Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones del obispo de San Cristóbal de Las Casas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones del obispo de San Cristóbal de Las Casas. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Mons. Felipe Arizmendi: Proyecto Global Pastoral en México 22112017

Mons. Felipe Arizmendi: Proyecto Global Pastoral en México

Con dos fechas como referencia: el año 2031 y el año 2033
En 2031 será el 500 aniversario de las apariciones de la Virgen en Guadalupe
En 2031 Será El 500 Aniversario De Las Apariciones De La Virgen En Guadalupe
IGLESIA HACIA EL 31-33
+ Felipe Arizmendi EsquivelObispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
Los obispos mexicanos, con las aportaciones de muchas personas del país, estamos elaborando un Proyecto Global Pastoral, al que hemos puesto dos fechas como referencia: el año 2031, en que se cumplen 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en 1531, y el año 2033, a los dos mil años de la muerte de Cristo, acaecida, según el calendario actual, en el año 33 de nuestra era. Habíamos pensado aprobarlo en nuestra reciente asamblea plenaria, pero decidimos esperar hasta abril próximo, para dar oportunidad de que más personas sean escuchadas y nos den su punto de vista, y así se involucren en su proceso y posterior ejecución. No es un Proyecto para que se ponga en práctica hasta aquellos años, sino un camino iluminador para llegar a esas fechas con una Iglesia más renovada.
Seguimos el método de ver, pensar y actuar. En el análisis de la realidad, se tomaron en cuenta varios fenómenos, como el cambio de época, el relativismo, la corrupción, una ideología de género desvinculada de la identidad sexual, el desencuentro entre personas, generaciones, culturas y pueblos. Se resaltó el rompimiento en la estructura familiar, el divorcio, la violencia intrafamiliar, el aborto, la mentalidad anticonceptiva. Se mencionó el creciente urbanismo, que cambia culturas y origina cinturones de miseria. Se dijo que una de las raíces de nuestros problemas es la desigualdad económica, la inequidad, la pobreza, la injusta distribución de la riqueza, causadas por el sistema neoliberal en que vivimos. Muchos mexicanos no tienen acceso justo a vivienda, alimentación, transporte, vestido, salud, trabajo y educación de calidad. La violencia, el narcotráfico, el crimen organizado, los desaparecidos, los secuestros, los homicidios, las extorsiones, la inseguridad, ensombrecen el panorama social, rompen el tejido social, promueven inestabilidad y polarización social, todo lo cual lleva a un ambiente de desconfianza e inseguridad.
Se reconoce que vivimos una transición democrática truncada, sin una participación ciudadana más responsable, con partidos que han perdido la confianza de una gran cantidad de personas, con peligro de manipulación y uso instrumental del pueblo pobre y rezagado educativamente, sin discernimiento crítico de las propuestas preelectorales.
En el documento de trabajo, se pide perdón por todas las acciones y omisiones que han afectado la dignidad de los pueblos indígenas y afrodescendientes. Se enumeró la situación injusta y precaria a la que han sido sometidas muchas mujeres, en la familia, en la sociedad y en la misma Iglesia. Se afirmó que no podemos posponer más su plena incorporación, la vigencia de sus derechos y la valoración de su aporte propio. Se dijo que nos abruma nuestra irresponsabilidad ante el medio ambiente, la pérdida de biodiversidad, la contaminación, la deforestación, las consecuencias del cambio climático.
El análisis de la realidad concluye con esta afirmación: “Toda esta realidad histórica nos interpela a redoblar nuestro servicio pastoral. Cada sufrimiento, cada situación de injusticia, son una llamada de atención, pues muestran el gran desafío de evangelizar muchas realidades temporales que no corresponden a la promoción de la vida en plenitud”, que es el gran proyecto del Reino de Dios.
PENSAR
En la segunda parte del Proyecto, repasamos algunas líneas doctrinales que iluminan nuestro caminar eclesial, como el misterio de la Redención, el “Hecho Guadalupano”, la Palabra de Dios, la necesidad de una conversión personal y pastoral, la sinodalidad, los documentos recientes del magisterio pontificio.
Recordamos lo que nos pidió el papa Francisco a los obispos, cuando nos encontramos con él en la Ciudad de México, el 13 de febrero de 2016. Hablaba del narcotráfico, pero esta preocupación es global: “Les ruego por favor no minusvalorar el desafío ético y anti cívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia. La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza. Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada”.
ACTUAR
En la tercera parte, nos proponemos atender ocho desafíos, a reserva de las nuevas consultas que se hagan, y que nos urjan a otros: Nueva evangelización, ser Iglesia en salida, construcción de paz, reconciliación y solidaridad, economía solidaria, renovación de estructuras eclesiales, renovación parroquial, nuevas generaciones, jóvenes, vocaciones y mundo digital, migración.
Que el Espíritu Santo nos asista, para que seamos la Iglesia que Jesús quiere.

