martes, 31 de marzo de 2015

Francisco convoca oficialmente el Jubileo de la Misericordia el próximo 11 de abril 31032015

Francisco convoca oficialmente el Jubileo de la Misericordia el próximo 11 de abril

El Papa Francisco convoca oficialmente el Jubileo de la Misericordia. - ANSA
31/03/2015 16:49
(RV).- El Jubileo de la Misericordia, que iniciará el próximo 8 de diciembre, será convocado oficialmente por el Papa Francisco la tarde del sábado 11 de abril, en la Basílica de San Pedro, con la publicación de la Bula de Convocatoria del Año Santo de la Misericordia.
“La Misericordia – dijo el Papa – es un camino que inicia con una conversión espiritual y todos estamos llamados a recorrer este camino”, fueron algunas de las palabras del Santo Padre cuando anunció el Jubileo extraordinario de la Misericordia el pasado viernes 13 de marzo, en el ámbito de la iniciativa “24 horas para el Señor”. Escuchemos al Obispo de Roma:
El Rito
El rito de la publicación, informa una nota oficial, “prevé la lectura de algunos pasajes de la Bula ante la Puerta Santa de la Basílica Vaticana. Sucesivamente, el Papa Francisco presidirá la celebración de las primeras vísperas del Domingo de la Misericordia, poniendo así de relieve de manera particular el tema fundamental del Año Santo extraordinario: la Misericordia de Dios”.
Fecha, tiempo y frutos que se esperan
La bula de convocatoria de un Jubileo, “especialmente en el caso de un Año Santo extraordinario – prosigue la nota – además de indicar el tiempo, con las fechas de apertura y cierre, y las modalidades de desarrollo, constituye el documento fundamental para reconocer el espíritu con el que se convoca, las intenciones y los frutos deseados por el Pontífice que lo convoca para la Iglesia”.
Historia de la Bula
En el caso de los dos últimos Años Santos extraordinarios, en 1933 y 1983, la Bula de Convocatoria, se precisa en la nota, “fue publicado en la Solemnidad de la Epifanía del Señor. Para el próximo Año Santo extraordinario, también la elección de la fecha en que se publicará la Bula manifiesta claramente la atención especial del Santo Padre al tema de la Misericordia”.
La Bula (el término bolla, que deriva del latín bulla = burbuja o más en general, objeto redondo) antiguamente indicaba la cápsula metálica utilizada para proteger el sello de cera unido a través de un cordón a un documento de especial importancia, con el fin de certificar su autenticidad y consecuentemente su autoridad. Con el tiempo, “el término ha pasado a indicar primero el sello y más tarde el documento en sí, por lo que hoy en día se utiliza para todos los documentos pontificios de especial importancia que llevan, o al menos tradicionalmente deberían llevar, el sello del Pontífice”.
(RM - RV)

La mundanidad es el Camino del maligno, contrario a la humildad que es servicio del Camino Cristo 31032015

La mundanidad es el Camino del maligno, contrario a la humildad que es servicio del Camino Cristo

Una representación del crucificado en la Plaza de san Pedro, en Roma, el Domingo de Ramos - OSS_ROM
31/03/2015 17:56
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
En el mismo lugar donde el famoso pescador de Galilea dio testimonio de su fe muriendo crucificado como Jesús; en el monolito que hay en la plaza de san Pedro en Roma, allí se reunieron nuevamente para conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén antes de morir en la cruz. El Sucesor de Pedro y obispo de Roma se refirió en esta ocasión a la humildad de Jesús, al estilo de Dios que aparece en la pasión de Cristo.
Francisco dijo: “La humillación de Jesús. Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, el que debe ser del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde.
Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades... “En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será “santa” también para nosotros. Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la “roca” de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios”.
“Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación. Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la “condición de siervo” (Flp 2, 7). En efecto, “humildad quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, “despojándose”, como dice la Escritura (v. 7). Este vaciarse es la humillación más grande”.
El Camino del maligno, contrario al vaciamiento, humildad y servicio del Camino Cristo
Como Francisco es jesuita podemos encontrar en su homilía del domingo de Ramos el esquema de aquella antigua meditación de san Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales, la “Meditación de las dos banderas”, donde se contrapone la invitación de Cristo a la pobreza espiritual, el deseo de oprobios y menosprecios y de ahí a la humildad, y la invitación de maligno, del tentador, de Satanás: la riqueza, la vanidad, la soberbia.
“Esta es la vía de Dios –dijo el Papa-, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación. Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la “condición de siervo” (Flp 2, 7). En efecto, “humildad quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, “despojándose”, como dice la Escritura (v. 7). Este vaciarse es la humillación más grande.
Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, sólo con su gracia, con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida.
En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad, un sin techo...
Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy – hay tantos – no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar en verdad de “una nube de testigos”: los mártires de hoy (cf. Hb 12, 1).
Durante esta Semana Santa, pongámonos también nosotros en este camino de la humildad, con tanto amor a Él, a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros (cf. Jn12, 26).”

El reto del amor de hoy es mirar la Semana Santa con el arnés puesto, con ojos de resurrección.31032015

El reto del amor de hoy es mirar la Semana Santa con el arnés puesto, con ojos de resurrección.

Año del Señor 2015
Lerma, 31 de Marzo
 
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
SEMANA SANTA CON ARNÉS
 
¡Buenos días! El domingo vivimos una pequeña aventura en el monasterio. Y es que el claustro está en obras, y las obras requieren unos andamios, y los andamios se convierten en una pequeña "tentación" para el que pasa delante de ellos todos los días con un mínimo de espíritu aventurero.
 
Y el domingo, después de que unas pocas lo hubieran experimentado el día anterior, nos reunimos jóvenes y mayores para una inolvidable hazaña. Comenzamos a subir: unas con más agilidad; otras, apoyadas por los gritos de ánimo del resto o por la mano tendida de las más seguras, pero al fin todas (salvo las que por salud no podían) nos encontramos en los tejados del claustro y todas pudimos sentir de una forma u otra el vértigo ante tal hazaña. Porque es verdad que había andamios, que había una red, pero... no te sentías del todo segura. Y es que nos faltaba el arnés. Con él sabes que, aunque caigas, siempre estarás sujeto.
 
