta 1200, la convivencia en España de las tres religiones, sin problemas.

El Papa recuerda que una pequeña comunidad cristiana no tiene por qué ser insignificante 31032019

El Papa recuerda que una pequeña comunidad cristiana no tiene por qué ser insignificante


El Papa pronuncia su discurso. Foto: ACI Prensa

El Papa pronuncia su discurso. Foto: ACI Prensa

El Papa Francisco aseguró que una comunidad cristiana de pequeño tamaño, como la de Marruecos, no tiene por qué ser insignificante, siempre que sea fiel al Evangelio.
En el encuentro con los sacerdotes, religiosos, consagrados y el Consejo Ecuménico de las Iglesias este domingo 31 de marzo en la catedral de Rabat, en el viaje que está realizando a Marruecos, el Santo Padre señaló que “los caminos de la misión no pasan por el proselitismo, que lleva siempre a un callejón sin salida, sino por nuestro modo de ser con Jesús y con los demás”.
Por tanto, “el problema no es ser pocos, sino ser insignificantes, convertirse en una sal que ya no tiene sabor de Evangelio, o en una luz que ya no ilumina”.
En este sentido, rechazó la idea de que sólo se puede ser significativo “si somos la masa y si ocupamos todos los espacios”.
Insistió en que “somos cristianos porque hemos sido amados y encontrados, y no gracias al proselitismo”.
Francisco reconoció que “los cristianos son un grupo pequeños en este país”, y explicó que “para mí esta realidad no es un problema, aun cuando reconozco que a veces la vida pueda resultar difícil para algunos”.
El Papa se remitió a la parábola evangélica del grano de levadura para afirmar que la comunidad cristiana de Marruecos “es semejante a un poco de levadura que la madre Iglesia quiere mezclar con una gran cantidad de harina, hasta que toda la masa fermente”.
La razón de esa explicación, es que “Jesús no nos ha elegido y enviado para que seamos los más numerosos. Nos ha llamado para una misión. Nos ha puesto en la sociedad como esa pequeña cantidad de levadura: la levadura de las bienaventuranzas y el amor fraterno donde todos como cristianos nos podemos encontrar para que su Reino se haga presente”.
“Nuestra misión de bautizados, sacerdotes, consagrados, no está determinada principalmente por el número o la cantidad de espacios que se ocupan, sino por la capacidad que se tiene de generar y suscitar transformación, estupor y compasión; por el modo en el que vivamos como discípulos de Jesús, junto a aquellos con quienes compartimos lo cotidiano, las alegrías, los dolores, los sufrimientos y las esperanzas”.
Por ello, dadas las características de la comunidad cristiana en Marruecos, el Papa recomendó diálogo a los miembros de la Iglesia. “Afirmar que la Iglesia debe entablar un diálogo no depende de una moda, menos aún de una estrategia para que aumente el número de sus miembros”.
“Si la Iglesia debe entablar un diálogo es por fidelidad a su Señor y Maestro que, desde el comienzo, movido por el amor, ha querido dialogar como amigo e invitarnos a participar de su amistad”.
Explicó el Pontífice que “en estas tierras, el cristiano aprende a ser sacramento vivo del diálogo que Dios quiere entablar con cada hombre y mujer, en cualquier situación que viva. Por tanto, es un diálogo que estamos llamados a realizar a la manera de Jesús, manso y humilde de corazón, con un amor ferviente y desinteresado, sin cálculos y sin límites, respetando la libertad de las personas”.
En concreto, “como consagrados, estamos llamados a vivir dicho diálogo de salvación como intercesión por el pueblo que nos ha sido confiado”.
“Es un diálogo que se convierte en oración y que podemos realizar concretamente todos los días en nombre de la fraternidad humana”, señaló el Papa.
El Papa cerró su discurso con un llamado a la caridad, “especialmente hacia los más débiles, es la mejor oportunidad que tenemos para seguir trabajando en favor de una cultura del encuentro”.