jueves, 14 de septiembre de 2017

“Reacciones ante el terremoto” por Mons. Felipe Arizmendi 14092017


“Reacciones ante el terremoto” por Mons. Felipe Arizmendi

Muchas personas nos expresan su cercanía, en oraciones y en apoyos materiales

Ubicación del estado del Chiapas (Google maps)
Ubicación Del Estado Del Chiapas (Google Maps)
REACCIONES ANTE EL TERREMOTO
 + Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
En la noche del jueves 7 de septiembre, un devastador terremoto de 8.2 azotó gravemente a una parte de nuestro país, causando muchos daños en Oaxaca y Chiapas. Hay casi un centenar de muertos, miles de viviendas devastadas, escuelas y centros de salud derruidos. En el territorio de la diócesis, sólo tres personas fallecieron y unas pocas casas se cayeron. Lo más visible son las fracturas y derrumbes en numerosos templos de los siglos XVI y XVII. Va a tardar su restauración.
Ante este hecho, son muchas las reacciones. Unos indígenas de Tenejapa me compartían que un pastor protestante les ha dicho que este sismo es una prueba de que Dios no quiere a la Iglesia Católica, pues varios de nuestros templos sufrieron daños. Por tanto, les pide que se cambien a su religión. ¡Qué ignorancia! También se cayeron templos protestantes; también murieron personas de religión evangélica. En la Costa de Chiapas y en el Istmo de Tehuantepec, donde más se sintió el efecto devastador, hay muchos protestantes. Por tanto, no fue un temblor selectivo de parte de Dios contra los católicos. Todos somos pecadores, y quien diga que no lo es, comete dos pecados graves: la mentira y el orgullo. Tampoco es una prueba del inminente fin del mundo, como otros predicadores afirman. Los científicos explican este terremoto como el movimiento brusco de la placa tectónica llamada de Cocos, en las playas de Chiapas, que es parte de la falla que viene desde California. Es algo natural, no un castigo de Dios.
Ha habido mucha solidaridad nacional e internacional, que agradecemos de corazón. Muchas personas nos expresan su cercanía, en oraciones y en apoyos materiales. Valoramos los servicios de las diferentes instancias de gobierno, federal, estatal y municipal. Resaltamos el trabajo del ejército mexicano. Muchísimos voluntarios hacen posible que las ayudas fluyan. Sin embargo, no faltan políticos que aprovechan esta desgracia para conseguir votos. Y muchas personas sólo se limitan a ver desde lejos el sufrimiento ajeno, critican todo y a todos, pero ni un peso aportan para ayudar a los que se quedaron sin nada.
Como los noticieros televisivos publican casi sólo lo que hacen las instancias gubernamentales, algunos se preguntan dónde está la Iglesia, pues no aparece. Esta es una de sus grandes virtudes. Me ha tocado vivir inundaciones y otros fenómenos, y es nuestra gente de Iglesia la primera en acudir y ayudar, pues estamos en medio del pueblo y llegamos a donde no llega el gobierno ni la televisión. Doy testimonio de la ayuda mutua, fraterna e inmediata, de los vecinos, de las familias, de nuestros catequistas, de las parroquias, de Caritas y de los agentes de pastoral, aunque no salgan en los medios informativos. Que no sepa tu mano izquierda…
PENSAR
El salmo responsorial del domingo pasado, decía: Señor, que no seamos sordos a tu voz. Dios nos habla en los acontecimientos. El terremoto no es castigo de Dios, pero es una advertencia: no somos dioses, somos frágiles y en cualquier momento podemos terminar. Las cosas por las que tanto nos afanamos, como una buena casa, un vehículo nuevo, una gran televisión, etc., pasan y en un momento quedan reducidas a nada. Por ello, hay que apreciar lo que más vale: Dios, la familia, las buenas relaciones, el servicio a la comunidad. Eso no pasa, no se destruye; eso dura para siempre.
Por otra parte, el Papa Francisco nos invita a hacer cuanto podamos por quienes pasan necesidad: «Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha» (Sal 34,7). La Iglesia desde siempre ha comprendido la importancia de esa invocación. Está muy atestiguada ya desde las primeras páginas de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro pide que se elijan a siete hombres «llenos de espíritu y de sabiduría», para que se encarguen de la asistencia a los pobres. Este es sin duda uno de los primeros signos con los que la comunidad cristiana se presentó en la escena del mundo: el servicio a los más pobres. Esto fue posible porque comprendió que la vida de los discípulos de Jesús se tenía que manifestar en una fraternidad y solidaridad que correspondiese a la enseñanza principal del Maestro, que proclamó a los pobres como bienaventurados y herederos del Reino de los cielos. «Vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno» (Hch 2,45). Estas palabras muestran claramente la profunda preocupación de los primeros cristianos. El evangelista Lucas, el autor sagrado que más espacio ha dedicado a la misericordia, describe sin retórica la comunión de bienes en la primera comunidad. Con ello desea dirigirse a los creyentes de cualquier generación, y por lo tanto también a nosotros, para sostenernos en el testimonio y animarnos a actuar en favor de los más necesitados” (Jornada mundial de los pobres, 2).
 ACTUAR
Lleva a tu parroquia algo que pueda servir para remediar las necesidades de los afectados por este terremoto. No lo que ya no te sirve, para deshacerte de ello, sino lo que quizá tú también necesitas, para otros que pasan más carencias que tú. Pregunta el número de cuenta de Caritas y deposita lo que puedas, para que lo hagan llegar en forma confiable a su destino. Y oremos por los que sufren, porque la oración es una fuerza increíble.