Estos días de Semana Santa vamos a vivir muchas cosas en las procesiones, los Oficios... Parece que subimos por el andamio de la Pasión, que tenemos la red de los acontecimientos, pero... "¿A qué me lleva todo esto? No se me quita el vértigo... cuando pienso en qué supone esto en mi vida, en mis problemas, en mi hijo enfermo, en el familiar que no me habla, en el sentido del dolor... ¿Cuál es el arnés que necesito?"
 
El arnés que necesitamos, el arnés que da sentido a todo lo que nos pesa es la Resurrección. Es verdad que sentiremos vértigo ante todo lo que tenemos, pero nos sabremos sostenidos en todo momento. No queda todo en la Pasión. Cristo murió...y resucitó por todo aquello que te pesa, por cada uno de tus miedos, de tus vértigos.
 
El reto del amor de hoy es mirar la Semana Santa con el arnés puesto, con ojos de resurrección. Deja que Cristo pase por tu vida, deja que te de unos ojos nuevos para ver tus circunstancias. Si ya has probado el vértigo de agarrarte sólo a un andamio, de poder caer en una frágil red... ¿probamos a ponernos el arnés?
 
VIVE DE CRISTO
 
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial. Solo se permite un uso para actividades de evangelización siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.

LA IGLESIA, ISRAEL ESPIRITUAL - SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA (Mons. Romero)

LA IGLESIA, ISRAEL ESPIRITUAL

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA


19 de febrero de 1978

Génesis 12, 1-4a.
2 Timoteo 1, 8b-10
Mateo 17, 1-9

  
Queridos Hermanos:
 

INTRODUCCIÓN: CRISTO TRANSFIGURADO, EL DIVINO SALVADOR

De esta liturgia de la palabra es un personaje muy querido de todo este pueblo de Dios: ¡es Cristo transfigurado! Primitivamente la fiesta de la Transfiguración era este domingo, el 2º domingo de Cuaresma. Nosotros en San Salvador nos hemos acostumbrado a celebrarlo con el título del Divino Salvador, el 6 de agosto, fiesta que conmemora también el origen de nuestra ciudad. Y así encontramos, pues, entre nuestra historia más íntima y el Cristo transfigurado del evangelio de hoy, una relación profunda de fe que nos invita a hacer de la homilía de hoy, una convivencia de amor, de esperanza, de fe con el Divino Salvador y patrono de nuestra República, el que le dio nombre a El Salvador.
 

ILUMINACIÓN DE LA REALIDAD DESDE LA PALABRA DE DIOS

El Cristo transfigurado, Él es el que siempre nos habla porque el Padre nos dio esa recomendación: "¡A Él debéis de escuchar!" Y el que predica en esta cátedra, como en todos los púlpitos de las iglesias, no hace otra cosa que ser un eco humilde de esa voz divina y orientadora: Cristo, el Maestro. El que predica no hace otra cosa que tomar esa palabra eterna e iluminar con ella nuestras realidades por donde va peregrinando nuestra historia. Por eso mi preocupación de traer como marco a la palabra de cada domingo, la historia de cada semana. Es una historia tan densa la de El Salvador, queridos hermanos, que nunca se agota. Cada domingo encontramos hechos que están pidiendo la luz de la palabra del Señor. Y el verdadero cristiano en El Salvador no puede prescindir de estas realidades, a no ser que quiera profesar un cristianismo aéreo, sin realidades en la tierra; un cristianismo sin compromisos, espiritualista y así es muy fácil ser cristiano, desencarnado, desentendido de las realidades que viven. Pero vivir ese evangelio que por orden del Padre Eterno tenemos que escuchar de Cristo, ¡a Él escuchadle!, vivirlo en el marco real de nuestra existencia, eso es lo difícil, eso es lo que crea conflictos, pero es lo que hace auténtica la predicación del Evangelio y la vida de cada cristiano.
Cada uno de ustedes, queridos hermanos, tiene su propia historia, la historia de su propia familia, de su propia comunidad. Sería imposible señalar aquí esas historias concretas; pero eso es trabajo íntimo de cada uno. Que el Evangelio ilumine sus esperanzas, sus proyectos, sus desilusiones. Sus fracasos, ilumínelos con la palabra de Dios para que viva siempre de fe y de esperanza.
 

HECHOS DE LA SEMANA

AGRADECIMIENTO POR LA MANIFESTACIÓN DE SOLIDARIDAD CON CRISTO DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA

Más bien como un ejemplo, yo cito aquí casos que nos interesan a todos, por ejemplo, aunque ésto me interesa más bien a mí, pero gracias al cariño, a la amistad de ustedes, puedo sentirlo como algo de familia con todos, es mi agradecimiento por la manifestación de solidaridad y de comunión que vivimos el martes de esta semana que pasa. Es algo inolvidable en mi vida, no por el honor de un Doctorado Honoris Causa, que francamente enaltece sobre todo cuando se origina en un centro universitario de tanto prestigio donde escasean estos honores. Pero lo recibí junto con ustedes y así he sentido que ha sido más bien un homenaje de comunión con mi querido pueblo, con mis queridos sacerdotes, por eso mi agradecimiento que ya lo he dicho, lo quiero repetir en este marco solemne de la homilía, a todas las personas que me manifestaron de una u otra forma sus sentimientos de solidaridad.
De manera especial al querido Señor Arzobispo, Monseñor Chávez, a Mons. Rivera, a Mons. Revelo, que tuvieron la bondad de compartir su presencia conmigo esta noche; al Clero no sólo de la Arquidiócesis sino que en manifestaciones muy elocuentes he recibido testimonios de solidaridad, principalmente del Clero de Santa Ana y de San Vicente; a los queridos jóvenes del Seminario Mayor y Menor; me han dado mucho consuelo sus palabras; una carta muy significativa del Menor en que expresan sus ideales sacerdotales en comunión con su Obispo, congregaciones religiosas, federaciones de colegios, comunidades parroquiales de base y muchas demostraciones individuales de diversas categorías humanas. El Señor les sabrá recompensar.
A los medios de comunicación social que se hicieron eco, principalmente a La Crónica, La Prensa Gráfica, El Mundo, radios KL, YSU, Radio Internacional, el Canal 2. Sé lo que les cuesta a los medios de comunicación condicionados por circunstancias tan difíciles. Por tanto, comprendo el silencio de los que no pudieron decir nada y admiro a quienes me dedicaron siquiera una pequeña gacetilla. El Señor bendiga a eso que significa un heroísmo en nuestro ambiente tan vendido a intereses.
 

