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viernes, 27 de septiembre de 2019

San Vicente de Paúl. Patrono de las obras de caridad (27 de septiembre)


San Vicente de Paúl. Patrono de las obras de caridad

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San Vicente de Paúl al principio de su sacerdocio lo único que le interesaba era hacer una carrera brillante, pero Dios lo purificó con 3 sufrimientos

  
San Vicente de Paúl fue un sacerdote católico francés que se dedicó a servir a los pobres. Fue reconocido por su compasión, humildad y generosidad y es conocido como el "Gran Apóstol de las Trompetas". Canonizado en 1737. San Vicente de Paúl es el patrono de las obras de caridad; hospitales; lepra; artículos perdidos; Madagascar; prisioneros; Sociedades de San Vicente de Paúl, entre otras.

Fiesta: 27 de septiembre

Martirologio romano: Memoria de San Vicente de Paúl, un sacerdote, quien, lleno de espíritu sacerdotal, y que en París se dedicó al cuidado de los pobres, pudo reconocer el rostro de Dios en cada uno de las personas sufrientes. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), y también, con la colaboración de Santa Luisa de Marillac, fundó la Congregación de las Hijas de la Caridad, para restaurar la vida normal típica de la Iglesia primitiva, para formar un sacerdocio santo y para ayudar a los pobres

Biografía de San Vicente de Paúl

San Vicente de Paúl nació en una pequeña casa rural en las afueras de la aldea de Pouy, a unos cinco quilómetros de la ciudad de Dax, en la región de las Landas, suroeste de Francia.
En el lugar de su nacimiento, conocido hoy como Berceau de Saint Vincent de Paul, se levanta una modesta construcción de ladrillo y vigas de madera muy parecida a la casa en que nació Vicente en abril de l580 ó 1581 (el año exacto no es seguro).
Sus padres eran unos modestos campesinos, que no contaban más que con el trabajo de la tierra para atender a sus numerosos hijos. Hasta sus doce años, Vicente vivió en su casa.
San Vicente de Paúl era el tercero de seis hermanos. La modesta condición de la familia hizo que muy pronto el niño Vicente tuviera que contribuir con su trabajo de pastor de ovejas y de cerdos a la economía familiar.
Pronto también dio muestras de una inteligencia despierta, lo que llevó a su padre a pensar que este hijo podía muy bien hacer carrera; expresamente, una carrera eclesiástica.
San Vicente de Paúl cursó estudios primarios y secundarios en Dax, y posteriormente filosofía y teología en Toulouse durante siete años. Hizo también algunos estudios en Zaragoza. Se ordenó muy joven, a los veinte años, con la intención de ser párroco de inmediato y así poder ayudar a su familia.
Luego, San Vicente de Paúl fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1600. El obispo de Dax le ofrece una parroquia, pero él prefiere seguir sus estudios; apunta más alto: quiere ser obispo.
En 1604, San Vicente de Paúl obtiene el doctorado en Teología. Se cuenta que una anciana de Toulose le dejó una herencia de 400 escudos, (en manos de un deudor), a quien persigue hasta Marsella, donde consigue recuperar 300 escudos, y regresar a Toulose.

Vendido como esclavo

Cuando embarca para Narbona, San Vicente de Paúl es atacado por los turcos y cae prisionero. Luego es vendido como esclavo en Túnez. Pasó por varios amos, el último de los cuales era un cristiano renegado, a quien convirtió y así pudo llegar a Roma.
Después fue a París, donde encontró a Pierre de Bérulle, en el hospital de la Caridad. Bérulle era cura y fundador de un grupo de sacerdotes espirituales.
En ese entonces el clero había salido en un estado lamentable de las guerras; los decretos del Concilio de Trento sobre la formación de los sacerdotes no se cumplían y muchos obispos vivían como grandes señores, alejados de sus diócesis.
Bérulle deseaba que San Vicente de Paúl ingresara en el Oratorio (Congregación donde se pretende vivir un sacerdocio fervoroso), pero no acepta. Sí, en cambio reemplaza a un sacerdote que ingresa en el Oratorio (Congregación de sacerdotes que practicarán la pobreza, con voto de no pretender beneficio o dignidad, contra la ambición, y el de dedicarse al sacerdocio, contra la inútil inactividad).