miércoles, 6 de julio de 2016

Saber negociar es ser santo (Mons. Felipe Arizmendi Esquivel) 06072016

Saber negociar es ser santo
Tender puentes en cambio de construir muros
Puente medioeval en Cerbaia (Wikicommons cc -Tuscanycalling)
Puente Medioeval En Cerbaia (Wikicommons Cc -Tuscanycalling)
VER
Con frecuencia tengo que mediar entre grupos antagónicos que a duras penas aceptan nuestra invitación a dialogar para dirimir sus diferencias y llegar a acuerdos comunes. ¡Qué difícil es! Nadie quiere ceder en sus posturas. Ceder en algo, pareciera que es una derrota, y nadie quiere sentirse vencido, ni dar la impresión que los otros tenían razón. Más que analizar los puntos de verdad que tengan los otros, lo que se pretende es ganar, que se imponga lo que uno piensa y quiere. Hay una enorme resistencia a ceder, porque pareciera que es una debilidad, una cobardía, un abandono de aquello por lo que se ha luchado.
Esto sucede entre grupos políticos y organizaciones, en la familia y en la Iglesia. Así ha sido siempre:  Caín no acepta a su hermano Abel; Jacob y Esaú pelean por la primogenitura; los hermanos de José intentan deshacerse de él; los apóstoles ambicionan el primer puesto; Pablo discute con Pedro y con otros colaboradores, etc. Cada quien alega derechos, está convencido de su  postura y condena a los que son y piensan distinto. ¡Qué difícil es armonizar las diferencias!
Cuando yo insisto en que tendamos puentes, en vez de consolidar muros y encerrarnos en nuestras posturas, me critican, diciendo que quiero quedar bien con todos, que soy diplomático, que negocio la verdad, que me compran los poderosos, que no soy profeta… ¡Hay tantos puntos de vista sobre una misma realidad! Es más sabio escuchar y armonizar, que sólo condenar.
PENSAR
Me llamó mucho la atención lo que dijo el Papa Francisco en su Misa del 9 de junio pasado en Santa Marta, inspirándose en Mateo 5,20-26: “El pueblo estaba un poco desorientado, un poco desbandado, porque no sabía qué hacer y los que enseñaban la ley no eran coherentes. A este pueblo un poco encarcelado en esta jaula sin salida, Jesús indica el camino para salir: salir siempre hacia arriba, superar, ir hacia arriba. Es pecado no sólo matar, sino también insultar y regañar al hermano. Y esto hace bien escucharlo, en esta época en la que nosotros estamos muy acostumbrados a los calificativos y tenemos un vocabulario muy creativo para insultar a los demás. Ofender es pecado, es matar, porque es dar una bofetada al alma del hermano, a la dignidad propia del hermano. Decir frases como: ‘no le hagas caso, este es un loco, este es un estúpido’, y muchas otras palabras feas que decimos a los demás, es pecado. La generosidad, la santidad es salir hacia arriba. Esta es la liberación de la rigidez de la ley y también de los idealismos que no nos hacen bien.
Jesús nos conoce muy bien y nos sugiere: ‘Si tú tienes un problema con un hermano, ponte enseguida de acuerdo con él’. Así el Señor nos enseña un sano realismo: muchas veces no se puede llegar a la perfección, pero al menos hagan aquello que puedan, pónganse de acuerdo para no llegar al juicio. Es este el sano realismo de la Iglesia católica: la Iglesia católica nunca enseña “o esto, o esto”. Más bien la Iglesia dice: “esto y esto”. En definitiva, busca la perfección: reconcíliate con tu hermano, no lo insultes, ámalo; pero si hay algún problema, al menos pónganse de acuerdo, para que no estalle la guerra. He aquí el sano realismo del catolicismo. No es católico, sino que es herético, decir: «o esto o nada».
Jesús nos enseña diciéndonos: Por favor, no se insulten y no sean hipócritas: van a alabar a Dios con la misma lengua con la que insultan al hermano. No, esto no se hace; pero hagan lo que puedan; al menos eviten la guerra entre ustedes, poniéndose de acuerdo. Y me permito decirles esta palabra que parece un poco rara: es la santidad pequeña de la negociación: no puedo todo, pero quiero hacer todo; me pongo de acuerdo contigo; al menos no nos insultamos, no declaramos la guerra y vivimos todos en paz. Pedimos al Señor que nos enseñe a salir de todo tipo de rigidez y a reconciliarnos entre nosotros; que nos enseñe a llegar a un acuerdo hasta el punto que podamos hacerlo”.
ACTUAR
Aprendamos a dialogar, a escuchar con el corazón las razones de los otros, a ser humildes para no presumir de tener toda la verdad, a aceptar que no todo se puede lograr en un solo momento. La misericordia de Dios es paciencia con nuestras limitaciones.


jueves, 23 de junio de 2016

Perversión de lenguaje (Mons.Felipe Arizmendi Esquivel) 23062016


Perversión de lenguaje

“No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador”