INVITACIÓN AL PRIMER ANIVERSARIO DE SERVICIO EN LA ARQUIDIÓCESIS

Desde ahora también, hermanos, quiero invitarlos a la oración para el próximo 22 de febrero, en que voy a celebrar un año de servicio a esta Arquidiócesis. Celebraré la Misa aquí, en Catedral el 22, a las 12 del día.
 

DECLARACIONES DEL PRESIDENTE ROMERO EN ESTADOS UNIDOS

En este marco de la semana, también hermanos, con una visión de nuestra historia, no puede pasar desapercibido el discurso de nuestro Señor Presidente en Estados Unidos. Yo quiero destacar algunas frases, porque son precisamente el pensamiento de la Iglesia y por eso me extraña que muchas veces por expresarse así, la Iglesia sea tildada de comunista y de subversiva. Cuando dice por ejemplo: "La paz social es posible cuando existe un clima de armonía entre el sector laboral y el sector empresarial. La comprensión mutua de las justas aspiraciones de uno y de las reales posibilidades de otro, constituye el punto de equilibrio de ambas fuerzas, propicio para el trabajo que da riqueza y bienestar para todos". Parece muy genial y acertada la frase, las posibilidades de un sector y las aspiraciones del otro sector. Si se equilibraran con justicia, no habría que lamentar terrorismos ni violencias, represiones y otras cosas que han ensangrentado tanto nuestra Patria.
También cuando dice: "Queremos una nación saludable, en donde la libertad del hombre siga siendo el sustento de la democracia. Alcanzar mejores niveles de vida para los grandes núcleos de población de menores recursos económicos". Y sobre todo cuando dice: "Un nuevo modo de vivir, en donde el régimen económico responda ampliamente a principios de justicia social que tiendan a asegurar a todos los habitantes, una existencia digna del ser humano. Modernización del sistema de explotación y tenencia de la tierra mediante una participación más amplia de la propiedad." Es lo que la Iglesia ha dicho.
Y también este otro pensamiento: "Debemos satisfacer las aspiraciones del ser humano de participar en el gobierno, de exponer libremente su pensamiento, de tener igual de oportunidad de estudio y de trabajo, así como de fortalecer permanentemente sus facultades creadoras. El hombre, además de la libertad de querer gozar, también tiene el derecho a vivir con decoro y dignidad".
Lo que me da un temor, es escuchar en su discurso esta palabra: "Alcanzar una mejor distribución de la población, disminuir las tasas del crecimiento demográfico". ¿Qué se encierra bajo este disminuir el crecimiento? ¿Será una aceptación como condición para las ayudas, el mutilar las fuentes de la vida? Quiera el Señor que no subordinemos a un bienestar económico, las leyes morales de la naturaleza y de la creación, pero sí, en cuanto a un orden más justo, un nuevo modo de vivir, nuevas estructuras y una participación en las legítimas aspiraciones de todos para colaborar en el bien común sin miedos, sin represiones. Bendito sea Dios que la Iglesia siempre lo ha dicho. Y digo: precisamente es aquí donde están los grandes conflictos de nuestra Iglesia.
 

MAGISTERIO DE LA IGLESIA SOBRE DIÁLOGO IGLESIA-GOBIERNO

Cuando se habla de un diálogo entre Iglesia y Gobierno, es esto lo que la Iglesia busca, como dijo el Papa a nuestro Embajador: "Un diálogo constructivo, desde unas perspectivas pastorales en que busca la Iglesia no sus bienestares sino el servicio auténtico a un pueblo que clama libertad, dignidad, igualdad". Por eso, contrasta la noticia que publicaba La Prensa Gráfica, de que el Departamento de Estado de Estados Unidos entregó al Congreso un documento sobre la forma en que se respetan los derechos humanos en América Latina y al hablar sobre El Salvador, afirma que hay una creciente presión de los insatisfechos y oposición a hacer cambios por parte de los privilegiados, lo cual ha engendrado mayor violencia.
He aquí lo que precisamente la Iglesia señala en todo nuestro continente: los terrorismos, los brotes de violencia, la Iglesia no los puede aprobar, pero sí, no puede tampoco reprobarlos sin un análisis profundo de dónde proceden. Mientras una violencia institucionalizada, privilegiada, trate de reprimir las aspiraciones justas de un sector, siempre estarán las semillas de la violencia entre nosotros. Por eso, mientras no se haga efectivo un nuevo modo de vivir, no tendremos paz, ni unidad, ni comunión entre los salvadoreños.
 

SOBRE EL SINDICATO DE TRABAJADORES DE LA CENTRAL AZUCARERA IZALCO

También con la esperanza de esas palabras quiero informarles sobre una carta del Sindicato de Trabajadores de Empresa Central Azucarera de Izalco, en que informan que ya son 17 días de huelga demandando la celebración de un contrato colectivo y el cese de atropellos contra trabajadores y leyes laborales. Acusan de complicidad y entreguismo al Ministerio de Trabajo al negarse a citar a la patronal para discutir el problema y la parcialidad de no querer que la patronal cumpla con los acuerdos ya tomados con el Sindicato. Termina la carta solicitando la mediación del Arzobispado en favor de sus objetivos y de la libertad de varios compañeros que dicen que están presos. Como siempre nuestra respuesta es aceptar todo servicio mientras se le solicite y se acepte.
 

GESTIÓN DE LIBERTAD DE UN UNIVERSITARIO

También tuvimos en el Arzobispado la visita de una delegación de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras, nos pide apoyo en su gestión de libertad del compañero hondureño Luis Alberto Bonilla Contreras, detenido según ellos por la Policía Nacional el 18 de diciembre de 1976. No les ha sido posible visitar los cuerpos de seguridad.
 

OPERATIVO MILITAR EN EL CANTÓN CHILICUYO

También quiero participar del temor que la carta de la Comunidad del Cantón Chilicuyo denuncia, cuando dice que un operativo militar destacó un contingente para inspección en la hacienda Formosa. Temen ellos consecuencias desagradables. Quiera el Señor que no.
 