Vocación interior de San Vicente de Paúl

San Vicente de Paúl nombrado preceptor de la familia de Phillipe de Gondi, sobrino del Arzobispo de París, llega a ese destino en Septiembre de 1613.
Durante los viajes de Gondi, vuelve a entrar en contacto con los campesinos y con las pobres gentes que viven en los dominios de la noble familia. Y se da cuenta de que el Evangelio exige la caridad radical.
Visita a un moribundo en Gannes, cerca del palacio de los Gondi; estaba cerca de la muerte sin haber encontrado una mirada sacerdotal bastante dulce y bastante humana para poder salir de sí mismo y atreverse a creer en la ternura de Dios. He ahí la vocación de Vicente: la ternura. Su corazón ha sido tocado. Dios ha llegado ya.
San Vicente de Paúl, tocado ya por Dios, que no le había abandonado en su dura trayectoria de desierto, le cambia el corazón y el que no quería ir a los campos de su aldea, quiere ahora ir a los campos mas lejanos a expresar a todos los que se sienten perdidos que existe un Dios de ternura que no les ha olvidado. Quiere ser testimonio de ese amor divino. Estar presente con la ternura de Dios.
San Vicente de Paúl no quiere permanecer por más tiempo con los Gondi y se lo dice a Bérulle en mayo de 1617. Se traslada a una pequeña parroquia entre Lyon y Ginebra, en al región de Bresse: Chatillon-des-Dombes, como párroco.
El que se pasó la vida huyendo de su origen y su destino, se dedica a lo que venía escapando desde su juventud. Ya encontró su camino: La vocación de la ternura.
Estableció la Residencia Central de la Congregación en un antiguo hospital de leprosos conocido con el nombre de «Hospital de San Lázaro», donde fue a vivir. Por esto los sacerdotes paúles o de San Vicente se llamaron también lazaristas.
San Vicente de Paúl funda las Cofradías de la Caridad en 1617, la Congregación de la Misión en 1625, y la Compañía de las Hijas de la Caridad, en 1633 Luisa de Marillac.
Falleció a los ochenta años de edad, el 27 de septiembre de 1660. Canonizado por Clemente XII en 1737, el Papa León XIII lo proclamó Patrono especial de todas las obras de cristiana misericordia, en 1885.
"La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores" (De los escritos de san Vicente de Paúl, presbítero. Carta 2.546)