Vitral de la catedral de San Julián, en Francia
Vitral De La Catedral De San Julián, En Francia (Wiki Commons - Selbymay - Cc)
VER
Se intenta llamar “matrimonio” a cualquier unión entre personas del mismo sexo. Y se alega como un derecho humano. A quienes defendemos que el verdadero matrimonio tiene que ver con la maternidad, y que por tanto exige por su misma naturaleza que sea entre un hombre y una mujer que se aman, nos tachan de homofóbicos e intolerantes.
Se difunde en redes un proyecto de la Secretaría de Educación Pública para dar, desde Pre-Escolar, lo que llaman “educación sexual”, lo que es sólo información genital y erótica. No es educación, sino incitación para legitimar cualquier tipo de relación, sin ningún control moral. Es pornografía.
Se habla por todas partes de “género”, como si hubiera tantos cuantos se quiera. Ya no hay sólo masculino y femenino en los humanos, sino todas las combinaciones que se prefiera. Y desde la escuela pública se insiste que el género no es algo de la naturaleza humana, sino una opción de cada persona.
La Suprema Corte de Justicia intenta liberar el crimen del aborto para que no sea un delito, sino un derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, pues dice que lo que lleva en su vientre es sólo un “producto”, no una persona humana. No es cosa de que la mujer pueda hacer lo que quiera con su cuerpo, sino que está en juego la vida de un ser humano, que es una persona desde el momento de la concepción. Esto no es cuestión de dogmas, de fe, de creencias, sino de simple ciencia, de biología. Desde que se une el óvulo con el esperma, empieza el proceso de lo que, si no se detiene, es ya un ser humano. Decir que este “producto” no es persona, y que por tanto no tiene derechos, ni el derecho a la vida, es no respetar la naturaleza humana.
Y así podríamos seguir con otras perversiones del lenguaje. Se dice que es más “hombre” el que se proclama como el más valiente, borracho, mujeriego y libertino. No es más hombre; es más salvaje, más inhumano. Se habla de “sexo seguro” y es sólo aplicación de preservativos. Se difunde la “salud reproductiva” y es sólo control natal y aborto. Se insiste en tener pocos hijos para vivir “mejor”, y sólo se toma en cuenta la mejoría económica, como si quienes somos miembros de una familia numerosa, por eso mismo fuéramos más infelices. Es todo lo contrario, cuando hay amor y responsabilidad.
PENSAR
Sobre la ideología de “género”, dice el Papa Francisco en su Exhortación La alegría del amor: “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar. Por otra parte, la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas. Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad” (No. 56).
ACTUAR
Como dice allí mismo el Papa: No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador”. Respetemos el matrimonio en su identidad original. Sepamos discernir el uso de las palabras que se difunden en las propagandas oficiales, para confrontarlas con la verdadera ciencia y con nuestra fe.

viernes, 20 de mayo de 2016

Homofobia no, la verdad sí (Mons. Felipe Arizmendi Esquivel) 20052016

Homofobia no, la verdad sí

El obispo de San Cristobal de las Casas comenta las iniciativas de ley sobre las uniones homosexuales
Mons. Felipe Arizmendi bishop of San Cristobal de las Casas
ZENIT - HSM
VER
El Presidente de la República acaba de enviar al Congreso dos iniciativas de ley, para permitir que las uniones maritales entre personas del mismo sexo sean reconocidas como “matrimonios igualitarios, sin discriminación por motivos de origen étnico, de discapacidades, de condición social, de condiciones de salud, de religión, de género o preferencias sexuales”. Así lo informó en el Día Nacional de Lucha contra la Homofobia, en la residencia oficial de Los Pinos, ante organizaciones que enarbolan la agenda lésbico, gay, bisexual, trans e intersexual (LGBTI), que felices le aplaudieron, como una conquista de sus luchas. 2357-59
Nuestra Iglesia siempre ha expresado, no sólo para los creyentes, sino para toda la humanidad, independientemente de su religión y de su cultura, que un verdadero matrimonio sólo se puede dar entre un hombre y una mujer que se aman y que están abiertos a la generación de nuevas vidas. Esta convicción está afianzada en nuestra fe, pero tiene un fundamento en la misma naturaleza humana, pues, aun biológicamente, una relación genital, sexual, que sea verdaderamente humana, no animal, adquiere su pleno sentido sólo estando una mujer frente a un hombre. Otra cosa es la amistad, el cariño, la ayuda mutua, la complementariedad, que son posibles y convenientes entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, nuestra misma fe nos invita a ser respetuosos con quienes piensan y actúan en forma diferente, pues Dios respeta la libertad que El mismo nos dio, aunque la usemos para equivocarnos. Dios nos hizo libres y cada quien puede hacer lo que quiera con su libertad, aunque se perjudique. Si alguien es feliz con una relación homosexual, allá su propia decisión, pero que no le llamen “matrimonio”, por favor, pues la misma palabra tiene en su raíz la maternidad, y un hombre no fecunda a otro hombre, ni una mujer a otra. Esto no es homofobia; es una simple verdad de la naturaleza humana de todos los tiempos y de todas las culturas.
PENSAR
El Papa Francisco, en su reciente Exhortación La alegría del amor, afirma: “En una sociedad en la que ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad, reconocemos la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad” (AL 52).
“No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia” (AL 251).
Sin embargo, nos invita a “evitar todo signo de discriminación injusta, y particularmente cualquier forma de agresión y violencia… Se debe tratar de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una orientación sexual distinta puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida” (AL 250). Es algo que ya el Catecismo de la Iglesia Católica ya nos había indicado, en el No. 258.
Y en cuanto a que la ley obligará a los funcionarios públicos acatar la disposición de realizar esos “matrimonios igualitarios”, y si no lo hacen se les juzgará por homofobia, el Papa Francisco, en una entrevista con el periódico francés La Croix, recuerda que los funcionarios católicos no deberían estar obligados a celebrarlos: “Una vez que se aprueba una ley, el Estado debería ser respetuoso de las conciencias. La objeción de conciencia debe ser posible en todas las jurisdicciones legales, porque es un derecho humano”. Es decir, si un juez, por su conciencia, se niega a realizar estos actos, debería ser respetado y no castigado con retirarle el cargo, o con otras sanciones.
ACTUAR
¡Nada pues, de homofobia! Mucho respeto a quienes tienen una orientación sexual diferente, sea por opción y gusto personal, sea por consecuencias de su infancia familiar, o por modas del ambiente. Pero no podemos dejar de anunciar lo que es propio de nuestra fe, ni dejar de denunciar lo que perjudica a las personas y a la sociedad.