AVISOS

Finalmente, hermanos, y en forma de familia, quiero anunciarles que hoy se va a bendecir una clínica en la iglesia de Concepción, felicitar a los P.P. Franciscanos y a los colaboradores médicos, enfermeros que van a trabajar allí junto a la Parroquia de Concepción.
Alegrarme también, con la peregrinación a Tierra Santa que nos ha anunciado don Juan Francisco Rivas Canjura y pedirle que nos encomiende allá en la tierra que fue escenario de la redención de los hombres.
También una oración por el eterno descanso de Hipólito Morales y Daysi Guadalupe Aguilares de Marroquín.
Y como aviso, hermanos, para este domingo, les dije que el tercer domingo de cada mes les pediría una ayuda económica para el Seminario. Sostener nuestra obra máxima es trabajo de todos, sin olvidar que este domingo se clausura la semana del Sacrificio Voluntario que iniciamos el domingo pasado. Hoy la colecta que se va a hacer tendrá estos dos objetivos: la ayuda al Seminario y una ayuda contra el hambre. Hambre de Dios, hambre de cultura y hambre de pan. Para llenar el vacío que dejan estas tres hambres, necesitamos la ayuda de todo el pueblo de Dios.
Y, hermanos, ya nos encontramos con este marco histórico real, con la liturgia de la palabra de hoy. Podíamos llamar esta homilía: La Iglesia, Israel espiritual. Y propondría estos tres pensamientos:
1º) Dios salva a los hombres constituyendo un pueblo de Dios.
2º) Cristo transfigurado, es el heredero de todas las promesas salvadoras de Dios. (No hay salvación fuera de Él).
3º) La epístola de San Pablo que nos recomienda traducir en solidaridad con Abraham y con Cristo, nuestra vida cristiana. (Somos el Israel espiritual).
 

1º DIOS SALVA A LOS HOMBRES CONSTITUYENDO UN PUEBLO DE DIOS.

LA NATURALEZA CAIDA

El domingo pasado, primer domingo de Cuaresma, les decía que el primer capítulo de la historia de la salvación, es la creación: Adán. Y que toda la vida humana que existe en la historia, es solidaria con ese primer capítulo, todos somos descendientes de Adán. Y el soplo de vida que Dios le dio a nuestro primer padre es la chispa de inteligencia, de amor, de capacidades humanas que todo hombre lleva, pero que el primer hombre cayó de su dignidad de hijo de Dios porque quiso alcanzar la plenitud divina sin obedecer a su Señor, engañado por el diablo. Y comenzó a vivir el capítulo de la historia humana, la naturaleza caída. Si desde Adán hasta Abraham vemos la Biblia, verdaderamente encontramos la definición del pecado. "A versío a Deo". Apartarse de Dios.
 

ADÁN A LA LUZ DE LA REVELACIÓN

Uno de estos días, un joven de Santa Tecla me hizo una observación muy interesante. Me dice: "¿cómo puede ser que Adán haya sido tan perfecto y que la humanidad después de él haya comenzado como a subir desde un abismo muy hondo? ¿No será más bien que la humanidad fuera creada tan imperfecta que vamos caminando hacia arriba?. Le dije yo: "Eso es lo que el criterio humano nos dicta, pero a la luz de la revelación, Adán era el hombre perfecto, Adán era el ideal de Dios. El segundo Adán que iba a venir: Cristo, ya se prefiguraba en esa figura maravillosa del primer hombre. Pero ese hombre maravilloso perdió toda su grandeza sobrenatural, su amistad con Dios, y cuando un hombre ha perdido sus relaciones con Dios, aunque conserve sus cualidades humanas va decayendo cada vez más." Y la historia nos lo prueba: que todo hombre por más inteligente, por más capaz que sea pero que no busca la amistad con Dios, no ora, no es digno de confianza.
Alguien le preguntaba a un muchacho una vez: "Si tú tuvieras C/ 100.oo para dejarlos depositados ¿a quien se los depositarías: a un profesional que no tiene fe, que es un hombre falto de honradez o a un iletrado, a un pobre campesino sin saber leer pero que es honrado, que reza?". "Pues naturalmente, dice, se los dejaba al campesino". Claro, no bastan las cualidades humanas, no basta ser un profesional, ser un empresario, tener grandes cosas humanas, el hombre degenera cuando se aparta de sus relaciones con Dios. Y estos son los primeros capítulos de la historia de la humanidad. "A versio a Deo", se iba apartando más y más de Dios. Recuerden los capítulos del diluvio universal, recuerden el incendio de Sodoma y de Gomorra, recuerden el crimen de Caín contra su hermano Abel. Ese es el hombre sin Dios.
 

DIOS ESCOGE EN ABRAHAM UN PUEBLO Y LE DA ESPERANZAS Y PROMESAS

Pero desde el capítulo 12 del Génesis, el Génesis cambia de aspecto. Léanlo con atención. De allí hemos tomado la primera lectura de hoy. Es un Dios que toma una iniciativa de formar un pueblo y darle a ese pueblo las promesas, las esperanzas. Esta es la gran misión de Abraham y de Israel: "Formaré de ti un gran pueblo, del cual nacerá el Redentor". Sin embargo, en Abraham, de 75 años, hombre diríamos ya quemado, Dios va a hacer una nueva creación. Nace un pueblo, un pueblo que le pide a Abraham unas grandes renuncias: "Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre; bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan; con tu nombre se bendecirán todas las familias de la tierra."
¡Qué anciano más formidable! Es un hombre, diríamos, un anónimo, un hombre de aquellas tribus semi-nómadas de Ur de Caldea. A éste escoge Dios, desconocido de la historia y toda su vida la pasó como un desconocido. Qué curioso, Abraham marchó como le había dicho el Señor. ¿A dónde? Sin rumbo, "a la tierra que te mostraré". Y pasó toda su vida peregrinando en Canaán, donde iba a ser la tierra prometida pero después de muchas generaciones. Abraham fue peregrino en su propia tierra prometida, no la conoció podíamos decir. Dios estaba probando la fe. Y estéril, casado con una mujer estéril, le anuncia que va a nacer de sus entrañas un gran pueblo. Hasta la misma Sara se ríe. Pero el milagro llega cuando las entrañas fecundas de Sara dan a luz a Isaac. Pero Dios le hace otra prueba: sacrifícamelo, mátamelo; y Abraham obediente a la única esperanza de su descendencia, lo lleva, imagen de Jesús con su cruz a cuestas. Por eso, allá en el calvario de Jerusalén la figura más bella es la de Isaac con su tercio de leña camino del monte donde va a ser sacrificado. Solo que a Abraham lo detuvo el ángel: "¡No lo mates, ya está probada tu fe!"
Por eso, hermanos, este desprenderse de Abraham, este entregarse a lo imposible, esta locura de la fe es la que Dios pide. La fe es lanzarse a los brazos de Dios, la fe es creer lo que Dios dice aunque me parezca imposible, la fe es María cuando un ángel le dice que sin perder su virginidad va a ser madre. "No lo comprendo pero hágase como tú lo has dicho". La fe pide esa entrega y por eso a Abraham se le llama no sólo el padre de Israel sino el padre de la fe. Es el modelo de la fe.
 