jueves, 26 de septiembre de 2019

San Vicente de Paul, 27 de septiembre


San Vicente De Paul

San Vicente de Paul, 27 de septiembre

Patrono de las entidades de caridad

«Fundador de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad. Considerado en Francia padre de la patria, fue proclamado por León XIII patrono de todas las entidades católicas de caridad»
 Zenit trae hoy a este heraldo de la caridad cristiana marcado por la pobreza familiar desde que tuvo uso de razón. Nació en la pequeña población francesa de Ranquine, anexa a Pouy, hacia 1580 o 1581. Fue el tercero de seis vástagos. En su niñez trabajó cuidando el ganado para ayudar a los suyos. Nunca renegó de su condición y así lo reconocía ante quienes, siendo ya un virtuoso sacerdote, sembraban alabanzas a su pasoAdemás de su inclinación a los menesterosos, y de signos precoces de piedad, tenía una inteligencia despierta, y fue enviado a estudiar con los franciscanos de Dax. Aspiraba al sacerdocio, que era una vía para hallar un futuro más halagüeño que el que le aguardaba, dada su humilde procedencia, aunque pensaba también en ayudar económicamente a su familia. Sus cualidades le permitieron ascender progresivamente.
Estudió teología en Toulouse, aunque algunas materias las cursó en Zaragoza, y fue ordenado sacerdote en 1600. Pasado el tiempo, evocando ese momento de su vida, manifestó: «Si yo hubiera sabido, como lo he sabido después, lo que era el sacerdocio, cuando cometí la temeridad de aceptarlo, habría preferido dedicarme a trabajar la tierra antes de ingresar en un estado tan temible». Declinó la parroquia que le ofreció el prelado de Dax, y eligió el estudio que le proporcionaba la posibilidad de escalar nuevos peldaños logrando su objetivo de ser obispo.
Flamante doctor en teología en 1604, de la noche a la mañana supo que había heredado un capital legado por una anciana. Pero había caído en manos de un desaprensivo, y lo persiguió en Burdeos y Marsella. Recuperó solo una parte, y al regresar a Toulouse, hallándose en Carbona, fue apresado por los turcos y destinado a Túnez como esclavo. Curioso destino el de este santo que, aspirando a otras glorias, fue exhibido y examinado públicamente como una vulgar mercancía. Sirvió a un pescador, a un médico y a su sobrino; el último fue un cristiano que había abjurado de su fe y al que convirtió. Con él regresó a Roma, y de allí a París en 1609 con una misión para Enrique IV, y sin haber obtenido el alto puesto que ansiaba.
Hubiera deseado entonces hacer de su vida anterior una tabla rasa y llevar una existencia oculta. A los pies de Cristo, tras una intensa purificación, determinó entregarse por los pobres. De carácter hosco, sus desabridas respuestas estaban lejos de las que cabía esperar en un hombre de Dios, lo cual hacía peligrar su misión. Se dio cuenta de ello: «Y entonces me propuse pedir a Dios que me cambiara mi modo agrio de comportarme, en un modo amable y bondadoso y me propuse trabajar día tras día por transformar mi carácter áspero en un modo de ser agradable». Obtuvo esa gracia de ver tornada su acritud en mansedumbre a fuerza de perseverante oración. Su modelo fue san Francisco de Sales, con el que mantuvo un estrecho vínculo.
En París tomó contacto con Pierre de Bérulle, fundador del Oratorio de París integrado por sacerdotes, quien le ofreció integrarse en él, pero declinó la invitación. Bérulle sería un decisivo pilar para Vicente abriéndole un mundo de relaciones importantes que le servirían para su misión apostólica. Comenzó en la pequeña parroquia de Clichy, sustituyendo a un sacerdote que se vinculaba al Oratorio; era la primera vez que ejercía su labor pastoral. En 1613, por mediación de Bérulle, fue preceptor de los hijos de Phillipe de Gondi, sobrino del arzobispo de París. En los viajes que se veía obligado a realizar, revivió, con visos nuevos, su sensibilidad por los pobres y necesitados, y comenzó a ver la radicalidad evangélica en el ejercicio de la caridad. El aldabón definitivo para su auténtica conversión se produjo en Gannes, en el lecho de un moribundo que le abrió su corazón huérfano de afecto y compasión. Este hecho le conmovió profundamente al punto de cambiar el rumbo de su vida para hacer de la caridad su estandarte. «¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura», diría más tarde.
Instado por este indeclinable amor al prójimo, en 1617 se estableció en Chatillon-des-Dombes como párroco, y prodigó la caridad a manos llenas. Se instaló en lo que había sido el «hospital de San Lázaro» para leprosos; fue sede de la Congregación de la Misión fundada en 1625. En 1617 había impulsado las Cofradías de la Caridad y en 1633 erigió las Hijas de la Caridad con santa Luisa de Marillac; a todas les dijo: «Por monasterio tendréis las salas de los enfermos, por clausura, las calles de la ciudad, por rejas el temor de Dios y por velo la santa modestia». A él se deben también asilos para ancianos y niños abandonados. Era un confesor excepcional, guía de santa Juana de Chantal y director de las Visitandinas de París a petición de san Francisco de Sales. Fue capellán y limosnero de la reina Margarita de Valois. Reformó el clero y luchó contra el jansenismo.
Este apóstol de la ternura escribió cartas, memorias, impartió conferencias, etc., siempre llevando a todos el amor de Dios, especialmente a los pobres, a los que amaba con singular dilección: «Los pobres serán nuestros jueces. Solo podremos entrar en el cielo sobre los hombros de los pobres» […]. El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración…». Su humildad, mansedumbre y abnegación heroicas traspasaron fronteras. Bossuet manifestó: «¡Que bueno debe ser Dios cuando ha hecho tan bueno a Vicente de Paúl!». Por toda su labor era considerado como una de las personalidades relevantes de Francia; es «padre de la patria». Murió el 27 de septiembre de 1660. Clemente XIII lo canonizó el 16 de junio de 1737. León XIII lo proclamó patrono de todas las entidades católicas de caridad.