viernes, 13 de mayo de 2016

Pastoral hacia los divorciados y vueltos a casar (Mons. Felipe Arizmendi Esquivel) 12052016

Pastoral hacia los divorciados y vueltos a casar

Reflexiones del obispo de San Cristóbal de las Casas sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia
Logo de una familia tipo
Logo De Una Familia Tipo (Pixabay Cc0 -OpenClipartVectors)
VER
Durante muchos años, a los papás que tenían hijos en amasiato, o que no se habían casado por la Iglesia, se les impedía acercarse a la comunión sacramental, como si ellos fueran los culpables. Con mayor razón, se juzgaba como pecador público a quien, casado por la Iglesia, se separaba y se unía a otra persona. No se le excomulgaba, pero se le condenaba sin miramientos.
Luego sucedió lo contrario: se empezaron a ver estos casos como “normales” y ordinarios, una forma de rehacer la propia vida, la reivindicación de un derecho. Y como aumentaron los casos, muchos ahora prefieren no casarse por la Iglesia, a veces ni por lo civil, para sentirse libres de romper una relación cuando “ya no funciona”, e iniciar otra experiencia. Lo más grave es que se van regando hijos, dejados a su suerte.
El Papa Francisco nos está advirtiendo que no podemos juzgar y condenar a todos por igual, sino que debemos analizar los casos, pues, en algunos, no se podría afirmar que están lejos de Dios. Cuando hay verdadero amor, Dios se hace presente de alguna forma, aunque imperfecta, y no puedan recibir la comunión eucarística. Nos invita a una acción pastoral hacia quienes se encuentran en situaciones complicadas.
PENSAR
En su Exhortación Amoris laetitia, dice: “La mirada de Cristo, cuya luz alumbra a todo hombre, inspira el cuidado pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, quienes han contraído matrimonio sólo civil o los divorciados vueltos a casar. Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan. Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público —y está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas— puede ser vista como una oportunidad para acompañar hacia el sacramento del matrimonio, allí donde sea posible” (78).
Un discernimiento particular es indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, los divorciados, los abandonados. Hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge. El perdón por la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. De aquí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación, a través de centros de escucha especializados que habría que establecer en las diócesis” (242).
Las comunidades cristianas no deben dejar solos a los padres divorciados en nueva unión. Al contrario, deben incluirlos y acompañarlos en su función educativa. Porque, ¿cómo podremos recomendar a estos padres que hagan todo lo posible para educar a sus hijos en la vida cristiana, dándoles el ejemplo de una fe convencida y practicada, si los tuviésemos alejados de la vida en comunidad, como si estuviesen excomulgados? Se debe obrar de tal forma que no se sumen otros pesos además de los que los hijos, en estas situaciones, ya tienen que cargar. Ayudar a sanar las heridas de los padres y ayudarlos espiritualmente, es un bien también para los hijos, quienes necesitan el rostro familiar de la Iglesia que los apoye en esta experiencia traumática. El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios. Por eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias, es fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas, de manera que podamos prevenir el avance de este drama de nuestra época” (246).
Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia inmerecida, incondicional y gratuita. Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio” (297).
ACTUAR
Dejemos nuestras actitudes de rechazo y condena hacia quienes viven en estas situaciones, y aprendamos de Jesucristo el camino de la misericordia y su invitación al ideal evangélico del matrimonio.