2º CRISTO TRANSFIGURADO ES EL HEREDERO DE TODAS LAS PROMESAS SALVADORAS DE DIOS

Veamos ya, cuando esa historia de Israel culmina con la plenitud de los tiempos. Es la lectura del evangelio de hoy, es mi segundo pensamiento.
 

CRISTO Y EL ISRAEL CREYENTE

Allí en la montaña de la transfiguración aparecen personajes del Viejo Testamento descendientes de Abraham, Moisés, Elías; todo el Israel creyente, todo el Israel que espera. Moisés es el signo de la ley; Elías es el signo de los profetas. La ley y los profetas era como la constitución de Israel. Lo que se había escrito como alianza entre Dios y los hombres, lo que se había escrito como voluntad de Dios siempre activa a través de los profetas: "'esto dice el Señor, conserven mis esperanzas, conserven mis promesas". Y de esas esperanzas y de esas promesas vivieron todos los siglos anteriores a Cristo.
Y un día, ya Cristo está presente, ya está fundando el Nuevo Testamento, la alianza nueva y eterna; ya ha escogido a unos hombres que son el Israel de Abraham pero que ya van entrando al Israel del cristianismo. Pedro, Santiago y Juan ya no pertenecen al Viejo Testamento aunque son hijos de Abraham. Con Jesús y con personajes del Viejo Testamento: Moisés y Elías, aparecen en el monte de la transfiguración y Cristo en medio, resplandeciente su rostro como el sol, blancas sus vestiduras como la nieve. Es la figura de Dios hecho hombre, lo testifica el Padre: ¡Éste es mi hijo, el amado. Éste es el prometido, éste es el que yo dije que iba a ser fuente de bendición, descendiente de Abraham, en Él serán bendecidas todas las naciones! No se ha dado a los hombres otro nombre en el cual puedan ser salvos fuera del nombre de Jesús. Y Jesús aparece allí como en una Pascua anticipada, como un resucitado que no tendrá ya nada que ver con la muerte y las miserias de la tierra.
 

CAMINANDO HACIA LA CRUZ Y HACIA LA RESURRECCIÓN

Pedro se enardece y le dice: "Señor, ¡qué bueno es estar aquí, quedémonos aquí, esto ya es el paraíso, esto ya es el destino, la aspiración del hombre!" Y Cristo le dice: "Todavía no, no digan nada de esto porque tienen que venir todavía los días amargos de la pasión hasta que resucite de entre los muertos. Entonces sí, anúncienlo, que Cristo vive, que Cristo murió para salvar a los hombres y que sin esa muerte no hay redención". Pero no es una muerte fracaso, es una muerte condición para resucitar, es una muerte donde quedaron pagadas todas las desobediencias en el dolor de una cruz, es una muerte necesaria, amarga y difícil para que todos los pecados de los hombres puedan ser perdonados. Lo glorioso es que de esa muerte, de esa tumba, salga resucitado. Eso es lo que se llama el misterio pascual, la Pascua que es muerte y resurrección.
Hacia una Pascua camina la Cuaresma, camina el cristianismo toda su vida, toda su historia, caminando hacia la cruz y hacia la resurrección. Por eso, hermanos, no nos debe extrañar que una Iglesia tenga mucho de cruz porque si no, no tendrá mucho de resurrección. Una Iglesia acomodaticia, una Iglesia que busca el prestigio sin el dolor de la cruz, no es la Iglesia auténtica de Jesucristo.
Cristo en la plenitud de su gloria en el Tabor, el Cristo nuestro, el Divino Salvador patrono de nuestra Patria, "es el sí de las promesas", dice San Pablo. Hermosa expresión. Cristo es el sí, el que dice sí al Padre, en el que se cumplieron las promesas de perdón, de salvación. Cristo es el camino por donde los hombres caídos se convierten a Dios. Desde Abraham, pues, ha comenzado el capítulo de la conversión: "conversio ad Deum", conversión hacia Dios. Y Cristo con su cruz y su Pascua no hace otra cosa que llamar a los hombres a su verdadera grandeza como hombres y como sociedad. No puede haber sociedad, un nuevo modo de vivir no puede haber sin Cristo, un nuevo modo de vivir, un bienestar para todos, no lo puede haber sin la justicia de Cristo Redentor. Sólo Él es el que puede inspirar a los egoístas el arrepentimiento, a los resentidos el trabajo honrado y honesto, a todos, el verdadero sentido de la liberación cristiana, el redimirnos del pecado y de la muerte para ser participantes de su gloria.
 

3º LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO NOS RECOMIENDA TRADUCIR, EN SOLIDARIDAD CON ABRAHAM Y CON CRISTO, NUESTRA VIDA CRISTIANA.

Y así viene, queridos hermanos, en la lectura de San Pablo a Timoteo, un discípulo de Pablo. Dicen que era muy enfermizo, tímido, sin embargo de mucha fe.
 

EL LLAMAMIENTO DE DIOS AL HOMBRE

Lo puso Pablo a cuidar la comunidad de Efeso y le escribe esta hermosa carta: "Toma parte en los duros trabajos del Evangelio según las fuerzas que Dios te dé. No importa no tener mucha salud, lo que importa es confiar en Dios. El que predica, el que hace Iglesia, el que proclama la palabra de Dios, el que convoca al santón para hacer una comunidad cristiana, el que educa en un colegio cristiano con verdadero sentido de Evangelio, todo aquel que quiere vivir en su familia el verdadero cristianismo, no confíe en él, confíe en Dios. Con la fuerza que Dios te dé. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa". ¡Miren que hermoso eco: En el cristianismo de Pablo a Timoteo, el eco de Dios a Abraham. Una vocación: deja tu parentela y busca la tierra que yo te mostraré!
Esto hace Dios con cada hombre. Dichoso el que escucha ese llamado de Dios: ven, deja tu vida de pecado, deja esa situación comodona de tu dinero, de tus haciendas, de tus cosas en las cuales te quieres instalar, deja las cosas que solamente dan felicidad en la tierra y sigue el derrotero que te voy a mostrar; entrégate a la fe, entrégate al amor, vive el amor porque sin amor de nada sirve tener. El amor es lo que le da al hombre su verdadero desarrollo. La avaricia, ha dicho Pablo VI, que es la señal más evidente del subdesarrollo moral. El egoísmo es un subdesarrollo. Por eso el llamamiento a todos los cristianos en esta hora de Iglesia es el mismo llamamiento de Dios a Abraham:
"¡Ven hacia la tierra que te mostraré!"
 