Homilía del Papa Francisco pronunciada en Rabat, Marruecos 31032019

Homilía del Papa Francisco pronunciada en Rabat, Marruecos


El Papa Francisco durante la Misa celebrada en Rabat. Foto: ACI Prensa
El Papa Francisco durante la Misa celebrada en Rabat. Foto: ACI Prensa

El Papa Francisco pidió en Marruecos que se superen las desconfianzas y la división entre los pueblos, para lo cual animó a realizar un ejercicio de misericordia.
En su homilía de la Misa celebrada en el complejo deportivo Principe Moulay Abdellah este domingo 3 de marzo, el Pontífice reflexionó sobre la parábola del hijo pródigo y señaló que la relación entre los dos hermanos descrita en ese pasaje evangélico es un fiel reflejo de las relaciones entre comunidades.
A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:
«Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó» (Lc 15,20).
Así el evangelio nos pone en el corazón de la parábola que transparenta la actitud del padre al ver volver a su hijo: tocado en las entrañas no lo deja llegar a casa cuando lo sorprende corriendo a su encuentro. Un hijo esperado y añorado. Un padre conmovido al verlo regresar.
Pero no fue el único momento en que el padre corrió. Su alegría sería incompleta sin la presencia de su otro hijo. Por eso también sale a su encuentro para invitarlo a participar de la fiesta (cf. v. 28). Pero, al hijo mayor parece que no le gustaban las fiestas de bienvenida, le costaba soportar la alegría del padre, no reconoce el regreso de su hermano: «ese hijo tuyo» afirmó (v. 30). Para él su hermano sigue perdido, porque lo había perdido ya en su corazón.
En su incapacidad de participar de la fiesta, no sólo no reconoce a su hermano, sino que tampoco reconoce a su padre. Prefiere la orfandad a la fraternidad, el aislamiento al encuentro, la amargura a la fiesta. No sólo le cuesta entender y perdonar a su hermano, tampoco puede aceptar tener un padre capaz de perdonar, dispuesto a esperar y velar para que ninguno quede afuera, en definitiva, un padre capaz de sentir compasión.
En el umbral de esa casa parece manifestarse el misterio de nuestra humanidad: por un lado, estaba la fiesta por el hijo encontrado y, por otro, un cierto sentimiento de traición e indignación por festejar su regreso. Por un lado, la hospitalidad para aquel que había experimentado la miseria y el dolor, que incluso había llegado a oler y a querer alimentarse con lo que comían los cerdos; por otro lado, la irritación y la cólera por darle lugar a quien no era digno ni merecedor de tal abrazo.
Así, una vez más sale a la luz la tensión que se vive al interno de nuestros pueblos y comunidades, e incluso de nosotros mismos. Una tensión que desde Caín y Abel nos habita y que estamos invitados a mirar de frente: ¿Quién tiene derecho a permanecer entre nosotros, a tener un puesto en nuestras mesas y asambleas, en nuestras preocupaciones y ocupaciones, en nuestras plazas y ciudades? Parece continuar resonando esa pregunta fratricida: acaso ¿soy guardián de mi hermano? (cf. Gn 4,9).
En el umbral de esa casa aparecen las divisiones y enfrentamientos, la agresividad y los conflictos que golpearán siempre las puertas de nuestros grandes deseos, de nuestras luchas por la fraternidad y para que cada persona pueda experimentar desde ya su condición y dignidad de hijo.
Pero a su vez, en el umbral de esa casa brillará con toda claridad, sin elucubraciones ni excusas que le quiten fuerza, el deseo del Padre: que todos sus hijos tomen parte de su alegría; que nadie viva en condiciones no humanas como su hijo menor, ni en la orfandad, el aislamiento o en la amargura como el hijo mayor. Su corazón quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tm 2,4).