jueves, 28 de abril de 2016

Ante la permitida Marihuana (Mons. Felipe Arizmendi) 28042016

Ante la permitida Marihuana

Reflexiones del obispo de San Cristóbal de las Casas
Marihuana - Cannabis sativa
Wiki Commons
VEREl Presidente de la República ha enviado una iniciativa de ley al Congreso de la República, para que se permita el uso de la marihuana con fines terapéuticos y que las personas puedan llevar consigo una cantidad de 28 gramos, sin que sea delito. Se aduce como motivo el ya no criminalizar a los consumidores, influir en la rebaja del precio de la droga, quitarles fuerza y poder a los grandes traficantes, a quienes el gobierno se compromete a seguir persiguiendo.
Untarse marihuana para curar dolores corporales, ha sido una costumbre aceptable. Dios nos dio las plantas para nuestro bien, y algunas tienen propiedades curativas que debemos conocer y saber usar.
Pero liberalizar la portación y el consumo de 28 gramos de marihuana, nos traerá consecuencias deplorables. Pronto veremos que, en cualquier fiesta, ponen en las mesas pequeñas dosis, para el libre consumo de los invitados. Se empieza por pequeñas cantidades, para luego caer en cadenas de las que difícilmente podrán liberarse. ¡A dónde llegaremos!
PENSARDurante su reciente visita a nuestro país, el Papa Francisco nos dijo a los obispos: “Me preocupan particularmente tantos que, seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte. Les ruego por favor no minusvalorar el desafío ético y anti cívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia.
La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza. Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada”.
A los jóvenes en Morelia: “Ustedes son la riqueza de México, ustedes son la riqueza de la Iglesia. Entiendo que muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos continuamente expuestos a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror. Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte”.
En Ciudad Juárez: “Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos los jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo. Y esta pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia. Es un lujo que hoy no nos podemos dar; no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México”.
ACTUARComo es previsible que los legisladores aprueben la iniciativa que les envió el ejecutivo federal, exhorto a padres de familia, educadores, catequistas y agentes de pastoral, que nos esforcemos por consolidar las familias, pues allí está la base que formará personas capaces de ejercer su libertad responsable ante tantas ofertas que les van a llegar. Sin familias estables, algunos caerán en las garras de la marihuana, como caen en el alcohol, y terminarán tirados en las calles, o en centros de rehabilitación. ¡Salvemos la familia, y salvaremos a México!

jueves, 21 de abril de 2016

Los divorciados no están excluidos (Mons. Felipe Arizmendi Esquivel) 20042016

Los divorciados no están excluidos

Reflexiones del obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi
Synod On The Themes Of Family Opening Session
Los Obispos Con El Papa Durante El Sínodo De La Familia (Foto. Archivo)
VER
El Papa Francisco, después de amplias consultas, nos ha ofrecido un trascendente documento sobre El amor en la familia. Nos introduce en el plan de Dios sobre la familia, exponiendo con sencillez la profundidad de las Sagradas Escrituras. Nos describe, en el capítulo cuarto, la hermosura del amor. Es un capítulo extraordinario, que todos deberíamos meditar y vivir. Lo recomiendo ampliamente. ¡Cuánto cambiaría la vida, si supiéramos amar en verdad!
Sin embargo, la pregunta que todo mundo se hace, después de los dos Sínodos mundiales de Obispos sobre el tema, y tomando en cuenta la apertura misericordiosa del Papa Francisco, es qué actitud se ha de tener hacia las personas que, habiendo sido casadas válidamente por la Iglesia, se separaron y forman una nueva pareja.
En un próximo artículo, abordaré el asunto de si pueden recibir la comunión eucarística; ahora me limito a resaltar la actitud que el Papa recomienda ante estos casos.
PENSAR
“Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren… Compete a la Iglesia revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos, siempre posible con la fuerza del Espíritu Santo” (297).

“Los divorciados en nueva unión pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas, sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. Existe el caso de una segunda unión consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas. La Iglesia reconoce situaciones en que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación. También está el caso de los que han hecho grandes esfuerzos para salvar el primer matrimonio y sufrieron un abandono injusto, o el de los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido. Pero otra cosa es una nueva unión que viene de un reciente divorcio, con todas las consecuencias de sufrimiento y de confusión que afectan a los hijos y a familias enteras, o la situación de alguien que reiteradamente ha fallado a sus compromisos familiares. Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia” (298).
“Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no sólo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una experiencia feliz y fecunda. Son bautizados, son hermanos y hermanas; el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional, pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio. Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes” (299).
ACTUAR
El amor y la misericordia son actitudes divinas. No condenemos, sino que seamos misericordiosos con los divorciados vueltos a casar.

sábado, 16 de abril de 2016

Hacia el ideal del matrimonio (Mons. Felipe Arizmendi Esquivel) 15042016arizmen


Hacia el ideal del matrimonio

El obispo Arizmendi: ¡Ya no hay esa estabilidad que antes daba seguridad y paz a las personas’ e invita a leer y meditar la exhortación del Papa, Amoris Laetitia

Camila Abadie e família
Camila Abadie


VER
Las familias están atravesando crisis muy delicadas. Aunque se hayan casado por ambas leyes, se desintegran por cualquier motivo; ya no hay esa estabilidad que antes daba seguridad y paz a las personas, sobre todo a los hijos, sino que todo pende de un hilo. A veces sólo aducen que ya no se quieren, que ya no se entienden, y no hacen esfuerzos por reconciliarse, sino que cada quien jala por su lado. No importan los sufrimientos de los hijos. Se justifican alegando su derecho a rehacer su vida, aunque se lleven de corbata a medio mundo.
familia en Colombia (Pixaball PD codigodinamico87)
Hay legislaciones e ideologías que están minando la familia en sus bases. Al defender la libertad personal a ultranza, sin deberes ni obligaciones, cada quien hace lo que quiere. Las telenovelas y cuanto se difunde en internet, sólo incitan al apetito desaforado de complacerse con quien sea y como sea, sin normas ni compromisos. Cuando comprueban los efectos negativos de este libertinaje, ya es demasiado tarde. Acaban frustrados, amargados, solitarios, en una búsqueda compulsiva de nuevos placeres.