LA SANTIFICACIÓN ES INICIATIVA DE DIOS

Y yo me alegro, hermanos, de que ese Israel que creó Abraham con su acto de fe y que se prolonga en el pueblo de Dios y que llega hasta 1978 en estos cristianos auténticos, que son ustedes, los que están reflexionando esta palabra, sea siempre la misma voluntad salvífica de Dios. "Quiero salvar a todos, le dice Pablo a Timoteo. Él nos quiere santificar, es iniciativa suya".
Queridos hermanos, la religión no es invento de hombre, nadie se puede forjar un cristianismo a su gusto, nadie le puede poner pautas al predicador del Evangelio según sus caprichos. Es Dios el que nos manda predicar, es palabra de Evangelio la que tenemos que decir. Es Dios el que toma la iniciativa de salvar al hombre. En esto está la gran diferencia entre las falsas religiones y la religión verdadera. Las falsas religiones brotan de la voluntad de los hombres, ellos inventan cómo adorar a su Dios, cómo creer su fe, cómo organizar su vida religiosa, pero es una religión de hombres.
La religión verdadera es la de Abraham a la escucha. Ojos y oídos atentos: ¿qué dice el Señor? De allá viene la iniciativa, y hemos de creer una fe no a nuestro gusto sino según la voluntad del Señor, y hemos de vivir una moral no inventada por nosotros sino como Dios la quiere con sus Mandamientos. Por eso dice Dios mostrándose a Cristo, su mensajero, su palabra, la plenitud de su revelación, su tono: Ese es mi hijo amado, en El os he mandado decir todo, escuchadlo, el que lo sigue se salvará, el que quiera inventarse un cristianismo a su gusto, acomodaticio, sin conflictos, sin dificultades, perezoso, egoísta, no es mi cristianismo, no es la palabra de mi Hijo amado en quien tengo mis complacencias.
Por eso, queridos hermanos, la Cuaresma -y de esto se trata en la liturgia de la palabra- es una revisión sincera. A propósito, en esta semana, precisamente el Papa y sus colaboradores en Roma han hecho sus ejercicios espirituales. Tenemos necesidad de revisarnos comenzando por el Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas, las instituciones y comunidades católicas. La Cuaresma es para revisarnos, porque muy fácilmente las tentaciones de Cristo en la Cuaresma son nuestras tentaciones eclesiásticas y podemos buscar un Reino de Dios sugerido por Satanás y no el Reino de Dios anunciado por el plan figurado, el Hijo de Dios.
Cuidemos mucho en esta Cuaresma a ver cómo anda nuestro cristianismo, nuestras relaciones de familia, nuestro respeto a la ley de Dios, nuestra obediencia al Evangelio.
 

PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Queridos hermanos, ésta es la liturgia de la palabra que Cristo transfigurado ha presidido hoy desde nuestra Catedral. Ahora Cristo no es sólo palabra, se hace hostia, se hace cáliz, se hace comunión, se hace vida. Tratemos de comulgar ahora identificándonos en el pensamiento con Él, vivamos nuestra Eucaristía. Y ya que hoy este llamamiento del sacrificio voluntario y de la ayuda al Seminario nos pone un objetivo concreto a nuestra fe, vamos a celebrar ya la ofrenda, el Ofertorio. Seamos generosos, compartamos nuestra pobreza con los pobres, compartamos nuestro pan con el hambriento, compartamos nuestro amor si no tenemos más que dar que nuestra buena voluntad, amemos. No nos cerremos en egoísmos ni en odios. La Cuaresma transfigura, la Cuaresma renueva al hombre. Ojalá que todo el pueblo santo de Dios al celebrar después de la Cuaresma, la Pascua de la muerte y la resurrección de Cristo, sintamos que todo aquel amor que lo llevó al Calvario y toda aquella vida que exhala de todos sus poros, no como un transfigurado de la tierra sino como quien posee la plenitud de la vida eterna para darlo a los hombres, sea nuestro amor, sea nuestra vida la de Cristo Nuestro Señor, que en esto consiste ser bautizado, ser cristiano. Y la Cuaresma no es otra cosa que revivir nuestro compromiso bautismal que nos identificó con el Cristo que por nosotros murió y que para nosotros resucitó.
Proclamemos así nuestra fe. Creemos en un solo Dios.

DISCURSO DE MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO EL DÍA DE SU INVESTIDURA ACADÉMICA COMO DOCTOR EN LETRAS HUMANAS HONORIS CAUSA, EN LA CATEDRAL METROPOLITANA (Mons.Romero)

DISCURSO DE MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO EL DÍA DE SU INVESTIDURA ACADÉMICA COMO DOCTOR EN LETRAS HUMANAS HONORIS CAUSA, EN LA CATEDRAL METROPOLITANA

14 de febrero de 1978


  