Es cierto, son tantas las circunstancias que pueden alimentar la división y la confrontación; son innegables las situaciones que pueden llevarnos a enfrentarnos y dividirnos. No podemos negarlo. Siempre nos amenaza la tentación de creer en el odio y la venganza como formas legítimas de brindar justicia de manera rápida y eficaz. Pero la experiencia nos dice que el odio, la división y la venganza, lo único que logran es matar el alma de nuestros pueblos, envenenar la esperanza de nuestros hijos, destruir y llevarse consigo todo lo que amamos.
Por eso Jesús nos invita a mirar y contemplar el corazón del Padre. Sólo desde ahí podremos redescubrirnos cada día como hermanos. Sólo desde ese horizonte amplio, capaz de ayudarnos a trascender nuestras miopes lógicas divisorias, seremos capaces de alcanzar una mirada que no pretenda clausurar ni claudicar nuestras diferencias buscando quizás una unidad forzada o la marginación silenciosa. Sólo si cada día somos capaces de levantar los ojos al cielo y decir Padre nuestro podremos entrar en una dinámica que nos posibilite mirar y arriesgarnos a vivir no como enemigos sino como hermanos.
«Todo lo mío es tuyo» (Lc 15,31), le dice el padre a su hijo mayor. Y no se refiere tan sólo a los bienes materiales sino a ser partícipes también de su mismo amor y compasión. Esa es la mayor herencia y riqueza del cristiano. Porque en vez de medirnos o clasificarnos por una condición moral, social, étnica o religiosa podamos reconocer que existe otra condición que nadie podrá borrar ni aniquilar ya que es puro regalo: la condición de hijos amados, esperados y celebrados por el Padre.
«Todo lo mío es tuyo», también mi capacidad de compasión, nos dice el Padre. No caigamos en la tentación de reducir nuestra pertenencia de hijos a una cuestión de leyes y prohibiciones, de deberes y cumplimientos. Nuestra pertenencia y nuestra misión no nacerá de voluntarismos, legalismos, relativismos o integrismos sino de personas creyentes que implorarán cada día con humildad y constancia: venga a nosotros tu Reino.
La parábola evangélica presenta un final abierto. Vemos al padre rogar a su hijo mayor que entre a participar de la fiesta de la misericordia. El evangelista no dice nada sobre cuál fue la decisión que este tomó. ¿Se habrá sumado a la fiesta? Podemos pensar que este final abierto está dirigido para que cada comunidad, cada uno de nosotros pueda escribirlo con su vida, con su mirada y actitud hacia los demás. El cristiano sabe que en la casa del Padre hay muchas moradas, sólo quedan afuera aquellos que no quieran tomar parte de su alegría.
Queridos hermanos, quiero darles las gracias por el modo en que dan testimonio del evangelio de la misericordia en estas tierras. Gracias por los esfuerzos realizados para que sus comunidades sean oasis de misericordia. Los animo y aliento a seguir haciendo crecer la cultura de la misericordia, una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea su sufrimiento (cf. Carta ap. Misericordia et misera, 20). Sigan cerca de los pequeños y de los pobres, de los que son rechazados, abandonados e ignorados, sigan siendo signo del abrazo y del corazón del Padre.
Que el Misericordioso y el Clemente —como lo invocan tan a menudo nuestros hermanos y hermanas musulmanas— los fortalezca y haga fecundas las obras de su amor.