El papa Francisco acaba de enviarnos un importantísimo documento sobre el matrimonio y la familia, titulado en latín Amoris laetitia, que significa La alegría del amor, y que es fruto de dos Sínodos Mundiales de Obispos. Resalta la belleza del matrimonio y de la familia según el plan de Dios. Esta parte del documento es de suma trascendencia. En el capítulo octavo, aborda puntos delicados, sobre los cuales algunos esperaban que cambiara la doctrina y la praxis de la Iglesia. No es así.
PENSAR
Sobre la esencia del matrimonio, dice: “El matrimonio cristiano, reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer, que se donan recíprocamente en un amor exclusivo y en libre fidelidad, se pertenecen hasta la muerte y se abren a la comunicación de la vida, consagrados por el sacramento que les confiere la gracia para constituirse en iglesia doméstica y en fermento de vida nueva para la sociedad. Otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal”.
Con una gran apertura, reconoce que hay otras formas de unión, que pueden realizar este ideal, “al menos de modo parcial y análogo… La Iglesia no deja de valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que todavía no corresponden o ya no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio”. Hay elementos buenos en esas uniones, pero no son el ideal del matrimonio que Dios quiere y que la Iglesia propone y defiende.
Aunque lo deseable es un matrimonio consagrado por el sacramento, dice sobre aquellos que se casan sólo por lo civil: “Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público, está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas, puede ser vista como una ocasión de acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio”. No afirma que basta un matrimonio civil, pero lo considera como un posible camino para llegar al sacramento.
Con un corazón misericordioso, dice: “Es preocupante que muchos jóvenes hoy desconfíen del matrimonio y convivan, postergando indefinidamente el compromiso conyugal, mientras otros ponen fin al compromiso asumido y de inmediato instauran uno nuevo. Ellos, que forman parte de la Iglesia, necesitan una atención pastoral misericordiosa y alentadora. Porque a los pastores compete no sólo la promoción del matrimonio cristiano, sino también el discernimiento pastoral de las situaciones de tantas personas que ya no viven esta realidad, para entrar en diálogo pastoral con ellas a fin de poner de relieve los elementos de su vida que puedan llevar a una mayor apertura al Evangelio del matrimonio en su plenitud. Es preciso afrontar todas estas situaciones de manera constructiva, tratando de transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza”.
ACTUAR
Invito a leer y meditar este importante documento, para normar nuestro criterio y nuestra pastoral.

viernes, 25 de marzo de 2016

Francisco; misericordia con los crucificados (Mons. Felipe Arizmendi) 25032016

Francisco; misericordia con los crucificados

Reflexiones de Mons. Felipe Arizmendi, obispo de San Cristóbal de las Casas
Año de la Misericordia
Año De La Misericordia
VER
Hice una visita a un grupo de familias, unas sesenta personas entre niños, jóvenes, mamás y algunos adultos, que fueron expulsados de su comunidad por conflictos agrarios, y que viven desplazados en una montaña cercana, en lo que han dado en llamar “Poblado Primero de Agosto”, en el municipio de Las Margaritas. Es doloroso comprobar las limitaciones en que viven: hicieron “casas” de nylon, donde se refugian de las inclemencias del tiempo; les falta todo; van por agua a un río cercano, pero en este tiempo es muy escasa. Después de escuchar su historia, lo primero que pidieron fue que hiciéramos oración por ellos, pues dicen ser católicos. El espacio más grande en que se reúnen es bajo una lona, en que presiden un crucifijo y una imagen de la Virgen de Guadalupe. Me pidieron maíz, frijol, agua y azúcar. No podemos quedarnos indiferentes ante el dolor de estas personas, sobre todo por su inseguridad, ya que a veces los atacan desde su pueblo de origen, y se les está apoyando con lo que es posible. La generosidad de comunidades cercanas les ha sostenido.
Con motivo de la visita del Papa a Chiapas y del Año de la Misericordia promovido por el mismo, pedí al gobierno estatal que viera la posibilidad de liberar a presos que, sólo por su pobreza, no han podido salir de la cárcel, o aquellos cuyas causas merecieran el beneficio de una libertad anticipada. El día de la llegada del Papa, se concedió esta libertad a 127 presos, con una enorme alegría para ellos y sus familiares. La misericordia y la visita del Papa han dado muchos frutos de justicia y de bienestar.
PENSAR
Al convocarnos al Año de la Misericordia, que empezó el 8 de diciembre pasado y terminará el próximo 20 de noviembre, el Papa nos pidió:
“En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos”.
ACTUAR
Gocemos la misericordia que Dios nos ha manifestado en Jesucristo y en su Iglesia, y seamos misericordiosos con todo el que sufre.