INTRODUCCIÓN

La catedral de San Salvador se ha transformado esta noche en el paraninfo de la célebre Universidad de Georgetown. Se revive así aquel antiguo consorcio de la fe y de la cultura académica que, en otro tiempo, vivieron clásicas catedrales y famosas universidades. Se recuerda también que fue a la sombra de las catedrales donde nacieron estos centros académicos de alta cultura que hoy son gloria de todas las ramas del saber en el mundo. Pero hay algo original en este ambiente sacro-académico que conjugan Georgetown y nuestra Catedral. Y es que soy yo mismo -Pastor y Maestro de la fe en esta Arquidiócesis- quien viste, en su propia cátedra, el honroso atuendo de un doctorado en Letras Humanas que "honoris causa" viene a conferirme generosamente el Alma Mater de Georgetown.
Y es esta originalidad la que quiero destacar, al expresar mi agradecimiento y mi saludo. Porque creo que ese signo original de un humilde pastor, revestido con un titulo universitario, es el que esté expresando el alcance profético y eclesial de las intenciones de Georgetown y de quien, emocionado y agradecido, recibe este inmenso homenaje.
En este solemne acto de mi vida, no quiero ser más que un signo. Un signo cuya mayor gloria y satisfacción consiste, como la de Juan Bautista, en declinar la presencia y la voz del hombre, para que crezca y triunfe la Palabra Eterna del mensaje. Por eso se lleva a cabo esta generosa iniciativa de Georgetown en esta Catedral, símbolo de la universalidad v del magisterio del Obispo; porque he querido aceptar este honor identificándolo con el mensaje evangélico que predico, en íntima comunión de ideales y de afecto con mi querido Presbiterio, con toda esta bella y exuberante porción de la vida religiosa consagrada y del Pueblo de Dios que se me ha confiado. Para mí pues, el noble y generoso gesto de la Universidad de Georgetown al concederme su máximo honor académico de "Doctor "honoris causa" en Letras Humanas", tiene estas cuatro dimensiones que, con mi Iglesia y con mi Pueblo, agradezco con gratitud inmortal:
1. Es un sólido apoyo a la causa de los Derechos Humanos;
2. Es un reconocimiento a todos los colaboradores de esa causa;
3. Es una solidaridad de consuelo y esperanza para con todos los que sufren el atropello de su libertad y de su dignidad; y
4. Es un eco de la denuncia y de la llamada a conversión.
 

APOYO A LA CAUSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

Sí. Esta "razón de honor" con que Georgetown aprueba la modesta labor de este Arzobispo, es, ante todo, un sólido apoyo a la noble causa del humanismo cristiano que nuestra Iglesia proclama y defiende. Un "Doctorado en Letras Humanas" de parte de una célebre universidad para un jerarca de la Iglesia católica en El Salvador, significa un aplauso de resonancia mundial al "Humanismo nuevo" que la Iglesia de hoy enseña y practica después de haberlo reflexionado principalmente en dos momentos solemnes de su Magisterio actual: el Concilio Vaticano II y la Reunión de Pastores Latinoamericanos en Medellín.
Al concluir el Concilio, S.S. Pablo VI pudo desafiar "a los humanistas modernos que renuncian a la trascendencia de las cosas supremas" a reconocer el mérito del "nuevo humanismo" del Concilio. También nosotros -les dijo el Papa- y más que nadie, somos promotores del hombre... al hombre, en cuanto tal, este Concilio le ha reconocido su vocación fundamental a una plenitud de derechos y a una trascendencia de destinos; sus supremas aspiraciones a la existencia, a la dignidad de la persona, a la honrada libertad, a la cultura, a la renovación del orden social, a la justicia, a la paz, han sido purificadas y estimuladas". Y el Papa elevaba hasta su máxima vertiente teológica este irrenunciable servicio de la Iglesia a la dignidad humana, cuando recordaba "cómo en el rostro de cada hombre, especialmente si se ha hecho transparente por sus lágrimas y por sus dolores, podemos y debemos reconocer el rostro de Cristo (cf. Mt. 25, 40) el Hijo del Hombre; y, si en el rostro de Cristo podemos y debemos, además reconocer el rostro del Padre celestial: "quien me ve a mí. --dijo Jesús--ve también al Padre" (Jn. 14, 9). Nuestro humanismo se hace cristianismo, nuestro cristianismo se hace teocéntrico; tanto que podemos afirmar también que para conocer a Dios es necesario conocer al hombre" (Aloc. de clausura del Concilio, 7 de dic. 1965).
También fue una perspectiva teológica y transcendente la que inspiró a los Obispos Latinoamericanos cuando, en Medellín, orientaron la Evangelización de nuestro Continente al servicio de los derechos y de la promoción humana. Sintieron que era una auténtica llamada del Espíritu, que la conciencia de la Iglesia, no podía rehuir, "el sordo clamor que brota de millones de hombres pidiendo a sus pastores" una liberación que no les llega de ninguna parte" (Doc. 14, 2).
En la misma línea evangélica de este servicio humano, Pablo VI acaba de reconocer y alabar el empeño del pueblo salvadoreño por mejorar sus condiciones de vida, partiendo de esa visión global del hombre y de la humanidad que le enseña la Iglesia (cf. Populorum Progressio, 13)". Al mismo tiempo, el Papa denunció con suficiente claridad, el 15 de diciembre, a nuestro Embajador ante la Santa Sede, la falta de libertad para la Iglesia, los lutos de la violencia y de la represión, y las "injusticias evidentes que impiden que los bienes creados lleguen de manera equitativa a todos" (Discurso al Embajador de El Salvador, 15 de diciembre de 1977).
Este es, pues, el "nuevo humanismo" de nuestra Iglesia; es el mismo encargo de redimir del pecado a los hombres y conducirlos a la vida eterna, pero a partir de las realidades de esta tierra donde ya es un deber implantar el Reino de Dios. Esta es la causa a la que queremos ser fieles en todas sus consecuencias. Y el homenaje de Georgetown nos satisface no sólo como una honra, sino, sobre todo, porque afianza la autenticidad de nuestra causa: la causa del humanismo cristiano.
 

2. RECONOCIMIENTO A LOS COLABORADORES DE ESA CAUSA

Por eso, este honor no lo puedo aceptar yo sólo. Siento que es injusticia compartirlo en comunión con toda nuestra Iglesia particular. Y también con quienes, aún sin pertenecer a la Iglesia, han hecho suya esta causa por la simpatía, el apoyo y la colaboración. Se trata de incontables sacerdotes, comunidades religiosas, laicos católicos, protestantes con sincero sentido del Evangelio y otros hombres de buena voluntad que han encarnado esa causa y la han defendido incluso hasta el heroísmo de la sangre y de la persecución.
Entiendo entonces que compartir este honor no tanto significa gozar juntos una satisfacción por el deber cumplido al servicio de una noble causa humana, sino, sobre todo, significa el llamamiento a nuevos compromisos con el humanismo del Evangelio, único que puede humanizar en forma eficiente las relaciones de los hombres en este mundo. La presencia y la actitud de Georgetown en nuestra Arquidiócesis significa una providencial promoción humana que coincide con las esperanzas del Magisterio actual de la Iglesia: "Si para llevar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos cada vez en mayor número -enseña la Encíclica Populorum Progressio n. 20-, para este mismo desarrollo se exige más todavía pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la amistad, de la oración y de la contemplación. Así podrá realizarse, en toda su plenitud, el verdadero desarrollo, que es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas". Y el Concilio recuerda la rica aportación de que nuestros pueblos pobres son capaces en este fecundo campo del humanismo: "El destino futuro del hombre -dice la constitución Gaudium et Spes- corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse a este respecto que muchas naciones económicamente pobres, pero ricas en esta sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación" (G. S. 15).
 