Discurso del Papa Francisco ante sacerdotes, religiosos y consagrados en Rabat 31032019

Discurso del Papa Francisco ante sacerdotes, religiosos y consagrados en Rabat


El Papa durante el encuentro con los consagrados. Foto: Captura de Youtube

El Papa durante el encuentro con los consagrados. Foto: Captura de Youtube
El Papa Francisco se reunió en la Catedral de Rabat, este domingo 31 de marzo en el contexto de su viaje apostólico a Marruecos, con sacerdotes, religiosos, consagrados y el Consejo Ecuménico de las Iglesias.
Ante ellos, el Santo Padre rechazó el proselitismo y recordó que una comunidad cristiana pequeña, como la de Marruecos, no significa que sea insignificante. Además, el Pontífice hizo un llamado al diálogo y a la caridad.
A continuación, el texto completo del discurso del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas:
Estoy muy contento de encontrarme con vosotros. Agradezco especialmente al padre Germain y a sor Mary sus testimonios. También deseo saludar al Consejo Ecuménico de las Iglesias, que manifiesta visiblemente la comunión que se vive aquí en Marruecos entre cristianos de diversas confesiones, en el camino de la unidad. Los cristianos son un grupo pequeño en este país.
Pero para mí esta realidad no es un problema, aun cuando reconozco que a veces la vida pueda resultar difícil para algunos. Vuestra situación me trae a la memoria la pregunta de Jesús: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? […] Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó» (Lc 13,18.21). Parafraseando las palabras del Señor podríamos preguntarnos: ¿A qué es semejante un cristiano en estas tierras? ¿A qué se puede comparar? Es semejante a un poco de levadura que la madre Iglesia quiere mezclar con una gran cantidad de harina, hasta que toda la masa fermente. En efecto, Jesús no nos ha elegido y enviado para que seamos los más numerosos. Nos ha llamado para una misión. Nos ha puesto en la sociedad como esa pequeña cantidad de levadura: la levadura de las bienaventuranzas y el amor fraterno donde todos como cristianos nos podemos encontrar para que su Reino se haga presente.
Queridos amigos: esto significa que nuestra misión de bautizados, sacerdotes, consagrados, no está determinada principalmente por el número o la cantidad de espacios que se ocupan, sino por la capacidad que se tiene de generar y suscitar transformación, estupor y compasión; por el modo en el que vivamos como discípulos de Jesús, junto a aquellos con quienes compartimos lo cotidiano, las alegrías, los dolores, los sufrimientos y las esperanzas.
En otras palabras, los caminos de la misión no pasan por el proselitismo, que lleva siempre a un callejón sin salida, sino por nuestro modo de ser con Jesús y con los demás. Por tanto, el problema no es ser pocos, sino ser insignificantes, convertirse en una sal que ya no tiene sabor de Evangelio, o en una luz que ya no ilumina (cf. Mt 5,13-15).
Creo que la preocupación surge cuando a nosotros, cristianos, nos abruma pensar que solo podemos ser significativos si somos la masa y si ocupamos todos los espacios. Vosotros sabéis bien que la vida se juega en la capacidad que tengamos de “ser fermento” allí donde nos encontremos y con quien nos encontremos, «aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 210). Porque cristiano no es el que se adhiere a una doctrina, a un templo o a un grupo étnico.
Ser cristiano es un encuentro. Somos cristianos porque hemos sido amados y encontrados, y no gracias al proselitismo. Ser cristianos es reconocerse perdonados y enviados a actuar del mismo modo que Dios ha obrado con nosotros, porque «en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,35).
Queridos hermanos y hermanas: consciente del contexto en el que estáis llamados a vivir vuestra vocación bautismal, vuestro ministerio, vuestra consagración, me vienen a la mente las palabras del Papa san Pablo VI en la encíclica Ecclesiam suam: «La Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio» (n. 34).
Afirmar que la Iglesia debe entablar un diálogo no depende de una moda, menos aún de una estrategia para que aumente el número de sus miembros. Si la Iglesia debe entablar un diálogo es por fidelidad a su Señor y Maestro que, desde el comienzo, movido por el amor, ha querido dialogar como amigo e invitarnos a participar de su amistad (cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum, 2). Así, como discípulos de Jesucristo estamos llamados, desde el día de nuestro Bautismo, a formar parte de este diálogo de salvación y de amistad, del que somos los primeros beneficiarios.
En estas tierras, el cristiano aprende a ser sacramento vivo del diálogo que Dios quiere entablar con cada hombre y mujer, en cualquier situación que viva. Por tanto, es un diálogo que estamos llamados a realizar a la manera de Jesús, manso y humilde de corazón (cf. Mt 11,29), con un amor ferviente y desinteresado, sin cálculos y sin límites, respetando la libertad de las personas.
En este espíritu, encontramos hermanos mayores que nos muestran el camino, porque con su vida han testimoniado que esto es posible, un “listón alto” que nos desafía y estimula. Cómo no recordar la figura de san Francisco de Asís que, en plena cruzada, fue a encontrarse con el sultán al-Malik al-Kamil. Y cómo no mencionar al beato Carlos de Foucauld que, profundamente impresionado por la vida humilde y escondida de Jesús en Nazaret, a quien adoraba en silencio, quiso ser un “hermano universal”. E incluso a los hermanos y hermanas cristianos que han elegido ser solidarios con un pueblo hasta dar la propia vida. Así, cuando la Iglesia, fiel a la misión recibida del Señor, entabla un diálogo con el mundo y se hace coloquio, contribuye a la llegada de la fraternidad, que tiene su fuente profunda no en nosotros, sino en la paternidad de Dios.