jueves, 10 de marzo de 2016

Bodas de plata episcopales (Mons. Felipe Arizmendi Esquivel) 10032016

Bodas de plata episcopales

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Mons. Enrique Arimendi, obispo de San Cristóbal de Las Casas
Mons. Felipe Arizmendi bishop of San Cristobal de las Casas
ZENIT - HSM
VER
El 7 de febrero de 1991, por medio del Papa San Juan Pablo II, recibí el llamado para servir como obispo en la diócesis de Tapachula, Chiapas. La ordenación episcopal fue el 7 de marzo siguiente. Acabo de cumplir, por gracia de Dios, veinticinco años en este ministerio. Decidí no hacer una gran celebración, sino sólo una Misa en una comunidad indígena tseltal, en un ambiente eclesial sencillo. Disfruté mucho este momento, con el cariño generoso de quienes participaron.
Cuando, el 31 de enero de 1991, el entonces Delegado Apostólico Jerónimo Prigione me llamó para decirme que se me pedía ir como obispo a aquella diócesis, fui ante el Sagrario para meditar; regresé diciendo que no tenía razones graves para negarme y aceptaba la encomienda. Estuve en Tapachula 9 años, que recuerdo con gratitud.
El 12 de enero del año 2000, el entonces Nuncio Apostólico Justo Mullor me entregó una carta del entonces prefecto de la Congregación para Obispos, en que se me preguntaba si estaba dispuesto a dejar Tapachula y venir a San Cristóbal, como sucesor de Mons. Samuel Ruiz García. Fui nuevamente al Sagrario y expresé que yo no querría aceptar este servicio, y daba mis razones. Proponía a otros tres obispos mexicanos para el caso. Sin embargo, con toda decisión manifestaba mi disponibilidad para aceptar, viendo esto como voluntad de Dios por medio de mis legítimos superiores.
El 12 de marzo del mismo año, estando como Secretario General del CELAM en Bogotá para coordinar importantes reuniones, recibí el llamado del mismo prefecto de la Congregación para los Obispos, pidiéndome ir de inmediato a Roma. Me presenté allá el 18 de marzo, y repetí lo mismo que había dicho por carta. Me pasaron con el Secretario de Estado y luego con el mismo Papa, quien también me preguntó sobre mi disponibilidad para este cambio. Mi respuesta fue la misma. En ese momento, el Papa no me ordenó aceptar, sino que sólo me escuchó con atención. El 25 de marzo, Jubileo de la Encarnación, estando él en Jerusalén y en Nazaret, me volvió a preguntar lo mismo, por medio de la Nunciatura Apostólica, y ratifiqué mi respuesta. Los signos de que ésta era la voluntad de Dios eran muy claros para mí: Desde Jerusalén: Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y desde Nazaret: Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. El 1 de mayo de 2000 asumí la responsabilidad de obispo en San Cristóbal de Las Casas, con gusto, por ser la voluntad de Dios.
El 1 de mayo de 2015, presenté mi renuncia ante el Santo Padre Francisco, por límite de edad. No he recibido respuesta. Le recordé personalmente al Papa, ahora que estuvo con nosotros en esta ciudad, que el 1 de mayo próximo cumpliré 76 años. Estoy disponible para continuar en este servicio por el tiempo que se me indique, pero también para regresar a mi diócesis de origen, Toluca, para dedicarme a confesar y dar orientación espiritual a quien lo solicite.
PENSAR
El Papa Francisco me ha enviado una hermosa carta, de la cual comparto algunos párrafos: “Tomando en cuenta tus méritos y tu gran labor, San Juan Pablo II, el día 7 del mes de febrero de 1991, te nombró Obispo de la diócesis de Tapachula, que presidiste con responsabilidad por nueve años. En el Año del Gran Jubileo, 2000, el mismo Sumo Pontífice confió a tu comprobada competencia la diócesis de San Cristóbal de las Casas, que hasta la fecha sabiamente has presidido. Ejerciendo el ministerio episcopal, no te has dado descanso, visitando diligentemente las parroquias, interpretando rectamente la doctrina de la Iglesia y llevando esperanza cristiana a los hombres de buena voluntad. Por otra parte, queremos recordar el ejemplo diario de tu vida, tu entrega misionera, tu sólida piedad, así como tu fidelidad al Magisterio de la Iglesia y el amor que demuestras al Sucesor de Pedro. En la Conferencia de Obispos de México y en el Consejo Episcopal Latinoamericano has realizado un gran trabajo, analizando, con tus hermanos obispos, las cuestiones de nuestro tiempo y proponiendo iniciativas pastorales.
Nos congratulamos contigo por todo ello y, en ocasión de tu jubileo, de corazón resaltamos tus óptimos servicios, acompañándote con nuestra oración. Como signo de nuestro aprecio por ti y de una prueba de los bienes celestiales, te enviamos nuestra Bendición Apostólica, extensiva para todos los sacerdotes y fieles de tu amada grey, mientras pedimos a todos ustedes sus oraciones, para que podamos diligente y sabiamente realizar el delicado ministerio petrino”.
ACTUAR
Pido perdón por mis deficiencias. Doy gracias al Señor y a la comunidad eclesial por todas sus bondades. Suplico una oración para que sea fiel al ministerio que se me ha confiado.