UNA SOLIDARIDAD EN LA ESPERANZA

También he querido interpretar este obsequio espiritual y cultural de la Universidad de Georgetown a nuestra Iglesia, como un gesto y una voz de solidaridad, que inspiran aliento y esperanza a los que sufren aquí, en formas tan diversas y humillantes, el atropello de sus derechos fundamentales. Porque esta "motivación de honor" que Georgetown ha sentido para venir a rendirme este homenaje inolvidable, se ha originado allí, en la triste experiencia de los ultrajados a quienes esta Iglesia ha sentido el deber de defender, denunciando los ultrajes. Y esta voz de defensa y denuncia que muchas veces ha sido interesadamente silenciada, distorsionada y calumniada, o ingenuamente incomprendida por algunos aún dentro de nuestras fronteras, se siente hoy esclarecida, robustecida y estimulada por una actuación serenamente reflexionada en el ambiente cultural de una universidad de prestigio, que, por otra parte, guarda la suficiente distancia para no proceder por presiones o apasionamientos.
El juicio académico coincide y congenia con la actitud pastoral de una Iglesia que sinceramente sólo ha deseado vivir la misión del Siervo de Yahvé, "enviado a anunciar la buena nueva a los pobres . . . a vendar los corazones rotos... a pregonar a los cautivos la liberación y a los reclusos la libertad. . . a consolar a todos los que lloran" (Is. 61, 1-2).
En el ámbito de nuestra Iglesia particular, nuestro servicio humano ha querido ser un eco fiel a la noble voz de Pablo VI en el aula magna de las Naciones Unidas: "Tenemos conciencia de hacer nuestra la voz de los muertos como de los vivos.." dijo allí el Papa, hablando de las trágicas consecuencias de las guerras; aquí podemos pensar en los muertos víctimas de la crueldad y en los vivos que van llevando atemorizados, las huellas de la tortura, del atropello y también de la amenaza". La voz de las jóvenes generaciones de hoy que avanzan confiadas, esperando con derecho una humanidad mejor. Hacemos también nuestra la voz de los pobres, de los desheredados, de los desgraciados, de quienes aspiran a la justicia, a la dignidad de vivir, a la libertad, al bienestar y al progreso" (Discurso en las NN. UU., 12, 4 Oct. 1965).
Por eso digo que el sufrimiento, el temor, la inseguridad, la marginación de muchos hermanos, están aquí recibiendo hoy conmigo un homenaje de respeto y admiración, lo mismo que un rayo de consuelo y esperanza. Georgetown representa aquí, en la Catedral de San Salvador, la solidaridad sincera de la cultura humana y cristiana que, por encima de las fronteras y de las convivencias volubles de la política y la diplomacia, se pone al sincero servicio de la igualdad, de la libertad y de la dignidad de todos los hombres.
 

UN ECO DE LA DENUNCIA Y DE LA LLAMADA A CONVERSIÓN

Finalmente, creo que no estaría completo el sentido eclesial y profético de este homenaje al humanismo, si olvidáramos el poderoso sector humano que, desde un verdadero culto a la violencia -institucionalizada o reaccionaria- atropella y sacrifica la dignidad de las imágenes de Dios. El servicio y la defensa de esta dignidad del hombre, el dolor y la vergüenza de tanta gente y tantos hogares ultrajados y desolados, han puesto en la boca de nuestra Iglesia el grito angustioso de la denuncia y el repudio. "No a la Violencia" ha sido su grito imparcial contra cualquier mano que se levanta contra cualquier hombre y hace de la violencia un acto que mancha de pecado el mundo.
Pero en ese grito de denuncia y repudio, jamás inspiró a la Iglesia la pasión de la venganza o el resentimiento. Su reclamo ha sido la expresión severa de una madre que recuerda a sus dos hijos en conflicto que son hermanos; su voz ha sido la voz de la redención que llama a conversión y ofrece perdón al fratricida que se arrepiente.
La voz de la Iglesia ha sido aquí el eco de un amor fraterno que ha inspirado, desde la fe en la verdad revelada por Dios, la fecunda doctrina social que la Iglesia ofrece, como ingrediente necesario, al necesario diálogo de las autoridades con el capital y el trabajo, a fin de superar y prevenir represiones y violencias sangrientas y malestares sociales, y construir una paz sólida sobre cimientos de justicia y de amor.
Ha resonado también en su voz, el acento de la dignidad de una Iglesia que prefiere su fidelidad al Evangelio a los privilegios del poder y del dinero, cuando éstos pueden empañar su testimonio y su credibilidad. Pero que no rehuye un diálogo constructivo con esos mismos poderes toda vez que los hechos demuestran la sinceridad y la efectividad de un servicio común a la doble vocación del hombre creado para vivir con felicidad y dignidad en esta tierra y para un destino feliz más allá de la historia.
 

CONCLUSIÓN

Señores Presidente y Representantes del Consejo de Directores, Res. Timothy Healy y Robert Mitchell:
En comunión con toda la Iglesia de la Arquidiócesis de San Salvador y en unión de ideales con todos los hombres de buena voluntad, artífices de la causa humana en nuestro país; solidario con todos los hombres y mujeres atropelladas en su libertad o en su dignidad por cualquier clase de violencia, yo recibo, agradecido, el alto honor de Doctor en Humanidades que la Universidad de Georgetown por el digno medio de ustedes me confiere.
Que Dios recompense este generoso y expresivo gesto con nuevos prestigios cristianos para la historia de esa ilustre Alma Mater.
Mil gracias también a vosotros queridos amigos, organizadores y colaboradores de este inolvidable acto que con fraternal comprensión y cariño, me habéis ayudado a comprender y expresar la trascendencia de este acontecimiento tan significativo para la vida de esta Iglesia y de su Pastor.
Gracias a todos vosotros, amigos, que con vuestra amable felicitación y con vuestra presencia física o espiritual habéis estrechado más vuestra solidaridad con este humilde servidor del humanismo del Evangelio.
Compartamos fraternalmente el honor que la Universidad de Georgetown nos deja como una nueva voz del Espíritu que sigue señalando el camino por donde debe marchar nuestra Iglesia.