Como consagrados, estamos llamados a vivir dicho diálogo de salvación como intercesión por el pueblo que nos ha sido confiado. Recuerdo una vez —hablando con un sacerdote que se encontraba como vosotros en un lugar donde los cristianos son minoría—, me contaba que la oración del “Padre nuestro” había adquirido una resonancia especial en él porque, rezando en medio de personas de otras religiones, sentía con fuerza las palabras «danos hoy nuestro pan de cada día».
La oración de intercesión del misionero también por ese pueblo, que en cierta medida le había sido confiado, no para administrar sino para amar, lo llevaba a rezar esta oración con un tono y un gusto especiales. El consagrado, el sacerdote, lleva a su altar con su oración la vida de sus compatriotas y mantiene viva, como a través de una pequeña grieta en esa tierra, la fuerza vivificante del Espíritu. Qué hermoso es saber que, en los distintos rincones de esta tierra, en vuestras voces, la creación implora y sigue diciendo: “Padre nuestro”.
Por tanto, es un diálogo que se convierte en oración y que podemos realizar concretamente todos los días en nombre «de la “fraternidad humana” que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales. En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres» (Documento sobre la fraternidad humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019).
Una oración que no distingue, no separa, no margina, sino que se hace eco de la vida del prójimo; oración de intercesión que es capaz de decir al Padre: «Venga tu reino». No con la violencia, el odio o la supremacía étnica, religiosa, económica, sino con la fuerza de la compasión derramada en la Cruz por todos los hombres. Esta es la experiencia vivida por la mayor parte de vosotros.
Doy gracias a Dios por lo que habéis hecho aquí en Marruecos, como discípulos de Jesucristo, encontrando cada día en el diálogo, en la colaboración y en la amistad los instrumentos para sembrar futuro y esperanza. Así desenmascaráis y lográis poner en evidencia todos los intentos de utilizar las diferencias y la ignorancia para sembrar miedo, odio y conflicto. Porque sabemos que el miedo y el odio, alimentados y manipulados, desestabilizan y dejan nuestras comunidades espiritualmente indefensas.
Sin otro deseo que el de hacer visible la presencia y el amor de Cristo, que se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8,9), os animo a que sigáis estando cerca de quienes a menudo son dejados atrás, de los pequeños y los pobres, de los presos y los migrantes. Que vuestra caridad sea siempre activa y un camino de comunión entre los cristianos de todas las confesiones presentes en Marruecos: el ecumenismo de la caridad. Que pueda ser también un camino de diálogo y de cooperación con nuestros hermanos y hermanas musulmanes, y con todas las personas de buena voluntad.
La caridad, especialmente hacia los más débiles, es la mejor oportunidad que tenemos para seguir trabajando en favor de una cultura del encuentro. Que ese sea el camino que permita a las personas heridas, probadas, excluidas, reconocerse por fin miembros de la única familia humana, en el signo de la fraternidad.
Como discípulos de Jesucristo, en este mismo espíritu de diálogo y de cooperación, tened siempre el deseo de contribuir al servicio de la justicia y la paz, de la educación de los niños y los jóvenes, de la protección y el acompañamiento de los ancianos, los débiles, las personas con discapacidades y los oprimidos.
Hermanos y hermanas: agradezco nuevamente a todos vosotros vuestra presencia y vuestra misión aquí en Marruecos. Gracias por vuestro servicio humilde y discreto, siguiendo el ejemplo de nuestros mayores en la vida consagrada, entre los cuales quiero mencionar a la decana, sor Ersilia. Querida hermana: a través de ti dirijo un cordial saludo a las hermanas y a los hermanos ancianos que, a causa de su estado de salud, no están físicamente presentes con nosotros, pero permanecen unidos a través de la oración.
Todos vosotros sois testigos de una historia que es gloriosa porque es historia de sacrificios, esperanzas, lucha cotidiana, vida gastada en el servicio, constancia en el trabajo fatigoso, porque toda labor es sudor de la frente. Pero permitidme también deciros: «¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa» (Exhort. ap. Postsin. Vita consecrata, 110), para seguir siendo signo vivo de esa fraternidad a la que el Padre nos ha llamado, sin voluntarismos y sin resignación, sino como creyentes que saben que el Señor siempre nos precede y abre espacios de esperanza donde parecía que algo o alguien se había perdido.
El Señor os bendiga a cada uno de vosotros y, por medio de vosotros, a los miembros de vuestras comunidades. Que su Espíritu os ayude a dar frutos en abundancia: frutos de diálogo, de justicia, de paz, de verdad y de amor para que en esta tierra amada por Dios crezca la fraternidad humana.
Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias. Y ahora nos ponemos bajo la protección de la Virgen María recitando el Ángelus.